Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
IN FERNEM LAND... 

TIEMPO DE HÉROES
 

Tempestad y el bramido de la tormenta; inclemencias del tiempo en el bosque. La ruda orden del dios resuena y se repite, deformada por la ira, y el trueno irrumpe obediente. El telón se alza como si lo hubiera abierto un viento tempestuoso. Ahí estaba la cabaña pagana, con las brasas del fuego relumbrando en la oscuridad y la destacada silueta del tronco del fresno en el centro. T. Mann. Sangre de Welsungos.

 

                Un hombre traspasa el umbral de la cabaña. Llega extenuado. Es evidente que huye de alguien o de algo. Al saberse solo, se deja caer sobre una piel de oso, junto al fuego. Aparece una mujer. No muestra ningún temor frente al extranjero que yace en su choza. Sin preguntas, se dispone a socorrerle, primero con agua, después con hidromiel. El parecido entre ambos es extraordinario...

El modelo heroico

Alan Lee. Wotan en la sala de Hunding

            En el Prólogo del Anillo del Nibelungo, dioses, gigantes, enanos y ondinas se disputaban el oro del Rin. Pero, en todas las mitologías, los conflictos de los seres sobrenaturales terminan, tarde o temprano, afectando a los hombres. La primera escena de La Walkyria, tratará de individuos de talla excepcional, pero humanos: los héroes. Para Homero, son mortales (lo que les da el carácter trágico) de valentía y méritos superiores, favoritos, por ello, de los dioses; para Hesíodo, son hijos de dioses y humanos. Siegmund cumple este primer requisito, ya que Wagner nos lo presenta como un esforzado guerrero, hijo de Wotan.

Otra de las características del "modelo" heroico es que un universo hostil le amenaza desde su infancia, lo que le hace llevar una vida oscura, muy diferente de aquella que se podría haber previsto por su ilustre nacimiento. Son los años ocultos del héroe, en los que las múltiples dificultades acaban de templar su formidable personalidad. Siegmund también cumple este requisito, como se puede constatar en la segunda escena del acto inaugural de La Walkyria, donde relata a Sieglinde y a Hunding la vida desdichada que ha llevado desde que un día encontrara su hogar arrasado, a su madre muerta y a su hermana gemela desaparecida; no mucho después, también se vería separado de su padre. La mitología llama a este periodo específico el de la "vida oculta" o la "muerte aparente" del héroe, al que pondrá fin una "señal" que permita reconocer su origen, lo que se llama "epifanía" o manifestación heroica. En el primer acto de la Primera Jornada de la Tetralogía, esta señal será, naturalmente, el que consiga extraer la espada que, sólo para su hijo, Wotan clavó en el fresno y que, por más intentos que se hicieran, nadie pudo arrancar antes que él.

F. Leeke. Sieglinde y Siegmund

En el momento en el que el héroe ha sido "reconocido", empiezan sus "gestas"; la más típica es la del combate con algún monstruo que guarde un tesoro (lo que, como sabemos, llevará a cabo su hijo Siegfried en las versiones germanoescandinavas del mito, porque en la anglosajona, según el Beowulf, es Siegmund el que mata al dragón y se hace con el tesoro), que haya secuestrado a una doncella o sembrado el pánico arrasando alguna comunidad. A veces, el monstruo es reemplazado por una multitud de enemigos o por uno de talla gigantesca. Venciendo en esta prueba, el héroe suele aparecer como el reverenciado salvador de todo un pueblo: es su "apoteosis". Más tarde, no importa que sea abandonado por los dioses o incluso "traicionado" (lo que les ocurre a algunos griegos como Héctor o Heracles y a muchos héroes germanoescandinavos, ya que Wotan necesita de ellos en su Walhall para que estén a su lado en la batalla final del Ragnarök), no importa que muera: su destino se ha cumplido y su gloria perdurará en la memoria de los hombres. Pero, cuando Siegmund se enfrenta en lucha singular con Hunding, éste no tiene la astucia de una esfinge ni las fantásticas hechuras de un dragón, y Fricka ya ha obligado a Wotan a que cambie de parecer con respecto a su destino. Con Wagner, el héroe Siegmund no llegará a su apoteosis. Vamos a ver qué ocurre con sus predecesores míticos.

