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Por favor, resuélvanme un par de dudas. |
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Muy buenas, este es mi primer post en este foro, por lo que antes que nada enviaros un cordial saludo a todos los ’wagnermaníacos’. Soy gran aficionado a la música clásica pero, aunque anteriormente tuve contactos esporádicos con la música de Wagner, ha sido a partir de estas Navidades (me regalaron la Guía Wagner de Angel Fernando-Mayo) cuando me he sumergido de lleno en este fabuloso mundo. En estos momentos sólo tengo oídos, corazón y mente para esta música. De todas formas, como ya os he dicho, mi aterrizaje en serio en este mundo es muy reciente y es por eso que pido comprensión si alguna de las dudas que os plantearé hoy y en el futuro han sido ya resueltas anteriormente. Bueno, el par de dudas que quiero que me intentéis resolver hoy se refieren a la puesta en escena del Anillo del Nibelungo de Kupfer/Barenboim. Este anillo lo pusieron hace ya unos años en Canal+ y lo grabé. Hasta ahora no me he puesto en serio a verlo. Bueno, primera duda: Al principio del Oro, antes incluso de que comience el preludio, aparecen en escena 5 o 6 personajes vestidos de blanco ( o gris) que van abandonando el escenario poco a poco. ¿Quiénes són?¿Qué significan?¿Es una alegoría al mundo primigenio anterior al pacto Wotan/Erda?. Si la primera duda tenía que ver con el comienzo, la segunda se refiera al final. Al final del Ocaso, después incluso de que el Rin vuelva a su cauce y se adivine la imagen del Walhal en llamas, la escena cambia y aparece en primer plano Alberich que contempla con cara de pasmado a unos figurantes que van apareciendo en el escenario portando televisores y que van vestido como de fiesta. Y así hasta la bajada del telón. ¿Qué significado le dáis a este final? Bueno, ya he leído que el fin del Ocaso de los Dioses es el final de una era y el comienzo de una nueva, pero sinceramente, no alcanzo a entender que es lo que Kupfer quiso expresar en este final. Bueno, perdonad por este mensaje tan largo. Os doy las gracias por adelantado y os envío un cordial saludo. |
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Sobre este asunto he expresado muchas veces mi opinión, no respecto a las preguntas concretas que planteas de la escenofrafía de Kupfer, que me parece muy bien que tengas curiosidad. Yo particularmente no pienso "comerme el coco" con las arbitrariedades escénicas de estos directores de escena con prurito de originalidad y que pretenden ganar notoriedad a base de arruinar la idea original de Wagner sobre el drama musical, incluso, en ocasiones, incluyendo elementos que contienen mensajes ideológicos muy concretos de está época reciente o del mismo director de escena en cuestión. Yo decidí no hacerles ni caso desde hace ya tiempo. Wagner pensó sus dramas para un marco muy concreto y específico; mítico y atemporal, lo cual él consideraba fundamental en sus obras; esto forma parte de la esencia de su obra; Elimina esto y no será un drama de Wagner. Quien tenga oidos para oir que oiga. Saludos Javier S P de Málaga |
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Las dos dudas se contestan con la misma respuesta: para Kupfer la concepción del tiempo es, digamos "cíclica", el eterno retorno o eterna repetición de lo mismo. Tras inmolarse Brünhilde, y desbordarse el Rhin, recuperando el Anillo, tarde o temprano el Oro volverá a ser robado por un nuevo Alberich, que recomenzará la historia, y así hasta la eternidad. Por tanto, al principio del Oro del Rhin se ven los espectadores que presenciaban la pira de Brünhilde, y al final del Ocaso ya está Alberich acechante para recomenzar otra vez. |
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Quien mejor te puede responder a esa pregunta es don Kupfer, aunque dudo que lo haga, suponiendo que el mismo se acuerde de lo que hizo. Eso son mejoras y actualizaciones, que se llaman, que este señor introdujo en la escenografía que Wagner describió con toda claridad en su Anillo y que tratan de ponerla al día por su lamentable estado de obsolescencia. Un saludo. |
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Oye, pues muchísimas gracias a todos. Me alegra saber que no soy el único al que estas perlas de la escenificación ha dejado ’perplejo’. |
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Creo que estamos todos un poco espantados con las nuevas "propuestas" escénicas que proliferan, y que algunas veces (casi siempre) enojan a los que amamos la obra de Wagner. Sinceramente, creo que el trabajo de Kupfer no es comparable con otros escenógrafos que se han soltado la melena y, en realidad, no pretenden escenificar otra cosa que no sea "su arte", y no el del compositor. Está bien el plantear cuestiones nuevas, o quizás solamente, el plantear las mismas desde otro punto de vista. Pero parece evidente que se ha pasado por encima de la obra de Wagner: ya da igual lo que quería expresar el compositor; lo único que importa es "ser original" aunque eso pase por ir contra la propia esencia de la obra (y no hablemos de los aprietos en que meten a los cantantes). Esto es algo que sólo nosotros (el público, digo) podemos evitar e ir corrigiendo, rechazando en cada una de las interpretaciones el trabajo que no nos gusta, y mostrando lo que realmente sentimos cuando se ponen en escena: simplemente eso, expresarnos directamente en el teatro; como tiene que ser. Sin embargo, diré en favor de Kupfer, que su trabajo en el anillo (por lo menos las dos jornadas que se llevan) en el Liceu, personalmente, me está gustando (incluso, creo que entusiasmando; es posible que me esté convirtiendo). Ya estaba avisado, y pese a mi inicial mirada crítica, salí muy satisfecho del teatro. Veremos el Ocaso... |
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A mí me pasa algo parecido, JosePG, pues aunque me declaro partidario de las representaciones tradicionales o -mejor dicho- respetuosas con la concepción original de Wagner. Lo cierto es que las dos primeras entregas del Anillo-Liceu-Kupfer me han gustado mucho y espero ansioso asistir a las dos siguientes. Soy partidario de Barenboim, lo único que no me gustaba de Barenboim era precisamente Kupfer, aunque poco a poco me va agradando este señor. Me da la impresión de que su conocimiento de la obra de Wagner es profundo y su amor por la obra sincero. Posiblemente sea de los escenógrafos "modernos" el más respetuoso con la tradición. Un saludo. Rex. |