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El Holandés en València. (Para Pablo Rodríguez). |
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Estimado Pablo (y resto de wagnerianos, naturalmente): Como ya sabes, el pasado miércoles tuvimos en el Palau de la Música de València ocasión de disfrutar de la versión en concierto del Holandés a cargo de la Orquesta, Coros y Solistas de la Ópera Nacional de Noruega. Me dejo un grato recuerdo. Aunque tanto se habla de la pobreza de las voces wagnerianas actuales, oyendo lo que oímos en esta velada, pienso que tenemos motivos para ser optimistas. Yo no sé qué tendrán los países escandinavos que siempre han sido y siguen siendo cantera de excelentes cantantes wagnerianos. Y no digamos con qué perfección técnica y gusto artístico tocan sus instrumentistas. ¡Ojalá nuestras orquestas fueran como aquellas! Yo no conocía a los solistas, que son ?de plantilla? de la ópera de Noruega (en el artículo que te adjunto tienes sus nombres). ¡Qué feliz que sería yo si en el futuro Palau de les Arts de València contáramos con una ?plantilla? de tal calibre! Aunque el Timonel me pareció personalmente por debajo del resto, todos cantaron admirablemente sus papeles. Me gustaron especialmente los correspondientes a Senta (que llegó a emocionarme) y ?sobre todo ? a Eric, encarnado por Ivar Gilhuus, que es un tenor wagneriano de los que dicen que ya no existen. Pues sí, haberlos haylos. La orquesta, una maravilla sonora y el coro, sensacional. Vaya, que no echabas de menos las grabaciones míticas de Antal Dorati o de Otto Klemperer. Resumiendo: una velada para el recuerdo. Desconozco si esta agrupación va a actuar en otras ciudades. Si alguien tiene la oportunidad de asistir, que no se lo pierda. Vale la pena. Te adjunto la crítica que mi admirado Alfredo Brotons Muñoz publicó en el periódico ?Levante? de València y aprovecho la ocasión para lamentarme de que la prensa ?nacional? pase olímpicamente de los acontecimientos culturales que tienen lugar en lo que algunos llaman ?provincias?. Un cordial saludo wagneriano. Rex. ?ALGO CAMBIA EN WAGNER Turid Karlsen (soprano/Senta), Hege Hoisaeter (mezzosoprano/Mary), Ivar Gilhuus (tenor/Erik), Svein Erik Sagbraten (tenorTimonel), Terje Steinsvold (barítonoHolandés), Carsten Stabell (bajo/Daland), Coros y Orquesta de la Ópera Na- cional de Noruega. Director: Olaf Henzold. Wagner: El holandés errante. Palau de la Música de Valencia, 2 de junio. Alfredo Brotons Muñoz ACABAN de llegarnos a Valencia un par de reflejos (¿qué otra cosa permiten las versiones de concierto?) de que algo está cambiando en la concepción de Wagner. Quizá sólo sea que por fin se ha convertido en un clásico. Sus mensajes no se entienden ya como individuales y arquetípicos, es decir, como románticos. Así se dejó sentir difusamente hace unas semanas en el primer actode La va/quina dirigido por Da- niel Harding a un auténtico equipo musical, no a un ramillete de solistas exhibicionistas, y ahora lo ha confirmado con evidencia este Holandés hecho por noruegos. Ni el título ni la nacionalidad de sus intérpretes son datos neutrales. Por un lado, en esta ópera, si uno se fija bien, se encuentran en germen innumerables rasgos de la producción wagneriana posterior y de la de algunos de sus contemporáneos (Verdi en primer lugar). Por otro, lo mismo que mutatis mutandis ocurre con el Guadalquivir y Carmen, no debe de ser lo mismo saber que no saber a qué huele el mar de Sandwike (cerca de Arendal). Por esto o por lo que fuera, de entrada en esta versión los elementos colectivos se comportaron con una verosimilitud del todo convincente. Algún fanático de la homogeneidad se horrorizó por ello, pero a otros el coro les maravilló precisamente porque cada uno de los marineros o de las hilanderas parecían tener una voz propia y, con ella, un nombre y una historia personal propios. Aun sin un gesto de más, la dirección de Olaf Henzold subrayó los ritmos para que,por ejemplo, los bailes fueran efectivamente bailes. Desde una obertura que se notaba voluntariamente lenta para que pudiera ser mejor paladeada, la orquesta, con un timbalero fabuloso (¿quién dijo que la fuerza es incompatible con