Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
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Parsifal de Schlingesief/Boulez (artículo en Mundoclasico)
De: Angel Riego Cue
Fecha: 12/09/2004 23:53:22
Asunto: Parsifal de Schlingesief/Boulez (artículo en Mundoclasico)

Hoy publica Mundoclasico.com una crítica del reciente "Parsifal" de Bayreuth de este año. Dado que me parece interesante lo que cuenta, y que dentro de unos días el link va a ser "de pago", mejor poner el texto completo, aunque es muy largo, que no solamente el link:

http://www.mundoclasico.com/critica/vercritica.aspx?id=d0fbd164-eaaf-4d98-baf4-7719f96e1a1d

Prima la música

Bayreuth, 26.08.2004. Festspielhaus. Parsifal, Bühnenweihfestpiel en tres actos de Richard Wagner (estreno, 26 de Julio de 1882, Bayreuth). Dirección escénica: Christoph Schlingensief. Escenografía: Daniel Angermayr y Thomas Goerge. Vestuario: Tabea Braun. Dirección técnica: Karl Heinz Matitschka. Diseño de iluminación: Voxi Bärenklau. Iluminación: Ulrich Niepel. Video: Meika Dresenkamp. Dramaturgia: Carl Hegemann. Mäscaras: Inge Landgraf y Raimund Ostertag. Elenco: Alexander Marco-Buhrmeister (Amfortas), Kwaungchul Youn (Titurel), Robert Holl (Gurnemanz), Endrik Wottrich (Parsifal), John Wegner (Klingsor), Michelle de Young (Kundry). Coro del festival de Bayreuth. Director del coro: Eberhard Friedrich. Orquesta del Festival de Bayreuth. Director de orquesta: Pierre Boulez. Festival de Bayreuth, 2004

Eduardo Benarroch
Qué desconcertante es llegar a una función de opera muy esperada y encontrarse con avisos distribuidos por todo el teatro rogando el espectador que por favor se comporte bien ya que si se enoja con la produccion eso le hará mal a los miembros del elenco. Este comunicado fué firmado por ?algunos? de los miembros de varias operas que se estan dando en Bayreuth este año. No todos los miembros del elenco de Parsifal firmaron, por lo tanto ellos tienen la piel mas dura o son artistas profesionales que no son afectados por nada que les tire el espectador, o necesitan verduras y cuantas más les tiren mejor saldrá el cocido.

En realidad esta inusitada maniobra del Festival, pues debe ser considerada así, sólo sirve para subir la adrenalina del público y la expectativa de algo escandaloso. ¿Qué habrá sucedido para que hubiera tal pedido de los artistas y que sea Wolfgang Wagner quien firme la carta y se la comunique a los espectadores?

Hmmmmm, diría Gurnemanz......

Ha habido mucha cobertura en los medios de comunicación de esta première, y a propósito quien les escribe no ha leído nada ni ha escuchado más que pocos comentarios, detenidos enseguida porque ?no deseo escuchar nada por favor antes de la funcion?

O sea, esta nota es el resultado de una mente abierta a lo que se le ha ofrecido ayer, tratando de analizar qué es lo que se ha ofrecido y comprenderlo, tratando también de transmitir al lector qué es lo que significó para quien escribe y por qué.

Para hacer un análisis mucho más autoritario y más justo sería necesario ver más de una función, pero dado el sistema de entradas en Bayreuth y el mundo operístico entero, y la gran escasez de entradas para este espectáculo, eso fué imposible. Además, Schlingensief nunca hace dos funciones iguales, asi que ese sistema tampoco valdría. Cartas, quejas y comentarios de los lectores al sitio usual, y la direccion privada de quién escribe se encuentra en toda guía de teléfonos de Londres.

Bayeruth bajo Wolfgang Wagner siempre se caracterizó por puestas de directores modernos y también por haber invitado (la primera invitación fué debida a su hermano Wieland fallecido en 1966) a un provocador. Este hombre es muy impaciente con el establishment wagneriano, no respeta niguna tradición wagneriana e introduce elementos que destruyen las preconcepciones de toda la música de Wagner. Este hombre, que en su momento recomendó que se deberían quemar todos los teatros de ópera, es un intelectual de primera, un filósofo profundo, un músico sin par y además una persona agradabilísima de tratar. Es claro que no se está hablando del régisseur de Parsifal sino del director de orquesta, el gran maestro Pierre Boulez, por donde esta nota debe comenzar obligatoriamente.

