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Kna
en el foso del Festspielhaus |
En
1951, año de la reapertura del Festival de Bayreuth, "la elección
del director musical de Parsifal fue inevitable: la persona
más experimentada de todas, Hans Knappertsbusch. Discípulo de Hans
Richter, [...] había comenzado su relación con Wagner y Bayreuth
antes de la Primera Guerra Mundial, adquirió su reputación como
uno de los más grandes directores wagnerianos en el periodo de entreguerras,
y después de la Segunda Guerra Mundial HIZO SUYO Parsifal."
(1) Aquel verano de 1951 Kna descendió al foso en estado
de gran excitación, con temblor de piernas, para afrontar lo que
consideraba la culminación de su carrera al servicio ("Dienen!
Dienen!") de "lo más grande": dirigir Parsifal en
el foso del Festspielhaus. Es de sobra conocido que, a excepción
del breve interregno de 1953 (Clemens Krauss), Kna regresó
en 1954 y Parsifal fue "suyo" hasta 1964 (2), año
de su última aparición, pues cayó enfermo ese mismo otoño y ya no
volvió a dirigir, muriendo el 25 de Octubre de 1965.
De
esta actividad queda amplia constancia discográfica, pues son diez
los Parsifales conocidos de Kna en Bayreuth, a saber:
1951, 52, 54, 56, 58, 60, 61, 62, 63 y 64. La década de los 50 es
la peor representada hoy día. El de 1954, con el Amfortas de Hans
Hotter, fue editado sólo en Japón. El del "annus mirabilis"
de 1956 (con Dietrich Fischer-Dieskau como Amfortas, Josef Greindl
como Gurnemanz y el Titurel de lujo de Hans Hotter), editado por
Arkadia a principio de los 90, es hoy inencontrable. El de 1958
sólo apareció en LP, en la serie "12 Jahre Neu Bayreuth"
de Melodram. Así, pues, la sorprendente edición por Golden Melodram
del inédito de 1952, pese a su proximidad cronológica con
el registro oficial de 1951 (Teldec), es de gran interés, y no sólo
por el motivo antes apuntado, como pronto veremos. Ángel-Fernando
Mayo ha señalado (3) que en 1951 la particularidad del momento contribuyó
a que Kna dirigiera con solemnidad y cierta "parsimonia"
(4). Un año después poco queda del componente extramusical, los
tempi se han aligerado un tanto, de manera que la duración
total es 9 minutos más corta, y en conjunto este Parsifal
que ahora se nos ofrece por primera vez en disco se me antoja más
convincente incluso que el de 1951 (nótese en particular el mayor
dramatismo del Segundo Acto).
En
la tabla siguiente se ofrece la duración total y su desglose por
actos de nueve de los diez Parsifales conocidos hasta la
fecha de Kna en Bayreuth. Los dos primeros años los tempi
son muy similares a los empleados por Karl Muck en Bayreuth 1901
(I. 116’; II. 67’; III. 83’; Total: 266’). En 1958 y 60 los tempi
se asemejan más a los de Hermann Levy, el director del estreno de
1882 (I. 107’; II. 62’; III. 75’; Total: 244’). En lo que respecta
a las duraciones de Parsifal en el Festival de Bayreuth,
otros datos de interés para el aficionado pueden ser los referidos
a Siegfried Wagner en 1909 (109’ + 69’ + 85’ = 263’), Arturo Toscanini
en 1931 (126’ + 72’ + 90’ = 288’) y Wilhelm Furtwängler en 1936
(112’ + 63’ + 77’ = 252’).
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1951
|
1952
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1953*
|
1956
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1958
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1960
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1961
|
1962
|
1963
|
1964
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Acto
1
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117’16’’
|
112’56’’
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104’24’
|
110’15’’
|
106’
|
106’39’’
|
110’30’’
|
107’39’’
|
109’26’’
|
108’03’’
|
Acto
2
|
72’31’’
|
70’56’’
|
59’48’’
|
68’31’’
|
69’
|
66’19’’
|
70’05’’
|
68’54’’
|
71’09’’
|
74’42’’
|
Acto
3
|
82’01’’
|
78’51’’
|
70’44’’
|
78’28’’
|
73’
|
71’55’’
|
74’02’’
|
73’17’’
|
75’13’’
|
74’21’’
|
Total
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271’48’’
|
262’43’’
|
234’56’’
|
257’14’’
|
248’
|
244’53’’
|
254’37’’
|
249’50’’
|
255’48’’
|
257’06’’
|
(*)
Se ofrece como comparación el dato de 1953, año en que dirigió Clemens
Krauss, considerado un director de tempi bastante vivos.
