Antes que nada, infinitas gracias a D. José Bea. Por lo que se refiere a la representación de la Walkyria de Munich del pasado Martes 7/3/2006, en general fue magnífica. Sólo desentonaba la escenografía. Lo único que se aguantaba era el acto primero en el que Sieglinde, una magnética Waltraud Meier era una mujer maltratada que sentada en medio de una cocina cutre no se atrevía casi a socorrer a Siegmund. Hunding magnífico Matti Salminen era un vulgar asesino a sueldo que llevaba su arma dentro de un portafolios y hace manifiesta ante Siegmund su posesión sexual sobre Sieglinde, incluso en un momento dado le dice unas palabras en el oído como "prepárate después". El acto segundo parecía evocar un circo en el que Wottan era el director y Brunilda iba vestida de presentador de circo. En los Hoyotohos se quita el sombrero y hace gestos circenses como queriendo dar a entender que sólo es un payaso en manos de Wottan. Por su parte, para variar, Fricka es una burguesa frívola que evidencia un cierto dominio sexual sobre Wottan, con el que se marca unos pasos de baile. El colmo del ridículo llega con el anuncio de la muerte donde Brunilda fuma en pipa de vampiresa y sentada en medio del escenario. Cuando evoca el Walhalla se deja ver en el fondo una foto inmensa del Festspielhaus de Bayreuth y cuando le dice a Siegmund que la propia hija de Wottan le servirá la hidromiel un sicario vestido de militar (no sé si de la época del nazismo o no, no entiendo de uniformes) con unas alas de ángel negras y una máscara a lo Hannibal Lechter le sirve un whisky y un puro, que Siegmund apaga en un cenicero cuando Brunilda le dice Sieglinde no le podrá seguir. El duelo entre Siegmund y Hunding ralla en lo gracioso. El propio Siegmund rompe la espada y Hunding saca del portafolios una pistola con el cual mata a su rival. Cuando Wottan le dice Geh!, Hunding, ni corto ni perezoso se pega un tiro en la cabeza. Finalmente, el acto III es una sala de oficinas donde las Walkirias con uniforme de administrativas militares aporrean máquinas de escribir, mientras otras hacen señales con luces de dirigir el tráfico aéreo o reciben cadáveres descuartizados en maletas. Cuando llega Wottan se ponen sobre los uniformes unos delantales de la Cruz Roja. Ante el Padre de las Batallas se comportan como autómatas pero cuando éste se gira de espaldas le hacen la burla. Finalmente cuando Wottan coge por primera vez su lanza para invocar a Loge ?hasta entonces la lanza brillaba por su ausencia- éste aparece en forma humana envuelto en llamas reales (supongo que se pondría un traje de estos antillamas) amenazando con abrazar a Brunilda, la cual retrocede aterrorizada. En fin, vivir para ver.
Del reparto, magníficos Salminen y Meier. Ésta última, como dije antes, magnética como cantante y como actriz (y bellísima como mujer, si se me permite). Robert Gambil tiene una voz baritonal, un volumen más que suficiente y presta heroicos acentos al Siegmund, si bien no matiza suficientemente los aspectos más líricos del personaje. Schnaut y Titus más que correctos como Brunilda y Wottan. La primera ha mejorado mucho su emisión y ahora la voz no le vibra tanto como antes (quizás en vivo no se le notan tanto los fallos como por la radio). En todo caso, me gustó más que no en la grabación del CD también en Munich con Z. Meta. Al segundo quizás le falte un punto de potencia, volumen y de mayor trascendencia en el decir. Finalmente, Zubin Metha bordó la parte orquestal con tiempos dinámicos y gran refinamiento en el fraseo. Recuerdo en especial el trepidante preludio del acto II.
En fin, una gran experiencia pese al enésimo despropósito escenográfico.
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