Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
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"Hans von Bülow a la luz de la verdad", avance
De: La Hemeroteca Wagneriana
Fecha: 21/06/2001 12:40:09
Asunto: "Hans von Bülow a la luz de la verdad", avance
Hola a todos,
Hace unas semanas comentaba en este foro que pronto iba a estar disponible en LHW el libro de L. Schemann arriba indicado. Bien, me he retrasado un poco, espero tenerlo listo muy pronto. Mientras os copio un fragmento muy goloso que espero que os guste o al menos os divierta.

Saludos
Francisco Javier
www.geocities.com/la_hemeroteca/wagneriana.html
wagner2000@operamail.com
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BÜLOW Y BRAHMS
No se puede escribir el capítulo sobre Bülow y Brahms sin antes estudiar profundamente la relación Wagner-Brahms. No es un asunto agradable, pero si queremos ser justos con Bülow debemos conocerlo bien. Seremos capaces de entender su lucha en pro de Brahms si tenemos en cuenta lo que Wagner dice contra el compositor e indirectamente contra el propio Bülow.
En pocos lugares, fuera del mundo de la música, se daba con tanta frecuencia la penosa situación en la cual las grandes figuras se detestaban y evitaban encontrarse a pesar de moverse en círculos muy cerrados. No necesitamos dar aquí ejemplos que son de sobras conocidos, pero podemos afirmar que pocas veces se ha dado una rivalidad tan intensa como la que se dio entre Wagner y Brahms, a pesar que los dos maestros podían haber marchado uno junto al otro, más o menos amigablemente, sin interferir en sus respectivas trayectorias.
Esto pensaron los que planificaron la memorable entrevista del 6 de Febrero de 1864 en Viena. Brahms aceptó la invitación que Wagner le hizo y durante la reunión interpretó para el maestro la "Tocata en fa mayor" para órgano de Bach y sus propias "Variaciones" sobre Händel. Testigos oculares informaron sobre el encuentro(6, ver nota), y dejaron muy claro que Brahms causó una notable impresión en Wagner y que agradecido, lo expresó con amables palabras, pero todo se vino abajo cuando cinco años más tarde, Wagner, en un escrito en que comentaba la forma de dirigir de Brahms, dijo en tono irónico que le parecía un hombre "poco amigo de las bromas" y además criticaba su manera de tocar el piano.

¿Qué había provocado este cambio, cual fue la causa que desencadenó la rivalidad entre Wagner y Brahms? Algo que pasó o no pasó, hizo despertar en Wagner esta aversión. Lo primero que no le perdonó unca fue que encabezara la rebelión de los clásicos contra los "nuevos germanos". La palabra "encabezar" es la acertada, porque en realidad lo único que hizo fue encabezar la lista de los firmantes del famoso manifiesto. El verdadero impulsor de todo el asunto fue Joachim. Liszt, que era a quien más se criticaba, no se sintió excesivamente afectado y con su proverbial elegancia se mantuvo distante. Wagner, en cambio, apasionado partidario del "nuevo germanismo", guardó un profundo rencor contra los ofensores, y claro está, entre ellos a Brahms, el cual no tardó en advertir que ésto comportaba una menor comprensión y admiración por su obra. Pero la culpa más grave fue la íntima amistad que mantenía con Hanslick, el más cáustico enemigo de Wagner. El azar jugó también su parte en el proceso de ruptura. Wagner entregó a Cornelius un valioso manuscrito -la reconstruida segunda escena de "Tannhäuser"- y éste, sin permiso del compositor, lo regaló a Brahms, regalo que éste aceptó con gran alegría. Wagner exigió que el manuscrito le fuese devuelto, pero Brahms, que era un gran coleccionista de autógrafos, se negó rotundamente, y sólo diez años más tarde Wagner logró rescatarlo a cambio de una edición de lujo del "Oro del Rin".

