Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
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Por unas puestas de escena respetuosas y dignas.
De: rexvalrex
Fecha: 05/08/2013 3:25:03
Asunto: Por unas puestas de escena respetuosas y dignas.

Hola:

El otro día os hablaba de Teresa Berganza y su defensa a los cantantes jóvenes. Ahora os adjunto una entrevista que le hizo el ABC donde se muestra a favor de respetar las obras de arte, y -sigue- diciendo la ópera lo es. Se declara de izquierdas y deja bien claro que no es una carca, ya que admite puestas modernas siempre que sean coherentes y respetuosas. Cita a Ponelle. Que cunda el ejemplo.

Rex.




ENTREVISTA A TERESA BERGANZA, MEZZOSOPRANO

ABC 12-8-2007

"- ¿Qué es lo que más echa de menos en la ópera actual?

- El respeto. El respeto absoluto a los compositores, a los libretistas, a las épocas, a los cantantes ... A todo.

- ¿Y eso es un mal generalizado en todo el mundo?

- Está ya en todas partes. En Alemania fueron pioneros. Luego llegaron Italia, Francia ... Pero ahora la gente se ha disparado. A mí me duele, por· que en el arte nadie toca las genialidades que ya están hechas. Nadie corrige a Rembrandt, y le pone silicona a los pechos de sus modelos. Ni se le ponen cuatro rayajos a un Velázquez para modernizarlo. Si puede llegar un pintor genial y hacer un cuadro moderno en el estilo de Velázquez. Y eso lo aplico a la ópera. Que hagan una «Tosca» del año 2007 y no toquen la original. Porque las reacciones son diferentes, las libertades son diferentes, incluso la Iglesia es diferente. Los amores prohibidos ya no existen ... Lo que hacen falta son compositores modernos, y si quieren sacar a todo el mundo desnudo que lo hagan. Porque parece que lo que más les atraiga es poner bacanales ... No entiendo ese afán de escándalo. Dicen que quieren atraer a la gente joven, pero la gente joven está harta de ver esas cosas. La gente joven lo que quiere es la verdadera ópera


- ¿Cree que hay falta de talento, ganas de llamar la atención ... ?

- Creo que se junta todo. Es gente ignorante, que no conoce la música, que no respeta a los compositores. Pero así se hace un nombre, y se anuncia: «Las bodas de Fígaro» de Fulanito de Tal, en vez de «Las bodas de Fígaro» de Mozart; me acuerdo precisamente de la producción de esta obra que se veía aquí en el Real: Fígaro y Susanna se subían en la cama de la Condesa, daban saltos, se tiraban ... ¡Pero si eso en el siglo XVII no pasaba! Es como si pones a Felipe II en traje de baño paseándose por la Lonja. No se puede cambiar la Historia.

- Es de suponer que está de acuerdo con ese grupo de abonados del Teatro Real que han protestado contra algunas puestas en escena.

- Claro que estoy de acuerdo. Incluso con lo que dicen que se puede ofender al público. Por ejemplo, estos cuatro locos que sacaron la cabezas de Buda, de Mahoma, de Jesucristo, en Berlín, creo que fue... Yo en lugar de las cabezas de los cuatro dioses hubiera sacado la del director de escena. ¿Por qué tiene que hacer eso, si no tiene nada, pero nada que ver, con la obra?

- ¿Cree que la ópera como genero corre algún peligro?

- La opera es inmortal, pero está en un periodo de decadencia que va a durar unos años. Estamos tocando fondo. Y haría falta que los directores de música o los cantantes se negaran a hacer determinadas cosas. Pero valientes como yo ha habido muy pocos ...

- ¿Usted ha dicho muchas veces que no?

- Muchas, y nunca se había llegado a esos extremos. Pero hay que saber decir que no, y los cantantes somos los únicos que podemos parar esta plaga horrorosa.

- Placido Domingo decía que al público no se le puede ofender. ¿También el público debe dar su opinión?