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HANS
KNAPPERTSBUSCH.
George
London (Amfortas), Kurt Böhme (Titurel), Ludwig
Weber (Gurnemanz), Wolfgang Windgassen (Parsifal),
Hermann Uhde (Klingsor), Martha Mödl (Kundry).
Coro y Orquesta del Festival de Bayreuth (Bayreuth,
1 de Agosto de 1952, V).
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GOLDEN
MELODRAM GM 1.0051 (4 CDs, 2001, mono, sin libreto)
(263’ aprox.)
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Vayamos
a los hechos. Para empezar, el sonido es bueno, lo que permite apreciar
con claridad muchas peculiaridades de la dirección: concentración
absoluta, gran densidad orquestal, con un sonido muy apoyado en
las cuerdas graves, clímax poderosos, sabiamente preparados, diferenciación
de las distintas atmósferas que se suceden a lo largo de la obra
(aunque estas atmósferas están (d)escritas en la partitura, hay
que llevarlas a la práctica, hay que llegar "más allá de las
notas") y, muy importante, en todo momento hay una íntima comunión
entre el foso y los cantantes. Por destacar algunos momentos de
la excepcional dirección, préstese atención a los instantes (CD
1, pista 8, de 0’14’’ a 0’44’’) que preceden a la intervención de
Gurnemanz "O, wunden-wundervoller", con esos contrabajos
(0’20’’) que se salen de los altavoces; el ambiente de elevado misticismo
que consigue durante la iluminación del Grial (CD 2, pista
5, 4’38’’ y ss.), con unos violines ultraterrenos; la enorme carga
de sensualidad durante el beso de Kundry (CD 3, pista 13,
4’44’’ y ss.); la tensión irresistible mientras Parsifal se despoja
del yelmo, en el Tercer Acto (CD 4, pista 4, 2’30’’ a 3’48’’): cuerdas
con sordina, y luego, nota pedal (Do) en violines, violas y violonchelos
sobre el pizzicato de contrabajos. Y, por supuesto, las dos
escenas de la Transformación, en especial la del Tercer Acto
(CD 4, pista 9, de 10'00'' a 15’27’’), con un volumen sonoro opresivo,
aplastante, pero oyéndose absolutamente todo. Un par de ejemplos
de la manera tan personal con la que Kna prepara los clímax.
Nótese, en el CD 1, pista 7, 4’52’’, cómo crea el clima de misterio
y va acumulando la tensión hasta llegar a un tremendo estallido
orquestal en 5’13’’. En el CD 4, pista 8, en el pasaje que va de
4’07’’ a 4’19’’, las costuras acaban por reventar (4’14’’), las
notas rebosan.
El
equipo de cantantes es prácticamente insuperable. Ludwig Weber no
es obviamente el de diez años antes, cuando cantó con Kna
Parsifal en Berlín, ocasión de la que se conserva el Preludio
I (Music & Arts, King Records, Tahra, Pilz) y un extraordinario
Tercer Acto (Preiser, Music & Arts, Pilz). La voz es la de un
cantante mayor, pero salvo algún que otro apuro ocasional ("dereinst
des Heilands selige Boten", CD 1, pista 9, 0’51’’,
por ejemplo), compone un noble y conmovedor Gurnemanz, auténticamente
venerable, y conserva aun en buena medida su bello timbre y portentoso
legato. En "O, wunden-wunderwoller" está inmenso, noble,
poderoso. En el Tercer Acto Weber es realmente el venerable Caballero
del Grial, con un monólogo "O Gnade! Höchster Heil!" (CD
4, pista 6) de una gran emoción, sobre al final, al referirse a
la muerte de Titurel.
