¡Muy bien! Ya era hora. Y además, con fondos privados, gracias a un donativo. Aunque esto no disminuya la demanda de boletos ni los años de espera, al menos se hará mucho más fácil solicitar. Aunque, si el artículo es de fiar, el que el coste del sistema para contabilizar y coordinar la venta de entradas esté en seis cifras me parece exageradísimo.
En fin, a ver si al traer la boletería al siglo XXI se animan a hacer lo mismo con el auditorio: Aire acondicionado y butacas cómodas con subtítulos en los espaldares. Aunque tuve la suerte de que durante mi visita en 2007 el verano estaba relativamente fresco y la temperatura en la sala era caliente pero aun tolerable, el ver gente desmayarse -lo ví pasar en una función- o correr a los servicios a arrancarse la ropa interior, como me contaron, o tener que llevar dos cojines por persona (culo y espalda) me parece no una venerable tradición sino una anacrónica ridiculez. No creo en el valor del sufrimiento por el mero hecho de sufrir.
Aunque no me lo hubiera perdido por nada del mundo y ya tengo planes de regresar...
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