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minireflexión. |
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Saludos a todos, Soy jovencito, 23 añitos de nada, y novato wagneriano...... lo primero que querría decir es que me doy cuenta de lo que me falta por recorrer cuando leo conversaciones tan interesantes como, por ejemplo, la de situar la época en que Wagner conoció Schopenhauer. Uno hace lo que puede, puedo decir que me gusta bucear por archivowagner.info (reitero mi agradecimiento sincero y profundo al creador de la página) y bajarme lo que me interesa y que me he leído la biografía de Gregor-Dellin y Mi vida además de la guía de Mayo. ¡¡¡Evidentemente hay mucho y muchísimo!!! Pero si hoy cuelgo estas puerilidades en el foro es para apuntar la conmoción que me ha supuesto hace unos minutos el escuchar el preludio de Parsifal!!! habiéndolo escuchado y amado muchísimas veces... he sentido una especie de explosión interior, trémula, desconocida indefinible, nueva superando a veladas tristanófilas memorables, que me ha identificado más que nunca con esta música. Me he sentido wagneriano desde la pasión más profunda en lo indefinible, una especie de revelación. Querría hacer partícipes a todos y decir que el wagneriano se hace desde dentro, desde lo inescrutable, desde lo más humano. Luego podremos hablar de su relación con Schopen, o del sentido del drama según Chamberlain..... como resultado del estudio que se impulsa por nuestro amor creciente hacia la obra que se fundamenta sobre momentos mágicos como el "descrito". Como también puedo de decir que me siento tan cerca del maestro como el que más, tanto o más que los "eruditos". Saludos. |
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Bien, correcto. Y quisiera añadir ahora que lo dices, una experiencia propia. El otro día puse Tristán e Isolda, en este caso era la versión de Böhm, y recuperé de golpe la esencia wagneriana. Me olvidé de versiones, de que Furtwängler hace esto de esta otra manera, de lo bien que hace Windgassen este grito, de cómo de bien fluye la orquesta, me olvidé de Schopenhauer, me olvidé de Wagner, y escuché sólo la Música eterna, reviviendo las sensaciones de la primera vez que la escuché, el descubrimiento de Wagner. Los sonidos no provenían del Bayreuth de los años 60, ni de la Alemania del siglo XIX, ni siquiera de la remota y mítica época celta francobritánica, sólo procedían del infinito sentimiento que inunda la obra. Los que allí gemían no eran unos enriquecidos cantantes, eran Tristán e Isolda eternamente amantes, y esa masa sonora que asciendía y desciendía con ellos era un océano de pasión. Espectacular, sencillamente. A veces, con tanta versión y tanta interpretación, uno se olvida del auténtico Arte, que no es otro que la Música en sí misma. Un saludo. |
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Totalmente de acuerdo. La erudición sobre directores, intérpretes, etc está muy bien, pero yo muchas veces me pregunto hasta qué punto nos regenera Wagner (o cualquier otro artista!!) y qué capacidad tenemos de tal regeneración, cuando encuentras que parece que las creaciones de un artista son escuchadas como el enólogo que paladea diversos tipos de vinos y hace las correspondientes loas. Por no hablar de los que analizan los personajes wagnerianos como si fueran protagonistas de una telenovela (para esto el Anillo se presta muy bien). Por eso es tan agradablemente extraño un mensaje como el de Mildunleise. Pelikano |
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Comparto plenamente el entusiasmo de mildundleise. Sólo falta hallar el momento adecuado para que el fluir del río wagneriano se apodere nuevamente de uno, como la primera vez, y aparezca en toda evidencia el portento de su genio. A mí me pasó anoche con el preludio de Tristán en la versión de Karajan, grabada en estudio, poco apreciada por la crítica. ¡Qué importa! Esa "dulce infinitud"(Nietzsche), las olas de un mar que mece y sobrepasa, ése grito que atraviesa las edades y confronta a una limitada mortalidad aporta una experiencia superior de felicidad (y de espanto) que es lo más parecido a lo que es la vida (o a mis sentimientos respecto de ella). Um saludo, Ricardo |