la sutilezas?) y una solista de oboe también por encima del en sí muy alto nivel general, se implicó de modo pleno tanto en los momentos trágicos como en los de distensión. La autenticidad fue también norma entre los solistas, todos de voces grandes y contrastadas con equilibrio. Turid Karlsen fue una Senta hipersensible, pero no frágil. TeIje Steinsvold captó con hondura la doble dimensión, humano y espectral, del Holandés. Por su inteligente combinación de pragmatismo y cordialidad, el Daland de Carsten Stabell y la Mary de Hege ’Hoisaeter resultaron muy simpáticos. Ivar Gil- huus transmitió con lirismo la frustración de Erik e incluso el abierto timbre de Svein Eric Sagbraten no le vino mal a la ingenuidad del Timonel.? |
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Gracias amigo Rex por tu crónica de este nuevo evento wagneriano excepcional en la ciudad del Turia. La verdad es que tienes razón en lo que dices que este tipo de conciertos es una pena que no tengan eco en la prensa nacional, pero quizá se deba a que muchos de estos conciertos tan sólo pasan por Valencia (desde luego los programadores de esa ciudad tiene un ojo estupendo, dicho sea de paso). En efecto, Olaf Henzold es uno de los directores en torno a los cuarenta que hay que tener en cuenta como director de ópera en general y de Wagner en particular. Como sabes, Henzold nació en Leipzig y se formó en la musicalmente fecunda ciudad de Dresde y ha sido uno de los mejores discípulo de Václav Neumann. Aunque ha grabado muy poco (de Wagner grabó en 1995 el Idilio de Sigfrido para el sello Vde Gallo) tengo noticia de que ha hecho versiones admirables de Lohengrin, Salome, Elektra, Rosenkavalier y esta temporada ha estrenado en Göteborg una nueva producción de Die Frau ohne Schatten con muy buenas críticas. En fin que seguiremos la carrera de este director. Otro director del que hay que ver cómo evoluciona es el inglés Mark Wigglesworth que sorprendió en 2002 con unos electrizantes Maestros cantores en el Convent Garden y el pasado año dirigió en Glyndebourne una Boheme y una Nozze di Figaro con bastantes buenas críticas. Yo pude escuchar su concierto del año pasado en los Proms y dirigió a la London Philharmonic en una obertura y bacanal de Tannhäuser muy a tener en cuenta. En fin, a ver si tenemos suerte y asistimos a un renacer de la era de los grandes directores, que falta hace (y a la música de Wagner de forma especial). Gracias por todo y recibe un afectuoso saludo, Pablo. |
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Estimado Pablo: Se nota que estás "al loro" sobre los nuevos valores wagnerianos. En este sentido, soy moderadamente optimista. Vamos a tener buenos directores y cantantes en el futuro. Eso sí, echo de menos un Siegfried que supere a los actuales. Los últimos que he oído, tanto en Madrid como en Barcelona, no son de mo agrado. Menos mal que tenemos los discos históricos para compensar. Un saludo. Rex. |
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Amigo Rex, Seguramente el problema es que nunca ha habido un Siegfried perfecto. Ya el propio Wagner las pasó canutas para "domar" a Georg Unger para el estreno de la ópera en el festival de 1876. De todas formas, no hay duda que seguimos en muchos roles importantes (como Wotan, Brünnhilde o Siegfried) arrastrando la gran decadencia vocal que vivió el canto wagneriano desde los años setenta. Esperemos que la cosa mejore, porque no es sano alimentarse tan sólo de Sigfridos enlatados en disco. De todos modos, la solución del canto wagneriano está clara y ya la explicó en su día la gran Lilli Lehmann en su "Mein Gesangkunst" (Berlín, 1920) cuando afirmaba que para cantar Wagner era preciso adaptar el llamado estilo vocal italiano a la sensibilidad y seriedad germana sin renunciar al encanto y expresividad del canto italiano y terminaba diciendo: "he recibido gran placer al cantar la música de Wagner de esta forma, por ejemplo, Tristan und Isolde en el bello legato del estilo italiano, pues después de todo tan sólo hay un arte de cantar perfecto". En fin, a ver si tenemos suerte y nos reencontramos pronto con una Leider, un Melchior o un Schorr. Un saludo cordial, Pablo. |