Todo lo que hace Boulez es valioso, cuán valioso depende del gusto y conocimiento del oyente, pero si se habla de repertorio, no hay obra que Boulez dirija en forma similar a ningún otro director. Mejor dicho, no hay ningún director que dirija como dirije Boulez.

Y aquí no se habla de mejor o peor, q ue es otra cuestión, la cosa es ¿cómo dirige Boulez? Para alguien que lo viene siguiendo desde los años 60 con impaciencia al comienzo y luego con creciente entendimiento y admiración de su arte, la forma en que Boulez ha seguido una trayectoria musical recta e intachable es algo muy inusual en el mundo de la música.

Creo que fué Montesquieu quien dijo que es más fácil encontrar una gran mente que una gran alma. Pues es posible que con Boulez se haya solucionado el problema porque en su madurez (cumplirá 80 años en 2005) ha encontrado la serenidad musical, pudiendo usar su cerebro (de frialdad impecable) y su corazón simultáneamente, como fué el caso en un memorable Das Lied von der Erde en Berlin hace unos años. Hubo muchos otros ejemplos, pero ése vuelve a la memoria muy rápido.

No creo que haya otro director de orquesta del momento o del pasado que deba ser citado en forma obligatoria por todo musicólogo que escriba una nota o un ensayo sobre Parsifal. Ha habido grandes interpretaciones de esta obra y se puede citar a Knappertsbusch como una, pero nadie lo cita en cuanto a análisis musical. Boulez es un caso único, su breve análisis en su libro Orientations no deja títere con cabeza porque tira todas las preconcepciones por el suelo con un análisis lógico en el mejor estilo francés.

?Si Parsifal no fuese más que una fábula de su época nuestro interés en ella hoy sería limitado? explica Boulez, por lo tanto Parsifal no es una celebración teatral de un culto ficticio sino la presentación de una idea metafísica presentada en forma de caricatura religiosa. ?Ofende a algunos y divierte a otros?, agrega Boulez. La obra tiene que ver con la privación del estado de gracia divina y el dolor y remordimiento que ello causa al carácter afectado (?Amfortas?) que necesita del sustento que le comunica el contacto con su creador.

Pero ¿qué és Parsifal como obra? ¿Es una ópera o es un oratorio? Podemos dejar de lado la definición operática, ya que Wagner la describió como Bühnenweihfestspiel y eso la sitúa en un terreno de forma musical diferente.

De acuerdo a Boulez, la tradición que sigue Parsifal se remonta a Schütz y a Monteverdi y es una síntesis de pasión y de ópera, de Bach y el Mozart de Die Zauberflöte, o sea, una presentación simultánea de un espetáculo real y otro imaginario en escena.

En cuanto a la presencia de cromatismo y diatonismo, que coexisten en forma dual, también pueden ser explicado remontándose al pasado, en particular a los madrigales de Monteverdi y Gesualdo que usan los mismos símbolos. El cromátismo simboliza la oscuridad, la duda y el dolor, y el diatonismo la luz, la afirmación y la alegría.

?Parsifal no es una ópera sino una Pasión? anuncia Boulez. Y procede a demostrar hábilmente su tesis con frialdad y exactitud. Pero lo más interesante de su breve análisis, que como todo genio puede ser expresado en síntesis, es que se refiere a la ?inestabilidad tonal? de la obra. Otro analista de gran valía, Arnold Whittall, también cita a Boulez y cae en similares conclusiones.

La simplificación del lenguaje orquestal se debe, tambien según Boulez, a que Wagner redujo la sonoridad orquestal porque tenía conocimiento práctico de la acústica del nuevo teatro en Bayreuth que le permitieron hacer uso de sonoridades mezcladas y puras, y me gustaría concluir esta sección con un pensamiento directo a la yugular de todo aquel que se acerca a una obra de arte con preconcepciones: ?la obra presenta novedades para todos los que deseen novedades, o busquen lo desconocido. ¿De qué nos sirve algo que está sepultado en el polvo del pasado??