Eddas, Völsunga Saga y Nibelungenlied

Si, hasta ahora, nos habíamos centrado especialmente en las Eddas, a partir de este momento, no las dejaremos de lado, pero también nos serviremos preferentemente de la Völsunga saga y, en menor medida (porque, en contra de lo que se pueda creer por el título, va a influir muy poco en el maestro de Leipzig), del Nibelungenlied, la obra más importante y célebre de toda la producción poética alemana de la Edad Media. También haremos alguna referencia al Beowulf el antiquísimo cantar de gesta (escrito en la primera mitad del siglo VIII) que, aunque anglosajón, se presenta como una epopeya del antiguo mundo germánico.

Edda Mayor (Codex Regius)

Pero, es Escandinavia quien ha conservado las versiones más antiguas de la materia de los Nibelungos a través de los cantos heroicos de la Edda Mayor (aparecida hacia 1250, si bien redactada entre 1150 y 1200 y compuesta de poemas que se remontan a tradiciones orales surgidas entre 800 y 1200). Algo más tarde, tanto la anónima Völsunga Saga (hacia 1260) como la Edda Menor (hacia 1220) de Snorri tratarán, en prosa, el mismo tema, aunque esta última de manera muy sucinta en el Skáldskaparmál (Lenguaje del arte escáldico). En cambio, no conservamos las versiones más antiguas del Nibelungenlied (hacia 1200), aunque, es muy probable que se tratara de poemas heroicos, que la tradición oral empezó a difundir a partir del siglo VI, relacionados con ciertos acontecimientos históricos, de los que hablaremos más adelante.

Se puede dividir la materia tratada por las leyendas de los Nibelungos en cuatro ciclos: infancia de Sigurd (Siegfried), muerte de Sigurd, final de los Burgundios y muerte de Atli (Atila). Wagner se referirá al primero y desarrollará el segundo en las tres Jornadas del Anillo.

Sígmund, Sigmundr, Siegmund

A. Rackham. Siegmund, Sieglinde y Hunding

            Aunque Sígmund es mencionado por la Edda Mayor en numerosas ocasiones, en la mayoría de éstas sólo se hace referencia a él como "hijo de Völsung" y, sobre todo, como padre de Sígurd. Únicamente dos cantos: la brevísima Frá dauda Sinfjötla (La muerte de Sinfiotli) y la introducción del Helgakvida Hundingsbana önnor (Cantar segundo de Helgi el matador de Hünding, en donde también se nos indica que existió un viejo poema eddico que se llamaba El Antiguo Cantar de los Volsungos, hoy perdido) nos dan algo más de información sobre él: se trata de un poderoso rey de los francos, del linaje de los völsungos o ylfingos (literalmente: hijos del lobo), casado en varias ocasiones y padre de numerosos héroes, que pasó parte de su vida en Dinamarca y estuvo abiertamente enfrentado con otro gran rey guerrero: Húnding (que da nombre a la legendaria Húndland -Tierra de perros- vemos que Wagner no despreciará estas antiguas etimologías). Según algunos cantos de la Edda, Húnding (según otros, los hijos de éste) matará a Sígmund, por lo que le vengará su hijo Helgi en algunos poemas de la Edda Mayor, ya que en otros, como la Grípisspá (Predicción de Grípir) o los Reginsmál (Dichos de Regin), será Sígurd el vengador, que matará a los hijos de Húnding mediante el "águila de sangre", un duro suplicio, reservado a los asesinos de un padre y que consistía en cortar las costillas y echarlas hacia atrás en forma de alas desplegadas.

