sección de música clásica, un pequeño despiste - de piernas interminables-, me llevó de bruces contra un estante de una promoción de San Valentín. El golpe pareció afectar mi cabeza ya que,no sé por qué, comencé a recordar el preludio del Tristán - version Fürt -. Entonces me dije que hoy dedicaría una audición de esa pieza a aquellas mujeres que me quisieron y dejé y aquellas a las que quise y me dejaron, a mis amores imposibles, fugaces y tormentosos y a los largos y cálidos - de verano -. En fin, a todas las Isoldas de mi vida. No son muchas.
Ah, y a Mathilde Wesendonk sin cuya colaboración no sabemos si hubiera sido posible todo esto.
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