Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
IN FERNEM LAND... 

EL RÍO DE LA VIDA

PARSIFAL

Toda teoría es gris, caro amigo, y verdad el árbol de oro de la vida. Goethe. Fausto.

 

 

Renoir. Barranco de la mujer salvaje

                En el Teatro de la Colina Verde se escucha un murmullo de hojas, algo se mueve en el aire. Comienza a distinguirse el ritmo nervioso de un galope, cada vez más cercano, que parece acabar en una risa extraña, salvaje, como la mujer que entra, ahora, en escena. Llega desde  la lejana Arabia con un bálsamo que intentará calmar el sufrimiento de Amfortas.

Más allá de la Yerma Floresta

            Mientras tanto, en las obras de Chrétien y de Wolfram, un joven apuesto, pero de apariencia ridícula (El Hijo de la Viuda), abandona la Yerma Floresta cabalgando a la búsqueda de Arturo: el rey que hace caballeros. Traspasar un puente levadizo, en el poema francés, y un poco profundo río, en el alemán, le sitúan en lo que podríamos llamar el camino de la vida, el que le va a llevar al conocimiento del mundo que su madre, hasta ahora, le había obligado a ignorar, sometiéndole así, en su corta existencia, a lo más parecido a esa muerte de la que tanto le quería proteger. Que nuestro aprendiz de héroe no conozca más tierra que la de un bosque baldío es ya significativo, pero aún lo es más que sus difuntos hermanos, según Chrétien, tal y como lo relata la Dama Viuda, sirvieran al soberano de Escavalon y al rey Ban de Gomorret, respectivamente y, por ellos, fueran armados caballeros muy poco antes de morir, lo que provocará también el fallecimiento de su padre (aquí la narración francesa, como ya hemos indicado en El valiente Gahmuret, es diferente de la alemana que empieza relatando las aventuras de su padre). Además de volver a evocar transparentes raíces célticas, los nombres de Escavalon y Ban de Gomorret señalan en la dirección del Más Allá, según las creencias de estos antiguos pueblos.

E. Burne-Jones. Arturo en Avalon
Resulta difícil separar Escavalon de Avalon, la isla maravillosa donde el hada Morgana lleva a su hermano Arturo, herido de muerte, para que allí permanezca hasta que pueda regresar al mundo de los vivos. Por su lado, al anciano rey Ban de Gomorret se le conoce también, en la Materia de Bretaña, como Ban de Benoic. Casado con Elaine de Benoic (descendiente del alto linaje de David, según esta tradición artúrica tan fuertemente sincrética), conocida también como la Reina del Gran Sufrimiento, engendró en ella a Lanzarote del Lago. Pero lo que ahora nos interesa es que se puede poner en relación el personaje de Ban de Benoic con el héroe de la segunda rama del Mabinogi: Bran le Benoit (el Bendito), hijo del dios del mar, rey gigante (esta última condición le acredita, en la mitología celta, como una divinidad de ultratumba) de la isla de Bretaña y dueño del caldero de resurrección (considerado como una de las muchas prefiguraciones del Grial) en el que se sumergía a los guerreros muertos en combate para devolverles, llenos de vigor aunque mudos, a la batalla y a la vida (lo que presencia Peredur durante su estancia en la corte del Rey de los Sufrimientos). Bran parte a rescatar y vengar a su hermana, Branwen (muy probable origen de la figura de Branguena en la leyenda de Tristán como ya vimos: ¡Qué deprisa llega el alba!), maltratada por su esposo el rey de Irlanda. Pero la expedición fracasa, el caldero de resurrección revienta y sólo siete galeses sobreviven, mientras el propio Bran es gravemente herido en una pierna por una lanza envenenada. El gigante, que acostándose sobre un estuario pudo servir de puente a todo su ejército, pide ahora a sus compañeros que le corten la cabeza y la entierren en la Colina Blanca de Londres, con la mirada puesta en el continente, prometiendo que, mientras allí permanezca, protegerá la isla de cualquier invasión (para su desgracia, Arturo la desenterrará). Cabe decir que, después de cortada y durante la larga expedición marítima de vuelta a la isla de Bretaña, la cabeza de Bran comía y hablaba con sus compañeros. Así pues, Bran el Bendito es, en la tradición celta, primero, un gigante, lo que le señala como figura mítica que representa el Más Allá; en segundo lugar, resulta ser hijo de una divinidad marina, y ya que las aguas son, para los celtas, claras fronteras con el mundo de ultratumba, esto refuerza su primera característica. Además, se presenta como rey y cae gravemente herido en una pierna por una lanza envenenada. No nos puede extrañar, por lo tanto que en el Perceval-Didot de Robert de Boron, el rey pescador (que es, además, el abuelo de Perceval) se llame Bron (variante gala del irlandés y galés Bran), ya que, por lo que acabamos del ver, parece que se trata de la misma figura mítica. También resulta significativo que el difunto esposo de la Dama Viuda, en el poema de Chrétien, así mismo, resulte tullido: Fu par mi les anches navrez (fue herido entre las caderas), como casi todos los “reyes pescadores” del mito de Grial y que, junto con esta herida simbólica en su virilidad, arrastre la devastación de sus posesiones hasta morir, de dolor por el fallecimiento de sus dos hijos, en la única que le quedaba: una floresta yerma.
Caldero de Gundestrop. Dinamarca. Cuenco ceremonial celta.

