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Anillo en Washington, D.C. |
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Decir que el Anillo de la Washington National Opera estuvo excelente es tratarlo con demasiada diplomacia, como se hace todo en ese "pueblecito". Fue algo verdaderamente extraordinario, desde el elenco hasta la producción. Nada muy radical (por suerte para mí), de tema americano, con algunos toques feministas y ecológicos, por lo de ser "contemporáneos", de la directora Francesca Zambello, que al fin no molestan y llenan algunos espacios en blanco. Esta señora es también Directora Artística de la Washington National Opera, así que puede hacer lo que le venga en gana. Como Katharina, pero con buenas intenciones. Además, me gustó mucho que estuviese muy accesible, en todos los intermedios, para charlar con el público y contestar preguntas. Parece ser una persona muy sencilla y simpática. Lo que más me impresionó es que abundaron los momentos de "¡Muy bien! ¿Por qué nadie lo había hecho así antes?", como cuando Siegfried rompe la lanza de Wotan, produciéndose una enorme explosión, con chispas, rayos y truenos, que hace que ambos rueden por el suelo en direcciones opuestas mientras el cielo cambia de oscuro con nubarrones a despejado con horizonte abierto. Si se supone que en este momento ha cambiado el destino del Universo, la presentación visual no pudo ser más adecuada. Todo siguiendo la música muy de cerca y utilizando lo mucho que la partitura aporta a la acción. Como soy muy simplón, me parece requetebién que se trabaje con cariño a lo que Wagner escribió, sin necesidad de otras complicaciones, porque con los recursos originales, las posibilidades siguen siendo inagotables. De paso, las Valkirias paracaidistas, uniformadas "a la Amelia Eckhardt" fueron toda una gozada. No conocía al director musical Philippe Auguin y me chocó que el prólogo del Oro estuviera tan pesado. Lento (nada malo en eso), pero muy fragmentado. En vez de hacer que las frases de las cuerdas fluyeran unas con otras, aquí se estaba creando el mundo, no con agua como sugiere la música, sino con ladrillos en paquetes cuidadosamente separados. También hubo extraños desfases entre la orquesta y los cantantes. Las cuerdas, que en este segmento están muy expuestas, sonaban como mosquitos. Esto lo digo porque casi todos los problemas se esfumaron al pasar a la escena siguiente y al resto del ciclo. Dice mi amigo el director que en el prólogo hay menos "carne en el hueso" y por eso, hay pocas oportunidades de esconder errores y falta de talento, lo mismo que en Mozart. No sé por qué, pero creo que la cosa iba más allá de eso porque el cambio fue inmediato e impresionante, yendo de una Valquiria cuyo 2do. acto fue como para enmarcarlo y ponerlo en una galería a un Ocaso "con todos los hierros", con mucho color, dinámica y emoción. Vamos, como siempre debería ser. Nina Stemme es una "mini-Nilsson". Tiene los mismos agudos de rayo láser y puede hacerlos "flotar" como nubes, pero como necesita más preparación e inteligencia para lograrlos, su sonido es bastante más cálido y "humano" que los de la otra sueca. Además, es una señora actriz. Nada, que es la mejor Bunhilda de la ganadería, hasta que la destrone Christine Goerke. ¡Tenemos un nuevo Siegfried y viene a comerse el mundo! Bueno, si no se quema como Lance Ryan. Daniel Brenna es un "All-American boy", con un vozarrón inmenso. No es una voz muy "bonita", pero Siegfried no es Rodolfo y en este repertorio no se puede pedir mucho más en estos días. El chico "comunica" el talante perfecto para el papel: arrogancia, cabeza hueca y una pinta más que creíble. Ojalá y nos dure, que falta hace. Alan Held no sería mi Wotan de llevar a la isla desierta, pero tiene lo que hay que tener: autoridad, humanidad, buenos graves y volumen "apabullante". Si la voz no tiene el "terciopelo" de Terfel, lo prefiero bastantes veces a la blandura de Koch, el otro Wotan frecuente del momento. El Wotan viajero de Siegfried es el que mejor le sale, pues es el más grave de los tres, lo que le "borra" un timbre hueco un poco molesto. En los demás, hubo muchos más "patitos bonitos" que "patitos feos". Cuadro de honor para el Mime (David Cangelosi) y la Waltraute/Norna #3 (Jamie Barton). A la Gutrune (Melissa Citro) en plan Marilyn Monroe, la Zambello le ha dado unos momentos de comedia verdaderamente deliciosos y la chica está buenísima. ¿Qué le voy a hacer? Soy fan de Fricka y aquí me sirvieron con la cuchara grande. Elizabeth Bishop es la Fricka ideal: un bonito sonido de mezzo, con la flexibilidad que exige la ironía del personaje, sobre todo en esa escena del 2do. Acto de La Valkiria que tanto me gusta; cuando tiene al pobre Wotan cogido por los "Mozart-Kugeln". James Burden, un tenor muy lírico -y muy cínico- se robó el "show" como Loge. El tipo tiene la habilidad de controlar el vibrato para conseguir efectos divertidísimos, como cuando Fricka le pregunta que si del Oro se pueden hacer joyas y él contesta balando como un cordero. Y cosas así. Los gigantes; Fasolt: Julian Close y Fafner: Soloman Howard (unos tipos muy simpáticos, dispuestos a disfrazarse y hacerse "selfies" con el personal, en un día en que podían irse a tomar unas cervezas), sacuden las paredes, como debe ser, especialmente el negro Fafner. Mi hermano cuando recibió la foto, me preguntó si estaba en la ópera o en un partido de la NBA. Cualquier Ocaso que pueda darse el lujo de tener a Eric Halfvarson como Hagen va por buen camino. Raymond Aceto -a quien conocía del Met desde hace años- es un Hunding que "means business". Con todas las pelotas que tiene que tener. Los gemelos fueron un poco problemáticos. Christopher Ventris no tiene -o ya no tiene- los graves para que el Wintersturme no se haga inaudible y la Sieglinda de Meagan Miller, con todo y lo sexy que me pareció, siempre estaba en apuros de entonación, tanto que la "glorificación de Brunhilda" del tercer acto tuvo muy poca gloria, o así pareció a mis orejas de palo. Por último fue una lástima que a un personaje tan crucial como Alberich le faltara la "garra" que le pide la música. En lo visual y lo teatral, Gordon Hawkins es un Alberich-actor como el que más, pero algo "apagadito" vocalmente, especialmente en momentos como el "Bin ich nun frei?" del Oro, en el que Alberich puede (si puede) ganarse un Oscar. Pero en fin, muy pocas pegas para un Anillo tan satisfactorio. Fue mi segundo viaje a Washington D.C. Como el primero fue de 24 horas, traté de "turistear" todo lo que pude, pero entre que el horario del Anillo es bastante exigente y que el Metro no estaba en su mejor momento, tendré que regresar uno de estos días. Hay tanto que ver que con una semana no basta. Os dejo unas fotos y vídeos "making of": http://www.kennedy-center.org/Festivals/ring/RingImagesPage.aspx#anchorlink https://www.youtube.com/watch?v=wZJKbFbe5uA https://www.youtube.com/watch?v=iXiWCB8R2Qo&list=PL2Tt24ECyLibFsUoCrkBvqDo9rWrNl2uP Saludos, Luis |