En fin, todo este asunto nos parece poco edificante. Pero debe quedar claro que Brahms no quiso participar en la inquina y el rencor que la señora Clara Schumann mostró contra Wagner, y hasta llegó a ser amonestado por no prestarse a colaborar con sus maniobras. Y la viuda del maestro de Bayreuth reconoció, en su por otra parte, glacial tarjeta agradeciendo el pésame de sus amigos de Viena, que Brahms había sido siempre correcto a pesar de su oposición al arte de Wagner. Esta oposición no impidió que reverenciara el genio del maestro y que el día de su muerte mandara una corona.
En cambio Wagner mantuvo siempre una creciente animosidad contra Brahms. Cuando le fue concedido el título de Doctor Honoris Causa en Breslau, Wagner habló de ello con burla y desdén y dijo que prefería renunciar a la Orden de Maximiliano que recibirla al mismo tiempo que Brahms. No es frecuente leer algo tan penoso como las declaraciones de Wagner, que figuran en el tomo sexto de Glasenapp, en las que burlándose, repite varias veces, que la música de cámara de Brahms es aburrida con su "penibile dir niente"; parece que no pensó que probablemente era sólo a él a quien esta música no le decía nada. Estaba tan obsesionado con la inconsistencia de esta música que durante una temporada intentó que el italiano Sgambati se pelease con Brahms; cosa que no consiguió. Lo que sí logró es que Schott de Maguncia editara algo de la música de cámara de Sgambati, pero este maestro siguió siendo tan desconocido como lo había sido antes de que sus obras se publicasen. Parece que a Wagner le costó siempre un esfuerzo referirse a la obra de Brahms y sus comentarios aparecen en el tomo diez de los "Escritos" y se hallan reunidos en la Enciclopedia Wagneriana de Glasenapp. Allí, Brahms, el excepcional maestro, aparece como un compositor endeble y su obra se presenta como un engaño. El homenaje que Brahms rinde a Beethoven al colocar la famosa asonancia de la "Novena" en la última frase de su Primera Sinfonía, fue interpretado como una falta de ideas, como si aquel rico espíritu creador se hubiera apropiado de las de Beethoven. Nos preguntamos qué efecto debían producir tales razonamientos entre los seguidores de Wagner. Antes de que éste tuviera clara cual era su posición ante Brahms se mantuvo la posibilidad de reunir a los dos maestros. Los mejores amigos de Wagner en Viena: Standthartner, Cornelius y Tausig, que tenían una buena relación con Brahms y que admiraban profundamente su música, lo deseaban. La señora Muchanoff, muy apreciada por Wagner, era también una gran admiradora de Brahms. Leví medió entre Brahms y Wagner y más tarde Bülow lo hizo entre Wagner y Brahms. El autor de este libro se introdujo en la música de cámara de Brahms a través de Eduard Reuss y sus amigos. Este wagneriano, admirador y biógrafo de Liszt, era alumno de Bülow y él fue quien le inculcó la admiración por Brahms. Hoy, afortunadamente, se han recuperado las versiones originales de sus obras y por lo tanto las buenas interpretaciones abundan, pero no podemos dejar de resaltar las de Muck en los Festivales Brahms y las de Furtwängler, que siguiendo los pasos de Bülow, a paseado sus bellísimas Sinfonías por todo el país.

Pero en los años decisivos, que son los que nosotros queremos tratar aquí, los de la segunda época creadora de Bülow, todo era esencialmente distinto. La división entre los wagnerianos, que ya se había producido ante Schumann, se produjo de manera mucho más violenta ante Brahms. La mayoría se puso, por lo menos en apariencia, al lado del maestro de Bayreuth y Brahms fue excluido del lugar.
Cuando Siegfried, que no tenía ni la más mínima idea del asunto, (1879) le preguntó al padre si podía tocar las "Danzas Húngaras", la madre, horrorizada, le comunicó a su hija mayor en una carta: "Cosas de las que apenas debería saber el título".
Josef Rubinstein, en aquel tiempo el más cercano portavoz de Wagner, creyó que su deber era hablar mal de Brahms, como había hecho antes con Schumann. La acusación de plagio que Wagner había creído ver en el homenaje a Beethoven, fue increíblemente exagerada en un artículo de las "Bayreuther Blätter" del año 1880. Si Wagner hubiese sido capaz de comprender el homenaje que estas notas contenían, habría visto que estos momentos eran muy "numerosos" en toda la obra de Brahms. En este artículo aparecían expresiones como: "plagio", "copia", "robo", "motivos Beethovenianos deformados","Brahms enmascara el rostro de Beethoven". Parece que Rubinstein ignoraba o pretendía ignorar que los grandes maestros al crear sus obras recordaban a sus geniales predecesores; por ejemplo en Beethoven encontramos a Mozart y en Cherubini nos sale al paso la influencia de Gluck. Además el estilo musical de Brahms es más bien un "antiestilo", un "manierismo", "un arte calidoscópico". El Concierto para piano en re menor, que había cautivado a Bülow y que a través de su interpretación había cautivado al público, era tratado con desprecio y sobre las "Cuatro Piezas" en la mayor, cuya maravillosa belleza no podía ser ni remotamente captada por el pobre Rubinstein, repetía obsesionado que en su Scherzo aparecía de nuevo un tema beethoveniano. Pero lo más increíble lo encontramos en su comentario sobre el "Réquiem". Aquí está: "Completa ausencia del necesario espíritu religioso que un Réquiem debe poseer." Y añade: "Se ha pensado muy poco en la salvación de las almas; tanto el texto como la música son una invitación al placer que hoy en día florece de manera tan exuberante." (!!!) Como pueden decirse tales cosas después de haber oído el segundo coro y el coro final, y además publicarlo en las "Bayreuther Blätter".