            Snorri se limitará a presentarnos a Sígmund como hijo de Völsung y de Hiordis, hija, a su vez, de Eylimi cuyo padre fue, como sabemos por la Edda Mayor, Hreidmar (al que Fafnir asesinó, aprovechando su sueño. Vid. La seducción y el oro), con lo cual, en la tradición germanoescandinava Siegfried será quien también vengue, en última instancia, a su antepasado Hreidmar, y, lo que es más curioso, en esta misma tradición, el dragón y el héroe son parientes: hijo y tataranieto, respectivamente de Hreidmar.

            La Völsunga Saga (de donde más directamente se inspirará Wagner), nos da una información más clara y ordenada que la que nos ofrecen las Eddas sobre el personaje de Sigmundr que, en primer lugar, se nos presenta no como hijo, pero sí como descendiente directo de Odín por vía paterna, ya que Völsung es hijo de Rerir y éste lo es, a su vez, de Sigi, cuyo padre fue el rey de los dioses.

P. Wilson. Sigmund y la loba

El noble y fuerte Völsung, reinó en el país de los hunos, como su padre; se casó con  Hljód, la hija de un gigante, con la que tuvo once vástagos (los dos mayores, Sigmundr y Signý, además de ser los más bellos e inteligentes, eran gemelos) y mandó construir un salón tan enorme que, dentro de él, crecía un árbol (si bien en este caso se trata de un manzano y no de un fresno como en Wagner). Siggeir, rey de los gautas, pidió la mano de Signý y se arregló un matrimonio que no agradaba a la novia. Durante el banquete nupcial, apareció un enigmático personaje: un anciano alto, tuerto, cubierto por una capa raída (Odín, naturalmente) y llevando en la mano una espada que hundió en el tronco del árbol declarando que era excelente y pertenecería a aquél que pudiera sacarla. Todos los invitados lo intentaron, pero sólo Sigmundr lo logró. Siggeir quiso comprarla, pero el hijo de Völsung se negó a ello, con lo que nació la enemistad entre las dos familias.

Hasta aquí, hemos podido reconocer algunos rasgos de Sieglinde en la figura de Signý; esto junto con el motivo de la espada, clavada por Wotan en el árbol y que sólo Siegmund podrá arrancar, son claras similitudes entre la Völsunga Saga y el acto primero de La Walkyria.

Siggeir puso fin al banquete de bodas antes de tiempo y regresó a sus tierras llevando a Signý contra su voluntad, pero invitando a Völsung y sus demás hijos a visitar su reino en un plazo de tres meses. Al llegar, Signý les avisó de la traición que se fraguaba contra ellos: su marido había reunido un poderoso ejército para aniquilarlos. Pero el orgullo y la aceptación del destino pudieron más que la advertencia y se entabló una batalla desigual en la que Völsung cayó junto con su ejército, a la vez que todos sus hijos eran hechos prisioneros. Por sugerencia de Signý, no se dio muerte inmediata a sus hermanos sino que fueron colgados de un tronco por los pies y abandonados en un bosque. Cada noche, una loba llegaba junto a ellos y se comía a uno, hasta que sólo quedó Sigmundr. Entonces, la mujer envió a un criado al que mandó restregar un terrón de miel por la cara y la boca de su hermano. Al llegar, la loba olfateó la miel y metió su lengua en la boca de Sigmundr, lo que éste aprovechó para mordérsela; el animal dio un gran salto hacia atrás y partió el tronco en dos; así se pudo liberar el hombre, mientras la loba moría con la lengua arrancada, y refugiarse en el bosque donde le encontró Signý. Juntos planearon la venganza. Nada de este cruento episodio quedó reflejado en la obra de Wagner.