George
London, con su voz rocosa y un punto áspera, dejó huella como Amfortas,
papel que interpretó en Bayreuth ocho temporadas (1951-53, 57 y
61-64). Aquí está en plenitud de facultades, y su Amfortas
es verdaderamente doliente y de un poderío vocal pocas veces igualado.
Si en "nun Waldesmorgenpracht" (CD 1, pista 5,
0’52’’) alarga la nota 7 segundos, su "O, Strafe" (CD
2, pista 3, 4’29’’) nos contagia de su sufrimiento. Más adelante
(de 5’44 a 6’12’’ en la misma pista) nos regala dos frases con un
fiato de otro mundo: "aus tiefster Seele Heilesbuße
/ zu ihm mub ich gelangen". Y, después de esta exhibición
y un par de "Erbarmen!" desgarradores (pista 4, 3’00’’),
llega al final de su intervención sin despeinarse. Chapeau!
En el Tercer Acto vuelve a deslumbrarnos con su fiato prodigioso
("den Erlöser selbst erschaust", CD 4, pista
11, de 3’15’’ a 3’29’’ sin respirar a mitad de la frase) y algún
detalle técnico de impecable factura, como la manera de apianar
en la palabra "Erlöser" (5’46’’).
Martha
Mödl y Wolfgang Windgassen son una Kundry y un Parsifal difícilmente
superables. Ya desde las primeras frases resulta patente la identificación
de Mödl con un papel que debutó en 1949. No hay un solo reparo que
poner a esta Kundry, tan extraordinariamente servida. Sensual ("Parsifal!
Weile!", CD 3, pista 10), con graves bien apoyados ("der
Muttertränen", CD 3, pista 12, 1’40’’), sin apuros en
la zona alta ("läßt dich dann Gottheit, CD 3,
pista 17, 2’32’’; "den ich verlachte—lachte—lachte! / Haha!
Ihn traf ja der eigne Speer!", 4’18’’), fraseo impecable
(escúchese el "Grausamer!", CD 3, pista 15, 1’52’’, donde
cada frase tiene sustancia, está pensada y dicha con perfecto sentido
del texto), insinuante, modulando la voz con pequeños reguladores
(todo el "Ich sah das Kind", CD 3, pista 12), dicción
perfecta. Y, si esto no fuera bastante, aquí y allá hay detalles
de denotan el dominio total del personaje, como las risas (CD 1,
pista 13, 1’23’’), gritos (al despertar en el Segundo Acto, CD 3,
pista 2, 2’53’’ y "Ich sah ihn—ihn—und lachte",
CD 3, pista 15) o ese alucinado "Hilfe! Hilfe! Herbei!"
(CD 3, pista 18, 0’10’’). Todo un modelo interpretativo.
Windgassen
no se queda atrás, y su Parsifal refleja la evolución del personaje
como pocas veces se ha visto. Al comienzo del Segundo Acto es soñador
y un tanto alucinado. Su "Wehe! Wehe!" (CD 3, pista 13)
es lacerante. Kna tiene que esperar a Windgassen, quien retrasa
imperceptiblemente el "Amfortas!" en un imponente "Amfortas!
Die Wunde!" (CD 3, pista 14) que con este inspirado tándem
se erige, como debe ser, en el centro de la obra. Préstese atención
especial a dos frases dichas con una belleza irresistible: "Erlöser!
Heiland! Herr der Huld!" (CD 3, pista 14, 5’26’’) y "O
wehe des höchster Schmerzenstags!" (CD 4, pista 9, 2’23’’).
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Hermann
Uhde como Klingsor en 1951
|
El
camaleónico Hermann Uhde, artista extraordinario, compone un atormentado
y suficientemente ominoso Klingsor, aunque su voz carezca de la
oscuridad de timbre de un Neidlinger. Suficiente el Titurel de Kurt
Böhme. Bien el sexteto de Muchachas Flor (Rita Streich Erika Zimermann,
Hanna Ludwig, Paula Brivkalne, Maria Lacorne y Hertha Töpper), aunque
inferior al estelar de 1962, del que luego se hablará. Magníficos
como siempre la Orquesta y los Coros del Festival de Bayreuth. Termino
con dos curiosidades: el momentáneo despiste de Windgassen durante
los Encantamientos del Viernes Santo (CD 4, pista 9, 1’44’’,
que hacen intervenir al apuntador) y los últimos compases de la
obra, en que destacan de modo poco habitual las flautas... y una
discreta pega: aquí y allá se oyen pequeños ruidos "electrónicos",
como una chicharra, que llegan a durar hasta dos segundos y que
resultan especialmente molestos cuando se escucha la grabación con
cascos. Sólo en el Preludio I anoté las siguientes "interferencias":
de 0’26’’ a 0’28’’, de 3’26’’ a 3’28’’, 4’01’’, 4’59’’, 5’10’’,
11’22’’, 11’57’’. En reproducción normal apenas se notan.