La Editorial Glasenapp imprimía con discreción, pero con evidente placer, todo lo que ayudaba a desprestigiar a Brahms y todo lo que Wagner decía en su contra, hasta las indignas bobadas sobre su nombramiento Doctor Honoris Causa en Breslau, y además añadía juicios de su propia cosecha, aunque no creemos equivocarnos al afirmar que sus conocimientos sobre la música de Brahms eran mínimos. Algunos miembros de la guardia personal de Wagner se emplearon a fondo en esta campaña. Al autor le ha llegado la noticia que uno de los más adictos al gran maestro sintió escrúpulos ante tal comportamiento y quiso escuchar por lo menos tres veces el "Réquiem"...naturalmente la obra no le dijo nada; resistir hasta este punto es auténtica fidelidad, pero no tenemos claro si debemos felicitarlo o compadecerlo.
Pasadas algunas décadas esta animadversión y estos enfrentamientos fueron reduciéndose, pero la vieja tradición se mantuvo, por lo menos, en Wahnfried y en sus círculos más cercanos y en las cartas que Wagner escribía a Bülow todavía se calificaba la obra de Brahms como "música imitadora de lo clásico" o "insegura, con una temática torpe construida con un contrapunto poco serio" y "composiciones que navegan por una armonía sin contenido melódico". A Brahms solo se le concedía un dudoso elogio: "Brahms obra con la mayor honradez ya que es consciente de que no debe utilizar su arte para obtener determinadas ganancias". Pero el que merece el primer premio es el Conde de Moulin, cuando dice en el primer tomo de la biografía de Cosima Wagner, (Pág. 967) "recuerdo un cuento infantil en el cual un niño recoge hojas secas en el bosque, las cuales con la luz del sol parecen de oro, pero cuando, llega a su casa ve que solo son hojas muertas." y continua, "cuando Bülow contemplaba las partituras de Brahms brillaban como hojas de oro, pero así que dejaba de hacerlo se convertían en hojas muertas." La fulminante réplica a estas desafortunadas palabras fueron los Festivales del Centenario, la grandiosa edición de las obras completas, los conciertos que han llevado su música por todo el mundo y la infinita literatura que sobre Brahms existe. ¿Creen que no es suficiente?.

¿Suficiente? ¡Más que suficiente!. Pero no fue posible evitar que las sonoras y agresivas críticas influyeran en las mentes de personas fáciles de sugestionar que pasaron a engrosar las filas de los wagnerianos. Así resultó que parte de ellos -¡por suerte no todos!- cometieron con Brahms los mismos pecados que, según su parecer, cuando se cometían con Wagner eran imperdonables. Con ésto dieron un triste espectáculo, el de su incompetencia artística y el de la absoluta dependencia que dominaba sus decisiones, pero el resultado fue que en vez de perjudicar a Brahms, con su ciego "jurare in verba magistri", los perjudicados fueron ellos ya que se autoexcluyeron de una parte importante de la historia musical alernana.Quedó claro que despreciando a Brahms, ignorando su valía y su trascendencia quedaron fuera de una sociedad que no quería renunciar a Brahms y por supuesto tampoco a Wagner.
Cada vez más los wagnerianos independientes y liberales consideraban que las subjetividades de su maestro no eran artículo de fe, ante ésto se sentían empujados a una secesión y creían que su guía natural debía ser Hans von Bülow. El entendía que ponerse al servicio de un músico de la grandeza de Wagner requería un compromiso que lo obligaba a ser el eficaz intérprete de su arte; pero él antes que nadie, dio ejemplo de como bajo determinadas circunstancias debía mantenerse la propia autenticidad aunque fuese ante la excelsa grandeza. Así pregonó sin titubeos la importancia de Brahms que Wagner rechazaba.

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6 El texto de dicha información, redactado por Schönaich, hijastro de Standthartner, se encuentra en la pág. 149 deI libro, "Johannes Brahms" de A. von Ehrmann

De: La Hemeroteca Wagneriana
Fecha: 26/06/2001 12:41:25
Asunto: RE: Ya está disponible
Hola a todos,
Ya está disponible en LHW el libro de L. Schemann "Hans von Bülow a la luz de la verdad"

Saludos
Francisco Javier
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