|
![]() |
Suscríbete ya a la newsletter de Música Clásica |
Götter del dia 22 |
| ||||||
Ayer estuve en esta representación de la que quisiera hacer un comentario ponderado y completo. Como ahora me voy a la Costa Brava hasta el Lunes lo aplazo para esta ocasión. Si alguien estuvo este día y quiere empezar la conversación podría hacerlo. Yo puedo hacer un resumen diciendo que disfruté Llorenç Casanova |
| ||||||
Pues yo también disfruté, don Llorenç. Brevemente, he aquí mis impresiones: A) cantantes: Polansky / Brunilda: La triunfadora de la velada. Varias veces he oído a esta cantante, tanto en la radio (Bayreuth) como en vivo (Valquiria del Liceu): nunca me convenció. Pero en la tarde/noche del 22 estuvo soberbia. Su voz fue un auténtico cañón, un torrente decibélico (excesivo en algún momento), hábilmente templado en los momentos en los que era requerido. Los finales apuros en los agudos no emborronaron su magnífica labor. Estupenda en lo expresivo/dramático. Woodrow / Sigfrido: Cumplió (los he oído peores). Centro agradable, pero poco volumen. Su voz se aniñaba en exceso en la zona aguda. Correcto escénicamente. A su favor decir que ?murió? con gran dignidad: su voz corrió con gusto, escuchándosele perfectamente sobre la orquesta en la escena de su muerte escénica. Salminen / Hagen: Volvió a triunfar en ?su? rol. Lo vi mucho mejor en el primer acto que en el resto (portentoso monólogo en la transición al último cuadro). Notable en el segundo acto. Noté signos de fatiga en el tercero y un evidente desfondamiento físico a lo largo de la obra: pesadez de movimientos durante el segundo acto y auténticas dificultades en sus desplazamientos en el tercero. Struckmann / Gunther: Sobresaliente. Otra vez el de las grandes tardes. Que su timbre no es agradable, .. ¿y qué? Suple la carencia con potencia y articulación idiomática notables. Muy atento a los detalles e inflexiones en la expresión y muy convincente escénicamente. Sobresaliente para Waltraute / Julia Juon, merecidamente ovacionada. No desentonó en el alto nivel la Gutrune de Elisabete Matos. B) Orquesta y director: Globalmente, me gustó de Billy: el sonido que salía del foso daba perfecto sustento a lo que los cantantes nos servían desde la escena. La orquesta sonaba de maravilla (toda un gusto para el oído lo que puede oírse en el quinto piso) sin pifias en los metales ni estropajosidades en la cuerda. Para el recuerdo imborrable: la escena de la conjura, con un trío vocal en estado de gracia. Ahora bien, en los pasajes de protagonismo orquestal (viaje por el Rin, marcha fúnebre, y otros muchos) la cosa quedó muy, muy floja: nada de nada. C) escena: No voy a entrar en detalles de lo que Kupfer nos ofreció. Brevemente diré: lo que más me gustó: 1.- los movimientos escénicos y juegos de maquinaria de la cueva de Brunilda en la roca, tanto en el despertar como en la impactante entrada de Siegfried con apariencia de Gunther. 2.- los movimientos escénicos en la escena de los juramentos y contrajuramentos del segundo acto. Lo que menos me gustó: 1.- la iluminación a piñón fijo del segundo acto: ¿dónde estaba la nocturna escena entre Alberich y Hagen? ¿Dónde quedó el amanecer subsiguiente? ¿por qué ningún detalle de iluminación en la íntima escena de la conjura? Todo se resolvió con luz blanca a toda pastilla desde el primer minuto hasta el último, sin el más leve cambio. 2.- el movimiento del coro en el segundo acto: ¿a qué venía semejante correcalle? 3.- El final de ?meloexplique?, esto es, de los que hay que buscar en el programa de mano la sesuda explicación de lo que el regidor quiere decirnos. Junto a todo esto, decenas de detalles positivos y decenas, como no, de negativos. Ahora bien, globalmente la cosa funcionaba. D) curiosidades y anecdotario: - Muy cicatero el público en el premio a los cantantes en los entreactos: ¿quizá la prisa por alcanzar el refrigerio? - Aplausos antes de tiempo en el finale: ¿quizá la prisa por alcanzar el lecho? - Desde varios días antes de empezar la función, sólo quedaban en taquilla entradas sin visibilidad. Sin embargo, eran numerosos los claros en todas las zonas del teatro: ¿abstención entre los abonados o descontrol en el sistema de venta por internet? - Llamativa deserción de espectadores tras los dos primeros actos, con gran regocijo de quienes pudimos ?descender? en el escalafón social y gozar de la encomiable visibilidad y magnífica acústica del segundo piso: ¿acuden ciertos abonados sólo por cumplir? - Abucheos minoritarios a de Billy al terminar la función: ¿por qué? - Trece euros de parking: ¿por qué compuso este señor obras tan largas? Salud. |
| ||||||