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HANS
KNAPPERTSBUSCH.
George
London (Amfortas), Martti Talvela (Titurel),
Hans Hotter (Gurnemanz), Jess Thomas (Parsifal),
Gustav Neidlinger (Klingsor), Irene Dalis (Kundry).
Coro y Orquesta del Festival de Bayreuth (Bayreuth,
1962, V).
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PHILIPS
464 756-2 (4 CDs, 2001, estéreo, libreto en alemán,
inglés y francés) (250’ aprox.)
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Irene
Dalis |
En
1962, 80 años después de su estreno, Philips registró en el Festspielhaus
un Parsifal de obligado conocimiento y que tengo por la primera
opción en esta obra. Y es que por encima de cualquier otra consideración,
tenemos aquí al director que mejor ha servido estos pentagramas,
un elenco de altura, aunque en algunos casos (Parsifal y Kundry)
sea mejorable y, sobre todo, un extraordinario sonido, atmosférico
(se oyen ruidos de foso, como los crujidos de la silla de Kna,
pasar de páginas y hasta una puerta que se cierra en CD 2, pista
5, 7’18’’) y, según algunos, la más fiel reproducción en disco de
la peculiar acústica del Festspielhaus. Quizá por todo esto los
genios de la mercadotecnia llevaban sin reeditarlo desde finales
de los 80 y, cuando se han decidido a hacerlo, lo han hecho chapuceramente.
¿Por qué chapuceramente? La reedición se enmarca en la colección
Philips 50, conmemorativa del cincuentenario del sello discográfico,
anunciada como reediciones con nuevos procesados realizados con
el último berrido de la tecnología: 96 kHz, 24 bits. ¡Y un
cuerno! Pese al lavado de cara, este Parsifal es exactamente
igual (en lo sonoro) que el de los años 80. No hay nuevo procesado.
El artículo del libreto es el mismo. Las fotografías se reproducen
cortadas en la parte superior. Los rostros de Gustav Neidlinger
y Jess Thomas aparecen con nombres intercambiados. Last, but
not least, no se incluye lupa de aumento, imprescindible para
leer los textos. ¡Bravo por Philips! A pesar de todo, la reedición
es oportuna (Höchster Not!) y debe ser bienvenida.
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Martha
Mödl como Kundry. Al fondo se ve a Gustav Neidlinger
(Klingsor)
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Diez
años después los tempi son más algo más rápidos (6), y esto
afecta básicamente a los Actos Primero y Tercero. La toma y el paso
del tiempo han limado un tanto el sonido, que ahora es más muelle.
Los graves no son tan prominentes como en la grabación de 1952 (¿efectos
de la ecualización?). Las maravillas de la dirección se suceden
sin descanso, y la enumeración de detalles llenaría todo el artículo.
Además de los señalados más arriba (sobrecogedoras las dos escenas
de la Trasformación), quisiera mencionar otros. La música que
acompaña la llegada de Kundry (CD 1, pista 3, 0’08’’), que comienza
lenta, acentuando las síncopas, y ese accelerando en 0’30’’
(hasta 0’45’’) en lo que constituye un auténtico travelling sonoro.
Trémolo de cuerdas sobre las voces de lo alto, en pianissimo
pero corpóreo, con presencia, durante el descubrimiento del Grial
(CD 2, pista 6). El acompañamiento al "Amfortas! Die Wunde!"
