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Ángel Fernando Mayo - Un año después |
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ÁNGEL FERNANDO MAYO- UN AÑO DESPUÉS 1- INTRODUCCIÓN Hace ahora casi un año falleció en Madrid Ángel-Fernando Mayo Antoñanzas, víctima de una hepatitis crónica que había ido minando su salud durante sus últimos años de vida. El sentimiento de pérdida que sentimos los aficionados a Wagner en particular y gran parte de los melómanos en general quedó plasmado en los siguientes días en toda la serie de homenajes que se le tributaron, ya fuese en revistas (Ritmo, Scherzo, el boletín Diverdi), en medios electrónicos (Wagnermanía, Mundoclásico, de nuevo Diverdi), la prensa escrita y, naturalmente, el sentido tributo que los amigos de la Ópera de Madrid le rindieron en el Teatro Real. Dicho sentimiento de pérdida podría calificarse incluso con mayor precisión como de orfandad. La muerte de Ángel Fernando Mayo nos dejaba en efecto huérfanos a muchos, pues con él se iba no sólo "un amigo espiritual queridísimo" - según expresión acuñada por él mismo para referirse a Knappertsbusch- sino también un auténtico padre de nuestra afición musical, un guía, o un "referente", como se dice ahora, con esa palabra de la que tanto -tantísimo- se abusa.... El conocimiento de Ángel Fernando Mayo, de sus artículos y de los entresijos de su personalidad, producían de manera prácticamente inevitable una corriente de simpatía de muy alta intensidad, de modo que el lector de sus textos se convertía gradualmente, pero de manera en general muy veloz, en seguidor y admirador suyo; seguidor en grados diversos, que podían llegar desde un casi-fanatismo hasta posturas más distanciadas. También en una misma persona podía darse una evolución en dicha corriente de empatía, pasando quizá de una adoración, -rayana en la "rendición incondicional" a sus postulados y su manera de pensar- a una valoración más madura -a medida que el sujeto adquiría criterio- que no impedía el desarrollo incluso de juicios críticos propios sobre la información recibida de él. En todo caso, el magnetismo de su personalidad era evidente: podría hablarse de Carisma, e incluso de cierto aspecto "excesivo" en su personalidad, entendiéndose el adjetivo no en el sentido literal o etimológico de "exceso" (¡y no, desde luego, en sentido peyorativo!), sino en el sentido de "extraordinaria actividad o vitalidad" o de "disfrute de la vida", un poco -teniendo en cuenta además un cierto matiz epicureísta en su manera de ser- al estilo "Hemingway-Orson Welles". De todos modos, estas consideraciones profundas sobre su personalidad deben reservarse para los que los que le conocieron directamente y tuvieron trato con él. Para los que no tuvimos esa suerte, debería bastar el decir que Ángel Fernando Mayo era como un Sol, una fuente de energía radiante o de luz, con una capacidad fenomenal para irradiar, de modo que la simple lectura de sus artículos o la audición de su voz a través de la radio sencillamente transportaban al lector u oyente. Habría que añadir además que el contacto con Ángel Fernando Mayo, mejor aún, el descubrimiento de Ángel Fernando Mayo, suponía el intuir primero y luego descubrir con estupor que detrás de él había un mundo cultural y humano-social-histórico (que gracias a él conocíamos) de proporciones colosales, vastísimas, que podía abarcar desde los trenes eléctricos que constituían el hobby de Wolfgang Windgassen hasta la Biblia de Lutero, desde las sagas nórdicas hasta el IIº Imperio Francés, desde las catedrales góticas hasta los cafés vieneses a cuyas mesas se sentaban Robert Musil, Stefan Zweig, Karl Kraus, Stefan George y Hugo von Hofmannsthal. Nuevamente debemos constatar esta doble característica de nuestro personaje: los enormes conocimientos, aunados con una descomunal capacidad de comunicar, de hacernos compartir. Era proverbial aquel aire de complicidad que creaba con sus lectores, de artículo en artículo, evocando temas ya tratados: el "Picaruelo de Graz" (por Karl Böhm), "Germán Tijerillas" (por Hermann Scherchen), y tantos otros, por no hablar de su impagable Lobo Feroz, inagotable degustador de delicatessen musicales.... 