Creo que esta última jornada ha sido la mejor de las tres, pero, si he de ser sincero salí desilusionado uan vez más de la representación. Parece que es cierto lo difícil que es reunir un elenco vocal competente y, sobre todo, que vaya más allá de las notas escritas. La marcha fúnebre de Siegfried estuvo muy mal desarrollada y aprovechada escénicamente y la inmolación de Brünnhilde careció de fuerza y garra dramática. La destrucción del palacio de los Gibichungos y del Valhalla muy "light" y las aguas del Rin ni se vieron, cuanto menos desbordaron...
Hagen fue el único que dio la talla vocal, sin llegar a las excelencias de un Salminen, por no irnos muy atrás en el tiempo. DeVol lo inténtó, pero su desagradable vibrato ocultó una verdadera creación vocal de un personaje tan difícil y agotador, a lo que para nada ayudó la escenificación, especialmente de la última escena, ayuna de ideas y garra. A Siegried le faltó empaque y convicción. Vocalmente sólo aceptable. Sus dotes de actor brillan por su ausencia. Nornas y Ondinas de notable. Una nota graciosa: los escudos-sillas...jajajajaj, ¡lo que me reí! Y las lanzas-palillos gigantes...
El palacio de los Gibichungos parecía un apartamento decorado en el IKEA.
También me reí mucho cuando se cortan con Notung para hacer el pacto de sangre...tan grande era la espada que pensé se llevaban sendos brazos por delante. ¡En fin!
¿Para cuándo un Anillo con toda su dimensión épica y dramática puesta en el asador? Podrían confiarle la puesta en escena a Steven Spielberg, o, desde luego, al director del Señor de los Anillos.
Claro que, dada la falta de propuestas wagnerianas en Madrid, mejor es esto que nada...
Continuaré con mis comentarios en otro momento...
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Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
