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Ausencia de voces wagnerianas: Debate viejo pero actual |
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Hola a todos. En el tema de conversación de Florestán sobre René Kollo y adláteres se ha esbozado un asunto interesante, algo manido quizá y que puede que ya haya sido comentado, dada su importancia, en las páginas de este foro, cosa que desconozco por la relativamente cercana fecha en que me incorporé. Se habla en la mencionada conversación del paso a los tenores más livianos desde el "auténtico" heldentenor, de origen baritonal (¿siempre?). Aquellos estarían representados por Kollo y Windgassen, por ejemplo, y éstos por Suthaus, Pilinszky, Lorenz, Melchior, Beirer... Las razones de esta transformación no están muy claras. Yo propongo unas cuantas posibles (no sé si ciertas) y a ver que opináis: -Distinto ritmo de vida: compromisos varios, estrés, viajes en avión... La voz no reposa y se forma demasiado rápidamente, y también se quiebra a edad más temprana. -Multiestilismo: los cantantes lo quieren hacer todo: Mozart, Verdi, Chaikovski... Con ello se llega a la falta de diferenciación tímbrica en aras de conseguir una voz polivalente, que da más dinero. -Cambio en los métodos de enseñanza: quizá se hayan perdido las viejas escuelas, o los profesores de hoy no sepan aplicarlas. O puede que la enseñanza se haya reducido en su duración. Me inclino por esto último. -Cambio en ciertos hábitos: especialmente los estético-alimenticios (vaya palabro compuesto). Prima la estética, se elige a cantantes físicamente agradables, que "den" el tipo como personaje que interpretan. Se pierden esas fabulosas cajas de resonancia de Gertrude Grob-Prandl o Ruth Siewert. Esto de que ya no existan aquellas generosas naturalezas me parece capital. -Transformación del estilo: de lo enfático a lo intimista. Quizá el cantante ya no siente la necesidad de buscar potencia e intenta expresar los grandes sentimientos de otra manera, ya desde la formación, lo que provoca que no se trabajen tanto los decibelios como el ¿matiz? La voz no evoluciona, por ello, hacia lo de antes. Esto también podría aplicarse a la orquesta, quizá menos enfática y que exige por tanto menos arrestos al cantante. -El hecho discográfico: En este mercado se puede transformar la potencia o el color de la voz con infinidad de trucos. Lo demás permanece en segundo plano. Esto también me parece capital. Aparte de la potencia, habría que tener en cuenta otros caracteres que también se pierden, como la igualdad en los registros, por ejemplo, o incluso la belleza del color. Probablemente puedan existir muchas más razones. Espero que los foreros colaboren con su opinión. Finalizando, planteo la cuestión del camino que debe seguirse. ¿Debemos optar por la opción Carlos Kleiber en su Tristan und Isolde de estudio, es decir, amoldarnos a lo que tenemos sacándole el mayor valor expresivo posible, y dejar de añorar viejos tiempos (con lo que no se habría ido a peor, sino que se habría evolucionado con la nueva época); o bien recurrir (como tantos otros y yo) a la edad de oro y disfrutar con voces de un calibre parecido a las que el propio Wagner pudo utilizar? Yo defiendo la segunda opción porque soy partidario de los movimientos historicistas: es lo que Wagner quería, es lo que se escuchó entonces, es lo que en cierta medida provocó que las obras de don Ricardo fueran lo que son desde el punto de vista de su vocalidad, que cultivara, se moviera y evolucionara en cierta línea a ese respecto. Eso no obsta para que hoy podamos disfrutar de representaciones de Wagner, pero... Vuestro turno. Abrazos. |
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¡Mecachis! Samuel, este tema es verdad que ha sido tratado largo y tendido en el foro, con anterioridad. Pero nunca deja de ser interesante por las nuevas aportaciones. Ahora me tengo que ir disparado, pero cuando vuelva la semana que viene, quisiera hacerte algún comentario sobre lo que has dicho. Hasta entonces, un cordial saludo, Germán |
