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Tempestad
y el bramido de la tormenta; inclemencias del tiempo en el
bosque. La ruda orden del dios resuena y se repite, deformada
por la ira, y el trueno irrumpe obediente. El telón se alza
como si lo hubiera abierto un viento tempestuoso. Ahí estaba
la cabaña pagana, con las brasas del fuego relumbrando en
la oscuridad y la destacada silueta del tronco del fresno
en el centro. T. Mann. Sangre de
Welsungos.
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Un hombre traspasa el umbral de la cabaña. Llega extenuado. Es evidente
que huye de alguien o de algo. Al saberse solo, se deja caer sobre
una piel de oso, junto al fuego. Aparece una mujer. No muestra ningún
temor frente al extranjero que yace en su choza. Sin preguntas,
se dispone a socorrerle, primero con agua, después con hidromiel.
El parecido entre ambos es extraordinario...
El
modelo heroico
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Alan
Lee. Wotan en la sala de Hunding |
En el Prólogo del Anillo del Nibelungo, dioses, gigantes,
enanos y ondinas se disputaban el oro del Rin. Pero, en todas las
mitologías, los conflictos de los seres sobrenaturales terminan,
tarde o temprano, afectando a los hombres. La primera escena de
La Walkyria, tratará de individuos de talla excepcional,
pero humanos: los héroes. Para Homero, son mortales (lo que les
da el carácter trágico) de valentía y méritos superiores, favoritos,
por ello, de los dioses; para Hesíodo, son hijos de dioses y humanos.
Siegmund cumple este primer requisito, ya que Wagner nos lo presenta
como un esforzado guerrero, hijo de Wotan.
Otra
de las características del "modelo" heroico es que un
universo hostil le amenaza desde su infancia, lo que le hace llevar
una vida oscura, muy diferente de aquella que se podría haber previsto
por su ilustre nacimiento. Son los años ocultos del héroe, en los
que las múltiples dificultades acaban de templar su formidable personalidad.
Siegmund también cumple este requisito, como se puede constatar
en la segunda escena del acto inaugural de La Walkyria, donde
relata a Sieglinde y a Hunding la vida desdichada que ha llevado
desde que un día encontrara su hogar arrasado, a su madre muerta
y a su hermana gemela desaparecida; no mucho después, también se
vería separado de su padre. La mitología llama a este periodo específico
el de la "vida oculta" o la "muerte aparente"
del héroe, al que pondrá fin una "señal" que permita reconocer
su origen, lo que se llama "epifanía" o manifestación
heroica. En el primer acto de la Primera Jornada de la Tetralogía,
esta señal será, naturalmente, el que consiga extraer la espada
que, sólo para su hijo, Wotan clavó en el fresno y que, por más
intentos que se hicieran, nadie pudo arrancar antes que él.
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F.
Leeke. Sieglinde y Siegmund
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En
el momento en el que el héroe ha sido "reconocido", empiezan
sus "gestas"; la más típica es la del combate con algún
monstruo que guarde un tesoro (lo que, como sabemos, llevará a cabo
su hijo Siegfried en las versiones germanoescandinavas del mito,
porque en la anglosajona, según el Beowulf, es Siegmund el
que mata al dragón y se hace con el tesoro), que haya secuestrado
a una doncella o sembrado el pánico arrasando alguna comunidad.
A veces, el monstruo es reemplazado por una multitud de enemigos
o por uno de talla gigantesca. Venciendo en esta prueba, el héroe
suele aparecer como el reverenciado salvador de todo un pueblo:
es su "apoteosis". Más tarde, no importa que sea abandonado
por los dioses o incluso "traicionado" (lo que les ocurre
a algunos griegos como Héctor o Heracles y a muchos héroes germanoescandinavos,
ya que Wotan necesita de ellos en su Walhall para que estén a su
lado en la batalla final del Ragnarök), no importa que muera: su
destino se ha cumplido y su gloria perdurará en la memoria de los
hombres. Pero, cuando Siegmund se enfrenta en lucha singular con
Hunding, éste no tiene la astucia de una esfinge ni las fantásticas
hechuras de un dragón, y Fricka ya ha obligado a Wotan a que cambie
de parecer con respecto a su destino. Con Wagner, el héroe Siegmund
no llegará a su apoteosis. Vamos a ver qué ocurre con sus predecesores
míticos.