- Claro, claro. El publico tendría que dar unas pitadas tremendas y luego darles a quienes cometen estas barbaridades una buena paliza a la salida para que no ofendieran más a los autores. Que escriban operas ellos. ¿Dónde están los compositores de hoy? Que cuenten historias de hoy, que escriban sobre Irak, que cuenten como violan a las chicas en Marruecos, que hablen de la homosexualidad, de la bisexualidad ... Que hablen de la sociedad de hoy. Lo que le diría al público, ya en serio -Io de la paliza es figurado, claro-, es que acabe con esta gente, que no vaya a ver sus producciones. ¿Dirige Fulanito de Tal?. Pues no voy.

- ¿EI público es más complaciente hoy en día?.

- El otro día hubo un buen escándalo en Bayreuth. Pero si, puede que ahora sea más complaciente. Los más jóvenes no han visto las cosas maravillosas que hemos visto generaciones anteriores ... Están ya acostumbrados a estas cosas y pasan por todo. Como aquel «Cosi fan tutte», creo que fue, en que sonaba «La Internacional», aquí, en el Real. No me importa que sea ese o cualquier otro himno, pero ¿Por qué hay que ofender al señor Mozart, que estaría seguro noches y noches escribiendo, para que luego venga un señor y ponga ese himno porque le dé la gana?

- A pesar de lo que dice, usted nunca ha sido una purista en el sentido estricto de la palabra.

- No; acepto los cambios, pero siempre que tengan un sentido ... Hace unos años canté «Carmen» en San Francisco o Chicago, no me acuerdo, que dirigía Jean Pierre Ponnelle. Y había unas pinturas en las que ponía: «¡Abajo Franco!» Y les dije que las quitaran, porque si no yo no salía a escena. Soy una persona de izquierdas, y que se metieran con Franco me tenía sin cuidado, pero allí no pintaba nada. Por contra, he visto hace poco un «Eugene Onegin» en Paris que era también muy moderno, pero absolutamente respetuoso.

- ¿Se ha salido últimamente de algún teatro, o simplemente no va?

- Voy muy poco a la opera. Insisto: no digo que el pasado sea mejor por decirlo. Es que mi caso es así. Yo he visto unas producciones increíbles, con unos artistas fuera de serie. Cuando he visto cantar «El Barbero de Sevilla» con Tito Gobbi, Cesare Siepi, Boris Christoff, Luigi Alva ... Se tienen pocas ganas de ver otro «Barbero». Voy a ver a Juan Diego Flórez, porque canta como un dios. Voy a oírle y a verle también. Es intérprete, es músico, tiene una voz preciosa, canta lo que está escrito. Así que, aunque me molesten otras cosas, voy a verle a él.

- Usted sigue en contacto con los cantantes jóvenes.

- Me gustan mucho las clases magistrales, porque a lo mejor en diez días descubres dos voces. En el concurso de Pamplona le dimos el premio a una soprano georgiana, Anna Kassyan. No sabe cómo canta esa criatura: ¡que filados, que voz!

Le interrumpe un sonido amplificado que viene de la calle. Son las pruebas de un concierto pop que se va a celebrar por la noche en la Lonja del Monasterio. «¡Ah! -recuerda- Si tenemos a Bose o no sé a quien esta noche ... » Y se vuelve a hervir la sangre. «Fíjese lo que tenemos aquí. ¿No se podría hacer un «Don Carlo», una «Novena Sinfonía», una «Tercera» de Mahler. .. ? Pues no, tenemos que tener esto: Es que yo me desespero ... Luego nos quejamos de la falta de cultura. Pero si no se la damos .... Esto se tendría que hacer en el campo de futbol, pero no aquí.

- ¿Tienen los jóvenes más ganas de aprender o más prisa?

