Wagnermania
 


 LIBRETTO ESPAÑOL

PRELUDIO

Acto I

Escena primera

(El interior de una cabaña)

Siegmund
Sea de quien sea este fuego,
aquí he de reposar.

Sieglinde
¿Un forastero?
Debo preguntarle.
¿Quién ha entrado en la casa
y se ha tumbado ahí al lado del fuego?
Ahí, se ha tumbado,
cansado por la fatiga de su viaje.
¿Se ha desmayado?
¿Puede estar enfermo?
Todavía respira,
tan solo ha cerrado los ojos.
Parece fuerte,
aunque se haya caído de cansancio.

Siegmund
¡Agua! ¡Agua!

Sieglinde
Traeré algo para refrescarte.
Te he traído un alivio
para tus labios resecos:
el agua que me has pedido.

Siegmund
Fresca y revitalizante
estaba el agua;
el peso de mi cansancio
ha disminuido.
Me ha refrescado el ánimo,
y mis ojos bendecidos
con el placer de lo que veo ante mí.
¿Quién es la que me ha revivido?

Sieglinde
Esta casa y esta mujer
pertenecen a Hunding.
Reposa aquí y sé su invitado.
Quédate hasta que él vuelva a casa.

Siegmund
Estoy desarmado:
un invitado herido
no preocupará a tu esposo.

Sieglinde
¡Rápido! Enséñame tus heridas.

Siegmund
Son leves,
y no merece la pena hablar de ellas;
mi cuerpo está intacto,
mis extremidades todavía están firmes.
Si mi lanza y mi escudo
hubieran sido tan fuertes
como mis brazos,
nunca habría huido de mis enemigos.
Pero me destrozaron la lanza y el escudo,
y en grupo me persiguieron hasta agotarme.
La tormenta
me dejó sin fuerzas.
Pero más rápido que yo de mis enemigos,
el cansancio ha huido de mí,
la noche cayó sobre mis párpados,
pero ahora el sol vuelve a brillar de nuevo sobre mí.

Sieglinde
El aguamiel con mucha nata
es una bebida dulce
que no me rechazarás.

Siegmund
¿La probarás tu primero?
De un hombre desafortunado has estado cuidando.
Es mi deseo que mi desgracia
no te alcance.
He descansado
y disfrutado de mi descanso.
Ahora debo marchar.

Sieglinde
¿Quién te persigue que hace que te vayas ya?

Siegmund
La mala suerte me persigue
donde quiera que vaya;
la mala suerte se me acerca
donde quiera que me detenga;
quizás no se acerque a ti, mujer.
Debo marchar y buscar otro lugar.

Sieglinde
Entonces ¡quédate aquí!
No puedes traer mala suerte a la casa
donde la mala suerte ya habita.

Siegmund
Me llamo Desdichado.
Esperaré a Hunding.

Escena segunda

Sieglinde
Agotado, junto al fuego
encontré a este hombre.
El peligro le condujo hasta nuestra casa.

Hunding
¿Has cuidado de él?

Sieglinde
Le refresqué los labios y
lo traté como a un invitado.

Siegmund
He de agradecerle que me refugiara y
me diera algo de beber.
¿No la reñirás por ello?.

Hunding
Mi corazón es sagrado.
Trata mi casa como sagrada también.
Sírvenos la comida a los hombres.
¡Cómo se parece a mi esposa!
En sus ojos también brilla
esa astucia traidora.
Supongo que tus viajes
te han traído desde muy lejos.
No ibas a caballo
cuando te paraste aquí.
¿Qué duros senderos
te han producido tanto cansancio?.

Siegmund
A través de bosques y campos,
de brazales y matorrales
me persiguieron las tormentas
y una profunda angustia.
No sé por dónde vine,
y aún menos
a dónde he llegado,
pero me alegraría averiguarlo.

Hunding
El techo que te cobija,
la casa que te protege
tienen a Hunding por amo.
Saliendo de aquí
en dirección al oeste,
en tierras de gran riqueza
habitan los hombres
de la tribu de Hunding,
que protegen el honor de éste.
Si mi invitado respeta mi honor,
me dirá su nombre.
Si no crees apropiado
confiar en mi,
entonces cuéntale tu historia a mi esposa:
¡Mira con que insistencia te hace preguntas!.

Sieglinde
Invitado, me alegraría saber
quien eres.

Siegmund
No puedo llamarme Pacífico;
ojalá me llamara Alegre;
más Desdichado ha de ser mi nombre;
Lobo era mi padre;
el primero de dos hermanos
yo y mi hermana gemela
fui en venir al mundo.
Prematuramente fui separado
de mi madre y mi hermana,
de aquella que me dio luz
y de aquella que vino al mundo conmigo.
Apenas llegué a conocer a ninguna de ellas.
Lobo era fuerte y guerrero
y muchos enemigos se hizo.
A cazar salía
el anciano con el joven.
Un día volvimos a casa
después de desguazar y arrasar animales y
encontramos la guarida de lobo vacía.
Reducida a cenizas
estaba nuestra hermosa sala de estar,
hasta la raíz habían quemado
el tronco del floreciente roble.
El valiente cuerpo de mi madre
yacía mutilado,
y todo rastro de mi hermana
había desaparecido bajo las llamas.
Una cruel banda de rufianes
nos había traído este duro destino.
Como proscritos
escapamos el anciano y yo;
muchos años
de mi juventud
pasé en el bosque salvaje con lobo.
Muchos nos persiguieron,
pero el lobo y yo
nos defendimos valientemente.
Esto es lo que te cuenta un lobezno,
y como Lobezno me conocen muchos.

Hunding
¡Extrañas y maravillosas historias nos cuentas,
invitado atrevido!.
¡Desdichado, el Lobezno!
Creo que he oído oscuras historias
sobre esa pareja de guerreros,
aunque nunca llegué a conocer
a ningún lobo o ningún lobezno.

Sieglinde
Prosigue, forastero
¿Dónde está tu padre ahora?

Siegmund
Esos rufianes
nos atacaron violentamente;
y muchos de los que nos perseguían
cayeron a manos de los lobos.
A la luz del día condujimos
a nuestra presa a través del bosque,
pero nuestros enemigos
desaparecieron como arte de magia.
Yo fui separado de mi padre,
perdí su rastro,
aunque lo busqué durante largo tiempo.
Sólo una piel de lobo
encontré en el bosque,
ante mí yacía inerte,
pero no hallé a mi padre.
Tuve que salir del bosque
y dejarme arrastrar hasta los hombres y mujeres.
Más aunque conocí a muchos,
dondequiera que los encontré,
ya en busca de amigos o
para hacerle la corte a las mujeres,
no fui bien recibido,
la mala suerte me perseguía.
Aquello que yo pensaba que estaba bien,
estaba mal para los demás,
y lo que a mí me parecía mal,
los demás lo aprobaban.
Me metía en peleas allá donde me encontrara,
y allá donde fuera encontré desprecios;
si ansiaba la felicidad,
sólo provocaba desgracia;
así que tuve que llamarme Desdichado:
Desdicha es todo lo que poseo.

Hunding
Aquella que te concedió un destino tan espantoso,
La Norna, no te amaba.
A ningún hombre le gusta encontrarte,
cuando como forastero, le pides hospitalidad.

Sieglinde
Sólo los cobardes temen
al hombre que viaja solo y desarmado.
Cuéntanos visitante,
como al final perdiste
tus armas en batalla.

Siegmund
Una niña con problemas
vino a mí en busca de ayuda.
Su familia la obligaba a casarse
con un hombre
al que ella no amaba.
Vine a protegerla,
contra la fuerza.
Me batí en batalla
con la muchedumbre de opresores.
El enemigo cayó y yo salí victorioso.
Sus hermanos yacían muertos,
y la muchacha abrazaba sus cuerpos;
la pena hizo desaparecer su furia.
Bajo un torrente descontrolado
de lágrimas contemplaba la matanza sollozando.
La destrozada novia lamentaba
el asesinato de sus propios hermanos.
Los hombres de su tribu
corrieron hasta allí;
muchos tenían
sed de venganza.
Desde todas partes,
los enemigos se alzaron contra mí,
pero la muchacha no se movió
del campo de batalla.
Con lanza y escudo
la protegí durante un largo rato,
hasta que mi lanza y mi escudo
me fueron arrancados en la lucha.
Me quedé herido y desarmado
y vi morir a la muchacha.
La multitud furiosa me persiguió,
mientras ella yacía sobre los cuerpos.
Mujer, tu me has preguntado,
ahora ya sabes porqué no me llaman Pacífico.

Hunding
Conozco una familia de salvajes
que no consideran sagrado
aquello que los demás honran.
Todo el mundo les odia, igual que yo.
Yo fui llamado a vengar
el deshonor
de los de mi sangre.
Cuando llegué ya era demasiado tarde,
y ahora, al volver a casa,
en ella descubro el rastro
del villano que huyó.
Mi casa te refugiará
por hoy, lobezno;
por esta noche te acogeré.
Pero mañana hazte
con fuertes armas.
A mi me toca escoger el día en que hemos de batirnos.
Has de pagar por esas muertes.