2- AÑOS DE APRENDIZAJE Siempre he tenido curiosidad por los años de formación (los Lehrjahre, que diría el amigo Goethe) de Ángel Fernando Mayo. Especialmente sabemos poco sobre las raíces de su germanofilia, - él no aclaró demasiado este tema en particular-. Sí que parece que desde el principio sus intereses culturales (tal y como comenta de pasada en su Aproximación a "El Anillo del Nibelungo" de 1976) eran ya muy amplios, no sólo en sentido musical sino también literario, pero su acercamiento inicial al mundo wagneriano resulta poco conocido (al menos para mí y lo que yo sé). También tengo curiosidad por averiguar cuándo aprendió alemán e igualmente sobre su formación propiamente musical. Sí sabemos que, por otra parte, su educación discurrió por cauces convencionales, estudiando Derecho y entrando luego en la Administración, en donde llegó a ocupar cargos importantes (no políticos, que yo sepa). El punto culminante de esta etapa se produce naturalmente en el año 1962, con el famoso viaje a Bayreuth, para hacer de tramoyista. Él mismo debía considerarlo uno de los momentos culminantes de su vida y hacía referencia a él con frecuencia (¡recuerdo aquel comentario suyo de "Yo estuve allí" mientras sonaban las notas del Parsifal de Knappertsbusch/Philips de 1962 la única vez que yo le ví, en una charla en el Liceo el 10 de junio de 2002!). Viaje iniciático sin duda, - aunque emprendido sabiendo ya alemán y siendo ya un wagneriano de corazón-, el momento (final de la formación universitaria, entrada en la edad adulta) era el idóneo, temporalmente. También en el aspecto espiritual: no en vano, él viajaba a Bayreuth a beber de las fuentes, del mismo modo que los literatos y hombres cultos del pasado viajaban a Italia a enriquecerse. Es fácil verle a él en Franconia como a un poeta inglés en Roma(Byron, Shelley, Keats...) o como a Goethe o Liszt en sus viajes a Italia. Por otra parte, salir de España y ver Europa era, todavía en aquellos años 60, todo un acontecimiento para cualquier joven español con inquietudes. Aquella estancia debió ser para él como si, después de mucho interesarse por una leyenda, pasara de repente a formar parte de ella. Poder cruzarse por los pasillos con Josef Greindl y Hans Hotter, felicitar a Astrid Varnay por su centésima función en Bayreuth, conocer de lejos a la familia Wagner (con Wieland aún vivo), ver ensayar a Kna...., fueron sin duda hechos artística y humanamente tan importantes o más que el poder presenciar las funciones correspondientes (aunque fuera entre bastidores). Aquel 1962, además, (ahora lo vemos claramente con la perspectiva que dan los años), constituía una época todavía "suficientemente legendaria" (después de todo, Furtwängler, por ejemplo, "se acababa de morir" como quien dice -hacía apenas 8 años- y todavía era posible por entonces ver actuar a un Monteux o a un Backhaus -¡¡que habían llegado a hablar en persona con Johannes Brahms!!). Así, aún pudo gozar de una auténtica Edad de Oro artística y quizás pudo ya intuir que presenciaba -vista la falta de relevos artísticos de igual nivel que no tardaría en hacerse acuciante- el final de una Era, el Ocaso de una tradición. También hay que pensar que al ver a aquellas figuras legendarias, Ángel Mayo disponía así de primera mano de la formación y la capacidad para comparar con todo lo que (musical y escenográficamente) hubiera de venir después... Luego, naturalmente, vino la concentración en su trabajo y su matrimonio. Además, otras aficiones, - fútbol, toros, literatura, viajar- ocupaban también parte de su tiempo y de sus pensamientos. De todos modos, en esta época debió ir completando la información recibida, aunque la orientación básica ya debía venir dada por las ideas recibidas o germinadas en los 60. Y seguramente los puntos básicos (conocimiento muy profundo de la cultura alemana, con un dominio cada vez mayor del idioma, formación musical, ideas muy claras y personales sobre la interpretación musical, constatación de un ocaso en la tradición musical y la interpretación) estaban ya firmemente asentados. 