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A propósito de la nueva producción de Parsifal |
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Hola: En el trancurso de la retransmisión del tercer acto de Parsifal, mi buena amiga wagneriana Lourdes Jiménez, conocida de algunos de los miembros de este foro, ha tenido a bien enviarme un artículo relacionado con el estreno de esta nueva producción, así como imágenes de la misma. http://www.lavanguardia.es/lv24h/20080725/53508302656.html http://www.festspiele.de/bildergalerie/1/0/37/0/galerieb_41.htm A ver que os parece. |
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"Para Gatti sin embargo "es un error cree que Wagner tiene que ser dirigido por un alemán al estilo alemán porque Wagner escribió música para todo el mundo y yo, como hombre libre, puedo tomarme la libertad de interpretar esa música universal". Herheim confirmó a Efe que, en lo que al tempo se refiere, su Parsifal será un poco "italiano". Eso dice el final del artículo. A mi me parece correctísima la dirección de Gatti. Tremenda desesperación al no poder oír el final de Parsifal... La producción parece buena y las imágenes muestran el tono de la misma, pero claro, a mi me gustaría estar allí para dar una opinión. No quiero hablar de "oídas". Un abrazo. Gracias, Woglinde, y gracias a tu amiga por vuestra colaboración. |
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A mí también me ha encantado la dirección de Gatti, pero la verdad es que no sé a qué se refiere con eso del punto "italiano". Una pena no poder estar en Bayreuth para hacerse una idea cabal de lo que ha sido la nueva puesta en escena. Esperemos que los enviados especiales de WM compartan sus impresiones con nosotros. Siguen llegando escuetas crónicas de la agencia EFE: http://www.laopiniondemalaga.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008072600_11_195221__LucesdeMalaga-Bayreuth-prosigue-Tristan-Isolda-tras-exito-estreno-Parsifal De nuevo gracias a mi amiga, que es "mu apañá". |
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Ésta es la crónica de El País: http://www.elpais.com/articulo/revista/agosto/Esperanza/sueno/risa/elpepirdv/20080727elpepirdv_3/Tes Esperanza, sueño y risa Un ambicioso y fascinante montaje de ’Parsifal’ inaugura el Festival de Bayreuth Wolfgang Wagner, nieto del compositor, 89 años a finales de agosto, 57 al frente del Festival de Bayreuth, se puede retirar tranquilo. La última nueva producción de su reinado está tocada por el sello de la genialidad. Precisamente en Parsifal, la ópera emblemática por excelencia del teatro de la verde colina, la misma en la que él era abucheado año tras año por su concepción escénica conservadora y anodina, la que le hizo cambiar de aires estéticos e iniciar una huida hacia delante invitando al enfant terrible Christoph Schlingensief para hacerse cargo del "festival escénico sacro" -como llamaba Wagner a Parsifal- sin obtener, por los excesos del director teatral, el efecto revulsivo esperado, a pesar de la magnífica dirección de Pierre Boulez. Wolfgang Wagner le echó valor y propuso para su producción de despedida al noruego Stefan Herheim, nacido en 1970, y cuya concepción de El rapto en el serrallo, en el Festival de Salzburgo hace cinco años, fue abucheada sin piedad por mucha riqueza de pensamiento e impecable realización tecnológica que tuviera en su compleja realización teatral sobre la fidelidad y el amor a partir de la ópera mozartiana. Complejidad no le falta a su enfoque de Parsifal, pues, a través de la ópera, se cuenta la historia de Alemania, la del propio Wagner y la del teatro de Bayreuth, en una pirueta colosal que desde las escenografías originales del estreno llega a integrar en escena, a través de la tecnología, al público que asiste a la representación actual en una magistral esfera de reconciliación. Decía Kant que tres cosas ayudan a soportar las penas de la vida: la esperanza, el sueño y el humor. Las tres figuran ampliamente en la dramaturgia de Herheim y su equipo. Pero no para soportar ningún tipo de pena, sino para desvelar desde una mirada actual los entresijos más ocultos de una ópera como Parsifal. Bien es verdad que la música expresa los dramas internos de los personajes, lo cual da cartas de libertad al director de escena para señalar líneas de reflexión paralela que, sin ninguna duda, enriquecen la contemplación y escucha de la obra. Todo ello se puede hacer si la realización teatral es extraordinaria, y en este caso lo es. Más aún, hay una profunda identificación con la dirección musical de Daniele Gatti y también con la acústica vertical de un teatro como el de Bayreuth. Las referencias visuales a