Aunque la obra comienza y termina en la misma clave (la bemol mayor), no se siente un sentido de cierre, se espera algo más como se siente en el comienzo en el ’Amén de Dresde’ y sus varias variaciones. En realidad en Parsifal, y en Wagner en general, motivos diatónicos tienden al cromaticismo mucho más que los motivos cromáticos al diatonicismo y por lo tanto como dice Whittall, el diatonismo se disuelve en cromatismo más que el cromatismo en diatonismo. En varios lugares de la partitura es posible ?sentir? una tonalidad a través de su acorde dominante, incluso si la tónica no está presente. Pero ¿es una dominante, una dominante de verdad, si la tónica no se encuentra presente? Eso es algo teórico que no viene a este caso.

Boulez escribe que los ?tempi tienden a fluctuar mucho en lo que llamo los recitativos, o sea la acción, pero son más fijos y estables en los pasajes de reflexión, o sea los comentarios?. Es imposible analizar Parsifal sin tener en cuenta la relación entre tonalidad y tempos que nos lleva a la interacción entre el texto y la música. El rol principal de las relaciones tonales es afirmar la estructura y la función de los motivos pero sin dar demasiado significado en todo momento al simbolismo tonal. Por ejemplo Whittall cita que no hay relación entre las Mujeres Flores y los Caballeros del Grial, aunque los dos usen la bemol mayor. Es lógico darle un valor musical mayor a esta obra especialmente cuando se cuenta con el máximo exponente de ella en el podio, Pierre Boulez.

Recuerdo en 1966 a los críticos airados que escribían que Boulez había ?despachado? el primer acto de Parsifal en 1 hora y 35 minutos. En 2004 duró exactamente lo mismo. El análisis musical de Boulez es como los axiomas de Spinoza, una vez demostrados no hay necesidad de hacer ningún cambio porque son completos en sí mismos. Mucha gente comentaba que una semana atrás James Levine había dirigido Parsifal en Munich y el pimer acto había durado 2 horas y 30 minutos. Una variación de tal magnitud puede ser analizada por el lector en forma simple. Tómese la partitura orquestal y márquense los tempi a través de toda la obra en la versión de Boulez y luego repítase el proceso con Levine o con cualquier otro. Y luego, si mantiene algo de energía en reserva, léase al detalle el capítulo marcado ’Parsifal’, en el libro Orientations, de Pierre Boulez, y allí se encontrarán algunas de las citas escritas más arriba.

Aunque Richard Wagner escribió el libreto de Parsifal con anterioridad a la ópera y lo publicó por separado, es inconcebible calificarlo como una obra literaria. Sin la música, Parsifal es una estructura vacía incapaz de sostenerse por sí misma. Por esa misma razón es inconcebible comenzar una crítica de esta obra (con Boulez al podio) sin dejar de referir al lector a los puntos claves que la definen y que han dado paso a terribles errores de concepción.

Si la aparente conclusión, o cierre, en la bemol mayor nos deja todavía en la cabeza un gran signo de pregunta, es obvio que la tarea de responder a estas preguntas debe recaer en el régisseur, quien es el responsable de la presentación dramática. Es el (o ella) quien deberá explicar de donde nacen esas preguntas y hacia dónde llevan al drama, que por definición va mas allá de la música, pero sin la cual no puede existir. ¡Vaya tarea...!

Cuando se anunció hace mas de un año que Christoph Schlingensief estaría a cargo de la nueva produccion de Parsifal, un notable director de un teatro de ópera muy importante de Alemania exclamó: ?deben estar locos?..... Porque Christoph Schlingensief es un director de teatro de cierta reputacion por ser hombre que hace una sola cosa, que pone una idea encima de otra, sus obras son variaciones constantes de un mismo tema y quizás un amontonamiento constante de ideas. Él mismo dice que cuando se le ocurre algo lo impone en la próxima funcion; su próxima funcion será una acumulación de ideas de muchos años, algunas permanecen, otras son descartadas.