3- RESUMEN MUY BREVE DE UNA LARGA CARRERA Sus primeros trabajos serios, ya como editorialista y algún tiempo incluso subdirector de la revista RITMO serían hacia mediados de la década de los 70: en 1975 se hacía ya eco de los diez años del fallecimiento de Hans Knappertsbusch y un año después conmemoraba el Centenario del estreno de la Tetralogía, cuando Bayreuth montaba su (luego escandaloso) Anillo del Centenario, bajo la égida de Pierre Boulez. Por entonces ya se hallaba inmerso en un constante esfuerzo de elaboración intelectual sobre la obra de Wagner, fruto del cual serían sus primeras traducciones de libretos wagnerianos: recuerdo sobre todo las traducciones de Los Maestros Cantores de Nürnberg y de El Holandés Errante para la editorial barcelonesa DAIMON, a comienzos de los años 80, traducciones de las cuales más tarde llegaría a abjurar notoriamente. Convertido ya en erudito wagneriano, el siguiente momento descollante que yo destacaría sería (amén de sus continuadas presencias en los micrófonos de RADIO 2, comentando las transmisiones bayreuthianas) su serial radiofónico RICHARD WAGNER- MI VIDA, hacia finales de 1984, que le permitió hacerse eco de dos acontecimientos de mucha importancia en su época: 1) la traducción (debida a él mismo) de la autobiografía "Mi Vida", en la edición de Martin-Gregor Dellin, (y que vería la luz en 1989 en la editorial TURNER), y 2) la aparición de la edición de LPs "Zwölfe Jahre Neu Bayreuth, 1951-1962", aquellos tremendos álbumes de discos semi-piratas milaneses (completados además por las ediciones -coetáneas y de similar origen- de la casa FONIT CETRA, que incluían el Anillo del 57 de Knappertsbusch y la ciclópea - y de detestable sonido- Edición Furtwängler); material todo él importado por FERYSA, empresa dependiente del dueño de la revista RITMO, creo recordar, y que haría llegar al alcance de mucha gente lo que entonces parecía puro exotismo o descarada herejía (¡ni Solti, ni Böhm, ni Karajan!) y ahora todos atesoramos como oro en paño - eso sí, en CDs de sonido infinitamente superior- y consideramos la cima máxima de la interpretación wagneriana. Todo ello además, coincidiendo con el pase televisivo de la Tetralogía de Pierre Boulez y de la (desdichada y desafortunada) serie televisiva de Richard Burton; época, por tanto, de efervescencia wagneriana. De ahí pasamos a su programa sobre Bruckner (hacia 1987) y luego a la extraordinaria serie de 18 emisiones sobre el centenario del nacimiento de Hans Knappertsbusch (1988, completados por un dossier monográfico en el nº 22 de SCHERZO), y a partir de aquí su presencia sería continuada entre nosotros. En 1990, ampliado, volvió a hacer su programa bruckneriano, y SCHERZO seguiría contando con él como colaborador y ocasionalmente coordinador de algunos dossieres. A comienzos de los 90 se produjo un acontecimiento decisivo: la gran eclosión de reediciones en CD de grabaciones antiguas y/o radiofónicas, conocidas ya en LP o inéditas, lo que hizo que una cantidad descomunal de interpretaciones legendarias estuvieran por fin al alcance de los melómanos al sur de los Pirineos. Cuando uno piensa que yo no vi un ejemplar del Tristán de Furtwängler ¡¡hasta 1988!!, y que por entonces nombres como Clemens Krauss, Erich Kleiber o Carl Schuricht eran sólo referencias de diccionario, pero sin posibilidad de acceder a un solo disco suyo, se concluye que las cosas han cambiado mucho (a mejor) desde entonces.... Coincidiendo con este momento, Ángel Fernando Mayo publicó entonces muchas reseñas en SCHERZO, pero su esfuerzo principal se centró sobre todo en los dos extras de la revista, el primero centrado en la Ópera en disco (diciembre de 1992) y el segundo (verano de 1994) sobre Música Sinfónica. En aquellas largas páginas Ángel Mayo tuvo la oportunidad, extraordinariamente aprovechada, de sentar unas auténticas Tablas de la Ley en cuanto a la ejecución de su repertorio más querido, aclaró conceptos, sentó y afirmó jerarquías, y contribuyó decisivamente a crear una comunidad de seguidores que aceptábamos sus postulados sobre interpretación discográfica como si de axiomas matemáticos se tratara. No vale la pena extenderse en ejemplos, pero queda claro que aquellos artículos sobre 7 óperas de Wagner (lamentablemente las 3 primeras se encargaron a Enrique Pérez Adrián) y sobre Berlioz y Bruckner significaron, insisto, una inagotable fuente de enseñanza, de criterio y de inspiración. Aquí Ángel Fernando Mayo, más que crear corrientes de opinión, consiguió algo mucho más importante, como era formar y desarrollar el gusto de sus lectores. Posiblemente por ello los factótums de DIVERDI, con extraordinario buen criterio, juzgaron que para Ángel Mayo era mejor el artículo digamos "de fondo" más que la pura y simple crítica discográfica de urgencia, de modo que sus reseñas en el boletín, iniciadas hacia 1993, fueron creciendo hasta convertirse en aquellas gloriosas dobles páginas que el converso esperaba cada mes con anhelo rayano en el frenesí y que ahora -¡ay!