la parte posterior de la casa de Wahnfried son constantes. Incluso hay una asociación de la tumba de Wagner con la cama de Amfortas. Simultáneamente, en el primer plano del escenario se hacen alusiones a la construcción del teatro, y en el tercer acto, unas columnas de la sala ya se reproducen en escena en un juego dentro del propio teatro desde una perspectiva arquitectónica. Los tiempos de la vida privada se funden y la imagen de inocencia de Parsifal se remite a la infancia jugando con un caballito vestido de marinero, ropa que conserva en el primer acto e incluso en el segundo, con la visita al castillo encantado de Klingsor, donde el sentido del humor es evidente en la escena de las muchachas-flor y en las referencias a Marlene Dietrich, evolución en azul de los ángeles negros del primer acto. La fantasía convive con el psicoanálisis, la ingenuidad con el fatalismo histórico, los recuerdos con el camino hacia la madurez de conciencia. Pero la esperanza siempre está en primer plano y la utopía de un mundo mejor se vislumbra. Wagner es redimido desde el teatro. Redención al redentor. La referencia al Wagner de posguerra, en el verano de 1951, con las puestas en escena abstractas y apolíticas de Wieland Wagner es genial por lo que supone de antecedente necesario, y también porque hay un puente tendido con esta realización de Herheim. Sin embargo, ahora la Historia se asume y los militares entran al final del primer acto, en el que es necesaria la presencia simbólica del Graal para mantener la fe espiritual, y las esvásticas se despliegan al final del segundo con un minidesfile sobrio y medido teatralmente de los nazis, y las huellas de la destrucción llenan un tercer acto poético que concluye con Parsifal transmitiendo su mensaje de paz a un Parlamento enfrentado, la familia del futuro con un niño al lado de Gurnemanz y Kundry, y los espectadores de la sala reflejados en el escenario como cómplices imprescindibles de un mundo nuevo. Christopher Ventris, Mihoko Fujimura, Detlef Roth, Kwangchul Youn y Thomas Jesatko encabezaron un reparto coherente, que fue aplaudido en su totalidad. Sensacional el coro y excelente la orquesta a las órdenes de Gatti, debutante en la plaza. Se preveía bronca para el equipo escénico, pues ya había habido algún amago por algunos que no respetaron el silencio tradicional después del primer acto, y por un espectador al que le dio un ataque de abucheo con la breve aparición de las esvásticas. Pero la gran mayoría del público captó que se encontraba ante un momento excepcional, y obsequió a Herheim y los suyos con grandes aclamaciones. Es sin empacho la más inteligente e imaginativa dirección de escena que ha visto nunca en Bayreuth. Bayreuth ha apostado por el talento. Que sea para largo. |
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Gracias, Curtasun, por compartir la crónica de "El Pais". Copio a continuación la crónica, más escueta, de Roger Alier. Saludos. ÓPERA ?Parsifal? para una nueva época Wolfgang Wagner se despide de Bayreuth con una espléndida producción Parsifal Autor: Richard Wagner Intérpretes: Christopher Ventris (Parsifal); Mihoko Fujimura (Kundry); Klwangchoul Youn (Gurnemanz); Detlef Roth (Amfortas); Thomas Jesatko (Klingsor). Coro y Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir. de orquesta: Daniele Gatti Dir. de escena: Stefan Herheim Lugar y fecha: Bayreuth (24/VII/2008) ROGER ALIER Por última vez ha presidido la inauguración del festival de Bayreuth el nieto del compositor, Wolfgang Wagner, junto a su vistosa nieta Katharina, que ha preparado la reedición de sus Maestros cantores para hoy. Todo el mundo está de acuerdo en que este espléndido estreno de Parsifal constituye el inicio de una nueva era; el director de escena noruego Stefan Herheim se ha ocupado de calmar los ánimos heridos por la espantosa versión de esta ópera del indocumentado Schlingensief, que el 2007 aún ocupó el cartel. Por primera vez en mucho tiempo ha recaído la elección sobre alguien que declara que su interés no es el cine, la pintura ni la literatura, sino el teatro musical. Admirador de Wagner desde la adolescencia, Herheim ha partido de la base de la creación musical de un Wagner maduro, influido por los cambios políticos de la Alemania de su tiempo, convertida en imperio y unificada después de 1870; un Wagner instalado en su casa, llamada Wahnfried, en Bayreuth, donde recapitula todas sus experiencias artísticas y las destila en una obra postrera, renunciando a sus leyendas germánicas y volviendo a su mitología cristiana ?el Grial?. Por todo ello, la producción de Herheim sitúa la acción en Wahnfried, con su vistosa tribuna en el fondo y sus puertas y columnas