Males
me aguardan,
Gran desvarío
Si para otro
A la virgen gloriosa
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lo
veo muy claro;
será el de Sígurd
de esposa pido
que tanto amo.
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La Predicciones de Grípir. Edda Mayor. |
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Siegfried
y Brünnhilde. A. Rakcham |
Las
Nornas han bajado, por siempre, a la Madre y, en el escenario de
la Colina Verde, a la oscuridad de su noche, sucede un amanecer
radiante. El interludio orquestal que une las dos partes del Prólogo
del Ocaso de los dioses evoluciona alrededor de los temas
musicales de Siegfried y Brünnhilde: el primero, poderoso y viril;
el segundo, tan ardiente y pasional que no deja dudas sobre la metamorfosis
de la walkyria. Cuando el sol luce en lo más alto, los dos protagonistas
salen de su aposento de piedra: el héroe enteramente armado, la
antigua diosa sujetando por las riendas a Grane. La pareja celebra
su amor heroico (Heldenliebe), muy diferente
del amor contemplativo de Tristán e Isolda que se desenvuelve en
la noche, aislado de un universo del que nada quiere saber. Éste,
por el contrario, se proyecta sobre él, en pleno día, consciente
y orgulloso de ser el motor de las mayores gestas, de las más valerosas
hazañas; aunque ahora los amantes ignoren que todas ellas se resumirán
en una: la redención del mundo.
Pero nadie dijo que el camino estuviera libre de obstáculos...
Sígurd
y Brýnhild
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Gudrum.
Engels |
Los
textos éddicos que describen el encuentro y el amor entre Sígurd
y Brýnhild son algo desconcertantes y confusos, ya que en ellos
se mezclan dos tradiciones diferentes: la primera es la que describe
cómo el héroe traspasa la muralla de fuego, despierta a la walkyria
de su sueño mágico, aprende su ciencia rúnica y le da una palabra
de casamiento que no cumple a causa del filtro de olvido que le
sirve Grimhild, la esposa del rey Giuli, para que se case con su
hija Gudrum (llevará el nombre de Kriemhild en el Nibelungenlied
y de Gutrune en la Tetralogía wagneriana).
La
segunda tradición nos presenta al héroe, ya casado con Gudrum, acompañando
a su cuñado Gúnnar (el Gunther germánico), que pretende a la walkyria,
en busca de ésta. Pero, al ser el caballo del príncipe incapaz de
traspasar la muralla de fuego que guarda a la virgen guerrera, Sígurd
adopta su apariencia, cruza con Grani la ardiente defensa y gana
a Brýnhild para Gúnnar. Aunque duerma una, tres u ocho noches (según
las versiones) con ella, lo hará en absoluta castidad, colocando
entre ambos su espada.
Esta
última tradición se considera como la más estrictamente germánica,
ya que el amor desdichado de Brýnhild por Sígurd podría ser un añadido
tardío de la poesía islandesa, lo que parece confirmarse cuando
en el Nibelungenlied encontramos precisamente esta segunda
versión, sin bien, como todo el cantar, teñida del ambiente caballeresco
propio del género y de la época en el que fue compuesto (S. XIII).
En él, Gunther ofrece a Sigfrid la mano de Kriemhield, de quien
está perdidamente enamorado, a condición de que le ayude a conquistar
a Brünhild, la extraordinariamente hermosa y fuerte reina de Islandia
que somete a sus pretendientes a terribles pruebas. Con la ayuda
del Tarnkappe (manto de invisibilidad), es en realidad Sigfrid
quien ejecuta las proezas que Gunther simula realizar, hasta que
Brünhild se confiesa vencida y consiente en el matrimonio.
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Siegfried.