Eddas,
Völsunga Saga y Nibelungenlied
Si,
hasta ahora, nos habíamos centrado especialmente en las Eddas,
a partir de este momento, no las dejaremos de lado, pero también
nos serviremos preferentemente de la Völsunga saga y, en
menor medida (porque, en contra de lo que se pueda creer por el
título, va a influir muy poco en el maestro de Leipzig), del Nibelungenlied,
la obra más importante y célebre de toda la producción poética alemana
de la Edad Media. También haremos alguna referencia al Beowulf
el antiquísimo cantar de gesta (escrito en la primera mitad del
siglo VIII) que, aunque anglosajón, se presenta como una epopeya
del antiguo mundo germánico.
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Edda
Mayor (Codex Regius) |
Pero,
es Escandinavia quien ha conservado las versiones más antiguas de
la materia de los Nibelungos a través de los cantos heroicos de
la Edda Mayor (aparecida hacia 1250, si bien redactada entre
1150 y 1200 y compuesta de poemas que se remontan a tradiciones
orales surgidas entre 800 y 1200). Algo más tarde, tanto la anónima
Völsunga Saga (hacia 1260) como la Edda Menor (hacia
1220) de Snorri tratarán, en prosa, el mismo tema, aunque esta última
de manera muy sucinta en el Skáldskaparmál (Lenguaje del
arte escáldico). En cambio, no conservamos las versiones más antiguas
del Nibelungenlied (hacia 1200), aunque, es muy probable
que se tratara de poemas heroicos, que la tradición oral empezó
a difundir a partir del siglo VI, relacionados con ciertos acontecimientos
históricos, de los que hablaremos más adelante.
Se
puede dividir la materia tratada por las leyendas de los Nibelungos
en cuatro ciclos: infancia de Sigurd (Siegfried), muerte de Sigurd,
final de los Burgundios y muerte de Atli (Atila). Wagner se referirá
al primero y desarrollará el segundo en las tres Jornadas del Anillo.
Sígmund,
Sigmundr, Siegmund
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A.
Rackham. Siegmund, Sieglinde y Hunding
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Aunque Sígmund es mencionado por la Edda Mayor en numerosas
ocasiones, en la mayoría de éstas sólo se hace referencia a él como
"hijo de Völsung" y, sobre todo, como padre de Sígurd.
Únicamente dos cantos: la brevísima Frá dauda Sinfjötla (La
muerte de Sinfiotli) y la introducción del Helgakvida Hundingsbana
önnor (Cantar segundo de Helgi el matador de Hünding, en donde
también se nos indica que existió un viejo poema eddico que se llamaba
El Antiguo Cantar de los Volsungos, hoy perdido) nos dan
algo más de información sobre él: se trata de un poderoso rey de
los francos, del linaje de los völsungos o ylfingos (literalmente:
hijos del lobo), casado en varias ocasiones y padre de numerosos
héroes, que pasó parte de su vida en Dinamarca y estuvo abiertamente
enfrentado con otro gran rey guerrero: Húnding (que da nombre a
la legendaria Húndland -Tierra de perros- vemos que Wagner no despreciará
estas antiguas etimologías). Según algunos cantos de la Edda,
Húnding (según otros, los hijos de éste) matará a Sígmund, por lo
que le vengará su hijo Helgi en algunos poemas de la Edda Mayor,
ya que en otros, como la Grípisspá (Predicción de Grípir)
o los Reginsmál (Dichos de Regin), será Sígurd el vengador,
que matará a los hijos de Húnding mediante el "águila de sangre",
un duro suplicio, reservado a los asesinos de un padre y que consistía
en cortar las costillas y echarlas hacia atrás en forma de alas
desplegadas.
