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La
vida es un baile en el cráter de un volcán que en algún momento
hará erupción. Y.
Mishima. Introducción a la filosofía de la acción.
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Waltraute
y Brünnhilde. A. Rackham
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Durante el interludio orquestal que abre paso a la Tercera Escena
del Primer Acto del Ocaso de los dioses, la que ha sido,
durante toda la obra, una trágica resonancia, pasa a convertirse
en la más tierna de las evocaciones: en la mano de Brünnhilde, el
Anillo y su tema parecen liberados del viejo maleficio. Pero un
trueno y el estallido de la cabalgada rompen el encantamiento. Waltraute
no trae el perdón del Padre de las Batallas (que ya sólo espera
el fin en el majestuoso silencio del Walhall); en un último y desesperado
intento, insta a su hermana a devolver la joya maldita a las ondinas.
Es en vano. La walkyria no puede entregar la prenda del amor y la
fidelidad de Siegfried. Poco después, éste volverá a cruzar la muralla
de fuego, pero, esta vez gracias al Tarnhelm, bajo la apariencia
de Gunther. En un forcejeo, rendirá a la hija de Wotan y le arrancará
el anillo; aunque, fiel al juramento de sangre, esa noche Nothung
se interpondrá entre los dos.
Con el Segundo Acto, volvemos al palacio de los hijos de Gibich,
la atmósfera es oscura y pesada. Hagen duerme abrazado a su lanza.
Un repentino rayo de luna descubre a Alberich agazapado a sus pies
y, en uno de los pasajes más impresionantes de la Tetralogía (Schläfst
du, Hagen, mein Sohn?), el enano exige a su hijo la venganza
y la recuperación del anillo.
Siegfried, de vuelta al palacio, sólo desea encontrarse con Gutrune.
La
disputa de las reinas
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El
sueño de Gudrún. F. Piloty
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Tanto en los poemas éddicos como en el Nibelungenlied también
está a punto de consumarse la tragedia; como ya hemos visto (La
estirpe de Gibich), la desencadenará un altercado
entre Gudrún y Brýnhild. Incidiendo, una vez más, en el conocimiento,
aceptación y cumplimiento consciente del destino, que caracteriza
al héroe nórdico, en la Völsunga Saga, un sueño de Gudrún,
que interpreta la misma Brýnhild, resume y anticipa lo que, inevitablemente,
ha de ser: Te revelaré tu porvenir: a ti vendrá Sígurd, el hombre
por mí elegido. Grímhild le ofrecerá aguamiel envenenado y surgirán
graves disputas entre todos nosotros. Lo tendrás para perderlo poco
después. Te casarás con el rey Atli. Perderás a tus hermanos y matarás
a Atli.
Ya
volveremos al final de esta predicción; de momento, vamos a recordar
(Promesas)
que en el Nibelungenlied, Sigfrid conquista (en el sentido
militar del término) a la belicosa reina de Islandia para Gunter
y, así, poder casarse con hermana de éste, Kriemhild. Por lo tanto,
a diferencia de los textos escandinavos, en el cantar austriaco
no hay ningún lazo amoroso entre ambos personajes; sin embargo,
este último conservará el tema común de la disputa, será durante
el Canto XIV: De cómo las reinas se agraviaron. Aunque, aquí,
es sólo el honor el que debe ser vengado, no el juramento de amor
incumplido por obra del filtro de Grímhild, que sólo aparece en
la tradición éddica.
Al
volverse a encontrar, después de diez años de sus bodas, las dos
reinas discuten agriamente sobre la nobleza, fama y gallardía de
sus respectivos esposos. Kriemhild señala que Sigfrid es superior
a Gunther, ya que fue él quien verdaderamente conquistó a Brünhild,
y lo demuestra con el anillo y el cinturón de seda de Nínive y piedras
preciosas que, durante aquel incidente, el héroe arrebató a reina
de Islandia. El caballero Hagen de Trónege, al verla tan atribulada,
decide vengar el ultraje. Gunter actuará como cómplice. En esta
versión germánica, Sigfrid no será quemado sino sepultado y Brünhild
no volverá a aparecer en el poema. Pero todo el dramatismo de su
inmolación escandinava será sustituido por el dolor de Kriemhild
que hace romper la tapa del ataúd para besar una última vez al héroe,
mientras llora lágrimas de sangre.