Se dice aquí en Bayreuth que la ultima función de la serie (que es la que se comentará a continuación), no tiene nada que ver con todas las primeras.... pues, buena suerte o mala suerte, ¿quién lo sabe? Ya el año pasado, al anunciarse a Schlingensief, decidí ver la última función, porque pensé que llegada la última habría una acumulación de ideas ausentes en las primeras. Es obvio que sucedió así.

Aquellos que deseen leer (en alemán) algunos de los pensamientos del dramaturgo Carl Hegemann, surgidos de los ensayos de Parsifal, lo pueden hacer en la web del Festival, donde han sido escaneados y copiados. Allí hay referencias a Beuys, y a ?la luz al final del túnel?, que es vista en forma intensa al final de la ópera y que puede ser vista como un ?nacimiento?. Nada del análisis que sigue a continuación se desprende de este ensayo sino de la impresión recibida a través de la función vista en escena.

’Parsifal’ es el falso profeta que restaura el status quo ante, pero ¿qué es lo que restaura? ¿La situación corrupta que llevó a ?Amfortas? a su caída moral?, por lo tanto lo que deja Parisfal al final es una situación destinada al fracaso. ¿Un recomienzo á la Priestley Dangerous corner que pasará por el momento crucial y lo evitara? No, al menos eso es lo que nos dice el intenso bagaje político de Schlingesnief. Y ¿por qué nos dice que no? Porque la liebre (homenaje/cita a Beuys) está muerta y en la parte final la vemos descomponerse, por más que Parsifal haya creado una ilusión no podemos devolverle la vida a la liebre y la situacion es totalmente falsa.

El primer acto es una gran creacion. Con un mensaje simple y coherente. Es antireligioso, desenmascara la hipocresía de la religión y de las religiones que aprisionan a quienes creen en ellas y los encierran en rituales. Por eso el escenario (ecléctico) es una mezcla del Hollywood de Sunset Boulevard y Casablanca, con una torre de observación (donde nadie sube y desde donde se observa nada) estilo campo de concentración, con muchas imágenes proyectadas sobre la misma escenografia (que llegan a confundir al espectador pero nunca a aburrirlo).

Hay imágenes increíbles por la ternura y el poder de imaginación; por ejemplo la primera aparición de ?Kundry?, que es precedida por una imagen laser holográfica que se desarrolla sobre el centro del escenario como una gigantesca flor de dentro de la cual sale ?Kundry?. Más adelante el primer lamento de ?Amfortas? es abstraído por un telón traslúcido que cierra toda la escena y sirve para proyectar sombras e imágenes desde el fondo del escenario. Allí vemos que lo que lamenta y sufre ?Amfortas? no es su herida, sino lo que ha sucedido en el mundo, la opresión de las minorías, el Holocausto.... y si algún lector se cansa siempre de que se introduzca el Holocausto en tanta opera, pues hombre, no venga a ver opera en Alemania y punto.

Pues aquí en Alemania es donde ha tenido lugar ese terrible y traumático proceso de exterminación sistemática, con la complicidad de otros poderes exteriores. Y allí pone el dedo Schlingensief a través de ?Amfortas? (sólo un régisseur alemán puede sentir ese sentido de culpa, repulsión y vergüenza y expresarlo asi). En un momento el teloncilo blanco que cubre el todo el frente del vasto escenario refleja el alambre de púas de los campos de concentración; en otro momento mágico (realmente mágico pero muy irreverente) juega con proyecciones sobre el costado derecho y alli vemos al ?pequeño Amfortas? como si estuviera en una cuna rodeado de dos reyes magos.... para un cristiano es una imagen dura, tanto como para los africanos o los hindúes es ver la figura del hechicero proyectada en forma gigantesca durante la introducción orquestal con que ?Gurnemanz? y ?Parsifal? entran al recinto del Grial. Este hechicero está en trance y con una risa brutalizada y brutalizante (y terrorifica) muestra un gallo degollado como sacrificio a todos los creyentes ..... (¿público incluído?).

Schlingensief ha puesto el dedo en muchas llagas. Ya que Parsifal es una obra eclécticamente religiosa (o que al menos se las da de religiosa), Schlingensief le tira todas las religiones una encima de la otra o al costado, o por encima, en fin por todos lados. No hay escape. ¿Usted quiere religión? pues aqui las tiene todas, le dice Schlingensief. Elija usted si se atreve.