reconocibles para quienes hayan visitado la casa, y pasando de la cómoda casa decimonónica al hospital de guerra (con sus monjas enfermeras y todo) y más tarde con las ruinas producidas por el bombardeo de 1945. Por las cristaleras del fondo desfilan tropas armadas e incluso se ven aviones de guerra. Parsifal lucha contra todos estos elementos y se enfrenta a Klingsor, convertido en jerarca nazi, y el símbolo del águila hitleriana y las banderas con la cruz gamada se hunden estrepitosamente tras la victoria de Parsifal con su lanza sagrada, arrebatada al malvado. Hay muchos elementos narrativos que se mezclan con los históricos, como la dualidad entre Kundry y la madre de Parsifal, Herzeleide (que no canta, naturalmente), con el caballito de juego de la infancia del héroe, quien en los dos primeros actos viste de marinerito. Otros aspectos simbólicos son las grandes alas que lucen los caballeros del Grial (Gurnemanz, pero también el malvado Klingsor, ángel caído) y el aspecto de Cristo que luce Amfortas, víctima del mal y crucificado de dolor durante toda la obra. Una inmensa cama ocupa el centro de la sala de la casa Wahnfried, y en ella se acuestan por turnos casi todos los personajes. La evolución de Parsifal resulta muy clara: el beso de Kundry, en el segundo acto, marca la llegada del héroe a la madurez y a su acción salvadora, arrebatando la lanza a Klingsor y curando de su herida perpetua a Amfortas. Toda la acción se ve rigurosamente expresada musicalmente con una exquisitez ejemplar, gracias a la elegantísima versión orquestal dirigida por Gatti, que alcanzó momentos sobrecogedores de una densidad musical sin par, y a la buena labor de los cantantes. Tal vez Christopher Ventris no sea un Parsifal ideal, y en algunos momentos del segundo acto se apreciaron sus límites en la zona aguda, pero su labor de conjunto fue muy bien recibida y merece un elogio equilibrado. Mihoko Fujimura no fue una Kundry de antología, pero salió adelante de modo convincente y emotivo. Excelente el Gurnemanz de Kwangchoul Youn, si bien le falta algo de aplomo como personaje, y muy emotivo el Amfortas de Delef Roth, con una corona de espinas y un aspecto de Cristo, cabellera convencional incluida, y vocalmente sólido y sin tacha. Buenos el Titurel del primer acto, el Klingsor del segundo, y algo inconexas las muchachas- flor a su servicio, dotadas de vestuario lujoso y peinados vistosísimos. La inauguración resultó, por lo tanto, sumamente brillante y contra la costumbre de Bayreuth, casi no hubo protestas salvo alguna insinuación negativa, nada justificada, a la dirección de orquesta. Al estreno de este Parsifal le seguirá Tristan e Isolda, de la mano de Peter Schneider y con Robert Dean Smith en el papel de Tristan. Junto a él, Iréne Theorin como Isolde. Este festival terminará con la despedida, el día 28, de Wolfgang Wagner, y el nuevo Bayreuth pasará a manos de sus hijas Nike y Katharina. Todo el mundo habla de una nueva era que será una renovación del festival: veremos hasta qué punto. El certamen fue creado gracias al apoyo que Richard Wagner recibió del rey Ludwig II de Baviera y abrió en 1876. Su primer director fue el mismo Wagner. |
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http://www.abc.es/20080727/gente-gente/triunfo-antitesis_200807270255.html Está en : PORTADA > Gente & Ocio > Gente El triunfo de la antítesis OVIDIO GARCÍA PRADA. BAYREUTH (ALEMANIA). Un nuevo «Parsifal» -el noveno- abrió el festival que clausura la era de Wolfgang Wagner, nieto del compositor. La pregunta era cómo trataría Stefan Herheim esta sacra pieza wagneriana. El joven realizador noruego protagonizó en 2003 un escándalo mayúsculo en el Festival de Salzburgo con su montaje de «El rapto del serrallo» mozartiano y, entretanto, ha sido declarado regista del año 2007 por la crítica especializada alemana. El italiano Daniele Gatti asumió la parte musical. Los dos debutaban en Bayreuth, pero felizmente ambos no son novicios en las lides operísticas, ni tampoco wagnerianas. Y se notó. Fue la antítesis en positivo del montaje anterior, retirado antes de cumplir su ciclo quinquenal. Fue más sosegado (Gatti consumó el primer acto en 115 minutos, 20 más que Pierre Boulez) y con un principio unitario coherente de acción, lugar y tiempo, frente al caos iconográfico-escénico de Christoph Schlingensief. Es una concepción estetizante de la trágica historia alemana de búsqueda de un salvador con cuadros muy plásticos y fulgurantes golpes de efecto o contrastes escénicos (destacables, por ejemplo, la escena revisterial de las muchachas-flor, la irrupción y hundimiento de la simbología nazi o el debate parlamentario coral del último acto), con