(Dirigiéndose a Sieglinde)

¡Sal de la habitación!
¡No te quedes aquí entreteniéndote!
Prepárame mi bebida de cada noche
y espérate a que venga a la cama.

(Dirigiéndose a Siegmund)

Un hombre necesita su armadura.
Lobezno, te veré mañana.
Ya has oído lo que he dicho.
Cuídate mucho.

Escena tercera

Siegmund
Una espada me prometió mi padre,
que yo encontraría cuando me hallara en graves problemas.
Desarmado me metí por error
en casa de mi enemigo,
y para asegurar su venganza
aquí he de quedarme.
Vi una mujer
encantadora y digna,
y un temor encantador
se ha apoderado de mi corazón.
Me atrae hacia ella con ansiedad;
me hiere con su dulce magia,
y en cambio, está cautiva bajo el hombre
que se burla de mí porque me hallo indefenso.
¡Wälse! ¡Wälse!
¿Dónde está tu espada?
La robusta espada
que he de blandir ante la adversidad,
¿acaso ha de salir de mi pecho
donde mi corazón enfurecido la esconde?
¿Qué es ese brillante resplandor
que reluce en la oscuridad?
¿Qué es esa luz
que emana del fresno?
Mis ojos se ciegan
ante la luz reluciente.
La llama se ríe con alegría.
¡Con qué brillo sus rayos
me queman el corazón!
¿Se trata de la mirada
de esa mujer radiante
que aún permanece aquí
después de que ella
saliera de la habitación?
La noche y la oscuridad
cerraron mis ojos;
después el resplandor de su visión
cayó sobre mi:
y entonces supe lo que eran el calor y la luz del día.
Como una bendición
la luz del sol brilló sobre mi
y su maravilloso resplandor
me rodeó la cabeza hasta
que se puso por detrás de las colinas.
Una vez más, mientras desaparecía por la noche,
su luz cayó sobre mí.
Hasta el tronce del anciano fresno
brilló con luz dorada.
Después la flor se marchitó,
la luz desapareció.
La noche y la oscuridad
cerraron mis ojos:
en los profundos rincones de mi corazón,
un fuego invisible continúa ardiendo.

Sieglinde
¿Estás dormido huésped?

Siegmund
¿Quién es el que se desliza hasta aquí?

Sieglinde
Soy yo. Escúchame.
Hunding está profundamente dormido.
Le puse una droga en la bebida.
Aprovecha la noche para salvarte.

Siegmund
Con tu presencia ya estoy salvado.

Sieglinde
Déjame que te enseñe una espada.
¡Oh, si tan solo pudieras hacerte con ella!
Te podría proclamar
el más noble de los héroes,
pues sólo al más fuerte
está destinada.
¡Oh presta atención a lo que te digo!
Los hombres de la familia de Hunding
se sentaron en esta habitación
como invitados a su boda:
Hunding se casaba con una mujer
a la cual, sin ser preguntada,
los ladrones convirtieron en su esposa.
Tristemente permanecí sentada
mientras ellos bebían.
Un forastero, un anciano que llevaba una capa gris,
entró en la habitación.
Se había bajado el sombrero
para que le tapara un ojo,
pero el brillo del otro
espantó a todos los demás
cuando vieron la autoridad
y la severidad que emanaban de él.
Sólo a mí
su ojo demostró una
dulce y ansiosa tristeza,
y al mismo tiempo, lágrimas y consuelo.
A mí me miró y a ellos
les lanzó una mirada furiosa
mientras en su mano
resplandecía una espada
que hincó en el tronco del árbol,
e hincada hasta el puño ahí permaneció.
La hoja de la espada pertenecerá a cualquiera
que la arranque del árbol.
Todos los hombres,
aunque lo intentaron con valentía,
no consiguieron hacerse con la espada.
Los visitantes llegaron
y se fueron.
El más fuerte tiró del puño,
pero no consiguió sacarla del árbol ni una pulgada.
La espada permanece ahí en silencio.
Entonces supe quién era
el que me saludó en medio de mi dolor,
y ahora también sé
para quién clavó
la espada en el árbol.
¡Oh si pudiera encontrar
ese amigo aquí y ahora!
Si desde muy lejos viniera a mí,
la más desgraciada de las mujeres,
todo lo que sufrí
con amarga pena,
todo lo que me causó dolor
en mi vergüenza y deshonor,
todo sería vengado con la
más dulce de las venganzas.
¡Recuperaría
lo que he perdido.
aquello por lo que lloré,
recobraría,
si encontrara a este amigo sagrado,
lo abrazaría entre mis brazos como a un héroe!.

Siegmund
Amada mujer,
ese amigo os abraza ahora;
la espada y la mujer serán suyas.
Con fuerza me arde en el corazón
el juramento
que te convierte en mi esposa.
Veo en ti todo
aquello que anhelaba;
en ti hallo
lo que nunca tuve.
Aunque tú sufriste desgracia
y a mi me afligió la pena,
aunque a mí me proclamaron proscrito
y a ti te deshonraron,
la alegre venganza
nos traerá la felicidad.
Me río a carcajadas
por la alegría sagrada
que me produce
el tenerte en mis brazos
y sentir el latido de tu corazón.

Sieglinde
¡Ja! ¿Quién ha salido? ¿Quién ha entrado?

Siegmund
Nadie ha salido,
pero alguien ha entrado:
mira, la primavera
sonríe a la habitación;
Las tormentas del invierno
han desaparecido antes del mes de Mayo.
Con luz tenue
brilla la primavera,
sobre fragantes brisas,
suave, encantadora
y prodigiosa flota.
A través de bosques y praderas
deja escapar su aliento,
sus grandes ojos sonríen.
La adorable canción de los pájaros
dulcemente proclama su llegada;
su presencia emana
dichosos aromas;
de su sangre caliente
brotan maravillosas flores;
brotes y capullos
crecen de su fuerza;
con un ejército de encanto delicado
conquista el mundo;
el invierno y las tormentas
se desvanecen ante sus fuertes defensas,
y ante sus duros golpes ceden también
las robustas puertas que fuertes y obstinadas
nos separaban de la primavera.
Hasta su hermana
aquí voló.
El amor atrajo a la primavera.
En nuestros corazones
se halla profundamente escondido,
pero ahora alegremente sonríe a la luz.
El hermano libera a la hermana
como la que ha de ser su esposa y
en ruinas yace
todo aquello que los separaba.
Con alegría se saluda la joven pareja,
el uno al otro.
Amor y Primavera se unen.

Sieglinde
Tu eres la Primavera
que tanto anhelé
durante el frío invierno.
Mi corazón te saludó
con terror sagrado
cuando por primera vez tu mirada me hizo florecer.
Yo sólo había visto extraños,
y a mi alrededor no tenía ningún amigo.
Como si no lo hubiera conocido nunca,
así era todo lo que acontecía.
Pero a ti te reconocí
sin ningún problema
cuando mis ojos te vieron,
me perteneciste.
Aquello que ocultaba en mi corazón,
lo que soy,
vino a mi tan brillante
como la luz del día
y como un eco que resuena
cayó sobre mis oídos,
cuando en medio de mi fría soledad
vi por primera vez a mi amigo.

Siegmund
¡Oh, la más dulce de las dichas,
las más bendita de las mujeres!.

Sieglinde
¡Oh, déjame
que me acerque más a ti
y ver así con claridad
la noble luz que brilla
en tus ojos y de tu rostro,
y que con dulzura
se apodera de mis sentidos.

Siegmund
Bajo la luz de la luna primaveral,
brillantemente resplandeces
coronada noblemente
con los rizos de tu cabello:
aquello que con encantos me atrapó
puedo adivinar con facilidad.
Embelesados mis ojos se recrean con tu visión.

Sieglinde
Mira cómo
se ensancha tu frente
y las venas
se enroscan en tus sienes.
Tiemblo con el placer
que me atrapa con sus encantos,
y con sorpresa me hace recordar
que aunque hoy te he visto por primera vez,
ya te había visto antes.

Siegmund
Un sueño de amor me viene
a la mente a mi también:
quemándome por la ansiedad,
yo te he visto antes.

Sieglinde
Reflejada en el río
he visto mi imagen,
y ahora la veo de nuevo:
Tal como antes apareció en el agua,
tú ahora me muestras mi propia imagen.

Siegmund
Tu eres la imagen
que yo oculté dentro de mí.

Sieglinde
¡Calla! Deja que
escuche tu voz.
Su sonido,
creo que escuchaba de pequeña,
¡Pero no! la he oído hace poco,
cuando el eco de mi voz
resonó por el bosque.

Siegmund
¡Oh, que sonido tan adorable
para que yo lo oiga!

Sieglinde
El fuego de tus ojos
ya me ha quemado antes.
Así me miró el anciano
al saludarme
cuando trajo consuelo a mi tristeza.
Por su mirada,
su hija lo reconoció,
e incluso quise llamarlo por su nombre.
¿De verdad te llamas Desdichado?