Snorri se limitará a presentarnos a Sígmund como hijo de Völsung
y de Hiordis, hija, a su vez, de Eylimi cuyo padre fue, como sabemos
por la Edda Mayor, Hreidmar (al que Fafnir asesinó, aprovechando
su sueño. Vid. La
seducción y el oro), con lo cual, en la tradición
germanoescandinava Siegfried será quien también vengue, en última
instancia, a su antepasado Hreidmar, y, lo que es más curioso, en
esta misma tradición, el dragón y el héroe son parientes: hijo y
tataranieto, respectivamente de Hreidmar.
La Völsunga Saga (de donde más directamente se inspirará
Wagner), nos da una información más clara y ordenada que la que
nos ofrecen las Eddas sobre el personaje de Sigmundr que,
en primer lugar, se nos presenta no como hijo, pero sí como descendiente
directo de Odín por vía paterna, ya que Völsung es hijo de Rerir
y éste lo es, a su vez, de Sigi, cuyo padre fue el rey de los dioses.
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P.
Wilson. Sigmund y la loba |
El
noble y fuerte Völsung, reinó en el país de los hunos, como su padre;
se casó con Hljód, la hija de un gigante, con la que tuvo once
vástagos (los dos mayores, Sigmundr y Signý, además de ser los más
bellos e inteligentes, eran gemelos) y mandó construir un salón
tan enorme que, dentro de él, crecía un árbol (si bien en este caso
se trata de un manzano y no de un fresno como en Wagner). Siggeir,
rey de los gautas, pidió la mano de Signý y se arregló un matrimonio
que no agradaba a la novia. Durante el banquete nupcial, apareció
un enigmático personaje: un anciano alto, tuerto, cubierto por una
capa raída (Odín, naturalmente) y llevando en la mano una espada
que hundió en el tronco del árbol declarando que era excelente y
pertenecería a aquél que pudiera sacarla. Todos los invitados lo
intentaron, pero sólo Sigmundr lo logró. Siggeir quiso comprarla,
pero el hijo de Völsung se negó a ello, con lo que nació la enemistad
entre las dos familias.
Hasta
aquí, hemos podido reconocer algunos rasgos de Sieglinde en la figura
de Signý; esto junto con el motivo de la espada, clavada por Wotan
en el árbol y que sólo Siegmund podrá arrancar, son claras similitudes
entre la Völsunga Saga y el acto primero de La Walkyria.
Siggeir
puso fin al banquete de bodas antes de tiempo y regresó a sus tierras
llevando a Signý contra su voluntad, pero invitando a Völsung y
sus demás hijos a visitar su reino en un plazo de tres meses. Al
llegar, Signý les avisó de la traición que se fraguaba contra ellos:
su marido había reunido un poderoso ejército para aniquilarlos.
Pero el orgullo y la aceptación del destino pudieron más que la
advertencia y se entabló una batalla desigual en la que Völsung
cayó junto con su ejército, a la vez que todos sus hijos eran hechos
prisioneros. Por sugerencia de Signý, no se dio muerte inmediata
a sus hermanos sino que fueron colgados de un tronco por los pies
y abandonados en un bosque. Cada noche, una loba llegaba junto a
ellos y se comía a uno, hasta que sólo quedó Sigmundr. Entonces,
la mujer envió a un criado al que mandó restregar un terrón de miel
por la cara y la boca de su hermano. Al llegar, la loba olfateó
la miel y metió su lengua en la boca de Sigmundr, lo que éste aprovechó
para mordérsela; el animal dio un gran salto hacia atrás y partió
el tronco en dos; así se pudo liberar el hombre, mientras la loba
moría con la lengua arrancada, y refugiarse en el bosque donde le
encontró Signý. Juntos planearon la venganza. Nada de este cruento
episodio quedó reflejado en la obra de Wagner.