la parte musical absolutamente supeditada a la escena con decorados de Heike Scheele. Hay dos ideas básicas subyacentes: primera, Parsifal es un joven en busca de su identidad, que paralelamente se relata como la de la búsqueda colectiva de los propios alemanes. Y, segunda, la historia del Festival de Bayreuth como expresión emblemática de ese trágico afán alemán de redención. En la práctica esto se traduce en la ubicación de la acción en la fachada y parque traseros de la Villa Wahnfried, construida por Wagner como su residencia familiar, y en el edificio del Festival. La basílica donde se venera el grial no es más que el calco del respectivo decorado escénico de 1882. Todo a escala real 1:1. Hasta el público asistente, filmado en directo, forma en dos ocasiones parte de la decoración. En cada acto se aborda una época histórica: en el primero, el imperio guillermino hasta el fin de la I Guerra Mundial. En el segundo, la época de entreguerras, la época nazi y la II Guerra Mundial. Y en el tercero, la posguerra y la República Federal de Alemania. Es por tanto la escenificación de la búsqueda alemana de sí misma a base de las catástrofes con las que se cierra o inicia cada fase. Y se hace con los recursos del realismo mágico y del teatro onírico: elementos y ambientación de época para plasmar o insinuar referencias simbólicas y crítico-ideológicas (del imperialismo, del desastre hitleriano o la inicial incapacidad parlamentaria germano-federal de superar la enorme culpabilidad patria). La escenografía, incluso del preludio, es muy sugerente y alcanza un clímax casi perfecto en el primer cuadro del tercer acto. La parsimoniosa dirección de Gatti, armónicamente enfática y proclive a los pianissimi, encaja perfectamente aquí con el devenir escénico. La decoración videográfica, la parvedad de la acción y su cobertura musical crean ese ambiente tétrico de ruina y desolación que conjuga perfectamente la situación de los caballeros del santo grial en el castillo de Montsalvat con la postración de Alemania después de la hecatombe nazi. Aparte de los directores musical y escénico era también debutante el tenor inglés Christopher Ventris, actualmente quizá el más acreditado para el papel, y, desde luego, con su línea de canto y la simulación cromática del desarrollo del personaje, el mejor Parsifal desde hace años en las tablas de Bayreuth. Gurnemanz y Kundry fueron interpretados a su nivel -notable- por dos cantantes-comodín del Festival: el coreano Kwangchul Youn (se superó en el tercer acto) y la nipona M.Fujimura, con emisión algo forzada y cierta frialdad dramática. Al pérfido Klingsor, un híbrido travesti decadente, le presta su voz vigorosa T. Jesatko. D. Roth encarna con ímpetu pasional el doliente Amfortas. Al final, insistentes y clamorosas ovaciones para los participantes, un punto superiores para el coro y el equipo escénico, con algunas muestras de desagrado para la dirección musical de Gatti, por considerarla excesivamente lenta, carente de tensión y del carácter patético-festivo atribuido a la obra. |
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Gracias a todos, especialmente a Wog y Lourdes por la información. Perdonad el retraso, pero es que los malos hados del canal "Ravel" de Euroradio también han alcanzado a mi oprdenata. Musicalmente me pareció preciosa este Parsifal. Estuvo todo en su punto. Fue una gozada. Sobre la cuestión escenográfica, tengo mis reservas, a pesar de los que han escrito Vela del Campo (País) y Roger Alier (La Vanguardia). Por las fotos que he visto, la verdad es que no me hace mucha gracia, aunque es cierto que no se puede juzgar sin ver la representación completa. Pwero, valos, tanto "sentido del humor" del que se habla, no tiene nada que ver con esta obra quasi-religiosa y seria. La foro de Kingsor a lo travesti con una especie de panties enseñango los muslos, parece más adecuada pra un cabaret berlinés de entreguerras que para Parsifal. A mi modo de ver, después del horroroso Parsifal del conejo, cualquier cosa es mejor... Que el montaje tenga un valor teatral muy elevado es algo que no puedo valorar, pero por lo que he leído, no es el tipo de escenografía más adecuado para esta obra Quizá esté equivocado y haya hablado sin conocimiento suficiente de causa, pero esta es mi impresión. Un cordial saludo a todo y felicitar a todos los foreros por el buen rollo que se respira ahora en el foro tras las tormentas pasadas. Que está muy bien que podamos expresarnos en libertad, discrepar, etc. pero sin perder la compostura y faltar el respeto- Hasta pronto, amigos, que diría el Conejo de la Suerte, un os dibujos animados de la WB que me encantaban de pequeño. Rex. |