- nos parecen a la vez tan próximas y tan lejanas..... 4- WORK IN PROGRESS Un aspecto muy interesante en todo el quehacer intelectual de Ángel Fernando Mayo es el hecho de que se trataba, como dicen los anglosajones, de un work in progress, un proceso constante de reelaboración, de repensar lo ya hecho. Así, siempre volvía sobre lo ya tratado, tanto en sus consideraciones sobre la vida, obra, las ideas, las vivencias de Wagner, como en sus traducciones de los dramas wagnerianos. Con ocasión del fallecimiento de Julio Caro Baroja, en una carta al director de SCHERZO, expresó su disgusto con sus antiguas traducciones para DAIMON (en su colección Introducción al Mundo de la Ópera) de los libretos de El Holandés Errante y Los Maestros Cantores de Nürnberg, así como que también veía ya algo superada su versión española de El Anillo del Nibelungo. Igualmente, su visión del personaje-Wagner fue evolucionando si duda. Finalmente tomó cuerpo en las dos ediciones de su guía Wagner, (de noviembre de 1998 y mayo de 2001). También aquí el hecho de que, tan poco tiempo después de la primera edición, presentase una segunda, con numerosas correcciones, es significativo, si bien hay que reconocer que eran sobre todo razones discográficas las que habían forzado el cambio. 5-APORTACIONES a)Wagner; Sin duda alguna, todos asociaremos para siempre a Ángel Mayo con la música y la figura de Richard Wagner. Toda una vida de dedicación, culminada quizás con una serie de monumentos, que básicamente serían éstos (por referirnos únicamente a los publicados en forma de libro): - la traducción al castellano de la biografía de Martin Gregor-Dellin, - la traducción al castellano de la autobiografía Mi Vida, - la traducción al casatellano del ensayo Ópera y Drama, - las dos ediciones de la guía Wagner, - las traducciones, sobre todo la de El Anillo del Nibelungo (incluyendo una versión revisada de publicación póstuma). Su guía Wagner, aunque extraordinaria, y suministradora de una cantidad enorme de información, no puede considerarse en modo alguno (así lo he pensado yo siempre) como su obra definitiva en la materia. Sinceramente, por muy maravillosa que sea dicha guía (que lo es, claro), uno piensa que Ángel Mayo, puestos a escribir un libro sobre Wagner, tendría que habernos dejado un trabajo comparable, por citar ejemplos claros, a las obras de los esposos Massin sobre Beethoven y Schubert, o el mastodóntico trabajo de Romain Rolland, también sobre Beethoven, o la magna obra de Norman del Mar sobre Richard Strauss, o los trabajos de Philippe Beausant sobre Couperin, o los tomos de Henry-Louis de la Grange sobre Gustav Mahler. Su guía es eso mismo, una guía, pero está lejos de los trabajos citados. Da la impresión, si repasamos la lista antes citada, de que su legado wagneriano queda algo desquilibrado: predominan las traducciones y las glosas discográficas, es decir, que nos ha dejado más material como glosador o comentador wagneriano que como dogmático o catedrático wagneriano. En la corrección de este "desequlibrio" las dos ediciones de la guía Wagner representan sin duda un jalón importante, pero son jalones de un camino interrumpido, porque la muerte le impidió culminar la tarea con la elaboración de un auténtico tratado o vademécum de conocimientos wagnerianos (que sintetizara o concretara su interpretación personal sobre Wagner) que, por desgracia, ya no conoceremos. Sobre las causas de esta situación que comento, podríamos encontrar varios motivos: 1- indudablemente, que no dispuso de excesivo tiempo libre hasta su jubilación, relativamente reciente; 2- el empeoramiento de su salud, que sin duda mermó sus