|
![]() |
Suscríbete ya a la newsletter de Música Clásica |
Siegfried del día 26 |
| ||||||
Solo destacarla calidad del Siegfried del día 26 en el Liceu. De momento los he visto todos-hoy toca el último-y el de este día fue globalmente el mejor, con nota especial para la orquesta y para De Billy, al que por cierto bueuaron los dos de siempre. Von Kannen falló en el moderno duo con Mime del segundo acto (se había quedado afónico) y a Clark se le notó cansado, aunque compensó con su clase como actor. A nivel de cantantes lo mejor fue el duo final,con la mejor Polaski de todo este Ring. Parece ser que la toma televisiva del día 26 servirá para buena parte del video que pasarán en televisión (canal 33) y para los posibles DVD. De manera que quedará para el recuerdo de quienes tuvimos la surte de verlo y de los que no. Este Siegfried y el del día del estreno (según Strukmann el mejor en el que había participado) creo que son las dos mejores representaciones que se han dado en el Liceu desde que se reinaguró. Francesc |
| ||||||
Por fin llegó el día y pude ver en directo mi primer Siegfried. Ya os comenté que me encantó lo que oí en Radio Clásica y eso que se trata de la jornada que menos me gusta de la Tetralogía. Solamente le puse pegas al tenor Treleaven, ahora quisiera rectificar. Es cierto que Treleaven no es vocalmente el Siegfried ideal, pero se curró el papel y yo diría que cantó mucho mejor que en la sesión correspondiente a la retransmisión radiofónica. Es un excelente actor, casi tanto como el Mime de Clark. Gracias a esta velada, el papel del joven welsungo se me ha hecho atractivo (yo he manifestado en otras ocasiones que me caía antipático). Podría decir que por fin he descubierto a Siegfried. Falk Struckmann como Caminante estuvo excelente, aunque yo diría que vocalmente manifestaba cierto desgaste en comparación con la velada del 18. Me impresionó la escena de la invocación a Erda, musical y plásticamente poética, hermosa y desgarradora. El resto, muy bien, incluyendo a la Polaski, que hizo una Brunhilde muy correcta. Desde su despertar al dúo final fue todo maravilloso. La orquesta fue de bien a muy bien. De Billy hizo un buen trabajo. El tercer acto fue impresionante, aunque me dolía un hombro debido a la postura que tenía que adoptar en mi asiento y a la duración de la obra. La labor de Kupfer fue muy digna, me gustó. Fue respetuoso con Wagner, aunque se permitió alguna licencia ?como la del pajarito manipulado por Wotan ? que, por otra parte, no desentona con el espíritu de la obra. Nada más, solamente deciros que espero como un loco que llegue el día 7 para asistir a la culminación de esta epopeya. Un saludo. Rex. |
| ||||||
Hola. Son curiosos los comentarios sobre el Sigfrido de Treleaven acerca de la transmisión radiofónica del día 18. Yo estuve allí y no comparto en absoluto que estuviera flojo, al contrario, estuvo bastante entero y llegó bastante bien al final, de hecho estuvo bastante mejor que Woodrow en el Ocaso del 22. Yo creo que la culpa de este misterio la tiene que casi toda la acción se desarrolla en un escenario mucho más elevado de lo habitual y, en los casos que el escenario tiene una altura normal -pocos- los cantantes solían estar bastante al fondo del escenario. Como los micrófonos se encuentran justo en el borde del escenario y a ras del suelo, son muy sensibles a la ubicación de los cantantes y cuanto mas altos, peor. Esto también se nota en vivo pero bastante menos ya que la voz se proyecta hacia arriba por el auditorio más o menos de forma parecida. Otra cosa fue su contribución escénica que a mi se me antojó inaceptable. Y no creo que que fueran instrucciones de la dirección. Cuando todos los demás se dejaban la piel en el personaje -mención especial para Clark- y los movimientos escénicos de esta producción estaban perfectamente ordenados y dotados de tensión dramática, Treleaven se movía como si estuviera de paseo. Especialmente, la escena del dragón fue lamentable, ya que en vez de luchar, corriendo de lado a lado y repartiendo mandobles con la espada -que era lo que estaba pidiendo a gritos la puesta en escena-, se paseaba de un lado a otro y en vez de espada parecía que llevaba una varita con la que dulcemente tocaba -no le fuera a hacer daño, digo yo- al dragón; y ya cuando atraviesa el corazón, vamos, parecía que estaba enhebrando una aguja, por la desgana con que lo hizo. Fue, para mí, el único lunar en una representación antológica, lo mejor de toda la Tetralogía. Si además comentais que los de después han sido mejores, tan solo puedo quedarme más admirado aun. Saludos a todos. Ignacio. |