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¡Tienes razón, amigo! Eso mismo me ocurrió a mi con ese mismo preludio y en esa misma versión hace un tiempo, que, aunque no sea muy acertada en general, tiene momentos magistrales, sobre todo en el momento en el que la música va creciendo como olas, parece que cada repetición se alimenta del ímpetu de la anterior y cobra más pasión, hasta llegar a la sublime apoteosis. Un puro orgasmo musical. Por cierto que esta me parece la conversación más wagneriana de todo el foro. Verdaderamente aquí se habla de la Música y de los altos sentimientos que despierta. Felicidades y un gran saludo a todos. |
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Estoy de acuerdo con todo lo dicho anteriormente pero se pueden sentir cosas parecidas leyendo un párrafo de Schopenhauer o escuchando la voz de Kirsten Flagstad por ejemplo. Me refiero a que no es fría erudición el conocimiento profundo de todo lo que rodea a nuestro personaje. Esas experiencias no sólo no desaparecerán, al contrario, se van a intensificar. La música en Wagner es maravillosa pero no lo es todo, se puede sacar mucho más partido de su obra. |
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Bueno, es mi primera participación en el foro, y me alegro que sea en esta ocasión. Se agradece leer algo con lo que uno se identifica, darse cuenta que uno no es un bicho raro por ser wagneriano desde hace unos diez años (y tengo 26 años), y por encima de otras cosas, comprender que hay muchas cosas que no se razonan, sólo se sienten. Un saludo |
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Pero uno se pregunta, ¿pretendería Wagner sólo provocar un estado placentero en el individuo? ¿es allí, en ese puro deleite, donde todo ha de empezar y terminar? Aunque sea difícil explicarlo con palabras, creo que buscaba una regeneración del individuo en un sentido muy concreto, pero dificilísimo de abordar para personas "corrientes" (y me incluyo!!) Pelikano |
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Encantado de intervenir en esta conversación. Recuerdo dos ocasiones en que debía estar especialmente receptivo, y me ocurrió algo parecido a lo que cuenta Mildundleise. Una, de muy jovencito, en la Fonoteca Pública de Palma (bendito lugar), escuchando Parsifal. Experiencia místico-estética total. Otra, una Nochevieja en la que, en lugar de salir a hacer el ganso, me quedé en casa escuchando el Gotterdämmerung. No quería moverme: quería que aquello durase, y durase... Efectivamente, creo que a veces nos pasamos con lo de las "versiones", etc. Se da, y yo soy el primero en caer en ello, un cierto "frikismo" melómano. Por cierto, el Crepúsculo que estaba escuchando aquella noche, era de aquel Anillo de Karlsruhe, que se vende tan barato. Saludos. |
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Vale, lo decía porque a veces las discusiones en este foro se alejan más y más de lo que realmente nos importa, es decir, que nos gusta la música de Wagner. Y además me pierdo sin remedio durante las discusiones filosóficas. Es que la "minireflexión" me ha parecido muy auténtica, eso es todo. Un saludo. |
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Pues amigo Mildundleise, yo no me siento nada cercano al maestro. Simplemente me divierto y trato de aprender estudiándo asuntos cercanos a él o su obra. Lo demás no me preocupa. |
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Estoy en mis ultimos cuarenta y picos. Tienes 23, dice? Tienes muchos anos por adelante para escuchar y aprender. Cuando tengas mi edad te sorprenderas las opiniones que vas a tener. Pero no es el fin. El aprendizaje continuara hasta que seas anciano. Termina cuando vamos a la tumba. Siga escuchando y leyendo. Gracias y saludos. |
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Excelente mildunleise; solamente puedo decirte que has abierto en mi una nueva inquietud de concoer más del autor; yo también soy novel wagneriano, quiza más que tú, y lo que has escrito me inspira a seguir conociendo su obra y vida; felicidades. |