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Wagner en un atasco
[Por Baltasar Porcel]
LA VANGUARDIA - 20/06/2004
Formo entre quienes han seguido con absoluta e inquieta devoción esta gesta artística que está culminando el Liceu: la puesta en escena de la tetralogía y prólogo de Der Ring des Nibelungen. Y aquí está la Barcelona civil en su inmensa mayoría ajena a la consigna y realización forumística del alcalde Clos, en respuesta a la iluminación del hoy presidente Maragall y apoyada por todos los partidos políticos, según la cual seremos inteligentes y solidarios con el mundo del hambre y de la paz si nos acercamos a los muelles a escuchar las vaguedades de Gorbachov, las rupestres arengas de Saramago y a contemplar saltimbanquis. Lo cual contribuye, no hay duda, con emocional eficacia y orgullo patrio a la masificación ciudadana pagante y votante: habrá en eso fraude intelectual, aunque no carente de beneficio, quien manda será esto o lo otro, pero nunca duerme. Principio a partir del cual es igualmente posible que una serie de oyentes de Richard Wagner en el Liceu estén muy de acuerdo con el Fòrum, aunque desde luego no serán ellos quienes lo visiten.
Sobrecoge la magnitud creadora de las 18 horas de la tetralogía ?Siegfried y Götterdämmerung, cinco cada una?. Que existan tales monumentos vivos, vitales ?en arte, literatura, filosofía, ciencia, donde sea?, reconforta el espíritu e incita a entregarse a la pasión del ser humano en el mundo. La vida del hombre es perecedera, pero sus días son inmortales, decía Píndaro, cuyos versos a veces resuenan como un timbal y nos llaman a una vida más alta. Y bien: al Fòrum irá poca gente, escolares aparte, pero cada sesión del Anillo de los nibelungos ha rebosado de público.
El otro día, cuando iba al Liceu, estuve una hora en el coche enredado en Via Augusta, pues le hacían una manifestación a una consellera apellidada Cid por haber dejado a una serie de niños sin su habitual escuela, mientras culpa a la política anterior que los escolarizaba. Bien: gases de los coches, calor, bocinazos, irritación, insultos, de todo hubo en el taponazo. Después tuve que dar media hora de complicadas vueltas por ahí hasta llegar al siniestro parking de la plaza Catalunya, que recorrí un par de veces entre peligrosas rampas y columnas hasta encontrar plaza. Y alicaído y sudoroso me lancé a la Rambla, trufada de apretado gentío... Breve: en el curso de la odisea encontré algunos conocidos que preguntaban, medio abrasados por cada jaleo: ?¿Adónde vas??. ?Al Liceu, que dan Wagner?. Respuesta: ?¡Joder, varias horas allí sentado, el horror!?. Y así es la vida, acaso un fandango.
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Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023