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Kriemhild
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La
walkyria desaparecerá, junto con Sígurd, de las antiguas historias
éddicas arrojándose, como en la Völsunga Saga y El anillo
del Nibelungo, a la pira en la que arde el cadáver de aquél
a quien ella misma llevó a la muerte para vengar su inconsciente
deslealtad. En varios poemas de la Edda Mayor, pero especialmente
en el Sigurdharkvidha hin skamma (Breve Canto de Sígurd),
la risa de Brýnhild, en el momento en el que conoce la muerte del
héroe, sobrecoge al lector tanto como el meticuloso reparto de sus
bienes y la preparación del túmulo funerario en el que, finalmente,
arderá junto a él, por propia voluntad. Snorri parece quitarle importancia
a la autoinmolación de la walkyria; en su Edda Menor sólo
indica que se quita la vida con una espada y que es quemada en la
misma pira que Sígurd. Sin embargo, un curioso poema éddico: el
Helreid Brýnhildar (Viaje al Hel de Brýnhild) nos la presenta,
después de su muerte, camino del Otro Mundo, para reencontrarse
con el hijo de Sígmund. Una giganta le cierra el paso recriminándole
el perseguir al esposo de otra mujer. Entonces, la walkyria evoca
el castigo de Odín y cómo el héroe sin miedo traspasó una muralla
de llamas para despertarla, antes de que el engaño se interpusiera
entre ambos. Sus sentimientos aflorarán en los últimos versos del
poema: ¡Nunca debimos Sígurd y yo vivir separados!
También
en el momento en el que Sígurd es asesinado, todo el interés de
los antiguos textos se centra en Gudrún. Su personaje (que es el
principal protagonista del Nibelungenlied, con el nombre
de Kriemhild, no lo olvidemos) nada le tiene que envidiar al de
los demás héroes, ni en grandeza, ni en valor. Es, por lo tanto,
muy diferente del que se nos presenta en la Tetralogía de Wagner,
al igual que ocurrirá con sus hermanos Gúnnar (Gunther) y Högni
(Hagen).
Gudrún
y Atli
Con la muerte de Sígurd se cierra el segundo de los cuatro ciclos
que componen el antiguo mito de los Niflungar (Nibelungos). Ya ha
pasado ante nosotros el ciclo de las mocedades del héroe y el de
su final; quedan, por lo tanto, el del final de los burgundios y
la muerte de Atli (el Etzel alemán que nosotros conocemos como Atila),
precisamente el segundo marido de Gudrún y, además, según algunos
cantos éddicos y la Völsunga Saga, el hermano de Brýnhild.
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Gudrún,
Atli y Gúnnar. F. Staffen
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En
distintos poemas de la Edda Mayor dedicados a Gudrún, pero
muy especialmente en uno aristocrático y refinado: el Atlakvidha
(Canto de Atli), y otro bastante más realista, personal (el autor
anónimo nos da su propia interpretación de los hechos) y probablemente
también más cercano a las tradiciones germánicas del sur: los Atlamál
(Dichos de Atli), se nos cuenta el destino de Gudrún, sus hermanos
y su segundo marido, materia que recogerá, unificádola, la Völsunga
Saga. Allí, vemos cómo Grímhild vuelve a usar de sus artes,
preparando un filtro para que su hija olvide, en un instante, todas
sus penas, y la insta a casarse con el poderoso rey Atli. Sin embargo,
su dolor es más fuerte que la magia y nunca alejará de su pensamiento
a Sígurd ni a su hijo Sígmund (todavía niño y asesinado junto a
él) aunque, a regañadientes, acceda a una nueva boda. Un tiempo
después, presagios siniestros se presentan en los sueños del rey,
que desea poseer el tesoro de los Niflungar, ahora, en manos de
Gúnnar y Högni. Idea, pues, una treta para asesinarlos invitándoles
a un gran banquete; pero Gudrún descubre sus intenciones y previene
a sus hermanos de la traición, enviándoles un anillo envuelto en
pelo de lobo -según la Dráp niflunga (Muerte de los Niflungos)
de la Edda Mayor, este anillo es precisamente el de Andvari,
antecedente mítico de nuestro anillo del nibelungo-. También las
mujeres de ambos, después de interpretar runas y sueños premonitorios,
les ruegan no acudir a la traicionera llamada de Atli; pero de nada
sirve: el héroe del Gran Norte nunca intenta esquivar al destino,
se esfuerza en apurar su copa hasta la última gota, por muy amarga
que sea.
El
corazón de un valiente
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Gúnnar
en el foso de las serpientes. Arte vikingo.