Otro aspecto verdaderamente acertado, pero repugnante desde el punto de vista visual (y de estómago, por favor no vea esta ópera inmediatamente después de comer), es la proyección sobre el fondo del escenario de microbios y virus gigantescos que muestran como se desarrolla una infección en la sangre y en el cuerpo. Es muy instructivo y revela un aspecto obsesivo de Schlingesief, como si tratara de decirnos que esto es algo que está muy dentro de nosotros y que debemos reconocerlo y extirparlo de dentro de todos nosotros. ?Que todos nosotros tenemos la misma herida de Amfortas? y que deberíamos reconocerlo y hacer algo para liberar al mundo de esa vergüenza, que no tiene nada que ver con el sexo entre ?Amfortas? y ?Kundry? (y más de eso más adelante).

Es como un happening de los años 60, que ha sido muy criticado por haber sido visto ya en JesusChrist Superstar y obras por el estilo, pero si es así (viéndola una sola vez es imposible de juzgar ese punto de vista), es la primera vez que se aplica esa idea a Parsifal.

Pero, ¿qué hace este ’Parsifal’ a traves de esta opera que Boulez califica como pasión? Pues en medio de este inmenso escenario viene a audicionar como actor joven y sin experiencia alguna para la parte de Salvador, en medio de montones de extras, ¿será él el delegado que les conseguira trabajo y sustento? Por eso cuando se rebelan contra ?Amfortas? lo hacen porque ?Amfortas? no les consigue trabajo y se están muriendo de hambre, Grial o no Grial. Cuando aparece la música del Grial se proyecta la imagen de un prado con hierbas y flores en medio de las cuales hay una tiernísima liebre (Beuys). Parsifal les da la oportunidad de firmar un nuevo contrato de trabajo, ¿a costa de la liebre? ’Gurnemanz’ es el viejo actor que siempre está en todas las peliculas y ha trabajado en Hollywood desde sus comienzos, se las sabe todas, sabe las tretas de iluminación, de cambios de escena y con eso trata de impresionar a ’Parsifal’.

Dicho sea de paso, esta idea de Parsifal en un teatro no es nueva, y ha sido vista hace pocos años en Cardiff en la puesta de Silvio Purcarete, pero sin la imaginación exuberante que muestra Schlingensief.

Si el primer acto es visualmente una cachetada a la religión y a la hipocresía, el segundo es un trompazo al racismo. El escenario giratorio permanece girando a ratos durante toda la ópera, mostrando diferentes planos de proyección cambiantes en todo momento. Hay veces que las imágenes son nítidas y se pueden discernir facilmente, en otros, es una impresion de efectos luminosos que de vez en cuando dejan ver alguna que otra figura en forma de esbozo como en el primer acto la figura de ’Parsifal’ siendo bañada en plumas de aves blancas, sin duda de los sacrificios del hechicero en trance religioso. Durante este acto vemos imágenes tristísimas de niños africanos muriéndose de hambre y de enfermedades como el SIDA, ¿será esa otra de las muchas cosas que nos trata de pasar este régisseur a través de sus imágenes? ¿Es el virus de ?Amfortas? que es transmitido a Africa o es el virus africano que contagia a ?Amfortas??

?Klingsor? es negro como el betún y su única vestimenta es un taparrabo y un sombrero de tres picos estilo juglar. Mejor dicho es verde oscuro betún, así que si hay miembros de una raza verde, por favor, no se ofendan. Pero si aún se supusiera que es negro, la idea es extraordinaria porque ?Klingsor? es una víctima y victimizador. Es el típico gobernante originado y creado por los poderes occidentales que les sirve de excusa para despojar y saquear al continente africano de todo, hasta tolerando la masacre de sus propios pueblos. Siendo ?Klingsor? verde es posible entonces crear un nuevo conflicto. ?Titurel? no lo aceptó en la hermandad porque es de otro color y los caballeros del Grial son unos racistas que quieren todo el trabajo de actores para ellos y se toman los mejores roles. Transfiérase esta idea al mundo politico y tiene mucho sentido.

