Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
IN FERNEM LAND... 

EL LENGUAJE DE LOS PÁJAROS
 

Sígmund y todos sus hijos fueron mucho mejores que todos los demás hombres en fuerza, en estatura, en valentía y en todas las virtudes. Sígurd fue sin embargo el mejor de todos ellos, y en los antiguos cantos todos lo han llamado siempre el más excelso de los hombres y el más grande de los reyes guerreros. La muerte de Sinfiotli.


Wotan, besando los ojos de Brünnhilde, le arrebata la divinidad. La walkyria cae, desvanecida, entre los brazos del dios que la deja con infinita ternura en el suelo y la cubre con sus armas, por última vez. Mira, doliente, a su hija; luego, avanza, majestuoso, hasta el centro del escenario de la Colina Verde y exige la aparición de Loge. Con los tres golpes de su lanza en la peña, el fuego no se hace esperar y corre, salvaje y resplandeciente, a rodear la roca que guardará a la diosa hasta que un héroe la despierte y la convierta en mujer. Pero habrá de ser un héroe que ignore lo que es el miedo: ¡Jamás atraviese el fuego quien tema la punta de mi lanza!. Viejas historias nos hablan de él.

 

El nacimiento del héroe

Siegfried y Mime. A. Rackham

Un brevísimo párrafo en la Frá dauda Sinfjötla (Muerte de Sinfiotli) de la Edda Mayor nos narra cómo, cuando el rey Sígmund cayó en la batalla frente a los hijos de Húnding, su segunda mujer, Hjordis se casó con Alf, primogénito del rey de Dinamarca, y que en esa corte nació y se crió Sígurd. La Völsunga Saga es sólo un poco más explícita al respecto y, aunque su capítulo XIII se titule precisamente: El nacimiento de Sígurd, repite lo que ya leíamos en la Edda, si bien añade que, empezando por el rey, todos en la corte admiraban al niño que, allí, creció rodeado de amor y demostrando todo tipo de virtudes, desde el coraje hasta la inteligencia. De su educación se encargó un tutor: Regin, que le enseñó, entre otras muchas cosas, idiomas, buenos modales y a jugar a los escaques, que dicen que debía de ser algo parecido al ajedrez. Ya hemos visto (La seducción y el oro) que Regin es el hermano de Fáfnir: el que asesina a su padre Hreidmarr para hacerse con el tesoro de Andvari y se convierte en dragón con el fin de custodiarlo; por lo tanto, en el Anillo del Nibelungo, el personaje de Mime corresponde al de Regin en la mayoría de los textos mitológicos escandinavos. También mencionará a este personaje la Edda Menor de Snorri, comentando, en el Skáldskaparmál, que, un día, marchó en busca del rey de Dinamarca para hacerse su herrero y que, allí, tomó como ahijado a Sígurd Pero volveremos a él más adelante.

En el citado capítulo de la Völsunga Saga, también aprendemos que Grani, el famoso caballo de Sígurd, es descendiente de Sleipnir, el corcel de ocho patas de Odín, y que es el propio dios el que se lo regaló a su descendiente, apareciendo ante él como un anciano de larga barba. En la Tetralogía de Wagner, es Brünnhilde la que regala al héroe su propio caballo, Grane.

Si tanto las Eddas como la Völsunga Saga nos hablan muy poco de la infancia de Sígurd, en cambio, una compilación islandesa de leyendas germánicas, la Thidrek Saga (de mediados del siglo XIII), ateniéndose muy probablemente a tradiciones orales y canciones antiguas, nos aporta elementos míticos, desconocidos en otros textos, que relatan el nacimiento y las primeras andanzas del héroe del siguiente modo:

La maldición de Andvari, von Stassen

En venganza por haber rechazado sus proposiciones, el conde Hartvin acusa a Sisibe, hija del rey Nidung de Hispania y esposa del rey Sigmund de Tarlungaland, de haber mantenido relaciones ilícitas con un lacayo. En lugar de condenarla a muerte, se da orden al mismo Hartvin de cortarle la lengua en el bosque; pero su compañero, el conde Hermann, le plantea cambiar la lengua de la reina por la de un perro. Los dos hombres no se ponen de acuerdo y se enzarzan en una terrible pelea mientras Sisibe da a luz a un hermoso niño. Después de envolverle en pañales, le mete en una cuna de cristal mientras Hermann derriba a Hartvin, pero éste, al caer, la golpea, con lo que se precipita en el río ante el horror de la reina que no tardará en morir. Una fuerte corriente arrastra la cuna hasta el mar; termina chocando contra un acantilado y haciéndose pedazos. El niño se echa a llorar y su llanto es oído por una cierva que le alimentará y cuidará, durante doce meses, como a uno más de sus cervatillos (el tema del héroe encontrado y cuidado por un animal es muy recurrente en todas las mitologías indoeuropeas). Ya que crece y se fortalece con una asombrosa rapidez, con tan sólo un año aparenta cuatro y se atreve a adentrarse en el bosque. Allí vive el herrero Mimir, que hace tiempo que está casado pero no ha podido tener descendencia. Al ver al niño, decide prohijarlo y le da el nombre de Siegfried. Éste pronto alcanzará una altura y una fuerza enormes, pero tendrá, también, un carácter violento, impulsivo y poco sociable que hará que Mimir intente librarse de él, para lo que le envía al bosque donde ha planeado que su hermano, el dragón Regin, le dé muerte. Sin embargo, es Siegfried el que vence al dragón y mata al herrero. Entonces, se dirige hasta Brunhild, que le revela la historia de sus verdaderos padres.

