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M. Salminen contra charlatanes y falsificadores. |
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Hola, amigos: Aquí os adjunto el final de una columna aparecida en El País con motivo del próximo estreno de la versión original de Boris Gudonov en el Liceu, cuyo papel principal será cantado-interpretado por el gran wagneriano Matti Salminen: A lo largo de su carrera, Salminen ha trabajado con grandes directores de orquesta y de escena, pero también ha topado con "muchos CHARLATANES que experimentan con una ópera sin sabernada de la obra". No los soporta, aunque evita dar nombres. "En la ópera, como en todo arte, hay que IR hacia DELANTE, pero SIN FALSEAR falsear lo que está escrito en la partitura. Lo difícil es decir algo nuevo, demostrar inteligencia y fantasía en la puesta en escena de una ópera sin alterar su contenido pero adaptándola a la sensibilidad actual", asegura. Como veis, Matti no comulga con determinados directores artísticos y sus tropelías. Defiende la adaptación escenográfica para hacerla más cercana a la sensibilidad actual SIEMPRE QUE NO SE ALTERE SU CONTENIDO. ¡Cuánta s veces habrá tenido que hacer este hombre de tripas corazón! Ni siquiera los cantantes de su categoría pueden elegir. El director escénico es Willy Decker, el de las sillas de la Tetralogía del Real. Matti califica su montaje de ?muy inteligente?. Esperemos que su escenografía sea del tipo B (de acuerdo con la encuesta sobre escenografías que estamos haciendo en otra conversación), ya que pedirle una de tipo A (como la espléndida del Mariinsky, con V. Gergiev) a este señor es como pedir peras al olmo. Yo me conformaría con que las sillas se las haya dejado en Madrid, aunque me da mala espina el hecho de que la ?portada? de esta ópera sea precisamente una silla (supongo que simbolizará el trono del zar), ya veremos... Un cordial saludo wagneriano. Rex. |
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Lo del señor Decker con las sillas parece ser una obsesión. El trono del zar es una silla de cocina de color dorado ¡de más de cuatro metros de altura! a la que el pobre Boris (y al final de la obra, su hijo) es encaramado en varias ocasiones. Y en los cuadros cuarto (la posada) y séptimo (la asamble de boyardos), los miembros del coro aparecen cada uno con su silla correspondiente llenando el escenario con las mismas. Las paredes (y el telón) simulan ser de hierro herrumbroso (supongo que para simbolizar la corrupción del poder ruso) y por el vestuario de los personajes no queda claro en qué época se ha querido situar la acción. A veces parece que sea en los años inmediatamente anteriores a la revolución rusa, el jefe de policía parece vestir como en la época soviética, y las clases altas (los boyardos, el príncipe Shuski y el propio Boris llevan trajes y blazers de lo más actual). Eso sí, el vestido del pobre contratenor que hace de hijo de Boris parece salido de una función de Ana y el rey de Siam. Pero, de todas formas, hemos visto peores puestas en escena en el Liceu. Y, sobre todo, el reparto es muy bueno: con un Salminen inmenso (en todos los sentidos) y un Halfvarson que borda el papel de Pimen. El resto de cantantes tiene en general un nivel muy alto y el coro estuvo bastante bien. La orquesta dirigida por Sebastian Weagle a mí me pareció que sonaba mucho mejor que con De Billy. Espero que todas las representaciones tengan el nivel de la de ayer. Como dato curioso por lo inusual en este teatro, una parte del público estuvo aplaudiendo unos quince minutos después de que ya se hubieran encendido las luces, y ello a pesar de que el telón no volvió a levantarse. En resumen, un Boris muy digno en el aspecto musical y vocal que merce la pena que, si podéis, os acerquéis al teatro de Las Ramblas. Un saluido. Emilio |
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Hola, Emilio Yo voy mañana con dos no-aficionados,¿Crees que disfrutarán como en una versión A o se confundiran?¿Se desdibuja mucho la historia?¿Se hace larga, la representación sin entreactos? ARNAU |
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No tienen por qué sentirse confundidos. La obra original es un poco dispersa en su estructura de siete cuadros (yo, la verdad, prefiero la versión de 1872, no sólo por el "acto polaco", aquí desaparecido, sino, sobre todo, por la escena final, la "escena revolucionaria" del bosque de Krony, que me parece uno de los momentos más intensos de la obra). Pero , como sabes, el Liceu cuenta con un sistema de sobretitulado en catalán encima del telón y un servicio de traducción en cada localidad al catalán, castellano o ingés del texto de la ópera, por lo que no creo que sea demasiado complicado seguir el desarrrollo argumental de la obra. Además, por el módico precio de cinco euros se puede adquirir el programa, que incluyue un resumen argumental con el análisis de los temas musicales, un artículo sobre los cambios que sufrió la ópera a través de los años, un análisis ético de la obra a cargo de Dimitri Shostakovich y un par de textos sobre la puesta en escena. No temas, pues, tus dos no-aficionados disfrutarán tanto como tú. Ojalá que os guste. |
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Se me olvidaba responder a tu última pregunta. En general los asistentes de la zona de mi localidad (platea, fila 6) sí se quejaron un poco de la ausencia de entreactos. La representación dura más o menos 2 horas y media. Para un wagneriano como yo, eso es poco más que el primer acto de Göterdämerung o de Parsifal, por lo tanto lo aguanté muy bien; pero entiendo que no costaba nada haber realizado un intermedio después de la escena cuarta, por ejemplo, y la obra hubiera sido más llevadera para aquéllos que no están habituados - o sea, los no wagnerianos- a permanecer más de dos horas inmóviles hasta que el telón desciende. |
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Gracias, Emilio. Dentro de media hora salgo hacia Barcelona, espero que sea un éxito. Es verdad que no les hubiera costado nada poner un entreacto, pero bueno, Titanic dura más y la aguantaron muy bien. ARNAU |