Pues bien amigo Pepe, me has pisado mi comentario. De acuerdo con los cantantes, Salminen debe tener unos cuantos años ya que fué el Hunding perfecto en el Ring de Chereau-Boulez de los años 1976 a 1980. De esto hace 28 años y las voces lo notan. Pero el elenco vocal fue de buena categoría. La escena me gustó especialmente el final del primer acto y el segundo acto, que fué el más conseguido en todos los sentidos. La orquesta sonó bien, aunque los pasajes puramente orquestales como el viaje por el Rhin y la vigilia de Hagen pasaron como leidos de primera mano. Los discretos BUUHH! al director creo que son fruto de los grupos, que ya llamo "focas" inevitables en la ópera. Son gente mal educada, de dudosa formación musical y que se creen portadores de la verdad. Deborah Polaski les contestó y descalificó con rotundidad al abrazar afectuosamente al director en el proscenio durante los aplausos, creo que cortos por lo que se nos ofreció. Pero el público del Liceu es así, desconsiderado y con poca educación. Pero al menos ahora no huelen a naftalina aunque siguen "pelando" caramelos durante la representación. El final con los temas de Siegfried-ocaso-redención por el amor, se nos escamoteó, como casi siempre para el tema del ocaso con un sonoro golpe de timbal que introduce el de la redención, muy a lo Adam Fscher en Bayreuth. Pocos directores prestan atención al breve tema del ocaso pero que es importante porque introduce la lógica del siguiente. Ni tan solo con Kna este tema se presenta con claridad. En resumen estamos satisfechos del esfuerzo del Liceu en presentarnos El Ring de una manera esplendida, con una unidad de escena y de dirección. Hacía 50 años que no se presentaba todo del Ring. Dificilmente algunos de nosotros lo volveremos a ver. Espero que las "focas" desaforadas de los BUUUHS! tampoco lo vean, no se lo merecen. Otra observación sobre la acústica del Liceu, cuando los cantantes se colocan de la mitad de le escena hacia el fondo las voces quedan muy apagadas, pierden todo la brillantez y esto es un detalle que deberían tener en cuenta los directores de escena. LLorenç Casanova |
| ||||||
Totalmente de acuerdo con vosotros, aunque a mi no me molestó tanto la iluminación del segundo acto. Queda en mi memoria la actuación de la Polanski como un hito -por fin oir una Brunilda como Dios (Votan) manda- que, como comenta Pepe, tuvo su día y yo tampoco la había escuchado a ese nivel -de hecho, el viernes anterior en el también estupendo Sigfrido, estuvo bien pero no se salió como aquí-. Además su presencia escénica fue imponente y como les sacaba una cabeza tanto a Sigfrido como a Gunther, cada vez que los zarandeaba parecía que no iba a hacer falta llegar al último acto, que ella se bastaba sola para desfacer todos los entuertos. Tan solo Salminen tenía tanta presencia y por poquito. Como he dicho, quedará en mi memoria, sobre todo el soberbio primer acto. También ha quedado grabado a fuego en mi memoria la Brunilda de la deVol de Madrid pero por razones radicalmente opuestas. Con respecto a Beltrand de Billy, la verdad es que fue una pena y la faltó un pelo para redondear la faena: estuvo seguro en el acompañamiento, intenso y musical en las escenas dramáticas, matizó, la orquesta sonó bastante bien pero.... falló justo donde no podía hacerlo: en sus momentos, cuando era el centro de la acción: el viaje de Sigfrido, la vigilia de Hagen, el funeral de Sigfrido..., en estos momentos, como ya habeis indicado, perdió fuelle y estuvo desleido y corto de aliento. Fue un gregario de lujo para los cantantes y la escena pero fallo para sí mismo. Lo dicho, una pena. Y, desde luego, estuvo infinítamente mejor que Schneider en Madrid. Yo tampoco entendí los abucheos que le prodigaron tanto el viernes en Sigfrido como aquí. Sin duda no era su club de fans. En resumen, gran Anillo hemos visto en el Liceo. Siento que me he quitado la espina de el del Real. Tanto musical como escénicamente ha estado a un nivel envidiable. A diferencia de otros, Kupfer conoce y ama el Anillo y eso se nota. Lo ha evolucionado, lo ha trabajado y ha alcanzado un nivel de madurez notable. Incluso en algún momento discutible tiene sentido. Quedan en mi recuerdo sobre todo el Oro y Sigfrido y muchos momentos de la Valquiria y el Ocaso -y la paliza de vuelta a Madrid nada más terminar el Ocaso tampoco se me olvidará, ¡esta aficción nuestra!, y los bocadillos que prepararon Pepe y su mujer estaban estupendos, también-. Tan solo señalar una mácula: el fallo del sistema de sobretitulado en el tercer acto que nos obligó a hacer memoria del texto; ¿por qué el Liceo no ha instalado el fenomenal sistema de subtítulos en las butacas de la primera fila de cada piso? ¡es absurdo! ¡justamente es el sitio más facil para instalarlo!. Saludos a todos. Ignacio. |
| ||||||
Tiene Usted toda la razón, don Llorenç, cuando menciona esa singularidad acústica. En ocasiones el cantante que circulaba por mitad del fondo de escenario, y al que apenas se le percibía, daba dos pasos adelante y, oh milagro, la voz pasaba a apreciarse perfectamente sobre la cresta de la ola orquestal. El más favorecido por esta circunstancia resultaba obviamente el menos dotado (Woodrow), porque a la Polanski, tal como se comportó en la tarde-noche del 22, se le hubiese oído aunque hubiera cantado ataviada con escafandra desde el fondo del escenario. Ojo, no estamos hablando de cantar al filo del proscenio: el ser o no ser era cuestión de dos pasos más adelante o dos pasos más atrás. No creo que eso perjudique o contradiga ningún planteamiento del regidor sobre la ubicación de los personajes en la escena. Pero todo esto son nimiedades, pues estaré eternamente agradecido al cúmulo de circunstancias (vivo a quinientos kilómetros de Barcelona) que hicieron posible disfrutar de un Ocaso servido de manera tan seria, competente y digna. Salud. |