Lo unico que puede hacer ?Klingsor? para mantenerse en el poder, y de paso mantener sus contactos con el mundo blanco, es crear un mundo artificial que oprime a su pueblo pero que sirve de trampa para engullir a muchos occidentales que caen porque también son amorales. Véase el caso recientemente difundido por los boletines informativos de un personaje inglés notable y muy rico y blanco implicado en Sudafrica en el tráfico de armas y de golpes de estado y la justificación se hace sola. Si el show con los caballeros y damas flor que produce ?Klingsor? es menos elaborado que el que produce el hábil ?Gurnemanz?, es porque no tiene los medios técnicos de aquél, pero tiene una arma secreta y es la bella ?Kundry? que hasta ahora siempre ha dado resultado. ?Kundry? representa el sexo, la violacion de un continente por parte del mundo blanco.

¿Cuál es el arma de Klingsor?, una lanza muy valiosa, ¿cuál es el arma de Parsifal?, otra lanza exactamente igual, pero falsa. Ambos llegan a enfrentarse y ?Parsifal? lo engaña cambiándole la lanza, como los blancos conquistadores saqueaban las riquezas de África (y en Sudamérica no olvidemos) a cambio de objetos sin valor alguno. Engañado, ?Klingsor? se escapa montado en un proyectil que despega del fondo del escenario con grandes llamaradas. Ya sabes donde encontrarme, dice ?Parsifal? a ?Kundry?... ?del otro lado del mundo en Hollywood y allí te daré trabajo?. Y qué coherente que ambos decorados, el del primer acto en el mundo occidental y el del segundo en Africa sean similares y ambos asemejen campos de prisioneros (¿de concentracion?) con la torreta de observacion....., encerrados ..., limitados..., sin poder pensar....

El tercer acto encuentra a los actores extras sin trabajo y sin sustento, estamos de regreso en Hollywood y hay una huelga, todos se están muriendo de hambre porque el Banco Grial no paga, el cajero ?Titurel? se ha muerto y su hijo no quiere seguir haciendo de banquero miserable porque se ha dado cuenta de lo que el Banco Grial (¿o será Estudio Grial?) realmente significa, y el mal que hace a otros a costa de alimentar a los extras. Ahora sí podemos ver realmente quién es ?Kundry?, que no es una bella mujer blanca, sino una gordota negra betún, una caricatura de ciertas mujeres negras de grandes traseros que se la pasan lavándole los pies a los extras, ése es el único trabajo que le ha conseguido ?Gurnemanz?. ?Dienen? adquiere una dimensión realmente nueva en este contexto.

Llega ?Parsifal? y se encuentra con los estudios cerrados y las escenografias totalmente amontonadas, hasta los obreros están todavia moviendo escenografías de aquí para allá durante el acto. De vez en cuando Schlingensief nos juega tretas (¿aún mas?) y suspende los juegos lumínicos. Al hacerlo se ven los decorados desde atrás, con trozos de madera que sostienen paredes que no lo son, con innumerables paneles y falsos minaretes y columnas de peliculas olvidadas. ¿Usted queria ver la realidad?, pues ahí la tiene. ¿Qué feo, no? Y, ¡qué aburrido!, pues pongamos las luces que nos hacen ver todo de forma diferente......

A todo esto ?Amfortas? se ha enardecido y se quita sus ropas para mostrar una herida que en realidad no se puede ver, y cuánto se parece a ?Klingsor? cuando lo hace. Llega el nuevo cajero ?Parsifal? y reabre el Banco Grial, el mundo occidental esta salvado, ¿a costa de qué?, de la opresión y muerte de otras razas y de la naturaleza, la preciosa liebre al menos murió como lo hacen todos los animales, con paz y con dignidad. Ojalá los humanos pudiésemos decir lo mismo. ?Parsifal’ era tonto, ahora es banquero.

?¡Kitsch!?, gritó una señora desde la platea. Seguro que esa señora entendió que la tiranía tiene mucho de eso. Que Hitler, Mussolini, Stalin, Mao, Kennedy, Reagan también fueron y emplearon kitsch para distraer la atención de los problemas reales.