- Cuando son inteligentes quieren aprender, y mucho. Pero son minoría. Los inteligentes siempre hemos sido minoría -ríe-. Si no se tiene la cabeza bien amueblada, ni cantas, ni tocas el piano, ni vendes queso ni diriges una oficina. Nada. La cabeza es la que da las órdenes a una voz, a un artista. La que te dicta el repertorio, la que te dice lo que puedes cantar o no. Yo tenía 24 años cuando me ofrecieron cantar «La Traviata» en La Scala. Y dije que no. Si lo hubiera hecho, no estaría aquí como lo que soy. Claro que me hubiera gustado cantar «Traviata» o «Tosca», pero yo no nací para ello. Claro que hay cantantes con prisa. Y además está la ignorancia de algunos directores de orquesta, de algunos directores de teatro, .No sé quién escoge ahora las voces en los teatros. Estamos en un momento de confusión, pero no solo en la ópera. En la sociedad en general.

- ¿Faltan músicos al frente de los teatros?

-Sí, hay gente que dice que ha estado dos o tres años en un teatro, y le ponen a escuchar voces. Pero no saben lo que es una VOZ, ni la técnica ni el repertorio. Y luego están los managers.

- Pero ellos tienen la obligación de promocionar a sus artistas ....

- Tienen la obligación de entender de voces. Un manager tiene que querer al artista, saber lo que tiene entre manos. Ahora los venden como quien vende patatas, buscando el mayor beneficio. Un manager tiene la obligación de defender a sus cantantes, no de echarlos a los leones


- Sigue usted igual de rebelde.

- Yo quiero defender .a los cantantes jóvenes, y quiero enseñarles a defenderse por sí mismos, que no sean cantantes de usar y tirar. .. Porque no va a hacerlo nadie. Tampoco hay directores de orquesta como Karajan, Solti, Abbado, que defendían la música por encima de todo. Por algo eran los grandes.

- ¿Ya no hay grandes hoy en día?

- Yo no los conozco. Me cuentan que hay directores de orquesta que llegan sólo para el ensayo general. Antes estos grandes ensayaban un mes con nosotros, se iban a la sala de ensayo con el director de escena y no le dejaban hacer lo que no estaba escrito ni lo que a ellos les parecía malo para el cantante. Yo creo en la ópera como teatro, y teatro moderno. Pero eso no justifica los excesos. Tampoco desde el punto de vista estético. Siempre ha habido cantantes gordos estupendos, a los que se ha vestido muy bien. ¿Por qué tienen que ser ahora todos delgados? Es mucho más bonito para el espectador, sí, pero ¿por qué tiene que ser así? Yo siempre he puesto como ejemplo como se vestía Jessye Norman. Veías su cabeza, tan bonita, y luego nada más que telas. Y cantaba maravillosamente ... Sé que puedo parecer la mala de la película -sigue tras un breve silencio-, pero es que yo defiendo la música y amo la ópera con pasión. Y me gustaría vivir cuatrocientos años y volver a empezar cantando ópera, y defendiéndola como la he defendido.

NOTA:

Hace unas semanas, un sector de los abonados del Teatro Real expresaban a través de una carta su malestar con dos de las producciones presentadas en el coliseo durante la pasada temporada que, según los firmantes del texto, lesionaban «los derechos y los valores humanos». La carta removía una vieja polémica que vive el mundo de la opera sobre la «actualización» de los títulos, la inconveniencia de director de escena, que se ha reditado, por ejemplo, en el controvertido «Idomeneo» de la ópera de Berlín, donde la aparición de las cabezas cortadas de Buda, Mahoma o Jesucristo provocó un sonoro escándalo. Plácido Domingo terciaba hace unos días en el asunto y afirmaba que a los espectadores no se les puede ofender. «El público se merece un respeto y hay temas que hieren, que son demasiado fuertes», decía el tenor madrileño. Ahora, Teresa Berganza alza la voz para defender la ópera: ?Las obras de arte no se pueden tocar, y las óperas son obras de arte», afirma categórica la mezzosoprano."