|
![]() |
Suscríbete ya a la newsletter de Música Clásica |
Psicosurrealista (del ABC de hoy) |
| ||||||
http://abc.es/abc/pg040807/prensa/noticias/Espectaculos/Teatro/200408/07/NAC-ESP-104.asp ESPECTÁCULOS EDICIÓN IMPRESA - Teatro UN «HOLANDÉS» DE ENSUEÑO... INFANTIL OVIDIO GARCÍA PRADA/ En Centroeuropa hay tres grandes festivales estivales: Bayreuth, Salzburgo y Lucerna. Últimamente ha surgido un cuarto en Baden-Baden, que incurre en los predios sagrados del repertorio wagneriano de Bayreuth. Allí se representa también «Parsifal». Es un montaje de N. Lehnhoff con un director en alza (Kent Nagano) y cantantes de mayor fuste como Salminen, Meier y Hampson. Luego seguirá «El oro del Rin», con Simon Rattle. Rivalidad aparte, es una prueba más de que Wagner se vende en todo tiempo y en todas partes. En Bayreuth concluyó el martes con un explosivo abucheo la reposición de «Parsifal». Schlingensief no salió a recibir el veredicto del público. Esta vez recibieron muestras de desagrado incluso el director musical, Pierre Boulez, entreveradas en medio de una clamorosa ovación, y, sobre todo, el atribulado tenor protagonista (E.Wottrich). Tras sólo ocho minutos, la dirección decidió cerrar el escenario y el público abandonó la sala con protestas. En Bayreuth esta obra ha estado siempre en manos de grandes directores. Este año lo recrea nuevamente (la primera vez fue en 1966) Boulez, que movió la batuta con inusitada celeridad y despachó el primer acto en 90 minutos, unos 40 menos que James Levine hace pocos años en el mismo podio. El día anterior, lunes, se puso en escena «El holandés errante», producción estrenada el año pasado, pero a diferencia de lo que sucede tradicionalmente en este Festival, en lugar de madurar parece volverse obsoleta. En un decorado único -un interior cóncavo biedermeier dividido diagonal y simétricamente por una gran escalera para parcelar ambos mundos, el real y el onírico- se encajan los tres actos de la saga marina. Es una versión psicosurrealista como sueño infantil de Senta (A. Dugger) con numerosos elementos simbólicos y simetría de personajes, como Daland (J. Ryhänen) y Holandés (J. Tomlinson). La acentuación de tal planteamiento disgustó a buena parte del público. A ello se unió una discreta interpretación solista y orquestal. Irritante, la lánguida batuta de Marc Albrecht, que puso sordina a la orquesta. Se desdramatiza así el drama, reciclado cerebralmente como simple relato psicoanalítico con coro (magnífico) de marionetas. Al contrario que el año pasado, el director escénico Claus Guth recibió aplausos con sonoras muestras de protesta. |