fuerzas y posiblemente le vetaba la posibilidad de embarcarse en trabajos de gran envergadura y a mucho tiempo vista; 3- el hecho ya comentado de que su trabajo estaba en constante reelaboración, con lo que posiblemente se dificultaba el reposar la información y dar un enfoque definitivo a su visión de la problemática wagneriana; 4- como he dicho antes, también la circunstancia de que probablemente se expresaba mejor en los artículos de mediana extensión, como las citadas dobles páginas de DIVERDI, los antiguos trabajos de RITMO o los estudios discográficos de SCHERZO, que en proyectos de mayor extensión. Probablemente en el fondo no era hombre de redactar trabajos enciclopédicos; 5- probablemente el respeto y amistad que tenía con respecto a Martin Gregor-Dellin (en SCHERZO le dedicó una muy cariñosa necrológica con motivo de la muerte del musicólogo alemán), que le llevaba a considerar que traduciendo dicha obra al castellano ya se ponía al alcance del público casatellanohablante un trabajo definitivo sobre Wagner; 6- también, como más de una vez él mismo dejaba entrever, la dificultad de encontrar editoriales que estuvieran interesadas en publicar una obra de esas características, (u otras que hubiera podido escribir). b)Kna; Sobre su actividad en pro de la recuperación de Knappertsbusch tampoco hace falta decir demasiado. Lo que la fama del director de Westfalia debe a Ángel-Fernando Mayo es algo que ni en cien vidas se le podría pagar. Ya hemos hablado de su programa en 18 capítulos en Radio-2 en 1988, que luego tendría una 2ª parte hace pocos años. Personalmente, en cambio, soy un pelín escéptico sobre el concepto que se había ido haciendo del personaje. Dejando aparte que algunos comentarios recientes ponen un poco en tela de juicio que Kna fuera totalmente anti-nazi (quizás en los años del Tercer Reich, como tantos otros, "se limitó a intentar sobrevivir"), el caso es que a fuerza de acumular anécdotas y referencias Ángel Mayo había ido construyendo un personaje-Knappertsbusch que venía a ser como una extrapolación mental de lo que él ( y nosotros) veíamos de bueno en los alemanes de aquella época. Ese "San-Kna", casi podríamos decir, licenciado en filosofía pero jugador de cartas y bebedor de cerveza, vilipendiado por los nazis primero y por los estadounidenses después, despreciado por las casas de discos (DECCA), eterno añorado de su hija fallecida y también de su Alemania guillermina, aquel alemán auténtico, como Ángel Mayo le llamaba (echt und deutsch, cita del Acto IIIº de Los Maestros Cantores), ¿era en realidad Kna o como a él le habría gustado que fuese? Quizás por todo ello, el libro sobre Kna que llegó a decir que se planteaba escribir, aunque impagable y que habría hecho (y yo el primero) que nos precipitásemos a la librería a comprarlo el mismo día en que hubiese publicado, habría sido quizás a la vez la más personal y la más irreal de las publicaciones de Ángel Mayo. c)Crítica discográfica; También nos podríamos extender durante horas analizando su manera de hacer crítica discográfica. A mí siempre me llamaron mucho la atención dos aspectos de su quehacer: a) la creencia en todo momento en una interpretación musical alternatica o no doctrinaria, frente a las tesis oficialistas, y b) su postura respecto a las escuelas nacionales de crítica. Por lo que respecta al primer aspecto, (en realidad, ambas ideas se relacionan, como veréis si me sé explicar) tenemos que él siempre prestó atención a TODOS los intérpretes. Él siempre supo que al lado de los gigantes que marcaban una era (Kna, Furtwängler, Karajan, el que fuese...) había también otros directores que también daban el perfil de una época, y así con igual cariño podía comentar un disco de Leinsdorf, de Rodzinski, de Rosbaud, de van Beinum, de Scherchen, de Paul Kletzki (de quien recordaba con cariño el estreno madrileño de la 7ª Sinfonía de Bruckner).... Para él la historia de la interpretación musical no era lineal, no era una dinastía en que uno se moría y le sucedía otro, sino que siempre había un vasto escenario, ciertamente con personajes principales y secundarios, pero muchas figuras al fin y al cabo. Esta manera de pensar necesariamente le llevaba a oponerse a la manera de pensar