Aparte de la extraordinaria, luminosa, mística lectura de Boulez, la orquesta inspirada respondió con sonidos de ?otros planetas? (lean Stefan George), parecía mentira que esta fuese la misma partitura llena de pozos, baches, largos espacios vacíos. Boulez de un manotazo (dirige sin batuta) le sacudió el polvo y nos dejó ver una figura esbelta, hermosa, una Venus de Milo donde antes se veía una roca deforme. Y para aquellos que loan a Gergiev y el movimiento de sus dedos al dirigir, por favor vean qué es lo que hace Boulez con sus manos.

Había momentos en que uno quería levantarse a gritar bravo, la orquesta danzaba al compás de una nueva música, las niñas flor bailaban un vals (esta escrito en 3/4 y es un vals...), y los semitonos árabes de la música sonaban realmente auténticos, al igual que los hace sonar así en su incomparable versión de Sheherazade publicada en CBS (al frente de la Orquesta Sinfónica de la BBC con la exquisita Heather Harper, una de las cantantes favoritas de Boulez). Esto no es dirigir en forma técnica sino interpretar una partitura en forma completa. Hay quienes analizan la partitura desde un punto de vista musical convencional y hay un solo director que la refresca enfocándola de forma diferente.

Demos un sólo ejemplo fácil de describir. Boulez explica (no en su libro Orientations) que cuando Wagner marca lento, y luego marca lento nuevamente, etc., etc., los lentos no se acumulan sino que (como en rubati) el tempo vuelve al tiempo original, de modo que los lentos no se vuelven lentisimos y superlentisimos, sino que siguen lento. La justificación de tal procedimiento (y otros demasiado complejos para analizar aquí) la dan los tempi originales de Herman Levi en 1882, comparados con los de Boulez. En 1882 la duración de los 3 primeros actos fué: 107?, 62? y 75?, en 1966 (con Boulez), 100?, 61? y 70?. En la función aquí descrita los tiempos fueron: 95?, 60? y 70?.

¿Quizás se perdió solemnidad, piensa algún lector? La hubo, si eso es lo que se busca, pero lo que hubo y en dosis gratificantes, fueron músculos donde antes había tejidos sin fuerza, sin usar. Esta fue una lectura llena de ideas nuevas, vigorosas como las de un atleta que sobrepasa a todos sus colegas dejándolos atrás en la maratón olímpica.

Y no se perdió detalle tampoco, porque Boulez es un maestro de la estructura y del detalle orquestal. Wagner en su deliciosa orquestación da pie a que la lectura de Boulez se luzca porque es inevitable, porque el oyente descubre aspectos nuevos que jamás sabía que estaban contenidos en una obra tan familiar.

No he escuchado todavía la grabación de la primera función, que marcó la inauguración del festival en el mes de julio, pero según las fuentes extraoficiales del festival, el elenco cantó mucho mejor en la última función, sin las presiones de enfermedad (que hubo) o de bajo ánimo dadas las quejas y abucheos. Y de paso otra virtud de la lectura de Boulez es que Parsifal no adquiere dimensiones colosales de aguante, sino que se vuelve una ópera más de Wagner, como Lohengrin, o Tannhäuser, o Tristán e Isolda.

Sea como sea, el elenco satisfizo en su mayor parte. Alexander Marco-Buhrmeister calzó muy bien en la parte de ?Amfortas? con voz sufriente y expresiva pero no quejosa y lamentosa, que busca la piedad fácil. He aquí un cantante que hasta hace poco interpretaba papeles menores en este mismo festival y que ahora ha sido descubierto como un elemento valioso.

Gustó mucho, como siempre con este excelente cantante, el ?Titurel? de Kwangchul Youn, lleno de autoridad, impaciencia y hasta desprecio por su hijo.

En cierta forma Robert Holl es un prisionero de su voz, es una voz que no expresa mucho pero es un excelente cantante de timbre nasal que favorece a Hans Sachs más que a ?Gurnemanz?, que requiere (en mi opinión) una voz más neutral con cierto elemento de calidez (como Franz Crass o como Hans Sotin). De esa manera puede sostener sus largos monólogos con un interés que en este caso disminuyó en cierta medida. Pero que Holl es un muy buen cantante no cabe duda y esto puede ser un problema de quien escribe y no de la mayoría de los oyentes.