Siegmund
Desde que me amas,
ya no me llamo así.
Ahora estoy lleno de puro placer.

Sieglinde
¿Y no podrías llamarte Pacífico
ahora que eres feliz?

Siegmund
Llámame
como quieras llamarme.
De ti tomaré mi nombre.

Sieglinde
Pero ¿Llamaste lobo a tu padre?

Siegmund
Un lobo era para los zorros cobardes.
Más el nombre de aquél
cuyos orgulloso ojos brillaban
tanto como los tuyos,
maravilla, era Wälse.

Sieglinde
Si Wälse era tu padre
y tú eres un Wälsung,
entonces fue para ti
para quien hundió su espada en el árbol.
Así que deja que te llame
con el nombre que amo:
Siegmund.
Ese es el nombre que te doy.

Siegmund
Siegmund me llaman
y Siegmund soy,
y como testigo pongo esta espada
que sin miedo sostengo.
Wälse me prometió
que cuando me hallara en el mayor de los problemas,
un día la encontraría.
Ahora la agarro con fuerza.
La necesidad más profunda
del más sagrado amor,
el deseo abrasador
del ansioso amor
me quema con ardor en el pecho,
me empuja a realizar hazañas y a la muerte.
¡Notung! ¡Notung!
ese nombre te doy, espada,
¡Notung! ¡Notung!
preciado acero,
muestras que afilada está tu hoja y
cuánto corta tu filo:
¡Sal de tu vaina y ven a mí!.


(De un fuerte tirón saca la espada del árbol)

¡A Siegmund, el Wälsung,
tienes frente a ti mujer!
Trae su espada
como regalo de bodas.
Se casa
con la más bella de las mujeres,
y de la casa de su enemigo
se te lleva.
Ahora,
sígueme lejos de aquí
hasta la sonriente
casa de la primavera.
Como protección tendrás a Notung, la espada,
incluso si Siegmund muere de amor.

Sieglinde
Eres tu Siegmund
al que aquí veo,
Yo soy Sieglinde
la que tanto te anheló:
¡a tu propia hermana
y a la espada has conseguido!.

Siegmund
Serás esposa y hermana
de tu hermano.
Y así permitirás que la raza de Wälsungen crezca.


PRELUDIO

ACTO II

Escena primera

(Montañas salvajes y rocosas)

Wotan
Ponle ya la bridas a tu caballo,
doncella de la caballería.
Pronto se producirá
una ardiente y terrible pelea.
Brünnhilde debe atacar en la batalla
y asegurarse de que Wälsung sale victorioso.
Deja que Hunding
decida donde pertenece;
yo no lo necesito en Valhalla.
Así que prepárate y velozmente
cabalga a la batalla.

Brünnhilde
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha! ¡Heiaha!
¡Hojotoho!.
Padre, te aconsejo
que estés preparado,
una fuerte tempestad
tendrás que soportar.
Fricka, tu esposa, ya se acerca
en su carro tirado por carneros.
Mira cómo chasquea
con su mano el látigo dorado,
los pobres animales
gimen de terror,
las ruedas suenan con furioso estrépito.
Viene a buscar pelea.
Tanto como me gustan
las batallas de hombres valientes,
en escaramuzas como ésta
prefiero no meterme.
Así que, procura sobrevivir a la tormenta,
¡yo me alegro de dejarte en la estacada!.
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha! ¡Heiaha!
¡Hojotoho!

Wotan
¡La antigua tormenta,
el antiguo problema!
Sin embargo he de mantenerme firme.

Fricka
Por las montañas donde te escondes
para evitar ver a tu esposa,
yo sola
te he buscado
porque debes prometerme ayuda.

Wotan
Dime abiertamente
lo que preocupa a Fricka.

Fricka
He estado escuchando las quejas de Hunding,
que me llamó para que lo vengara.
La guardiana del matrimonio
lo oyó,
y firmemente le prometió
castigar el comportamiento de ese impudente
y blasfemo par que tan abiertamente
han agraviado a un marido.

Wotan
¿Qué hicieron de malo esos dos
cuando la primavera
los unió con amor?
La magia del amor los embrujó.
¿Quién se disculpará ante mí
por el poder del amor?.

Fricka
¡Qué tonto y sordo pretendes hacerme creer que eres,
como si de verdad no supieras
que es del matrimonio,
un voto sagrado
del que vilmente se han burlado, de lo que me quejo.

Wotan
No considero sagrado
el voto que une
sin amor.
Y, sinceramente no permitiré
que me pidas impedir por la fuerza
algo que no te atañe,
pues allí donde las fuerzas
con valentía se alzan,
yo abiertamente fomento la guerra.

Fricka
Si otorgas respetabilidad
al adulterio,
entonces jáctate aún más y
santifica
el fruto incestuoso
de la unión entre hermanos gemelos.
Mi corazón deja de latir,
la cabeza me da vueltas:
¡Relaciones matrimoniales
entre hermano y hermana!
¿Cuándo ha ocurrido que
hermano y hermana fueran amantes?.

Wotan
Hoy has visto cómo ocurría.
Aprende de ello,
pues hechos tan espontáneos
quizás no hayan ocurrido anteriormente.
Debes tener muy claro
que estos dos están enamorados.
Así que escucha mi sensato consejo:
puesto que la dulce alegría
te recompensará por tu bendición,
sonríe al amor y bendice la unión de
Siegmund y Sieglinde.

Fricka
Así, ¿ha llegado el fin
para los dioses eternos después
de que tu engendraras
a esos salvajes Wälsungen?.
Ya he hablado.
¿Te he entendido bien?
No te importa nada tus nobles
y sagrados parientes;
rechazas todo
lo que antes valorabas y,
dejas escapar
el gobierno que ejerces
sobre el cielo,
para que placer y capricho
puedan hallar satisfacción
en estos monstruoso gemelos,
fruto disoluto de tu adulterio.
Oh, ¿por qué me quejo
por el matrimonio y sus votos
si tu fuiste el primero en romperlos?
A tu fiel mujer
has engañado sin cesar:
en los abismos,
allá en las alturas,
allí donde miraras
con ojos lujuriosos
para ver cómo podías satisfacer tu cambiante apetito y,
burlarte de mi y herirme hasta lo más profundo de mi corazón.
Por mucho como me dolía,
tenía que soportarlo cada vez
que te ibas a luchar en batalla
acompañado por esas bastas muchachas
que tu apetito lascivo te hizo engendrar,
pues a tu esposa demostraste
respetar lo suficiente como para hacer
que la tropa de las Valquirias,
e incluso Brünnhilde,
la novia de tu deseo,
me respetaran como su soberana.
Pero ahora se te han ocurrido
nuevos seudónimos
como Wälse y como un lobo
rondabas los bosques;
ahora que te has rebajado
hasta los restos de tu deshonra
y un vulgar ser humano
te ha dado gemelos,
ahora hasta los desperdicios de la loba
degradas a tu esposa.
Bueno ¡ves y hazlo!
Llena la copa hasta arriba
y pisotea a la esposa que has engañado.

Wotan
Nunca aprendiste,
ni siquiera cuando intenté enseñarte,
a ser capaz de reconocer
los acontecimientos antes de que ocurran.
Hechos pasados
es lo único que siempre entiendes,
mientras que yo puedo ver
hechos que nunca han ocurrido con anterioridad.
¡Escúchame esta vez!
La crisis llama a un héroe quien,
libre de toda protección divina,
será liberado de la ley divina.
Y así, el solo podrá llevar a cabo la acción que,
por mucho que los dioses necesiten,
a un dios le está prohibido.

Fricka
Estás intentando confundirme
con pensamientos profundos.
¿Qué maravillas podrían llevar a cabo los héroes,
que los dioses bajo cuyo único favor,
los hombres pueden actuar,
no serían capaces de hacer?.

Wotan
¿Acaso su propia valentía
no significa nada para ti?

Fricka
¿Quién inspiró a los hombres con ella?
¿Quién encendió los ojos
de esos estúpidos?
Bajo tu protección,
aparecen fuertes,
gracias a tu insistencia
tienen aspiraciones.
Tú sólo inspiras a éstos,
a los que tanto alabas ante una diosa.
Con nuevos trucos intentas embaucarme,
y con nuevas prisas
intentas escaparte de mi.
Pero no te quedarás con ese Wälsung.
En él sólo puedo encontrarte a ti,
pues sólo gracias a ti
puede actuar valientemente.

Wotan
Con amarga pena
creció completamente solo;
mi protección nunca corrió en su ayuda.

Fricka
Entonces, no corras en su ayuda hoy.
Quítale la espada
que le diste.

Wotan
¿La espada

Fricka
Sí, la espada,
la espada mágica,
la espada reluciente
que tú el dios, diste a tu hijo.

Wotan
Siegmund la consiguió
cuando tuvo problemas.

