Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
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Desde Bayreuth: La Walkiria
De: ls111553
Fecha: 24/08/2013 15:20:54
Asunto: Desde Bayreuth: La Walkiria
Después del circo castorfiano del Oro, los comentarios giraban en torno al "diluvio que viene" que nos aguardaba en La Walkiria. Al principio, yo estaba entre los que esperaban otro desastre, pero luego se me ocurrió que quizás el infame nos dejaría un leve respiro, pues la obra en cuestión no le ofrecería tantas oportunidades de desplegar su "visión" como la anterior. Y esta vez tuve razón. En su delirio ideológico y sus obsesiones brechtianas, Castorf se encuentra en un callejón sin salida con La Walkiria, en la que se imponen emociones tan intensas que los intentos de banalizar o disminuir su impacto simplemente se desinflan en segundos. Ante la prohibición contractual de alterar el libreto o la música (de la que se ha quejado, considerándola injusta e indigna de su genio), el antiguo "nińo terrible" del teatro en la desaparecida Alemania Oriental opta por machacar su trasnochada y obsoleta ideología comunista, proyectando imágenes sacadas de antiguas películas soviéticas con los consabidos trabajadores explotados, muertos en accidentes, revolucionarios volando pozos de petróleo y demás clisés de los sesenta, junto a las de la ya cansada "reality cam" que sigue a los cantantes, de la que nos hartamos en El Oro la noche anterior.

Se supone que estamos en Bakú, Azerbaiyán a principios del siglo XX, de donde se extraía más de la mitad del petróleo del mundo industrializado de la época y donde se instalaron cientos de pozos en parcelas vendidas a explotadores de todo el planeta, algunos con más y otros con menos escrúpulos. En el escenario giratorio que ocupaba el Golden Motel, se ha instalado otra magnífica construcción del brillante Alexandar Denić, realizada casi enteramente en madera rústica. Un pozo de petróleo con su alta torre, adosado a una especie de granero. Al girar el escenario, se descubre el interior del granero, repleto de heno, maquinaria que incluye una gran bomba de extracción y demás herramientas, de un hiperrealismo fascinante. Junto al granero, una estructura de dos pisos con una terraza atractivamente amueblada, comunica con la torre por medio de un largo puente. Esta será la vivienda de Herr und Frau Hunding en el primer acto y el sitio de reunión de las Walkirias en el tercero. A la izquierda del primer piso, una jaula de alambre con un pavo, el que está o perfectamente educado, o privado quirúrgicamente de sus cuerdas vocales. Del otro lado, en un destartalado carromato, yace el cadáver de un "obrero explotado" en calzoncillos, al que Hunding, misericordiosamente para el público, cubrirá con un saco media hora después. En lugares estratégicos, toldos y sábanas, listos a desplegarse a la más mínima provocación, nos recuerdan que no escaparemos a las pelis de Castorf.

Y comienza la música de la tormenta. La mágica acústica de este lugar permite escuchar los metales cortantes y vivos, pero sin opacar las cuerdas, algo que aprovecha al máximo el director Petrenko para lograr una interpretación dinámica e impetuosa, pero con momentos de delicados detalles, como debe ser. Johan Botha (Siegmund) ofrece un sonido acariciante y una tonalidad completa, sin sacrificar ardor y emoción, algo que no esperaba, habiendo escuchado su reciente Otello en el Met. Anja Kampe comienza su Sieglinda apropiadamente tímida y casi balbuceante, ganando confianza, a medida que aumenta la pasión, libre de algunas estridencias que no llegarán hasta el segundo acto, donde no hacen daño; o sea: simplemente espectacular. Y a ellos se une el fantástico Hunding de Franz-Josef Selig, un auténtico "basso cantante" que va desde graves cavernosos hasta agudos de metal brillante, pasando por exquisitas frases en piano, lo que le permite colorear su personaje como pocos actualmente. De hecho, me recordó los viejos tiempos de Sam Ramey, aunque en otro repertorio. Este cuarteto de sueños, porque incluyo a Petrenko, logra la magia de la ansiada venganza: un furioso Wagner destierra al intruso a palos y patadas: "¡Fuera, cabrón! ¡Esta noche mando yo!" Ante un primer acto de este nivel, de nada valen los reclamos de Castorf para llamar la atención, ni sus innecesarios vídeos. ¿Para qué hay que ver a Sieglinda preparándole el narcótico a Hunding, entrando al dormitorio donde lo desnuda, le hace tomar la bebida y se deja violar por él, algo que se sabe que no va a conseguir porque el "Mickey Finn" es de efecto rápido? Y ni hablar del extendido primer plano de Hunding roncando. Pero no importa; el escenario gira al llegar la primavera y Sieglinda y Siegmund declaran su amor lejos de la detestable pantalla. Me hizo reír el patético intento de Castorf, buscando protagonismo al proyectar un afiche de Lenin sobre el granero, cuando ya han huído los gemelos. Algo así como gritar "¡Atended mi Konzcepto! ¡Ignorad al gordo y a la gritona! ¡Esto se trata de la Revolucioooón!"....

And I say fuck you to hell and back!