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Aunque lo has dicho casi todo, yo añadiría una cosa más: las exigencias de los directores de escena, que obligan a los cantantes a ser saltimbanquis sin preocuparles si se dan las condiciones más idóneas para la emisión de voz. ¿Os imagináis que los de la orquesta tuvieran que hacer algo similar? ¿Tocar un instrumento mientras dan saltos de un lado a otro? Da la sensación de que estos señores piensan que como el cantante lleva el instrumento incorporado no tiene que manejarlo. Sin embargo esto no es lo más grave. Lo más grave es que muchos directores de escena, cuyo trabajo he tenido que soportar, parecen carecer de sensibilidad musical, y encima de hacer danzar alocadamente a los cantantes, el carácter que dan al movimiento escénico contradice absolutamente el sentido de la música que está sonando. Pero bueno, esto ya es otro problema. Por otro lado, en la referencia que haces a los aspectos intimistas de la interpretación, creo que lo uno no se encuentra en contradicción con la potencia de emisión. Me explico. Un buen cantante debe saber matizar e imprimir potencia a su voz, y yo criticaría al cantante que trata de transmitir a base de potencia donde debería ser expresivo. Y no se trata de ninguna utopía. Las veces que he podido disfrutar de Dolora Zajik, o como se llame, ha demostrado maestría en lo uno y lo otro. Además, la idea que siempre he tenido es que resulta infinitamente más complicado realizar un filado que pegar un alarido. Para lo uno hace falta técnica e inteligencia, para lo otro brutalidad. En cuanto a lo de las grandes corpulencias, pues es relativo. Desde luego que tener un cuerpo enorme debe influir de alguna manera en la potencia de la voz. Pero no creo que sea lo principal, y eso lo demuestra el hecho de que exista un cantante como Quasthoff, cuyas limitaciones no le impiden tener una gran voz. Tal vez no una voz eminentemente wagneriana, pero lo esencial de su voz no se encuentra en su volumen corporal sino en la técnica. ¿No será el problema, en realidad, que los cantantes pasan olimpicamente de refinar su técnica, dadas las posibilidades de empezar a ganar dinero cuanto antes, y la poca exigencia del público que actualmente asiste a este tipo de representaciones artísticas? Recuerdo haber leído en este mismo foro, las opiniones de personas que veían mal que se pitase la actuación de un cantante cuando veías que no lo había hecho bien. En fin, suma y sigue... Saludos. Javier |
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Pues parece que aún quedaban cosas por decir. Estoy de acuerdo con todo lo que apuntas. Además de lo que comentas sobre la "desidia" de muchos cantantes a la hora de pulir su técnica, yo añadiría algo muy preocupante, y es la desaparición de los grandes maestros de canto. Cada vez quedan menos maestros "auténticos" y conocedores. Si son sustituidos por ex-cantantes que, pese a poseer una técnica deficiente, se las apañaron para desarrollar una carrera internacional, esto va a terminar en "Operación Triunfo". Además los jóvenes que comienzan con frecuencia se dejan embaucar por los cantos de sirena y descuidan su formación y el repertorio, cantando todo lo que les ofrecen aunque vaya en detrimento de su desarrollo como cantantes. Piensan que, una vez "instalados", se volverán más exigentes consigo mismos y encauzarán su carrera con inteligencia. Pero muy pocos lo consiguen, y la mayoría abrasan sus laringes en el intento. Acaban, lamentablemente, como "cantantes-cleenex", cuyas carreras duran lo poco que tardan en romperse la voz pretendiendo lo imposible (cantando "I Puritani", por ejemplo). O hay un retorno a la vieja, buena tradición, o el barco se hunde. Yo soy muy pesimista al respecto porque además, como bien dices, el público en general cada vez entiende menos y es menos exigente, así que todo vale. La estúpida era de la "corrección política" ha desterrado prácticamente de los teatros los sanos pateos de antaño, que servían de aviso a quienes pretendían hacer carrera paseando sus carencias por un escenario en nombre del Arte. Un saludo, Alberich |