Fricka
Tú le creaste esos problemas,
de la misma manera que le creaste la espada.
¿Acaso intentas engañarme
a mí que día y noche
te he seguido los talones?
Fue para él para quien hincaste la espada
en el tronco del árbol.
Tú le prometiste
la espléndida arma.
¿Acaso niegas que fue tan sólo tu astucia
quien lo llevó hasta donde
pudiera encontrarla?
Un noble no luchará
con esclavos.
Un hombre libre persigue a los bribones.
Contra tu poder
quizás yo vaya a la guerra,
pero Siegmund, como un esclavo, será mi víctima.
Él, cuyo señor eres tú,
tan solo un esclavo y siervo,
¿ha de exigir obediencia
a tu inmortal esposa?
¿Acaso debe sufrir la deshonra
de los insultos de un golfo?
¿dejarme atropellar por la impudencia y permitir
que ese hombre libre se burle de mi?.
Mi marido no puede desearme eso,
¡No podría profanar una diosa de esa manera!.

Wotan
¿Qué es lo que me pides?

Fricka
¡Que te alejes del Wälsung!

Wotan
Pues, entonces haré
que vaya solo a la lucha.

Fricka
Pero no debes protegerle
cuando el vengador le llame a la batalla.

Wotan
No lo protegeré.

Fricka
Mírame a los ojos y,
no intentes ningún truco.
Mantén a la Valquiria alejada de él también.

Wotan
La Valquiria hará lo que le plazca

Fricka
¡De ninguna manera!
Ella sólo lleva a cabo tus deseos.
Prohíbele que permita salir vencedor a Siegmund.

Wotan
No puedo derribarlo.
Él encontró mi espada.

Fricka
Entonces, quítale la magia,
deja que se rompa entre las manos del siervo.
Deja que su enemigo lo halle desarmado.

Brünnhilde
¡Heiaha! ¡Heiaha! ¡Hojotoho!

Fricka
Aquí viene tu valiente muchacha,
gritando mientras galopa.

Brünnhilde
¡Heiaha! ¡Heiaha!
¡Heiohotojo! ¡Hotojoha!

Wotan
La llamé para que proveyera a Siegmund con un caballo.

Fricka
Su escudo hoy protegerá
el sagrado honor
de tu eterna esposa.
Los hombre se reirán de nosotros,
nuestro poder se perderá y
los dioses desaparecerán
si hoy, de una manera decente y respetable,
mis derechos no se hacen respetar
por esa valiente muchacha.
El Wälsung morirá por mi honor.
¿Tengo el juramento de Wotan?.

Wotan
¡Te lo juro!

Fricka
(A Brünnhilde)
El padre de los ejércitos te espera.
Deja que te explique
los planes que ha hecho.

Escena segunda

Brünnhilde
Me temo que la discusión
ha acabado muy mal,
pues Fricka parece contenta con el resultado.
Padre, ¿que tienes
que decirle a tu hija?.
Pareces abrumado y triste.

Wotan
He caído
en mi propia trampa.
Soy el menos libre de los hombres.

Brünnhilde
Nunca te he visto así.
¿Qué es lo que aflige a tu corazón?

Wotan
¡Oh, sagrada deshonra!
¡Oh, vergonzosa angustia!
¡Aflicción para los dioses!
¡Aflicción para los dioses!
¡Mi furia nunca tendrá fin!
¡Mi desgracia es imperecedera!
Soy el más desdichado de todos los hombres.

Brünnhilde
¡Padre! ¡Padre!
Dime ¿qué te preocupa?
¡Cómo afectan tus problemas a tu hija!
¡Confía en mi!
Yo te soy leal.
Mírame, Brünnhilde te lo suplica.

Wotan
Si lo dijera en voz alta
¿no dejaría así escapar la base
donde se asienta mi voluntad?

Brünnhilde
Le estás hablando a tu voluntad,
cuando me dice tu voluntad.
¿Quién soy yo
sino tu propia voluntad?

Wotan
Aquello que no digo a nadie
con palabras,
sin ser dicho queda para siempre:
cuando hablo contigo,
hablo conmigo mismo:
Cuando los placeres
del joven amor disminuyeron en mi,
mi espíritu anhelaba el poder.
Deseos impetuosos
me llevaron a la locura,
y para mi mismo conseguí el mundo.
Con involuntaria deshonestidad,
me comporté de manera desleal,
y mediante pactos me alié con poderes
que ocultaban la maldad.
Loge con astucia me tentó
y ahora se ha ido volando.
Y sin embargo,
no podía separarme del amor.
En mi poder, anhelaba el amor.
El terrible Nibelungo Alberich,
nacido de la noche,
rompió los lazos que le unían a ella:
maldijo al amor y
gracias a esta maldición se hizo
con el brillante Oro del Rin
y con él, un inmenso poder.
El Anillo que él había forjado
yo le robé con astucia.
Pero no se lo devolví al Rin,
y con él, pagué
el precio de Valhalla,
el castillo que los gigantes
me construyeron
y desde el cual
gobierno el mundo.
Aquella que sabía
todo lo que una vez tuvo lugar,
Erda, la sagrada
y más inteligente de las mujeres,
me dijo que renunciara al anillo,
y me advirtió del fin imperecedero.
Sobre ese fin,
yo quise saber más,
pero la mujer desapareció en silencio.
Después perdí mi alegría.
Como un dios, anhelé el saber.
Hasta las profundidades de la tierra bajé.
Con la magia del amor
vencí a la mujer,
dominé su orgullo y su sabiduría y,
entonces me habló:
Aprendí sus secretos,
pero me exigió un pago:
la mujer más sabia del mundo
me dio una hija, tu Brünnhilde.
Te eduqué
junto a tus ocho hermanas;
a través de vosotras Valquirias
quise evitar aquello
que la mujer me dijo
que había de temer:
un vergonzoso final para los inmortales.
Para que nuestros enemigos
nos hallaran fuertes en el campo de batalla,
os ordené que me trajerais a los héroes
que tan magistralmente
habíamos dominado,
hombres cuyos
espíritus doblegamos
y atrapamos con oscuros pactos
y con engaños obligamos
a obedecernos ciegamente,
a ellos debíais excitar
a la lucha y al combate
y estimular su fuerza
e inducirlos a amargas guerras.
Para así reunir a la entrada de Valhalla
un ejército de valientes guerreros.

Brünnhilde
Llenamos del todo la entrada.
Hasta ahora te he traído una multitud.
¿Qué te inquieta ahora,
ya que sin dudar llevamos a cabo tus órdenes?

Wotan
Se trata de otra cosa.
Escucha atentamente aquello
contra lo que Wala me previno.
Nuestro fin se perfila
a través del ejército de Alberich.
Con rabia funesta
el Nibelungo cuida su rencor.
Más ya no temo
a sus fuerzas de la oscuridad;
mis héroes me traerían la victoria.
Pero si de nuevo,
se hicieran con el anillo,
entonces Valhalla estaría perdida.
Él que maldijo al amor,
él solo podría utilizar cruelmente
el hechizo del anillo
para desgracia eterna
de todas las gentes nobles.
La bravura de mis héroes
no me quitaría:
él mismo aumentaría su valentía
para usarla en batalla.
Con su fuerza,
me libraría batalla.
Ansiosamente he estado pensando
como podría mantener el anillo fuera del alcance de mi enemigo.
Uno de los gigantes,
al que una vez entregué
el maldito oro
como pago por su trabajo,
él, Fafner, cuida el tesoro
por el que asesinó a su hermano.
A él debería arrancarle el anillo
que yo mismo le di como pago,
pero como hice un pacto con él,
yo no puedo atacarle.
Impotente ante él,
mi coraje me abandonaría.
Estos son los lazos
que me atan.
Me hice gobernante gracias a los pactos,
y de mis pactos ahora soy esclavo.
Sólo una persona podría hacer
lo que yo no puedo hacer:
un héroe al que nunca
me incliné a ayudar.
Un extraño para el dios,
libre de sus favores,
que involuntaria
y espontáneamente,
sólo con sus propios actos,
pudiera llevar a cabo
la acción que yo debo evitar
y que ni siquiera le sugerí,
aunque sea éste mi único deseo.
Este hombre que,
en contra de los dioses,
luchará por mi,
este amigable enemigo,
¿cómo puedo encontrarle?
¿cómo puedo crear un agente libre
al que nunca haya protegido,
quien, desafiándome,
llegará a serme muy querido?
¿cómo puedo crear a ese Otro,
que ya no es parte de mi,
quien por voluntad propia llevará
a cabo lo que yo únicamente deseo?
¡Qué situación para un dios,
una deshonra dolorosa!
Con asco me veo
cada vez que miro
todo lo que he creado.
El Otro hombre que anhelo,
el Otro no puedo encontrar nunca,
pues el hombre libre
ha de crearse a sí mismo;
yo tan sólo puedo crear hombres que me sean súbditos.

Brünnhilde
Pero, ¿acaso el Wälsung Siegmund
no actúa por cuenta propia?

Wotan
Salvaje vagué
por los bosques con él:
contra el deseo de los dioses,
le empujé a ser valiente;
contra la venganza de los dioses,
sólo tiene para protegerse la espada
que el favor de un dios
le concedió.
¿Por qué preparé una trampa
para engañarme a mi mismo?
Resultó muy fácil
para Fricka darse cuenta de esa trampa:
para mi profunda deshonra,
ella pudo ver a través de mi.
Debe ceder a su voluntad.