(CD 3, pista 6), especialmente el pasaje entre 1’00’’ a 2’00’’ (trémolo
de cuerdas en 1’21’’, sforzando en 1’29’’, accelerando
en 1’41’’). En CD 4, pista 6, el intenso pasaje que va de 2’39’’
(sobre "Mitleidvoll Duldender" de Gurnemanz) hasta 3’26’’,
momento en que se descarga toda la tensión acumulada. Y, a lo largo
de toda la obra, préstese atención al tratamiento de las violas.
Pese
a no estar en su mejor forma vocal, Hans Hotter imparte una lección
de canto, y comparte el Olimpo de los Gurnemanz con Ludwig Weber.
Todas sus intervenciones son un prodigio de dicción, legato,
intención y variedad expresiva, con ligeros atisbos de fatiga vocal,
más acentuados en el Primer Acto.
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Hans
Hotter (Gurnemanz), Jess Thomas (Parsifal) y Astrid Varnay (Kundry)
en el Tercer Acto. La foto es de 1965 |
George
London repite su inspirado Amfortas de 1952, más maduro el personaje
y con la voz un punto más áspera. No se aprecian aquí secuelas de
la parálisis de cuerdas vocales que sufrió en 1961 y que aceleraría
su retirada, que se produjo en 1965, con sólo 45 años.
Los
estadounidenses Irene Dalis y Jess Thomas son una más que solvente
pareja, que hoy día saldría a hombros por la puerta grande cargada
de orejas, pero sus logros quedan lejos de los de Mödl y Windgassen.
Dalis posee un timbre cálido y bello, frasea bien y la dicción y
pronunciación alemanas son buenas. En la zona alta la voz pierde
cuerpo (esto es especialmente patente en el "zum Geleit!"
con que termina su intervención --grito final aparte-- en el Segundo
Acto; CD 3, pista 8, 1’37’’), y los agudos son emitidos con un ligero
vibrato y una estridencia que me recuerdan a Mara Zampieri. Después
de los dos "Irre!" de la Dalis (CD 3, pista 8, 1’14’’)
cuesta creer que Parsifal tarde tanto en encontrar el camino de
vuelta. Un detalle que me gusta: en la frase "wie lachte
da auch Herzeleide" del "Ich sah das Kind" (CD 3,
pista 4), Dalis aplica un ligero vibrato sobre la palabra "lachte"
(0’25’’), de manera que parece que ríe.
Thomas
es un Parsifal excelentemente cantado e interpretado, al que pocos
reparos pueden ponerse. Va a más a lo largo de la función, y en
el Tercer Acto reparte frases antológicas, como "Auch deine
Träne ward zum Segenstaue / du weinest -sie! es lacht die Aue"
(CD 4, pista 8, 5’25’’). En ocasiones puntuales se echa de menos
algo más de aliento heroico ("Amfortas! Die Wunde!") y
su visión del personaje no es tan rica y profunda como la de Windgassen.
Gustav
Neidlinger, el Alberich por antonomasia (en Bayreuth fue amo y señor
del papel entre 1952-57 y 1965-71 y, a tiempo compartido,
aun lo interpretó en la colina verde de 1972 a 1975) es también
un insuperable y amenazador Klingsor, al que presta oscuros acentos.
El malogrado Martti Talvela es un imponente Titurel, posiblemente
el mejor en disco, con una voz verdaderamente de ultratumba. El
sexteto de Muchachas Flor es sublime: Gundula Janowitz, Anja Silja,
Else-Margrete Gardelli, Dorothea Siebert, Rita Bartos y Šona Cervená.
Toda la escena es deliciosa, con una Janowitz de 25 años de timbre
purísimo y un delicado Kna. Sobran elogios para los Coros.
El
13 de Agosto de 1964, Kna descendió por última al foso del
Festspielhaus. Al término de la función, bien pudo haber dicho aquella
misteriosa frase que Wagner pronunciara al final de la segunda función
de Parsifal, privada como la primera, el 28 de Julio de 1882: "Señores,
despues de esto...me despido de ustedes." No volvería a dirigir
pero, 36 años después de su muerte, Parsifal sigue siendo
suyo.
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PIERRE
BOULEZ.
Thomas
Stewart (Amfortas), Kurt Böhme (Titurel), Josef
Greindl (Gurnemanz), Sándor Kónya (Parsifal),
Gustav Neidlinger (Klingsor), Astrid Varnay
(Kundry). Coro y Orquesta del Festival de Bayreuth
(Bayreuth, 1966, V).