Siegfried. F. Leeke

En este texto, el dragón lleva el nombre de Regin y no el de Fáfnir, su hermano, como en las tradiciones más conocidas. Recordemos que, en Wagner, Mime y Fafner, pertenecen a las razas distintas de los gigantes y los enanos respectivamente, y que Mime será el hermano de Alberich, el Andvari de los textos nórdicos (a quien Loki arrebata el oro para compensar a Hreidmarr de la muerte de su hijo Otr, hermano de Fáfnir y Regin) que, en ellos, no tiene ningún tipo de parentesco con ningún otro personaje de la historia.

 

 

Aceptar el Destino

Cuatro cantos de la Edda Mayor, muy semejantes en el tono y en la forma, nos narran las primeras peripecias de Sígurd. Resulta significativo que el que inaugura la serie: las Grípisspá (Predicciones de Grípir), enfrente al héroe, aún adolescente, con los pormenores de su destino glorioso y trágico. Y es que el heroísmo del Gran Norte se caracteriza precisamente por conocer, aceptar, asumir consciente y voluntariamente, y llevar hasta sus últimas consecuencias sin desfallecer, la trama del destino fatal que, para cada ser, han tejido las Nornas: su conocimiento no ahoga la voluntad, el fin inexorable y trágico no provoca una duda, la reflexión no paraliza la acción, lo que demuestra este poema en donde Grípir, que se presenta como un hombre sabio, tío materno de Sígurd, le pondrá al corriente de los principales acontecimientos de su existencia.

Siegfried y Notung. A. Rackham

En la primera parte del canto, Sígurd sabrá que ha de ser el más grande de los hombres, que vengará a su padre matando a los hijos de Húnding, que matará al dragón Fáfnir y al herrero Regin, que conquistará el tesoro del dragón y despertará a la muchacha que duerme en la montaña, que ésta, Brýnhild, le enseñará la magia de las runas y que se enamorará de ella. Hasta aquí, lo que la Edda llama la vida muchacha del héroe. Grípir parece no querer proseguir con sus predicciones, pero el joven le insta a ello y, así, en la segunda parte del poema, su sabio tío no tendrá más remedio que relatarle los trágicos acontecimientos de su vida adulta: hará a Brýnhid juramentos que romperá involuntariamente y se olvidará de ella; será víctima de los engaños de Grimhildr y se casará con su hija Gudrun (nombre escandinavo de Gutrune); ganará a Brýnhild para su cuñado Gúnnar (Gunter), revistiendo su apariencia; Brýnhild tramará una venganza: lo acusará de traición frente a Gunnarr y éste, junto con su hermano Högni (el Hagen germánico), lo asesinará. Pero Sígurd se va a despedir de su tío sin un reproche hacia la vida, sin la más mínima amargura. Como prototipo indiscutible del héroe germánico, ha aceptado el Destino consciente y activamente; en ello se basa su honor.

Desde este conocimiento y esta aceptación podrán comenzar sus gestas, la vida activa del héroe que se inaugura con otra exigencia de la ética germánica:

 

Vengar los crímenes

Regin, Sígurd y Gram. Iglesia de Hylestad. Oslo

En los Reginsmál (Dichos de Regin), el herrero, visitado por Sígurd, le pone al corriente de la historia de su familia y, con ella, de la famosa compensación de la nutria (La seducción y el oro) en donde está el origen de la maldición del anillo. Después, forja a Gram, la espada del héroe, tan extraordinaria que puede cortar un copo de lana en el Rin, mientras lo arrastra la corriente, con la misma facilidad que parte en dos mitades el yunque de Regin (detalle que conserva Wagner en su Siegfried), y le insta a matar con ella a Fáfnir; pero, antes, ha de vengar la muerte de Sígmund. El héroe se pone en camino, con toda una flota, para enfrentarse a los hijos de Húnding; sin embargo, una fuerte tempestad impide su avance, hasta que un viejo sube a su nave. Naturalmente, se trata de Odín. Después de una gran batalla, Sígurd ha vencido a todos los hundingos, a los que mata con el águila de sangre, que, como ya hemos visto (Tiempo de héroes), era un suplicio reservado para vengar la muerte de un padre y, probablemente, también un sacrificio a Odín después de una victoria. Con la vuelta del héroe a la corte que le ha acogido desde niño y una nueva invitación del herrero para que mate a Fáfnir, acaba este poema que da cuenta de otro de los deberes insoslayables de la ética germánica basada en la dialéctica: honor-destino-venganza.