Brünnhilde
Entonces ¿vas a privar a Siegmund de la victoria?

Wotan
Toqué el anillo de Alberich;
con avaricia sostuve su oro.
La maldición de la que escapé,
todavía no me ha abandonado:
debo renunciar a lo que amo,
asesinar al hombre que adoro,
engañar y traicionar
a quien confía en mi.
Vete, pues,
con tu esplendor señorial,
divina pompa
y vergonzosa jactancia.
Deja que todo lo que construí
se caiga en pedazos.
Renuncio a mi labor.
Ahora, sólo hay una cosa que quiera;
¡el fin! ¡el fin!.
Y por ese fin,
Alberich está trabajando.
Ahora comprendo
el significado oculto
de las fieras palabras de Wala:
"Cuando el oscuro enemigo del Amor
engendre en medio de la furia, un hijo,
el fin de los Benditos
ya no tardará en llegar".
Hace poco oí un rumor
sobre el Nibelungo que decía
que una mujer fue dominada
por el enano
y seducida con dinero.
Los frutos de su odio
lleva la mujer en su vientre.
Esa criatura sin amor
llevó a cabo un milagro.
Y en cambio,
yo que obtuve favores del amor,
no puedo engendrar mi hombre libre.
Toma mi bendición,
hijo de Nibelungo,
lo que tanto me repugna te dejo en herencia:
la gloria sin sentido de la divinidad.
¡Con avaricia, alimenta tu odio con ella!

Brünnhilde
Háblame, dime,
¿qué debe hacer tu hija ahora?

Wotan
Lucha exclusivamente para Fricka,
defiéndele el matrimonio y sus votos.
Lo que ella decidió
también es decisión mía:
¿de qué sirve mi voluntad?
No puedo hacer que un hombre libre viva:
por los súbditos de Fricka
has de luchar.

Brünnhilde
¡Oh, que vergüenza! Arrepiéntete,
y niega lo que acabas de decir.
Amas a Siegmund:
sé que por tu propio bien
debo defender al Wälsung.

Wotan
Debes matar a Siegmund
y procurarle la victoria a Hunding.
Estate alerta
y manténte fuerte.
Has de reunir
toda tu valentía en la lucha:
Siegmund blande
una espada victoriosa,
así que no morirá como un cobarde.

Brünnhilde
Siempre me has enseñado
a amarle,
y sus nobles virtudes
te son muy queridas.
Tus ambiguas órdenes
nunca me volverán contra él.

Wotan
¿Qué? ¿Acaso tú, niña engreída,
te estás rebelando contra mí?
¿Qué eres tú sino el instrumento que obedeciendo
a ciegas lleva a cabo mis deseos?
¿Acaso cuando confié en ti
me rebajé tanto
que mi propia creación
llega a abusar de mi ahora?
Hija ¿conoces mi rabia?
Tu coraje te abandonaría,
si tan sólo una llama aplastante
de mi ira te alcanzara.
En mi corazón
oculto la furia
que en polvo y cenizas
puede convertir al mundo
cuyas sonrisas una vez fueron de mi agrado.
Pobre de aquel a quien mi furia ataque.
Su orgullo se convertiría en dolor.
Por lo tanto, te aconsejo
que no me provoques.
Recuerda lo que te he ordenado.
Siegmund ha de morir.
Esta es la labor de la Valquiria.

Brünnhilde
Nunca he visto al Padre de las victorias así,
ni tan siquiera cuando se enfada por alguna pelea.
Sobre mi se deja caer con fuerza
el peso de mi armadura.
¡Qué ligera era cuando luchaba
por lo que yo quería!
A esta malvada lucha me arrastro
hoy llena de miedo.
¡Oh, mi pobre Wälsung!
Ahora que te hallas en el más grave de los problemas yo,
tu amiga, debe abandonarte de manera desleal.

Escena tercera

Siegmund
Detengámonos aquí
y descansemos.

Sieglinde
¡Sigamos! ¡Sigamos!

Siegmund
¡Ahora mismo no seguiremos!
¡Espera, mi dulce esposa!.
Saliste a toda prisa
del bendito placer;
con súbito apremio
te alejaste corriendo.
Apenas podía seguirte en tu escapada salvaje.
A través de bosques y praderas,
por acantilados y rocas,
en silencio, sin decir nada
corrías delante de mi.
Aunque te llamé, no te detuviste.
Ahora, descansa
y háblame.
Deja a un lado este silencio que tanto te atemoriza.
Mira, tu hermano está
abrazando a su esposa.
Siegmund es tu compañero.

Sieglinde
¡Vete! ¡Vete!
Aléjate de la maldición
que pesa sobre mi.
Impío con este brazo que te agarra,
sin honor y sin honra
mi cuerpo ha muerto,
¡huye de este cadáver!
¡Sepárate de él!
Deja que el viento se lleve
aquello que tan vilmente entregué a un héroe.
Aunque me abrazó con amor,
aunque yo hallé en él la alegría más sublime,
aunque mi hombre me entregó todo su amor
y despertó en mi todo mi amor,
a través de esa dulcísima dicha,
santificación sagradísima,
que llenó mi mente
y me atravesó el alma,
llegó el miedo y el terror
y la espantosa vergüenza
que no pudo menos que horrorizarme
y apoderarse de mi en mi desgracia;
aunque yo pertenecía a un hombre
que me consiguió sin amor,
estoy maldita;
¡deja que me aleje de ti!
Yo estoy condenada
y no me queda dignidad.
De ti, el más puro de los hombres,
he de separarme sin demora,
a ti, hombre maravilloso, quizás
no pertenezca nunca.
He traído la vergüenza a mi hermano,
deshonra al amigo que me consiguió.

Siegmund
El bellaco pagará con su sangre
cualquier desgracia que hayas sufrido,
así que, no sigas corriendo,
y espera a tu enemigo:
morirá bajo mi mano
cuando Notung
devore su corazón.
Sólo entonces te vengaré.

Sieglinde
¡Escucha! Los cuernos…
¿oyes cómo llaman?
Por todas partes se oye el eco
de su furioso estrépito.
Desde los bosques y los campos
llega su bramido.
Hunding se ha despertado
del profundo sueño.
A sus parientes y a los perros
ha reunido.
Alzados con furia
todos gritan.
Salvajemente lloran al cielo
por el roto juramento de matrimonio.
¿Dónde estás Siegmund?
¿Todavía puedo verte,
mi muy amado
y atractivo hermano?
Deja que las estrellas de tus ojos
brillen sobre mi una vez más.
No rehuyas el beso
de tu proscrita esposa.
¡Escucha, oh, escucha!
Ese es el cuerno de Hunding.
Su clan se acerca
completamente armado.
Ninguna espada te será de utilidad
cuando sus perros ataque.
¡Tírala, Siegmund!.
Siegmund ¿dónde estás?
¡Ah!, ¡Ahí! ¡Ya te veo!…
¡que terrible visión!
los perros rechinan sus dientes
a la vista de tu carne,
ellos no respetan
tus nobles facciones,
a tus pies aprietan
sus duros dientes,
tú te caes,
y tu espada se rompe en pedazos.
El árbol se viene abajo,
el tronco se rompe.
¡Hermano, hermano mío!
¡Siegmund!… ¡Ay!…

(Se desmaya en los brazos de Siegmund)

Siegmund
¡Hermana! ¡Mi amada!.

Escena cuarta

Brünnhilde
¡Siegmund!
¡Mírame!.
Yo soy aquella
a la que pronto seguirás.

Siegmund
Dime, ¿quién eres tú
que tan hermosa y seria te presentas ante mi?

Brünnhilde
Sólo aquellos destinados
a morir ven mi mirada.
Aquel que me mire,
ha de abandonar la vida y su luz.
Sólo en el campo de batalla,
me presento ante los héroes.
El hombre que me ve,
es mi víctima en la batalla.

Siegmund
Si te sigo,
¿a dónde llevarás a tu héroe?

Brünnhilde
Hasta el Señor de las batallas,
el cual te eligió,
te conduciré.
Me seguirás hasta Valhalla.

Siegmund
¿Y a la entrada de Valhalla
hallaré al Padre de las Batallas solo?

Brünnhilde
Héroes muertos
de cuerpos excelentes
te abrazarán gustosos
y te saludarán solemnemente.

Siegmund
¿Y en Valhalla hallaré a Wälse,
mi propio padre?

Brünnhilde
Allí encontrarás
a tu padre, Wälsung.

Siegmund
¿Y en Valhalla una mujer
me saludará afectuosamente?

Brünnhilde
Allí abundan con esplendor
las doncellas deseables.
La hija de Wotan gustosamente
te dará una bebida.

Siegmund
Eres maravillosa
y ahora reconozco a la sagrada
hija de Wotan.
¡Pero, dime una cosa, Inmortal!
¿puede este hermano llevarse consigo
a su hermana y esposa?
¿Quizás Siegmund pueda
abrazar allí a Sieglinde?