Así pues, el poeta de Troyes resalta a través de todos los recursos de un experto narrador y ayudándose de figuras simbólicas que apenas parecen tener importancia en el texto (pero recordemos que no hay nada gratuito en una obra artística y eso lo saben muy bien los admiradores de Wagner) la muerte en vida del joven Perceval, antes de cruzar el puente levadizo: la muralla que la Dama Viuda había erigido entre su hijo y el mundo, manteniéndolo separado, como ya vimos, hasta del conocimiento de Dios. Pero, a la vez, paradójicamente, por querer alejarle de la caballería, la perfecta tabula rasa que representan la inteligencia y la personalidad del muchacho podrán ser forjadas en su totalidad mediante la experiencia caballeresca, cuya más alta realización es la de la búsqueda del Grial.

El necio y las damas            

Livre du Cueurs d'Amours. Manuscrito miniado.S.XV

Lo que para Chrétien era un puente levadizo, será, para Wolfram, un arroyuelo oscurecido por yerbas y flores, que hubiera podido atravesar  un gallo. Sin embargo, Parzival, siguiendo al pie de la letra, pero sin ninguna reflexión, el primer consejo que le dio la Dama Viuda (vadear los ríos por donde fueran claros y poco profundos), no lo quiso cruzar, por lo que cabalgó todo el día bordeándolo. A la mañana siguiente, divisó un vado hermoso y claro por el que, esta vez sí, pasó a la otra orilla. Allí, encontró una tienda ricamente adornada y, en su interior, a una mujer de gran belleza, dormida. La inocencia del muchacho hace que no se fije en su manifiesta y poco cubierta hermosura  sino en el anillo que lleva en el dedo, lo que le recuerda, de nuevo, los últimos consejos de su madre (intentar obtener un anillo de una buena dama y, después, besarla y abrazarla para, si es casta y hermosa, conseguir felicidad y contento) y los sigue ciegamente, demostrando, una vez más, que no ha buscado, ni encontrado, en ellos ningún sentido. Se abalanza sobre la dama, a la fuerza le arranca el anillo del dedo; con él un beso; de paso, un broche y, quejándose de hambre, devora ávidamente las provisiones que la suntuosa tienda albergaba; finalmente, recordando una vez más las palabras de la Dama viuda, se despidió cortésmente de Jeshute, que así se llamaba la aterrada señora. Ésta, por más que, al volver su marido, le jurase que seguía conservando su honor, no consiguió convencerle: lleno de cólera, destrozó todas sus pertenencias obligándola, como castigo, a cabalgar detrás de él cubierta de harapos, hasta encontrar al joven que, supuestamente, la había deshonrado. Lo que desconocía el furioso caballero, el duque Orilo, era que su hermano Lähelin había robado parte de la herencia de ese joven necio que irrumpió tan intempestivamente en su tienda.

W. Maw Egley. Lady of Shalott

Mientras tanto, éste escuchaba los gritos desgarradores de una doncella que sostenía un caballero muerto en el regazo. Eran la dama Sigune y su prometido el príncipe de Shionatulander. Enseguida el muchacho se ofreció a vengar la muerte del caballero, lo que ella entendió y agradeció como un noble gesto de compasión, aunque Wolfram indique la despreocupación con la que éste interpela a la desesperada mujer. Cuando le preguntó su nombre, sólo pudo responder: Bon fils, cher fils, beau fils (buen hijo, querido hijo, hermoso hijo). Así me han llamado los que me conocían en casa. De nuevo nos sorprende que el desconocimiento del joven sea tal que ignore hasta su propio nombre, no sólo no sabe nada del mundo, ni de las maneras de comportarse con el prójimo, es ignorante de sí mismo. Gracias a su prima, su nombre será lo primero que aprenda al cruzar el río que separaba la Yerma Floresta de la vida: Realmente te llamas Par-zi-val, lo cual significa por en medio. Al ser tu madre tan fiel, su gran amor trazó un surco en su corazón, pues tu padre la dejó triste (...) Tu madre es mi tía. Te digo ciertamente toda la verdad: quién eres. Tu padre era un Anjou y tu madre era galesa. Has nacido en Kanvoleis (...). Eres también rey de Gales del Norte y deberías llevar la corona en su capital, Kringivals. Este príncipe que yace aquí murió por ti, porque defendió tu reino (...). Joven, hermoso y gentil hombre, dos hermanos te han causado mucho daño. Dos reinos te arrebató Lähelin. Orilo mató a este caballero y a su tío en una justa, con lo que me dejó a mí desolada. Este caballero de tu país, en el que me educó tu madre, me servía con fidelidad y amor. Parzival le prometió a su prima vengar la muerte del caballero y el robo de su propio reino, pero ella le indicó un camino equivocado, porque aún no lo encontraba lo suficientemente maduro para una misión tan peligrosa. El aprendiz de héroe pidió albergue en casa de un avaro pescador y éste se lo dio a cambio del broche que le había arrebatado a la dama de la tienda.