Mucho se habló fuera del festival de Endrik Wottrich, quien hizo declaraciones públicas desatinadas y contradictorias. Una vez más se probó que los músicos deben ser tomados en serio cuando hacen música, y que cuando no están involucrados en su profesión dicen tonterías como cualquier hijo de vecino. Como cantante, Wottrich siempre me gustó desde que lo escuché en su debut como ?David? en Los Maestros Cantores, expresando en su oportunidad que su voz contenía la posibilidad de un ?Walther von Stolzing?, realizada en Stuttgart el año pasado con mucho éxito y ahora como ?Parsifal? también con éxito. Su voz de tenor brillante, casi estentóreo y bien al frente de la máscara, sumado a un color oscuro típico de los tenores líricos wagnerianos, hicieron de su ?Parsifal? una figura muy creíble y siempre en rol (dentro de la producción).

Dudo que hayan muchos cantantes que acepten embetunarse de pies a cabeza y vestirse solo con un pequeño taparrabo y un sombrero estilo juglar (de tres picos con bolas) para interpretar un rol tan crucial como ?Klingsor?. Pero ya hemos visto en Cardiff a un ?Klingsor? homosexual travestido, así que esto no es una novedad para quien escribe. Lo que sí fué una total novedad fué la forma en que ?Klingsor? oscila entre la brutalidad y la servilidad, un típico tirano de pacotilla que sirve a sus amos y oprime a sus súbditos. El lector sabrá encontrar similitudes de acuerdo a su gusto político. John Wegner cumplió con la tarea arriba descrita con entrega total y muy buen canto, una voz temible y expresiva.

La ?Kundry? de Michele de Young había sido criticada por falta de expresión (algo oído por entretelones), sin embargo no encontré tal problema. Su voz siempre en la nota, incluso en las partes extremas del segundo acto; aunque una soprano las toma mucho más fácilmente desde arriba y no desde abajo. Pero si se requiere color oscuro y no se cuenta con Violeta Urmana, pues De Young provee lo necesario con creces, además de ser una buena actriz dentro de las limitaciones de lo requerido en esta producción. Y más de eso, más adelante.

Excelentes todas las Mujeres Flor, de voces ensoñadoras, y qué sutiles que suenan con tempi valseados y decadentes (no por nada Ravel concibió La Valse). Excelente como en sus anteriores ocasiones, Simone Schröder en la parte de solo contralto, y sensacional el coro en todas sus secciones que se movieron con sonidos como si fuese la mejor seda etérea entremezclándose con la orquesta en la atmósfera liviana del auditorio totalmente embelesada y concentrada en la acción.

Hay que felicitar al iluminador Ulrich Niepel y al creador de efectos técnicos Karl-Heinz Matitschka, y al diseñador de efectos luminosos Voxi Bärenklau, por el inmenso trabajo de crear efectos luminosos en toda la escena. Y conste que se usó todo el inmenso escenario de este teatro, que tiene una profundidad de 43 metros y está usado en su totalidad:ancho, alto y profundo

Y aquí otro comentario. ¿Régie?

Hmmmmmm, como diría ?Gurnemanz?

Es difícil de hablar de régie, o de Personenregie, en una producción que por definición es de imágenes. Los personajes son en este caso adicionales a la acción, no son centrales y por lo tanto no se requiere Personenregie porque no es necesario, ya que no sería vista.
Hay movimientos en escena pero no hay caracterizaciones, a no ser que se esgrima una concepción dramatúrgica de lo que se ve, en ese caso todo tiene sentido. Es difícil, pero es posible hacerlo. Sólo se requiere una mente abierta y nada ni nadie que impida el paso a la entrada.



13.09.2004



De: wehwalt
Fecha: 13/09/2004 2:45:06
Asunto: RE: Parsifal de Schlingesief/Boulez (artículo en Mundoclasico)
Totalmente de acuerdo, interesantísimo artículo. Me recuerda a una cita de Borges:

"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..."

El Aleph, J. L. Borges