Brünnhilde
El aire de la tierra
ella debe seguir respirando.
¡Allí Siegmund,
no verás a Sieglinde!.

Siegmund
Entonces saluda a Valhalla de mi parte,
saluda también a Wotan,
saluda de mi parte a Wälse
y a todos los héroes;
saluda también a las adorables
y deseables doncellas:
No te seguiré hasta ellos.

Brünnhilde
Has visto la mirada
abrasadora de la Valquiria.
Ahora debes ir con ella.

Siegmund
Allí donde viva Sieglinde,
con placer o con penas,
Siegmund se quedará.
Tu mirada todavía
no me ha puesto pálido.
Nunca me forzará a alejarme de aquí.

Brünnhilde
Mientras vivas,
nada puede forzarte.
Pero la muerte,
estúpido, te forzará.
Para decírtelo
he venido hasta aquí.

Siegmund
¿Dónde puede estar el héroe
bajo cuyas manos yo caeré hoy?.

Brünnhilde
Hunding te matará en batalla.

Siegmund
Debes amenazarme con golpes
más fuertes que los de Hunding.
Si te quedas aquí
por deseos de batalla,
que él sea tu presa,
pues pretendo matarlo en la lucha.

Brünnhilde
A ti, Wälsung,
escúchame bien,
el destino te ha escogido a ti.

Siegmund
¿Conoces esta espada?
Aquel que la forjó para mí
me prometió la victoria.
Con ella, desafío tus amenazas.

Brünnhilde
Aquél que la forjó para ti,
ha decretado tu muerte.
Él anulará el poder de la espada.

Siegmund
Cállate y no asustes
a la mujer que duerme.
¡Oh! ¡Oh!
Dulcísima esposa,
la más triste de las mujeres fieles.
Contra ti el mundo entero
se alza en armas y con furia.
Y yo, en quien tú sólo confías
y por el cual ahora te desafían,
no puedo defenderte
con mi protección.
¿Acaso debo traicionar en batalla a una heroína?
¡Oh!, que la deshonra caiga
sobre aquel que me forjó la espada,
si él me ha decretado la deshonra y no la victoria.
Pero si debo morir,
no iré a Valhalla.
¡Deja que el Infierno se apodere de mi!

Brünnhilde
¿Tan poco valoras
la dicha eterna?
¿Acaso esta pobre mujer
que cansada y dolorida
descansa sobre tu regazo
lo representa todo para ti?
¿Acaso crees que no hay nada más que sea glorioso?.

Siegmund
Tan joven y hermosa que pareces,
tan desbordante de juventud,
y en cambio mi corazón sabe
lo fría y dura que debes ser.
Si como mínimo sabes sonreír,
desaparece, doncella
cruel y sin sentimientos.
Si has de recrearte
con mi desgracia,
deja que mis sufrimientos te consuelen,
y que mi desolación llene
de placer tu celoso corazón,
pero no me hables de las frígidas
alegrías de Valhalla.

Brünnhilde
Veo la desgracia
que te roe el corazón.
Siento el sagrado
dolor del héroe…
Siegmund, deja tu esposa a mi cuidado;
mi protección la envolverá con firmeza.

Siegmund
Yo y nadie más
tocará su pureza mientras ella viva.
Si soy presa de la muerte,
antes de morir la mataré mientras duerme.

Brünnhilde
¡Wälsung! ¡Loco!
Escucha mi consejo.
Deja a tu esposa conmigo
por el bien del hijo
que ella lleva gracias a tu amor.

Siegmund
¡Esta espada!
que un traidor me entregó en confianza,
¡Esta espada!
que cobardemente debe traicionarme,
si no me sirve ante mi enemigo,
entonces deja que me sirva contra mi amiga.
Dos vidas
te sonríen aquí.
Tómalas, Notung,
espada preciada,
tómalas de un solo golpe.

Brünnhilde
¡Para, Wälsung!
¡Escucha lo que te digo!.
Sieglinde vivirá
y Siegmund vivirá con ella.
Está decidido:
cambiaré el resultado de la lucha.
A Siegmund favoreceré
y le concederé la victoria.
¿Oyes la llamada?
Ahora, prepárate, héroe.
Confía en tu espada
y blándela con valor.
El arma te será fiel igual
que la Valquiria que te protegerá.
Adiós Siegmund,
amado héroe.
En el campo de batalla nos volveremos a ver

Escena quinta

Siegmund
Tan profundamente
como un hechizo el sueño
calma la pena y el dolor de mi amada.
¿Acaso cuando la Valquiria vino a mí
trajo para ella esta gran quietud?
¿Acaso la oscura batalla
no aterrorizaría a una desgraciada mujer?
Ahí yace como si no tuviera vida,
pero aún vive:
un sonriente sueño
le calma la pena.
Continúa durmiendo
hasta que la batalla haya sido librada
y la paz te traiga alegría.
A ése que me llama
he de preparar,
lo que se merece,
le daré.
Notung le hará pagar lo que tiene merecido.

Sieglinde
(En sueños)
¡Sólo con que Padre volviera a casa ahora!
Pero, todavía sigue en los bosques
con el muchacho.
¡Madre! ¡Madre!
tengo miedo.
Los forasteros no parecen
muy amigables o pacíficos.
A nuestro alrededor
están poniendo humo negro,
una niebla densa
y feroces llamas;
la casa está ardiendo.
¡Ayúdame, hermano!
¡Siegmund! ¡Siegmund!
¡Siegmund!… ¡Ah!…

Hunding
¡Desdichado! ¡Desdichado!
Levántate y lucha contra mi,
o te entregaré a mis perros.

Siegmund
¿Dónde te escondes
que te he atacado y no te he alcanzado?
Ponte de pie para que te pueda ver cara a cara.

Sieglinde
¡Hunding! ¡Siegmund!
¡Si tan sólo pudiera verlos!

Hunding
¡Ven aquí, pretendiente sinvergüenza!
¡Deja que Fricka te abata aquí mismo!.

Siegmund
¿Crees que todavía voy desarmado,
cobarde?
Me has amenazado con mujeres,
ahora, lucha por ti mismo
Fricka te abandonará a tu suerte.
¡Mira!: de tu casa,
del tronco del árbol que hay junto a ella,
sin temor arranqué la espada
¡ahora, prueba su poder mordaz!.

Sieglinde
Deteneos, hombres.
¡Primero, matadme a mi!

Brünnhilde
¡Golpéale, Siegmund!
¡Confía en tu espada!

Wotan
Aléjate de mi lanza;
¡que tu espada se rompa en pedazos!
(Siegmund cae a tierra muerto)

Brünnhilde
(A Sieglinde)
Rápido, a mi caballo. Yo te salvaré.

Wotan
Márchate esclavo.
Arrodíllate ante Fricka;
dile que la lanza de Wotan
vengó aquello que le causó la deshonra.
¡Vete! ¡Vete!.

(Mientras agita el brazo con desdeño, Hunding cae a tierra muerto)

En cuanto a Brünnhilde,
se arrepentirá de su crimen.
Su irresponsabilidad
será terriblemente castigada
cuando mi caballo le dé alcance en su huida.


PRELUDIO

ACTO III

Escena primera

(En la cima de una montaña rocosa)

Gerhilde
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha! ¡Heiaha!
Aquí, Helmwinge,
trae tu caballo hasta aquí.

Helmwige
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha!

Gerhilde, Waltraute, Schwertleite
¡Heiaha! ¡Heiaha!

Ortlinde
Pon tu semental
junto a la yegua de Ortlinde:
a tu caballo gris le gustará pastar
junto a mi yegua parda.

Waltraute
¿Quién es el que cuelga de tu silla de montar?

Helmwige
Sintolt, el Hegling.

Schwertleite
Pues entonces, separa
a mi caballo gris
de tu yegua parda.
La yegua de Ortlinde lleva
a Wittig, el Irming.

Gerhilde
Siempre he visto enemistados a
Sintolt y Wittig.

Ortlinde
¡Heiaha! ¡Heiaha! Los sementales
están empujando a mi yegua

Gerhilde
La disputa entre los dos guerreros
incluso hace que sus caballos riñan.

Helmwige
¡Quieto, Bruno!
No armes jaleo.

Waltraute
¡Hoioho! ¡Hoioho!
Tú, Siegrune,
¿dónde has estado que has tardado tanto?.

Siegrune
Tenía trabajo que hacer.
¿Ya han llegado las demás?

Schwertleite, Waltraute
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha!

Gerhilde
¡Heiaha!

Grimgerde, Rossweisse
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha!

Waltraute
¡Grimgerde y Rossweisse!

Gerhilde
Ya vienen

Helmwige, Ortlinde, Siegrune
Saludos, amazonas
Rossweisse y Grimgerde

Rossweisse, Grimgerde
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha!

Las otras seis walkyrias
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heiaha! ¡Heiaha!

Gerhilde
Llevad a los caballos al bosque
para que puedan pastar y descansar.