dogmática de los críticos ingleses (muy especialmente la revista The Gramophone), que consideraban (y muchos aún piensan) que, muerto Furtwängler en 1954, (y casi al mismo tiempo otras figuras geniales como Kleiber y Krauss), el testimonio pasaría (¡gracias a los ingleses, claro, Walter Legge y los músicos de la Orquesta Philharmonia!) a Klemperer hasta que, fallecido éste en 1973, tomaría el relevo (¡claro!) Daniel Barenboim, también figura de EMI y casado con una inglesa y afincado entonces en Londres, y que paulatinamente pasaría de tocar la sonata Hammerklavier y los grandes Conciertos mozartianos a demiurgo máximo wagneriano-bruckneriano. Para estos críticos, Karajan era un Falso Profeta (eso sí: creado y endiosado por los propios británicos -de nuevo Walter Legge- pero luego denostado por ellos mismos en nombre de lo políticamente correcto) traidor a la causa, que se salía por la tangente con su estilo "moderno" y blandengue. En medio, para estos críticos británicos, figuras supuestamente mediocres como Knappertsbusch (el rey del no-ensayo, después de todo), o Jochum (el director que, según el entendidísimo Donald Mitchell, glorioso redactor del Diccionario New Grove, hacía más daño a Bruckner que los propios detractores del compositor austríaco) o Böhm, eran demasiado insignificantes para ser tenidos en cuenta..... Frente a estas peregrinas opiniones, Ángel Mayo nos haría ver, como antes hemos dicho, todo el vasto panorama que la interpretación musical europea y americana nos ofrecería en todo momento. Y aquí está uno de sus grandes méritos: frente a los que están tentados de acusarle de tener muchos prejuicios, yo les afirmaría precisamente lo contrario: su manera de ver las cosas (y hacérnoslas ver) era mucho más libre y más objetiva... . También esta manera de ver las cosas le permitiría incorporar a Kna al olimpo musical como parigual wagneriano de Furtwängler pero sin tener que entrar nunca en bizantinas discusiones sobre si uno era mejor que el otro. También sería admirable su defensa simultánea tanto del Bruckner de Kna como del (muy distinto) de Eugen Jochum. También, en su relación con la crítica inglesa, es muy revelador recordar cómo se opuso al libro de Norman Lebrecht El mito del maestro. Respecto a la crítica francesa, su realción era mejor, aunque le dolía que se fijasen más en los desajustes ocasionales de las versiones en vivo de Kna, que en sus aciertos. Obviamente, a André Tubeuf no le regateaba elogios ni minusvaloraba sus opiniones ni sus melodramáticos comentarios en los CDs EMI. Hay que recordar, de todos modos, su oposición al excesivo encumbramiento de Clemens Krauss como el director de futuro de la Ópera wagneriana (de manos de la revista L´Avant-Scéne Ópera). Para él el Parsifal de Krauss era ante todo el Parsifal de Kna, solo que no dirigido por él. Más valor concedía sin duda a su Anillo: para Ángel Mayo Furtwängler y Kna simbolizaban sin duda el canon tetralógico y Krauss sería sobre todo el excéntrico inteligente, la excepción que confirmaba la regla. Lamentaba profundamente que la crítica alemana - al igual que muchos melómanos germanos- sufrieran como un proceso de amnesia debido a su traumático pasado que les impidiese prestar la debida atención a su propia tradición interpretativa musical y especialmente le asombraba que la figura de Furtwängler, por citar un ejemplo, fuera tan desconocida para muchos alemanes. d)Otros aspectos. Naturalmente, a Ángel-Fernando Mayo le gustaban todos los géneros musicales, si bien se identificaba sobre todo con la ópera, el lied y la música sinfónica. Recuerdo, sin embargo, un precioso estudio discográfico de hacia 1988 en SCHERZO titulado 7 Legendary Classics, que nos decubría al Ángel Mayo músico total, que hablaba de Debussy y de Ravel, de Prokofiev y de Eisenstein, de David Oistrakh y de música de cámara, artículo que además, a cuenta de algunas reflexiones suyas sobre la popularidad de Dietrich Fischer-Dieskau, daría lugar a una célebre controversia liederística. Sobre algunos amores de Ángel Mayo sabemos poco; sospecho que la figura de Karl Richter (de quien llegó a decir que fue uno de los pilares sobre los que empezó a formar su discoteca) le interesaba mucho; no en vano, vía su formación en Dresde y Leipzig con Straube, Ramin y los hermanos Mauersberger, podía considerarse plenamente a Richter como el representante de la Gran Tradición en el repertorio bachiano. Teniendo en cuenta su pasión, por otra parte, tanto por la Carmen de Bizet como por el arte de sir Thomas Beecham, supongo que la grabación que dirigió sir Thomas de la ópera de Bizet con Victoria de los Ángeles y Nicolai Gedda debía ser disco de culto para él. Y, por supuesto, también era un consumidor notable de música pianística, aunque también es poco lo que sabemos de ese campo. 