 

Matar al dragón

Después de aceptar valerosamente el Destino y castigar a los asesinos de su padre, Sígurd podrá emprender la gesta que le proporcionará una fama imborrable en la memoria de los hombres, la narran los Fáfnismál (Dichos de Fáfnir). El muchacho se dirige, en compañía de Regin, hasta la morada de Fáfnir y cava un agujero en el camino por el que el dragón pasa para ir a beber. Allí, escondido, espera a que Fáfnir se acerque y, entonces, le clava su espada en el corazón (en la Völsunga Saga, lo hace así por consejo de Odín). Antes de morir, el monstruo, vaticina la traición de Regin y evoca la maldición que pesa sobre su tesoro: ¡Mi oro sonante y rojo tesoro, mis anillas, serán tu muerte!, pero el héroe no se inmuta:

Hombre ninguno              riquezas goza
            después de un día fijado;
por fuerza los hombres   llegada su hora
            han de partir hacia le Hel.

Sígurd y Fáfnir. A. Lee

La muerte de Fafner. A. Rackham

Después de muerto el dragón, Regin vuelve al lado de Sígurd y le pide que ase el corazón que le acaba de arrancar a Fáfnir antes de beberse la sangre de su herida (Snorri dice en su Edda, que Regin le exige a Sígurd el corazón de Fáfnir como recompensa por su muerte, ya que es su hermano). Pero, cuando el muchacho tocó el asado, para ver si ya estaba en su punto, se quemó un dedo que llevó instintivamente a la boca, y, en cuanto la sangre que salía del corazón de Fáfnir le tocó la lengua, se dio cuenta de que entendía el lenguaje de los pájaros. Entonces, los siete pardillos (en la Völsunga son seis), que piaban en unas ramas cercanas, le avisaron de las verdaderas y aviesas intenciones de Regin: matarle y quedarse con el tesoro, y le aconsejaron que fuera él quien acabara con la vida de su malvado tutor. Así lo hizo cortándole la cabeza y, después, comiéndose el corazón de Fáfnir y bebiéndose la sangre de ambos.

Muy antiguas creencias animistas (Heródoto ya hace alusión al canibalismo ritual, refiriéndose a las costumbres de algunas poblaciones hindúes, en el libro III de su Historia) defendían en que en el corazón y la sangre de los seres residía su fuerza y su sabiduría; bastaba, pues, con comer esa carne y beber la sangre de un enemigo para asimilar sus cualidades. De esta manera, en el momento en el que Siegfried prueba la sangre de Fáfnir, hace suya su extraordinaria naturaleza, a medio camino entre lo humano y lo animal, así como su sabiduría (recordemos que pertenece a la raza de los gigantes, proverbial en sus conocimientos) y, por lo tanto, puede entender el lenguaje de los pájaros. En el canto XV del Nibelungenlied, la sangre del dragón que mata Siegfried también tiene propiedades mágicas, pero son las de hacer al héroe, por bañarse en ella, invulnerable, o casi invulnerable, porque en el centro de su espalda cayó una gran hoja de tilo y es justamente en ese lugar en el que Hagen le herirá (lo que nos recuerda al héroe griego Aquiles, aunque, en su caso, se trate del talón).

Siegfried y la sangre del dragón. A Rackham

En la Segunda Jornada de la Tetralogía, Wagner condensa la escena que narran las Eddas sublimando la barbarie de sus primitivos elementos dramáticos, pero conservando y recalcando lo esencial de su sentido: al arrancar su espada (aquí, es el propio Siegfried quien la reforja y no Mime) del pecho del dragón, el muchacho se mancha de sangre la mano y, como el líquido le quema, se lleva los dedos a la boca. Inmediatamente después, puede conversar con el pájaro del bosque (en este caso sólo es uno) que le insta a encontrar el tesoro y a hacerse con el Tarnhelm (en los cantos escandinavos encontramos su prefiguración en el Yelmo del espanto que Fáfnir usaba para aterrorizar a todo aquél que osara acercarse a su cueva, pero que, naturalmente, poco puede hacer contra quien desconoce el miedo) y el anillo. Que Siegfried ha asimilado, a través de su sangre, el saber natural del dragón se vuelve a confirmar, en la obra de Wagner, en el momento en el que es capaz de reconocer las verdaderas intenciones de Mime, cuando escucha las palabras que están  su corazón y no se deja engañar por las que salen de su boca.

Volviendo a las Eddas, los pájaros del bosque le indican a Sígurd el camino hacia una muchacha a la que Odín castigó. El héroe monta en su caballo, sigue las huellas de Fáfnir hasta su madriguera, encuentra allí mucho oro, coge el yelmo del espanto y otras magníficas piezas. Así acaba el Fáfnismál. En el siguiente canto, al subir a una montaña, verá una gran luz, como la de un incendio cuyo resplandor alcanzara lo más alto de cielo; protege el sueño de una walkyria...

 

Bibliografía

Cantar de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.
Edda Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Rank, O., El nacimiento del héroe. Barcelona, Paidós, 1991.
Saga de los Volsungos. Madrid, Gredos, 1998.
Sturluson, S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.