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GOLDEN
MELODRAM GM 1.0037 (4 CDs, 2000, mono, sin libreto)
(230’ aprox.)
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Pierre
Boulez y Wieland Wagner
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Enfermo
Kna, André Cluytens se hizo cargo de la dirección de Parsifal
en 1965 mientras Wieland Wagner urdía sus planes de demolición de
toda la labor anterior, para lo que acudió a la batuta cómplice
de Pierre Boulez, por entonces compositor rebelde de prestigio y
pujante director de orquesta. El debut de Boulez en Bayreuth se
esperaba con cierta expectación y curiosidad. Según Penelope Turing,
habitual visitante del Festival de Bayreuth en los años 50 y 60
y autora de un libro de recuerdos, la lectura de Boulez fue "veloz,
ligera -en comparación con la tradicional dignidad—y convincente,
[...] de esas que sitúan firmemente a Parsifal en el mundo
de los modernos y sin embargo no ofende a los sentimientos de los
wagnerianos tradicionalistas" (7). ¡El mundo de los modernos!
¿Qué demonio será eso?
Debo
dejar claro que respeto mucho a Boulez como compositor (Le marteau
sans maître, de 1954, me parece una obra maestra) y como
director (sus grabaciones de Debussy, Ravel, Segunda Escuela de
Viena, Bartók, Stravinsky y algún Mahler me parecen excelentes)
pero, como reza el conocido dicho popular, "lo que no puede
ser no puede ser y además es imposible". El primer síntoma
de ruptura lo tenemos en los tempi, que llevan la
duración total a 230’15’’ (98’46’’ + 61’42’’ + 69’47’’), conseguidos
a base de ir al grano y prescindir de la retórica barata
de los directores tradicionalistas, eso sí, wagnerianos. Cuatro
años más tarde Boulez mostraría una concepción aun más pulida: 219
minutos (94’ + 59’ + 66’). ¡Y sin cortes! Creo que permanece imbatido
hasta la fecha, en cerrada pugna con Herbert Kegel (95’ + 60’ +
66’’ en Leipzig 1975).
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Thomas
Stewart como Amfortas en 1960 |
El
discurso de Boulez es como el agua, incoloro, inodoro e insípido,
deslavazado e incoherente. Las últimas palabras de Kundry en el
Primer Acto son "Dormir...Dormir...He de hacerlo" y nosotros
dormimos con ella escuchando este Parsifal. En el Preludio
I, en el momento de la entrada del motivo de la Fe, el reloj
marca 4’46’’, tiempo casi idéntico al empleado por Kna en
1962. Pero, después de la repetición en las cuerdas del motivo
del Grial (5’53’’), cuando llegan las repeticiones del motivo
de la Fe (6’11’’) se lanza a una carrera desenfrenada (¡hay
que ser modernos!). Me pregunto qué significado tendría para Boulez
el sufrimiento de Amfortas (8’00’’), que desgrana con gelidez.
La comunicación con la escena es poca. En "Titurel, der fromme
Held" (CD 1, pista 8), después de la frase de Gurnemanz "Dem
Heiltum baute er das Heligtum" (2’50’’) Boulez pisa el acelerador,
desentendiéndose del pobre Greindl, que a ese tempo se ahoga,
bien que en esta grabación Greindl tampoco necesite mucha ayuda
para ello. Las dos escenas de la transformación resultan
precipitadas y sin tensión, particularmente la del Tercer Acto.
Durante la iluminación del Grial (CD, pista 4, 4’34’’) o
el beso de Kundry (CD 3, pista 2, 4’22’’) no hay magia, no hay
misterio, todo resulta trivial. El dúo Kundry-Parsifal del Segundo
Acto no es una seducción arquetípica, sino una regañina de adolescentes.
Los encantamientos del Viernes Santo (CD 4, pista 5) pasan
en un suspiro. Y así hasta el final, salvo contadas excepciones,
concentradas en el Segundo Acto, que es con diferencia el mejor
en esta grabación (incluso la toma sonora, en general bastante peor
que la de 1952, mejora en el Segundo Acto).