A. Kampf |
Pero
volvamos a las Eddas. Si los Sigrdrífumál (Dichos
de Sigrdrifa), el Brot af Sigurdarkvidu (Fragmento del Cantar
de Sígurd), el Sigurdarkvida in skamma (Cantar breve de Sígurd)
y el Helreid Brynhildar (Viaje al Hel de Brýnhild), se inclinan
hacia una u otra tradición, sin embargo, las Grípisspá (Predicciones
de Grípir) aúnan ambas, como también lo harán Snorri en el Skádskaparmál
(Lenguaje del arte escáldico) de su Edda Menor, la Völsunga
Saga y el propio Wagner, aunque hay que subrayar que es este
último quien lo hace con mayor maestría y credibilidad, ya que,
a veces, en los textos éddicos, resulta difícil comprender que los
que acaban de encontrarse tras una muralla de fuego, poco después,
se comporten como absolutos desconocidos.
Los
anillos
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Brünhild
y Gunther. Cantar de los Nibelungos, 1440. Biblioteca Estatal
de Berlín (pág. 24). |
Snorri
nos relata muy brevemente el primer encuentro entre el héroe y la
walkyria, obviando cualquier tipo de relación amorosa entre ambos
personajes, y se centra en la segunda tradición, a la que suma un
detalle que no aparece en los textos de la Edda Mayor y que
adquirirá una gran importancia, por su poder simbólico, en la Tetralogía:
cuando Sígurd gana a Brýnhild para su cuñado, como regalo de su
casta noche de bodas, le entrega el anillo de oro que Loki le había
arrebatado a Andvari (La
seducción y el oro), el anillo maldito que, más
tarde, será la prueba de la traición del héroe y la causa de su
muerte.
Siguiendo
su costumbre, Wagner utiliza un símbolo o una estructura simbólica
extraídos del material mítico que le sirve de hilo argumental para
darle un sentido muy diferente al de sus fuentes o para profundizar
en él: al final del Prólogo del Ocaso de los dioses, Siegfried
le ofrecerá a Brünnhilde el anillo de Alberich, el anillo del odio
y la ambición de poder, como prueba de amor y fidelidad. Éste será,
a su vez, correspondido con Grane, el caballo sobre el que, en otros
tiempos, la virgen guerrera elegía a los héroes que debían morir
en combate y que, como ella, fue sometido al sueño mágico y a un
destino mortal.
El
autor anónimo de la Völsunga Saga también unifica las dos
tradiciones, redoblando incluso el motivo del juramento, ya que,
antes de que la reina Grimhild le dé a beber la poción del olvido,
el héroe tuvo dos encuentros con la walkyria y cerró, en ambos,
su compromiso matrimonial. Lo curioso es que, en el segundo, lo
hace con el anillo de Andvari, aunque, en ese momento, el texto
no lo especifique. Cuando, por efecto del filtro, ya nada recuerde
de sus antiguos amores, se haya casado con Gudrum y consiga a Brýnhild
para su cuñado, compartirá el lecho de la walkyria pero separado
de ella por su espada Gram; entonces, le quitará el anillo de Andvari
y se lo cambiará por otro del tesoro de Fáfnir, lo que, más adelante,
va a provocar el descubrimiento del engaño y, en consecuencia, la
muerte del héroe.
Por
lo tanto, si en los cantos de la Edda Mayor, son el dolor
ciego y los celos de la walkyria los que llevan, en venganza, al
asesinato de Sígurd, tanto en el relato de Snorri como en la Völsunga
Saga, con la introducción del motivo del anillo de Andvari,
se recalca la afrenta que sufre Brünhild y la culpabilidad del que
ha perjurado. Poco importa lo que hoy llamaríamos su “inocencia
moral”, la falta de intencionalidad en su acción; lo importante
es la acción en sí y el deshonor consiguiente que sólo puede ser
redimido por medio de la sangre. La walkyria se lo había advertido
al transmitirle su sabiduría: No jures en vano, pues a una promesa
rota sigue una venganza, si bien, inmediatamente después, ambos
cerraban su primer compromiso. Así se cumplirá el destino final,
que, como es característica del héroe germánico, éste conoce previamente
y lleva con gallardía hasta sus ultimas consecuencias (Tiempo
de héroes).
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Brünhild
contempla a Ghunter, suspendido. J.H. Füssli
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Acabamos
de ver que en el Nibelungenlied desaparece por completo el
motivo del encuentro tras el muro de fuego y que, gracias a la Tarnkappe,
Sigfrid vence la fortaleza de la reina de Irlanda, conquistándola
(también en el sentido bélico del término) para su cuñado Gunther.