6-LA GRAN TRADICIÓN Muerto Karajan en 1988, se hizo evidente que la vieja generación había desaparecido ya o languidecía (quedaban Sanderling, Wand....) y que la nueva hornada (que el propio Karajan podía encabezar) tampoco tendría ya continuidad. Fue entonces cuando se acentuó en nuestro hombre una tendencia a mirar hacia atrás. Por otra parte, el renovado interés por ciertos músicos (Hans Richter, Gustav Mahler y Hans Pfitzner en cuanto directores de orquesta - el tercero con muchas grabaciones-, Weingartner, la recuperación milagrosa de Abendroth....) y la conexión de todos ellos con Wagner vía la dirección orquestal, le permitieron establecer un cuadro mental en el que se veía la historia de la dirección germánica como un proceso con exposición-nudo-desenlace. Además, el hecho de que, como ya se ha apuntado, nuevos directores ganasen popularidad y se convirtieran en figuras de culto (Abendroth, ya citado, Konwitschny...), el cada vez mayor aprecio de Jochum y Clemens Krauss, la perenne presencia de Böhm como autoridad straussiana.... hacía que se pudiera contemplar todo ese grupo como una historia con su componente transversal (las distintas figuras, de importancia dispar) y su aspecto longitudinal (como una historia extendida a lo largo del tiempo). De ahí pasaría a su famoso concepto de la Gran Tradición, así, con mayúsculas, idea ésta que en los últimos años de su vida (al irse él acercando al final) iría cobrando cada vez mayor protagonismo. Sobre esta idea, cada vez más elaborada y perfilada, no me extrañaría que, de haber vivido más, hubiera llegado a escribir y/o hacer algunos programas de Radio. En este caso hay que decir que no estaba solo. Las constantes series discográficas y/o de documentales del tipo Great Conductors of the Past iban en la misma dirección, aunque a él se debía específicamente esa interpretación, referida mayormente a los directores de la escuela germánica. En este contexto hay que situar lógicamente a su "último amor tardío", como podríamos describir a Christian Thielemann. Por encima de consideraciones sobre posible esnobismo en esta apreciación, hay que reconocer la gran altura, difícilmente discutible, de su interpretación de Los Maestros Cantores ( y además, ¡¡que a los ingleses no les cae muy bien!!) y el parentesco, tanto por maneras como por repertorio, con los directores de la Tradición Perdida, tradición que así, cuando nadie lo esperaba, era capaz de proyectarse hacia adelante. El tiempo dirá si Thielemann se convierte en un digno epígono de aquel portentoso grupo de diádocos wagnerianos o no... 7- LO QUE LA MUERTE NOS ARREBATÓ Sobre qué hubiera deparado el futuro, es difícil pronunciarse. A su muerte quedaban muchos posibles proyectos que publicar. No parecía haber en proyecto ninguna obra magna, y en caso de que hubiera dado el paso de escribirla, es difícil saber cuál hubiera sido: una biografía sobre Knappertsbusch, alguna crónica sobre el Nuevo Bayreuth, un libro sobre Berlioz o sobre Richard Strauss, o un mayor profundizamiento en el tema de la Gran Tradición. A falta de todo ello, parece obligatorio que DIVERDI recopile y publique sus artículos, sobre todo las grandes crónicas mensuales a doble página. Siempre nos quedará la curiosidad por daber cómo eran las notas de audición que él comentaba tomar mientras escuchaba un disco. Ello sería como escuchar un disco junto a él. ¿Alguien se imagina una "Guía de Audición" del Acto 1º de La Walkyria por Knappertsbusch, de las Sinfonías Londinenses por sir Thomas Beecham, o de la 9ª de Bruckner de Furtwängler (de 1944) debidas a él. ¡Ay, soñar cuesta tan poco! En fin, por encima de los libros y los testimonios, - los habidos y los que ya no escribió o legó- está el hecho de haberle conocido, de haber sabido de él, de sabernos espiritualmente sus herederos, de ser con él una band of brothers que diría el Enrique V shakespeariano.... 