Ortlinde
Mantened las yeguas
bien separadas hasta que
el odio del héroe
se haya calmado.

Helmwige
El caballo gris ha sufrido
a causa de la furia del enemigo.

Rossweisse, Grimgerde
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!

Las otras seis walkyrias
¡Bienvenidas! ¡Bienvenidas!

Schwertleite
¿Ibais montando juntas, valientes muchachas?

Grimgerde
Cabalgábamos por separado
y acabamos de encontrarnos.

Rossweisse
Si estamos todas reunidas,
ya podemos empezar.
Iremos hasta Valhalla
para llevar a Wotan sus guerreros.

Helmwige
Sólo somos ocho;
todavía falta una.

Gerhilde
Brünnhilde todavía debe estar coqueteando
con ese moreno de Wälsung.

Waltraute
Nuestra obligación
es esperarla.
El Padre de las Batallas
no nos daría una buena bienvenida
si nos viera llegar sin ella.

Siegrune
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Por aquí! ¡Por aquí!
Por aquí viene cabalgando
furiosa Brünnhilde

Las ocho walkyrias
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Brünnhilde, hola!

Waltraute
Hacia los abetos dirige
a su atolondrado caballo.

Grimgerde
¡Cómo jadea Grane después
de cabalgar tan rápido!

Rossweisse
Nunca he visto a una Valquiria
galopando de una manera tan furiosa.

Ortlinde
¿Qué lleva en la silla?
HelmwigeEso no es un héroe.

Siegrune
Lleva una mujer

Gerhilde
¿Cómo ha encontrado a la mujer?

Schwertleite
Ni tan solo
saluda a sus hermanas

Waltraute
¡Heiaha! ¡Brünnhilde!
¿No nos oye?

Ortlinde
Ayudad a nuestra hermana
a desmontar del caballo.

Helmwige, Gerhilde, Siegrune, Rossweisse
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!

Ortlinde, Waltraute. Grimgerde, Schwertleite
¡Heiaha!

Waltraute
Mira cómo ha parado
a Grane en seco.

Grimgerde
A toda prisa baja
a la mujer del caballo.

Ortlinde, Waltraute, Grimgerde, Schwertleite
¡Hermana! ¡Hermana,
¿Qué ha pasado?

Brünnhilde
Protegedme y ayudadme,
ahora que lo necesito.

Las ocho walkyrias

¿De dónde vienes cabalgando
con tanta furia?
Sólo los fugitivos huyen así.

Brünnhilde
Por primera vez he de huir
y por primera vez me persiguen.
El Padre de las Batallas me persigue.

Las ocho walkyrias
¿Te has vuelto loca?
Habla, cuéntanos,
¿El Padre de las Batallas te está persiguiendo?
¿De él estás huyendo?

Brünnhilde
¡Oh, hermanas! Id y mirad
desde lo alto de las rocas.
Mirad hacia el Norte
y veréis si El Padre de la Guerra viene hacia aquí.
Rápido. ¿Ya lo veis?

Ortlinde
Una tormenta
se acerca por el Norte.

Waltraute
Unas nubes borrascosas
se están juntando allí.

Las otras seis walkyrias
El Padre de las Batallas
cabalga con su sagrado caballo.

Brünnhilde
El furioso cazador
que lleno de rabia quiere cazarme viene,
¡ya viene, ya viene por el Norte!.
Protegedme hermanas.
Salvad a esta mujer.

Seis walkyrias
¿Qué le pasa a esta mujer?

Brünnhilde
Escuchadme y os lo contaré rápidamente.
Esta es Sieglinde,
hermana y esposa de Siegmund.
Contra los Wälsung,
Wotan se ha alzado en cólera.
Hoy Brünnhilde debería
haber negado
la victoria a su hermano,
pero en cambio, protegí a Siegmund
con mi escudo,
desobedeciendo así al Dios
que finalmente lo tuvo que matar con su propia lanza.
Siegmund cayó,
pero yo huí
lejos con su esposa.
¡Para salvarla
vine corriendo hasta vosotras,
pues yo también tengo miedo!
¡Necesito que me protejáis de los golpes del castigo!

Seis walkyrias
Hermana insensata.
¿Qué has hecho?
¡Eso es terrible! ¡Brünnhilde, terrible!
¿Has desobedecido,
Brünnhilde,
las órdenes sagradas del Padre de la Guerra?

Waltraute
Una oscuridad
se acerca por el Norte.

Ortlinde
Una furiosa tormenta
se dirige hasta aquí.

Rossweisse, Grimgerde, Schwertleite
El caballo del Padre de la Guerra relincha con furia.

Helmwige, Gerhilde, Siegrune
¡Que terriblemente jadea!

Brünnhilde
Desdicha habrá para esta pobre mujer
si Wotan la encuentra,
pues ha amenazado con destruir
a todos los Wälsung.
¿Cuál de vosotras me prestará
el caballo más ligero
para que pueda llevarme a la mujer lejos de él?

Siegrune
¿Acaso pretendes incitarnos
a que desobedezcamos
también de una manera tan alocada?

Brünnhilde
Rossweisse, hermana mía,
préstame a tu veloz caballo.

Rossweisse
Mi caballo nunca ha huido
del Padre de la Guerra.

Brünnhilde
Helmwise, escúchame

Helmwige
Debo obedecer a nuestro padre.

Brünnhilde
¡Grimgerde! ¡Gerhilde!
Prestadme vuestros caballos.
!Schwertleite! ¡Siegrune!
¡Mirad lo asustada que estoy!
¡Oh! sed buenas conmigo,
como yo lo he sido con vosotras!.
Salvad a esta desgraciada mujer.

Sieglinde
No os atormentéis preocupándoos por mí,
la muerte es todo lo que deseo.
¿Quién te pidió, doncella,
que me alejaras de la lucha?
Entre tanta agitación,
el mismo arma
que mató a Siegmund
me habría alcanzado a mí también.
Habría hallado
la muerte unida a él.
¡Lejos de Siegmund!…
¡Siegmund, lejos de ti!…
¡Oh! cada vez que pienso en ello,
deseo que la muerte caiga sobre mí.
Si no puedo maldecirte, doncella,
porque me ayudaste a escapar,
al menos escucha mi solemne súplica,
hinca tu espada en mi corazón.

Brünnhilde
Mujer, por el bien del amor
debes continuar viviendo.
Salva al hijo
que de él recibiste
un Wälsung crece en tu vientre.

Sieglinde
Sálvame valiente muchacha;
salva a mi hijo.
Dadme refugio, doncellas
y protegedme valientemente.

Waltraute
La tormenta se acerca.

Ortlinde
Quien le tenga miedo que huya.

Las otras seis walkyrias
Llévate a la mujer
si el peligro la amenaza.
Ninguna de las Valquirias
se atreve a protegerla.

Sieglinde
Sálvame, doncella;
salva a una madre.

Brünnhilde
Huye rápidamente,
y huye tú sola.
Yo me quedaré aquí
y afrontaré la venganza de Wotan.
Lo mantendré con su rabia
junto a mí, mientras
tú escapas de su furia.

Sieglinde
¿Qué dirección he de tomar?

Brünnhilde
¿Cuál de vosotras hermanas
ha cabalgado alguna vez hacia el Este?

Siegrune
Hacia el Este,
se extiende un bosque
donde Fafner llevó
el tesoro del Nibelungo.

Schwertleite
Y tomó
la forma de un dragón.
En una cueva
guarda el anillo de Alberich.

Grimgerde
No es un lugar muy agradable
para una mujer desvalida

Brünnhilde
Y sin embargo, de la furia de Wotan
este bosque seguramente la protegería.
Al Señor no le gusta el lugar y
siempre se mantiene alejado de él.

Waltraute
Cabalgando enfurecido,
Wotan ya llega a la roca.

Seis walkyrias
Brünnhilde,
escucha el estruendo de su llegada.

Brünnhilde
Márchate pues,
hacia el Este.
Sé valiente y desafiante;
soporta todos los contratiempos,
el hambre y la sed,
las espinas de las plantas y las rocas.
Ríete de cualquier problema
o sufrimiento que padezcas.
Una cosa has de saber
y recordar para siempre:
El héroe más noble del mundo
llevas protegido
en tu vientre.
Guárdale los poderosos
trozos de la espada
que le he traído
desde el campo de batalla de su padre.
El los forjará de nuevo
y un día blandirá la espada.
Deja que le dé su nombre:
"Siegfried", el alegre en la victoria.

Sieglinde
¡Oh, el más divino de los milagros!
¡La más gloriosa de las mujeres!
¡Te doy las gracias por tu lealtad
y tu sagrado consuelo!.
Para aquél al que amamos,
salvaré el querido niño.
¡Qué la recompensa de mi agradecimiento
te llegue a sonreír un día!
¡Adiós!
¡La desafortunada Sieglinde te bendice!

Wotan
¡Detente Brünnhilde!

Ortlinde, Waltraute
El jinete y su caballo
ya han alcanzado la roca.

Las ocho walkyrias

¡Pobre Brünnhilde!
¡Cómo arde la venganza!

