Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
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En capìlla
De: Emilio Gimena
Fecha: 03/04/2007 21:25:15
Asunto: En capìlla
Mañana asistiré al estreno en el Liceu de la nueva versión de Die fliegende Höllander. Me temo -después de lo que he leído en la prensa estos días- lo peor de la escenografía del señor Àlex Rigola y de su afán, tan presnte en los directores actuales, de abrirnos los ojos a los que asistimos a las representaciones, de mostrarnos los significados ocultos de las obras a las que asistimos y que en nuestra ignorancia no sabemos vislumbrar tras la apariencia argumental que pergeñó el autor y tras la que se esconde un sentido indescifrable para el común de los mortales, pero que el director de escena -en un alarde de generosidad que no es justipreciado por la incomprensión de un público adocenado e inculto- tiene a bien mostranos para que, una vez caído el velo de nuestra ignorancia y nuestra cerrazón, captemos la verdadera esencia de la intención última que el autor quiso revelarnos.
O sea que -una vez más- acudiré como res al matadero para que el "listo" de turno (un "listo" que de nuevo confiesa sin prejuicios que la ópera es un mundo que le es ajeno)me tome el pelo previo pago, eso sí, de 130 ?. Quizá, si no estoy en exceso indignado, mañana les escriba acerca de dicha representación.
Pero si les escribo hoy es por otro motivo que creo que guarda cierta relación con este asunto. Ayer por la noche volví a ver en un canal de televisión digital la versión cinematográfica que Joseph Leo Mankiewicz llevó a la pantalla en 1953 del "Julio César" de Shakespeare. En el guión no hay una sola frase que no escribiera Shakespeare; los personajes visten con los ropajes propios de la Roma del siglo I a.C. los únicos anacronismos son los que incluyó el propio dramaturgo (a sabiendas, Shakespeare no era ningún patán) y sin embargo, el director de la película afirmó: "Era mi versión personal de ’Julio César’. Lo abordé como un drama vivo... he querido mostrar en ’Julio César’ que Shakespeare podía representarse exactamente como si fuera un contemporáneo nuestro".
Bien, para ello, para demostrar que la obra de Shakespeare seguía teniendo la misma validez que cuando se escribió, no necesitó transportar la obra al Washington de los años 50 del pasado siglo. Del mismo modo, Shakespeare no necesitó ambientar su tragedia en la Inglaterra isabelina. El público que asistía al teatro "The Globe" no era la flor y nata de la intelectualidad británica de la época; los espectadores a los que se dirigía una producción Metro-Goldwyn-Mayer de 1953 no era la élite pensante del Occidente de posguerra. Sin embargo, unos y otros, en un espacio de más de trescientos años, eran capaces de extrapolar sin esfuerzo los temas que se exponían en la obra y en el filme a la época en que vivieron.
En el 2007 ¿somos hoy tan ignorantes que necesitamos que un director de escena nos ubique una obra clásica en nuestra época para advertir que su mensaje está más allá del tiempo en que dicha obra fue escrita o está situada? ¿Que su mensaje trasciende las coordenadas espacio-temporales y que sigue teniendo validez en esta y en todas las épocas? ¿Para ello es necesario que Senta trabaje en una fábrica conservera?
Un saludo.
Emilio

De: Lasstmichschlaffen
Fecha: 04/04/2007 14:45:14
Asunto: RE: En capìlla
Ha llegado el gran día! La revelación del misterio de "Der fliegende Rigolländer!
Desde estas playas esperamos ansiosamente los comentarios de los afortunados espectadores de tan renovada ópera.
Una intuición: ambientar el segundo acto en una fábrica de conservas, ¿no será un guiño benevolente al auditorio wagneriano más conservador?

Bromas aparte, pasando al otro tema, Shakespeare bien hecho da para todo. Ahí tienen de muestra las dos películas, ambas excelentes, sobre Ricardo III. El "clásico absoluto" de Laurence Olivier (1953) y la versión "modernosa" de Richard Loncraine (1995) con un escalofriante Ian McKellen en el papel protagónico. Pero para hacer algo así hay que tener garra, buen gusto y estilo.

Saludos a todos.
R.