8-CONCLUSIÓN Sin duda, si hay un Olimpo wagneriano, Ángel-Fernando Mayo está ahora en él, un año después de su muerte. Aunque también es posible que haya tardado un poco en presentarse allí. Recuerdo el capítulo final de su programa sobre Kna de 1988, cuando el espectro de Kna llegaba al Olimpo de las Artes con 24 años de retraso (de 1964 a 1988) y preguntando por Euterpe, la recpcionista, por el motivo de tal tardanza, el espectro (y posiblemente el propio Ángel Mayo diría lo mismo...) respondía: - Es que primero me dí una vuelta por el Walhall... He oído que las hijas de Wotan escancian allí el hidromiel...; claro, que, ¡donde esté la cerveza de Wuppertal....! Manuel Pérez de Rozas |
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Estimado Manuel: Me ha parecido una maravilla tu artículo sobre Ángel Mayo y me siento muy identificado con lo que dices en él. Siento una gran añoranza por este maestro al que tanto debemos. Tuve la oportunidad de asistir hace unos años a una conferencia-coloquio, con audición incluida, que el insigne wagneriano dio en el Palau de València con motivo de una versión en concierto del Ocaso. La audición consistía ?como no podía ser de otro modo ? en fragmentos comentados del Anillo de Kna del 56. Ese día no sólo descubrí a Mayo (que hablaba del mismo modo que escribía: con entusiasmo desbordante y contagioso y gran erudición, pero sin ninguna pedantería ni engreimiento), sino que también descubrí a su admirado Kna. Yo también comparto el sentimiento de orfandad al que te refieres. Estaría muy bien que se publicaran recopilaciones de sus escritos y que se editaran en CD sus programas radiofónicos. Da gusto leerle y escucharle. Nunca aburre. Por cierto, que en las últimas semanas hemos tenido un par de citas wagnerianas en València. Aproveché para comparar sus traducciones de libretos con las que recientemente se han hecho en el Real de Madrid y... ¡menuda diferencia! Está claro que el añorado Mayo es y será siempre el referente absoluto del legado wagneriano en lengua castellana. Un cordial saludo. Rex. |
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Muy bueno este artículo, con el que, desde luego , concuerdo. Hace algunas semanas en Alemania, un grupo de amigos-aficionados comentaban sobre su figura, a quien consideraban "el único crítico serio de España". Alguien sabe si existe una WEB con la recopilación de sus artículos ? saludos, Oscar. |
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"Estaría muy bien que se publicaran recopilaciones de sus escritos y que se editaran en CD sus programas radiofónicos." Hay un proyecto en marcha para editar un libro con una amplia selección de los artículos que escribió para la hoja parroquial, como llamaba al boletín de "Diverdi". El propio Ángel Mayo seleccionó varias decenas de sus artículos aparecidos en diversos medios (Ritmo, Scherzo, boletín Diverdi, programas de mano...) para un libro. Muy probablemente, una vez vea la luz ese amplio muestrario de su "legado Diverdi", sus herederos emprendan los trámites para la publicación del material que él dejo preparado. En cuanto a sus programas radiofónicos, me temo que la política editorial de El Ente y de RNE no es propicia a este tipo de ediciones. Es de lamentar que programas como los que Ángel Mayo dedicó en Radio 2 (para mí será siempre Radio 2) a Wagner, a las voces wagnerianas, a Bruckner o a Kna se pudran en los archivos (si es que se conservan o los conservadores del archivo saben donde están guardados) o en colecciones particulares. Saludos, Alberich |
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Olvidaba decir que en la güeb de Diverdi (www.diverdi.com) están disponibles en formato PDF los últimos 27 boletines, en los que hay numerosas contribuciones de Ángel Mayo. Alberich |
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Muchas gracias, Alberich, por tu información. Esperemos que algún día algún directivo radiofónico haga justicia a Mayo y nos regale con sus CDs. Rex. |