Así y todo, éste, en la noche de bodas, no lo va tener nada fácil,
ya que Brünhild, algo remisa a perder su doncellez, tras una salvaje
lucha, le reduce, le ata de pies y manos con su cinturón y, de esta
guisa, le deja colgado en un clavo de la pared de la cámara nupcial.
De nuevo, Gunther tendrá que recurrir a la fuerza de Sigfrid para
vencer a la reina guerrera, previo juramento de no aprovechar la
peculiar situación, lo que el héroe, en este caso, cumple. La treta
volverá a surtir efecto y, después de otra encarnizada pelea, Sigfrid
doblegará, por segunda vez, a Brünhild, despojándola, en un descuido,
de su cinturón y de un anillo que, también, con el tiempo, serán
las pruebas del terrible ultraje que desate el odio y la venganza
de la reina de Islandia. Aquí es Sigfrid el que arrebata el anillo
a la mujer y no el que se lo regala como símbolo de su unión, por
casta que sea esta última.
Áslaug
Estamos viendo, pues, la diversidad de versiones que ofrece el antiguo
mito de los amores entre el más grande de los héroes germánicos
y la walkyria a la que Odín pinchó con la espina del sueño. Todas
ellas, salvo la de Wagner, parecen apuntar a que las circunstancias
y la espada de Sígurd impidieron que este amor fuera más allá de
un juramento, de una promesa de matrimonio. Sin embargo no debió
de ser del todo así ya que la Völsunga Saga nos relata cómo,
después de que Sígurd pasara, por segunda vez, la muralla de fuego,
con la apariencia de Gúnnar, Brýnhild se dirigió a casa de su tutor
Héimir, le comentó los últimos acontecimientos y le dejó, para que
allí la criara, a la hija que había tenido con Sígurd: Áslaug. Después
se casó con Gúnnar y, aunque justo entonces el héroe recuperó la
memoria, al ver a los nuevos esposos felices, decidió callar.
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Despedida
de Brünnhilde y Siegfried. A. Rackham |
Ya
se hacía una brevísima referencia a Áslaug en la Edda de
Snorri, como hija de Sígurd y, aunque nada se dice en el texto acerca
de quién fue su madre, sí se nos indica, en cambio, que se crió
con Héimir, que aparece en la Edda Mayor, más concretamente
en las Grípisspá, como el tutor de Brýnhild. La Völsunga
Saga es más explícita con respecto a este personaje, quizá porque
es precisamente el que sirve de lazo de unión entre esta obra y
la que aparece en la segunda parte del mismo manuscrito: la Saga
Ragnars lodbrókar (Saga de Ragnar Calzas Peludas), en la que
la hija del héroe y la walkyria será la segunda esposa del rey Ragnar
(con lo que estas dos sagas reconstruyen la genealogía mítica de
los reyes de Noruega, partiendo del propio Odín). Pero, para que
eso sea posible, el viejo Héimir salvará a la niña de las malas
intenciones de sus enemigos, llevándosela en un arpa hasta un paraje
rodeado de arroyos y cataratas que oculten el ruido de sus llantos
y en donde, a su vez, pueda consolarla con su música. Pero ésta
sería otra historia...
Brünnhilde mira el anillo que Siegfried le acaba de regalar como
prenda de amor y símbolo de fidelidad, mientras le acompaña hasta
el extremo de la roca. Él lleva por las riendas a Grane y desaparece
de nuestra vista tras un último gesto de adiós de la walkyria que
sonríe feliz. Poco después, a lo lejos, se escucha el cuerno del
héroe. El telón se cierra bruscamente y la orquesta, en progresiva
clave de solemnidad, alegría y grandeza, describe el Viaje de
Siegfried por el Rin.
Bibliografía
Cantar
de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.
Edda
Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Saga
de los Volsungos; Madrid, Gredos, 1998.
Sturluson,
S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Wagner,
R.; El ocaso de los dioses. Madrid, Turner Música, 1986.
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