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Josef
Greindl como Gurnemanz en 1957
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Greindl
es una sombra de sí mismo en 1956, y además se siente incómodo con
el concepto impuesto por la batuta. ¿Cómo se puede cantar "O,
wunden-wundervoller" (CD 1, pista 7) "con gran emoción"
-así lo indica la partitura—con el acompañamiento de Boulez? Su
vibrato, que tanto desagrada a algunos, es más acusado ("Toren
wir, auf Lindrung da zu hoffen, / wo einzig Heilung lindert!",
CD 1, pista 2, 3’49’’) y la emisión más nasal que nunca.
Thomas
Stewart es un Amfortas muy bien cantado, pero en el Primer Acto
no expresa el dolor y la desesperación con la convicción de London.
En "O Strafe" (CD 2, pista 3, 1’52’’) está algo apurado
y carece de la fuerza de éste. Mejora notablemente en el Tercer
Acto, con un sensacional "Nein! -Nicht mehr! - Ha! -"
(CD 4, pista 9, 4’18’’).
Astrid
Varnay, en 1966, es una Kundry imposible. Hay detalles magníficos
de fraseo, intención expresiva y caracterización del personaje,
pero a sus 48 años ya tiene la voz abrasada, suena áspera y abierta.
El "Parsifal! Weile!" (CD 2, pista 16) no puede ser sensual
con la voz ajada e inestabilidades en la emisión. El vibrato
es acusado ("dir wütend umschlang", CD 3, pista
1, 2’47’’). Los agudos son gritos destemplados ("den ich verlachte
-lachte -lachte! / Haha! Ihn traf ja der eigne Speer!",
CD 3, pista 6, 3’45’’).
Sándor
Kónya es un lírico Parsifal, con una bella voz que recuerda mucho
a Plácido Domingo ("Ihr wild holdes Blumengedränge", CD
2, pista 15, 2’05’’). Se muestra muy metido en el personaje, aunque
sin llegar a las cotas expresivas de Windgassen.
Gustav
Neidlinger repite su negro Klingsor de 1962, todavía espléndido
de voz. Kurt Böhme, que ya cantara el papel en 1952, es un cumplidor
Titurel, sin comparación posible con Talvela (1962). Bien el atlético
(8) sexteto de Muchachas Flor: Anja Silja, Dorothea Siebert, Lily
Sauter, Rita Bartos, Helga Dernesch (¡La Brunilda de Karajan!) y
Šona Červená.
Cuando
en mi casa veo las estanterías desbordadas y los discos apilados
desordenadamente en el suelo me viene siempre a la mente la frase
de Gurnemanz: "aquí el tiempo se convierte en espacio".
Después de escuchar este Parsifal de Boulez me acuerdo también
de Proust.
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Acto
I, Escena Segunda en la célebre producción
de Wieland Wagner (1951-1973)
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NOTAS
(1)
El pasaje entrecomillado está extraído del
artículo de Deryck Cooke "The symbolism of Parsifal"
en el libreto del Parsifal de 1962 editado por Philips. Las
mayúsculas son mías.
(2) La última función, del
13 de Agosto, ha sido editada por Golden Melodram. En 1957 compartió
la dirección con André Cluytens.
(3) Artículo "Parsifal
puro y duro", en el Boletín de Información Discográfica "Diverdi",
número 96, Septiembre 2001.
(4) Esta afirmación no es
una crítica. No hay que confundir "dirección lenta" con
tedio, aunque en el caso de directores como James Levine sean sinónimos
(en Bayreuth ’83 invirtió nada menos que 16’23’’ en un plúmbeo Preludio
I ¿en qué estaría pensando?)
(5) Tercer Acto de Parsifal
de Marzo de 1942 en Berlín, con dirección de Kna (Preiser,
Music & Arts).
(6) Es curioso comparar esta
grabación con los coetáneos registros muniqueses de estudio de Oberturas
y Preludios wagnerianos que grabó para Westminster, mucho más reposados.
(7) En
New Bayreuth, Jersey Artists/Neville Spearman, Jersey-Londres,
1969, p. 104.
(8) Toda la escena le lleva
a Boulez 7’43’’, a comparar con los 10’30’’ de Kna en 1962.
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