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Cuando Gúnnar y Högni se acercan al palacio de Atli, éste les reclama
el tesoro de los Niflungar y, ante su negativa, se entabla una gran
batalla. La reina se acerca a sus hermanos para intentar una reconciliación,
pero, al no conseguirla, se viste con una armadura, empuña una espada
y lucha junto a ellos como el más valeroso de los guerreros. Pese
a todos los esfuerzos, ambos son, finalmente, apresados y encadenados
por el rey de los hunos. Cuando Atli le vuelve a preguntar al rey
Gúnnar dónde se encuentra escondido el oro, éste pone como condición
ver antes el corazón sangrante de su hermano Högni. Los consejeros
del reino matan a un esclavo, le arrancan el corazón y se lo presentan;
pero la treta no surte efecto: Lo que veo es el corazón del cobarde
de Hjalli, muy distinto del corazón del valeroso Högni, pues aún
palpita fuertemente, aunque ni la mitad de lo que palpitaba cuando
aún estaba dentro de su pecho. Entonces el rey da orden de arrancar
el corazón de Högni que, al oír la sentencia lanza una carcajada,
demostrando, por última vez, su valor. Gúnnar no duda: Veo el
corazón del valeroso Högni, muy distinto del corazón del cobarde
Hjalli, pues late despacio, y latía aún más despacio cuando aún
estaba dentro de su pecho. Ahora el hermano de Gudrún tiene
la seguridad de que sólo él sabe donde está el tesoro de los Niflungar
y, por lo tanto, de que nunca llegará a manos de los hunos, de que
nunca saldrá de entre las aguas del Rin. Atli manda arrojarlo a
una fosa llena de serpientes a donde Gudrún le lanza un arpa que
él consigue tocar, rascando las cuerdas con sus dientes, ya que
estaba atado de pies y manos; y lo hace con tal maestría y dulzura
que consigue adormecer a todas las serpientes, excepto a una enorme
culebra que, introduciéndose por la nariz del héroe, le devora el
corazón. Según el Oddrúnargrátr (Lamento de Oddrun, hermana
de Atli y enamorada de Gúnnar) de la Edda Mayor es la propia
madre del rey de los hunos, la que, convertida en serpiente, asesina
a Gúnnar.
Como
podemos ver, estos personajes distan mucho del Gunther y el Hagen
wagnerianos. Pero aún no hemos contado cómo acaba la historia de
su hermana Gudrún.
El
festín de Atli
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Festín
(Nibelungos). B. Brüggemann
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El rey de los hunos intentó compensar con oro la muerte de los hermanos
de Gudrún, pero ella no lo aceptó. Sólo quiso celebrar sus funerales
con un gran banquete en el que, sin saberlo, Atli comió los corazones
de los dos hijos que había tenido con la reina y bebió su sangre,
mezclada con vino, utilizando sus cráneos como jarra. Previamente
Gudrún los había degollado con sus propias manos (lo que nos recuerda
al festín de Atreo, de la mitología griega, que mata a los hijos
de su hermano Tiestes, los despedaza y se los sirve en un convite).
Al conocer la verdad, Atli desea que Gudrún sea lapidada (la muerte
más vergonzosa para la mujer en Escandinavia), pero ella, acompañada
de un hijo de Högni y aprovechando su sueño, atraviesa con una espada
el pecho del rey, le prepara un gran funeral y prende fuego a su
palacio con todas sus pertenencias. De esta manera quedaban vengados
sus hermanos.
Gudrún ya no quería seguir viviendo, pero aún no era tiempo de cumplir
la totalidad de su destino. De su matrimonio con Sígurd había tenido
una hija, a la que dio por nombre Svandir (Batalla del Cisne) y
que había heredado la penetrante mirada de su padre. Creció en la
corte del rey Jónark (que se convertiría en el tercer marido de
Gudrún), donde las olas llevaron a su madre al intentar quitarse
la vida en el mar. Cuando la hija de Sígurd se había convertido
en la más hermosa de las mujeres y estaba en edad de casarse, fue
injustamente acusada de amar al hijo de su futuro esposo y condenada
a una muerte indigna: pateada por caballos. Pero, para que se cumpliera
la sentencia, tuvieron que encapuchar a los animales porque, al
mirarlos fijamente, reconocían en ella el brillo de los ojos de
los völsungos y no osaban acercarse. Este fue el último dolor de
Gudrún. Después de mandar a sus otros hijos a la batalla para vengar
a Svandir pudo, al fin, descansar: ¿Recuerdas Sígurd, lo que
me decías cuando yacíamos juntos? Que me esperarías o vendrías por
mí desde el infierno. Y aquí terminaron sus lamentos...
Bibliografía
Cantar
de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.
Edda
Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.
L’Edda
poétique (Textos presentados y traducidos por Régis Boyer);
París, Fayard, 1992.
Saga
de los Volsungos; Madrid, Gredos, 1998.
Sturluson,
S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Wagner,
R.; El ocaso de los dioses. Madrid, Turner Música, 1986.
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