Regresa Wotan, con una extraña barba a lo Amish. Wolgang Koch, tan sonoro e imponente como anoche, pero liberado de las payasadas. Al fin conocemos a Brunhilda. Catherine Foster es una Walkiria "light", de agradable sonido, pero al parecer, insuficiente. No importa. En el tercer acto entrará en acción, enfrentándose a su padre con toda la intensidad y el volumen que pide el momento.

La Fricka de Claudia Manhke, con los mismos problemas vocales de anoche, llega en brazos de un musculoso esclavo, el que controla a latigazos, ataviada en lo que me sugiere una dama de la alta sociedad de los 1920, invitada a un exclusivo baile de máscaras, disfrazada de Cleopatra o de princesa persa. Y aquí nos disparamos otra barrabasada de Castorf. ¿La Fricka que anoche compartía cama y marido con su hermanita menor en el Golden Motel, aterriza en Azerbaiyán para dar discursos de moral? Este idiota convierte a uno de los pocos personajes sinceros del Anillo en una hipócrita más, arruinando una escena crucial en el drama, para adornarla con sus ya aburridas películas rusas de obreros muertos, obreros oprimidos y obreros revolucionarios. Pero otra vez, la música y la intensidad de la escena lo derrotan aplastantemente.
Como me temía, la lucha entre Hunding y sus esclavos contra Siegmund ocurre en el granero, fuera de escena y emitida en torpes primeros planos proyectados en una sábana sucia. Y yo pienso "¡pedazo de incompetente! ¡Con las toneladas de decorado que ni Hollywood que te han dado y eres incapaz de montar una pelea decente!"

Intermedio con salchichas, cerveza Maissel Weisse y helado de limón.

Tocan tierra las Walkirias. Los obreros corren a recibirlas, para morir envenenados en el puente, víctimas de los gases tóxicos del pozo, mientras que las despreciables Walkirias capitalistas celebran con champán y vestidos de cóctel en la terraza, pues ya tienen bastantes cadáveres baratos para llevar a Valhalla. ¡Ay, Castorfito de mi arma!...

La confrontación entre Wotan y Brunhilda tiene toda la intensidad que tiene que tener. Koch vuelve a impresionarme con su magnífica voz y dominio escénico. Foster no se queda atrás, con una proyección y vehemencia inesperadas. Otra vez, Castorf pretende desinflar el drama entre padre e hija, porque lo que importa es el comunismo, con más proyecciones de propaganda y poniendo en marcha la gigantesca bomba del pozo. Naturalmente, oculta la escena del sueño de la Walkiria para emitirla en proyección. Pero de nada le sirven sus pendejadas. Los cantantes, el director, la orquesta y Wagner le propinan una contundente patada en el culo, mucho más elocuente que horas de abucheo.

Pero me temo que la victoria es corta. La próxima vez, sí que tendrá municiones.

Saludos

Luis


De: rexvalrex
Fecha: 24/08/2013 19:59:19
Asunto: RE: Desde Bayreuth: La Walkiria
Hola, Luis:

Si Solti dirigiera diría, lo que dijo en su momento: "Yo quiero dirigir el Anillo de Wagner, no el de Carlos Marx", y se fue para no volver.
El estafador de turno,Castorf, no es más que un impostor que utiliza la obra de Wagner para contar algo muy diferente. Si quiere dar su interpretación, que lo haga por escrito, pero que no nos cambie la escena de Wagner por la suya. Cuesta trabajo creer que contraten a este tipo de snobs con su Konzept. Son como unos gurús que alcanzar a ver lo que otros no ven.

¿Hasta cuándo esto?

Mal pintan las cosas. No solo Castorf, sino otros elementos, como Bieito, reclaman su derecho como "artistas" a cambiar el libreto y la música. Habiendo tanto papanatas que les ríen las gracias, no me extrañaría que se salieran con la suya. De hecho, ya ha pasado. En unos Maestros, el gilipollas de turno se le ocurre lo siguiente: estamos en la arenga final de Sachs, sale un fulano y le interrumpe para decir:¿pero qué cosas tan fascistas estás diciendo? Eres esto, lo otro y lo de más allá. Se va el espontáneo, sigue la música y el final.

Pues bien, el supuestamente progre de pacotilla lo que hace es darle la razón a los nazis. La arenga de Sach no tiene nada de fascista. Concluye con un canto canto al arte alemán independientemente de la política. Cualquiera que conozca el pensamiento de Wagnr, sabe que en este periodo no le interesa la política (está desencantado), lo que le interesa es el arte redentor.

Saludos y buen Siegfried (Yo me lo imagino de soldado cubano en Angola.

Rex

De: Becquer
Fecha: 25/08/2013 14:40:29
Asunto: RE: Desde Bayreuth: La Walkiria
Muchas gracias por tus crónicas recién llegadas desde Bayreuth. Desde luego yo creo que la Walkiria ha sido la mejor jornada musicalmente, juzgando desde la radio, y parece que en lo escénico también. El Sigfrido debe ser de cuidado.

Buena noticia lo que cuentas de Koch, a ver si hay camino hacia un buen Wotan.