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Autor
desconocido
Siegmund
defiende a Sieglinde frente a Hunding
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El
rey Siggeir tenía dos hijos con Signý a los que ésta envió junto
a su hermano para ver si podían ayudarle, pero ambos resultaron
ser débiles, por lo que, a instancias de su madre, Sigmundr los
mató. Entonces la mujer decidió que sólo un hijo de Sigmundr sería
lo suficientemente fuerte y valeroso para ayudarle en la venganza,
así que intercambió su forma con la de una hechicera, pasó tres
noches con él y, más tarde, parió a Sinfjötli que demostró ser un
auténtico völsungo, valeroso, bello y fuerte. Aquí volvemos a encontrar
una correspondencia temática entre la Völsunga Saga y la
Primera Jornada de la Tetralogía, se trata, por supuesto, de la
unión incestuosa entre los gemelos, de la que nacerá un héroe; aunque
ese héroe aún no sea Sigurdr (Siegfried) y Sigmundr no sepa que
la mujer con la que pasa las tres noches en el bosque es su propia
hermana.
Aun
desconociendo su origen, Sigmundr se propuso templar el valor de
Sinfjötli, recorriendo con él el bosque y matando todo lo que se
ponía a su alcance. Así llegaron hasta una cabaña en la que dormían
dos hombres con sendas pieles de lobo suspendidas sobre sus cabezas
que, por un encantamiento, sólo podían quitarse cada diez días.
Sigmundr y Sinfjötli vistieron las pieles y, al instante, quedaron
convertidos en lobos. Con este episodio, la Völsunga Saga hace
alusión a los bersekir, una raza de guerreros odínicos famosos
por su ardor en el combate: se dice que luchaban desnudos y ni el
fuego ni el hierro les dañaban; berserk significa etimológicamente
"camisa de oso", pero también se les llamaba ylfhednar:
"pelliza de lobo" y no podemos dejar de poner en relación
este episodio con el momento en el que, en el acto primero de La
Walkyria, Siegmund, que se llama a sí mismo Lobezno, narra
el tiempo que pasó con su padre Lobo en el bosque, cazando y
depredando hasta que perdió su rastro y sólo encontró en su
lugar una piel de lobo. De la Völsunga al Anillo,
los personajes varían (Sigmundr/Sinfjötli, Wotan/Siegmund), pero
el motivo sigue siendo el mismo.
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A.
Rackham. Siegmund empuña a Nothung. |
Después
del periodo de entrenamiento para la lucha en el bosque, Sigmundr
y Sinfjötli estarán preparados para la venganza contra Siggeir.
Entran en su palacio, degollan a sus hijos, son apresados y enterrados
vivos; pero, Signý, antes de que la tumba fuese totalmente sellada
con una losa, les arroja una gavilla de heno que esconde un trozo
de tocino que sirve para disimular la espada se Sigmundr. Con ella,
cortaron la losa y se liberaron. Entonces quemaron el palacio de
Siggeir que ardió vivo junto con Signý, quien, después de descubrirle
a Sigmundr el secreto de su paternidad, se arrojó alegre y voluntariamente
al fuego. Nada de esto se reflejará en la obra de Wagner.
Padre
e hijo regresaron a las tierras de sus ancestros donde Sigmundr
se convirtió en un rey poderoso y se casó con Borghildr con quien
tuvo dos hijos: Helgi y Hamundr. El primero se encontró con un rey
llamado Hundingr... Pero ésa ya es otra historia...
De
nuevo de la mano de Thomas Mann, volvamos al escenario de la Colina
Verde: Compararon entre sí sus ojos y sus sienes, sus frentes
y sus voces, y las encontraron iguales. Este reconocimiento apremiante
y creciente les arrancó el nombre de su padre. Entonces ella lo
llamó por el suyo -"¡Siegmund! ¡Siegmund!-, él blandió sobre
su cabeza la espada que había liberado y, dichosa, le cantó quien
era: su hermana gemela, Sieglinde... Él abrió embriagado sus brazos
hacia ella, su novia, ella se lanzó contra su pecho, el telón se
cerró con un leve fragor, la música giró sobre sí misma en un remolino
rugiente, estruendoso y espumeante de pasión desatada, girando una
y otra vez hasta, con un imponente retumbar, detenerse de pronto.
Bibliografía
Beowulf
y otros poemas anglosajones; Madrid, Alianza Editorial, 1999.
Cantar
de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.
Edda
Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Mann,
T.; la voluntad de ser feliz y otros relatos; Barcelona,
Alba Editorial, 2000.
Saga
de los Volsungos. Madrid, Gredos, 1998.
Sturluson,
S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.
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