Autor desconocido
Siegmund defiende a Sieglinde frente a Hunding

El rey Siggeir tenía dos hijos con Signý a los que ésta envió junto a su hermano para ver si podían ayudarle, pero ambos resultaron ser débiles, por lo que, a instancias de su madre, Sigmundr los mató. Entonces la mujer decidió que sólo un hijo de Sigmundr sería lo suficientemente fuerte y valeroso para ayudarle en la venganza, así que intercambió su forma con la de una hechicera, pasó tres noches con él y, más tarde, parió a Sinfjötli que demostró ser un auténtico völsungo, valeroso, bello y fuerte. Aquí volvemos a encontrar una correspondencia temática entre la Völsunga Saga y la Primera Jornada de la Tetralogía, se trata, por supuesto, de la unión incestuosa entre los gemelos, de la que nacerá un héroe; aunque ese héroe aún no sea Sigurdr (Siegfried) y Sigmundr no sepa que la mujer con la que pasa las tres noches en el bosque es su propia hermana.

Aun desconociendo su origen, Sigmundr se propuso templar el valor de Sinfjötli, recorriendo con él el bosque y matando todo lo que se ponía a su alcance. Así llegaron hasta una cabaña en la que dormían dos hombres con sendas pieles de lobo suspendidas sobre sus cabezas que, por un encantamiento, sólo podían quitarse cada diez días. Sigmundr y Sinfjötli vistieron las pieles y, al instante, quedaron convertidos en  lobos. Con este episodio, la Völsunga Saga hace alusión a los bersekir, una raza de guerreros odínicos famosos por su ardor en el combate: se dice que luchaban desnudos y ni el fuego ni el hierro les dañaban; berserk significa etimológicamente "camisa de oso", pero también se les llamaba ylfhednar: "pelliza de lobo" y no podemos dejar de poner en relación este episodio con el momento en el que, en el acto primero de La Walkyria, Siegmund, que se llama a sí mismo Lobezno,  narra el tiempo que pasó con su padre Lobo en el bosque, cazando y depredando hasta que perdió su rastro y sólo encontró en su lugar una piel de lobo. De la Völsunga al Anillo, los personajes varían (Sigmundr/Sinfjötli, Wotan/Siegmund), pero el motivo sigue siendo el mismo.

A. Rackham. Siegmund empuña a Nothung.

Después del periodo de entrenamiento para la lucha en el bosque, Sigmundr y Sinfjötli estarán preparados para la venganza contra Siggeir. Entran en su palacio, degollan a sus hijos, son apresados y enterrados vivos; pero, Signý, antes de que la tumba fuese totalmente sellada con una losa, les arroja una gavilla de heno que esconde un trozo de tocino que sirve para disimular la espada se Sigmundr. Con ella, cortaron la losa y se liberaron. Entonces quemaron el palacio de Siggeir que ardió vivo junto con Signý, quien, después de descubrirle a Sigmundr el secreto de su paternidad, se arrojó alegre y voluntariamente al fuego. Nada de esto se reflejará en la obra de Wagner.

Padre e hijo regresaron a las tierras de sus ancestros donde Sigmundr se convirtió en un rey poderoso y se casó con Borghildr con quien tuvo dos hijos: Helgi y Hamundr. El primero se encontró con un rey llamado Hundingr... Pero ésa ya es otra historia...

De nuevo de la mano de Thomas Mann, volvamos al escenario de la Colina Verde: Compararon entre sí sus ojos y sus sienes, sus frentes y sus voces, y las encontraron iguales. Este reconocimiento apremiante y creciente les arrancó el nombre de su padre. Entonces ella lo llamó por el suyo -"¡Siegmund! ¡Siegmund!-, él blandió sobre su cabeza la espada que había liberado y, dichosa, le cantó quien era: su hermana gemela, Sieglinde... Él abrió embriagado sus brazos hacia ella, su novia, ella se lanzó contra su pecho, el telón se cerró con un leve fragor, la música giró sobre sí misma en un remolino rugiente, estruendoso y espumeante de pasión desatada, girando una y otra vez hasta, con un imponente retumbar, detenerse de pronto.

 

Bibliografía

Beowulf y otros poemas anglosajones; Madrid, Alianza Editorial, 1999.
Cantar de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.
Edda Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Mann, T.; la voluntad de ser feliz y otros relatos; Barcelona, Alba Editorial, 2000.
Saga de los Volsungos. Madrid, Gredos, 1998.
Sturluson, S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.