Parseh-fal

K. E. Bunce. Un caballero

En la obra del clérigo de Troyes, el episodio de la tienda es muy parecido al que nos presenta el poema alemán: creyendo seguir puntualmente los consejos de su madre, el necio joven trata con brutalidad a la dama arrebatándole, por la fuerza, besos y anillo, sin saber el porqué ni vislumbrar las consecuencias de sus actos; de la misma manera que, de niño, según Wolfram, no llegaba a entender la razón por la que morían los pájaros de la Yerma Floresta cuando les disparaba sus flechas. Pero ambos textos van a diferir en que, en el francés, nuestro héroe conocerá su nombre en el momento en el que la historia ya está muy avanzada, puesto que Chrétien pospone el encuentro con su prima hasta que aquél deja el Castillo del Grial. Además, no será ella quien lo desvele sino que, al preguntarle por él él, que lo desconocía, tuvo una inspiración y dijo que Perceval el Galés se llamaba, sin saber si decía la verdad o no. Así pues, aquí, el enigma de la identidad del héroe se prolonga hasta que éste ya ha avanzado mucho en la construcción de su ser y ya ha permanecido una noche en el castillo del Grial. Adquiriendo su identidad no sólo aparece como un personaje maduro e independiente, sino que se le empieza a reconocer y él mismo se descubre como miembro de una estirpe a la que se ha encomendado una alta misión. Lo que subraya el cuento es que esta alta misión, además de heredarse por la sangre ha de ganarse mediante el esfuerzo y la lucha que llevan a la madurez, a través de las experiencias, en forma de victoria o de fracaso, que ofrece la vida. En el mabinogi de Peredur, (en el que, por cierto, la dama de la tienda no parece en absoluto incómoda con la presencia del muchacho, sin bien su marido se indigna tanto como los de los otros textos) lo que está en juego es, ya lo hemos visto en La Demanda del Santo Grial, satisfacer una venganza de sangre; no habrá, por lo tanto, ningún problema de identidad. Desde las primeras líneas, conoceremos al héroe por su nombre y sabremos que es el séptimo hijo del conde de Evrawc.

J.W. Waterhouse. La belle dame sans merci

El nombre galés de Peredur, del que parece derivar Perceval, significa, muy probablemente, caldero de acero. Sin embargo, la etimología popular hace de él “el que penetra el valle (perce le val)”, muy cercano a la explicación que, en el texto alemán, da la prima del héroe: el que pasa por en medio, pero ésta olvida traducir la palabra val, para que encaje bien la bella metáfora del roto corazón de la Dama Viuda. No podemos olvidar, en este sentido, que el castillo del Grial se encuentra, según Chrétien, en un valle y que Perceval parece destinado precisamente a “penetrar” a desvelar los secretos que en él se esconden. Por su parte, Wagner elegirá, para el último de sus héroes, el nombre de Parsifal, siguiendo la etimología, no comprobada, que propone Joseph Görres, el editor del anónimo Lohengrin, en la introducción que, en 1813, le dedica a esta obra. Según el erudito alemán, Parsifal provendría del árabe parseh-fal : el casto loco; y así lo creyó el maestro de Bayreuth que escribe a Judith Gautier: Este nombre es árabe, los antiguos trovadores no lo entendieron. "Parsi" - "fal" parsi significa (piense en los parsis, adoradores del fuego), puro; fal: significa loco en un sentido elevado, es decir un hombre sin erudición pero inteligente…

            Y será una extraña mujer la que desvele a nuestro héroe su nombre y lo que significa. Es la misma que acaba de irrumpir en el Teatro de la Colina de Verde con un bálsamo de Oriente que no conseguirá calmar el dolor de Amfortas.

 

Bibliografía

Alvar, C.; El rey Arturo y su mundo. Diccionario de mitología artúrica. Madrid, Alianza, 1991.
Boron, R. de (atribuido a); Merlin et Arthur : Le graal et le Royaume, in AA.VV. La légende arthurienne. Le Graal et la table ronde. París, Laffont, 1989.
Eschenbach, W. von; Parzival. Madrid, Siruela, 1999.
Lambert, P.-Y. (traducción del galés medio, presentación y notas de); Les Quatre Branches du Mabinogi. París, Gallimard, 1993.
Markale, J.; Les Celtes et la civilisation celtique. París, Payot, 1999.
Troyes, Chr. de; Romans. París, Librairie Génerale Française, 1994.