Brünnhilde
Ay, ayudadme, hermanas,
mi corazón se hunde.
Su furia me aplastará
si no me protegéis intentando calmarlo.

Las ocho walkyrias
Ven aquí, alma perdida,
no dejes que te vea.
Escóndete entre nosotras
y permanece en silencio mientras él te llama.
¡Oh, Dios mío!
Wotan se está bajando del caballo,
y está enfadado.
El camino por donde viene
se dobla bajo su ansia de venganza.

Escena segunda

Wotan
¿Dónde está Brünnhilde?
¿Dónde está la violadora de la ley?
Es malvada. ¿Acaso os atrevéis
a esconderla de mí?

Las ocho walkyrias
¡Qué furia tan terrible te hierve por dentro!
Padre, ¿Qué han hecho tus hijas
para provocarte
esta ira tan loca?

Wotan
¿Os estáis riendo de mí?
¡Vigilad vuestro descaro!.
Sé que Brünnhilde
se esconde de mí entre vosotras.
Separaos de ella.
Está perdida por siempre,
tal como ella incluso ha echado
a perder su virtud.

Rossweisse
Huyó de nosotras porque la perseguían…

Las ocho walkyrias
Nos imploró que la protegiéramos.
Temblando de miedo
espera tu rabia.
Por el bien de nuestra pobre hermana,
te suplicamos
que controles tu furia natural.
Por su bien, cálmate.
¡Controla tu ira!

Wotan
Manada de mujeres
de blando corazón.
¿Acaso habéis heredado de mí
ese espíritu débil?
¿Acaso os he educado para que
con valentía marchéis a la batalla
e hice que vuestros corazones
fueran duros y ávidos para
que lloriquearais y gimierais
en cuento mi furia castiga vuestra deslealtad?
Dejad de gimotear y aprended
el mal que hizo aquella
por la cual tembláis
y derramáis lágrimas.
Nadie más que ella
conocía mis más profundos pensamientos.
Nadie más que ella
sabía de dónde surgían mis deseos.
Ella misma era
el fértil útero de mi deseo.
Ahora ha roto
la sagrada alianza,
con deslealtad
ha desafiado mi voluntad,
se ha burlado abiertamente
de las órdenes de su amo,
y levantado en armas contra mí,
aunque fueran sólo mis propios deseos los que la trajeron al mundo.
¿Me oyes, Brünnhilde?
Tu armadura,
tu casco y tus armas,
tu felicidad y tu honor,
tu nombre y tu propia vida vienen de mí.
¿Estás oyendo mis acusaciones
y te escondes con terror de tu acusador,
huyes y tienes miedo de su castigo?

Brünnhilde
Aquí estoy, Padre.
Pronuncia tu castigo.

Wotan
Yo no te castigo.
Tú te creaste tu propio castigo.
Tan sólo gracias a mi voluntad
tú existes,
y contra mi voluntad actuaste.
Tan sólo mis órdenes
obedecías,
pero tú diste órdenes en contra mía.
Te hice
agente de mis deseos,
pero tú volviste contra mí tus propios deseos.
Te hice portadora de mi escudo,
pero contra mí,
tú levantaste el escudo.
Te hice
distribuidora de destinos,
pero tú dispusiste el destino contra mí.
Te hice
inspiración de héroes,
pero contra mí inspiraste a esos héroes.
Lo que una vez fuiste,
Wotan acaba de decírtelo.
Lo que ahora eres,
dilo tu misma,
Ya no eres el agente de mis deseos.
Has sido una Valquiria;
desde ahora sé
lo que todavía te queda por ser.

Brünnhilde
¿Me expulsarías?
¿He entendido bien el significado de tus palabras?

Wotan
Nunca jamás te volveré a enviar desde Valhalla.
Nunca te volveré a enviar
a recoger héroes de las guerras.
Nunca volverás a traer hombres victoriosos
a mi palacio.
En los solemnes banquetes de los dioses,
nunca volverás a pasarme el cuerno
para que beba de él.
Nunca volveré a besar
los labios de mi hija.
De la compañía de los dioses
quedas expulsada,
exiliada
del grupo de inmortales.
Nuestra alianza se ha roto.
De mi vista quedas desterrada.

Las ocho walkyrias
¡Oh, oh!
¡Hermana, ay! ¡Hermana!

Brünnhilde
¿Me dejas sin todo aquello
que una vez me concediste?

Wotan
Aquél que te venza se lo quedará.
Aquí, en esta montaña
te confino.
Te sumergiré indefensa
en un sueño.
Cualquier hombre que la encuentre por el camino y la despierte,
puede capturar a la doncella.

Las ocho walkyrias
¡Detente Padre!
!Detén la maldición!
¿Acaso la doncella debe marchitarse
y morir por un hombre?
¡Escucha nuestras súplicas!
Dios terrible,
evítale esta lamentable deshonra,
pues nosotras deberíamos
compartir con ella la vergüenza.

Wotan
¿No habéis oído lo
que he ordenado?
Vuestra infiel hermana
queda desterrada de vuestra compañía.
Nunca volverá a cabalgar
por el aire con vosotras.
La flor de su juventud
se marchitará.
Un esposo se ganará
sus favores como mujer.
A partir de ese momento,
pertenecerá a ese hombre dominante.
Se sentará junto al fuego y tejerá,
y será el objetivo de todas las burlas.
¿Acaso os aterroriza su destino?
Pues, entonces, huid de esta alma perdida.
Separaos de ella
y mantened las distancias.
Si alguna de vosotras se atreve
a perder el tiempo con ella,
si alguna me desobedece
y se acerca a ella por tristeza,
entonces esa estúpida compartirá su mismo destino.
Esto es lo que os digo, valientes espíritus.
Ahora marchad de aquí,
y manteneos alejadas de esta Roca.
Apresuraos, y cabalgad bien lejos
de lo contrario la desgracia aquí os aguardará.

Las ocho walkyrias
¡Desdicha! ¡Desdicha!

Escena tercera

Brünnhilde
¿Tan vergonzoso
fue lo que hice
que mi error se castiga
tan vergonzosamente?
¿Tan despreciable
fue lo que te hice
que tan profundamente me humillas?
¿Tan deshonroso
fue lo que hice
que mi ofensa me roba ahora mi honor?
¡Oh, habla, Padre!
Mírame a los ojos.
Silencia tu rabia,
controla tu ira,
y explícame con claridad
la oculta culpabilidad
que tan ciega y tenazmente te ha obligado
a exiliar a tu hija favorita.

Wotan
Pregúntate a ti misma lo que hiciste,
y hallarás la explicación de tu culpabilidad.

Brünnhilde
Tú me diste una orden
y yo la llevé a cabo.

Wotan
¿Acaso te ordené que lucharas
a favor del Wälsung?

Brünnhilde
Eso es lo que me ordenaste
como Gobernador de batallas.

Wotan
Pero me retracté
de mi propio decreto.

Brünnhilde
Cuando Fricka consiguió que tus propias intenciones
te resultaran extrañas,
cuando adoptaste su punto de vista
te convertiste en tu propio enemigo.

Wotan
Di por sentado que me habías comprendido
y te reñí cuando me desafiaste a conciencia.
Pero me tomaste
por cobarde y estúpido.
¿Acaso no tenía que vengar la traición?
¿Eras demasiado insignificante como para hacerme enfadar?

Brünnhilde
No soy lista,
pero sabía una cosa:
que amabas al Wälsung.
Yo conocía el dilema
que te obligó
a olvidarte por completo
de este detalle y
que tu única alternativa,
la de negarle tu ayuda a Siegmund,
con amargura
te afligía el corazón.

Wotan
¿Tú lo sabías y aún así
te atreviste a protegerle?

Brünnhilde
Porque mis ojos son los tuyos,
me agarré a aquello
que la alternativa tras un doloroso
dilema te obligó al final
a dar la espalda.
Cuando Wotan está en guerra,
yo le protejo,
pero esta vez yo sólo vi
lo que tú no podías ver:
tuve que ver a Siegmund.
Para avisarle de la muerte
fui hasta él,
vi sus ojos,
escuché sus palabras,
me di cuenta
de la solemne angustia del héroe,
oí el sonido del lamento
del valiente hombre.
El terrible dolor
de un amor sin limites,
el mayor desafío
para un corazón triste
cayeron sobre mis oídos,
y mis ojos percibieron
lo que en lo profundo de mi pecho mi corazón sentía
con nobles latidos.
Tímida, asombrada,
avergonzada me quedé.
Todavía podía ver la mejor
manera de ayudarle:
la victoria o la muerte
compartiría con Siegmund.
Sólo sabía que éste
era el destino que debería escoger.
El amor que un hombre
puso en mi corazón
fue lo que me hizo
aliarme con el Wälsung
y desobedecer tus órdenes,
aún cuando en mi interior te seguía siendo fiel.

Wotan
Así que hiciste
lo que yo tanto deseaba hacer.
Y sin embargo, obligado por una doble necesidad
me abstuve de hacerlo.
¿Creíste que tan fácilmente
conseguirías la felicidad del amor
cuando a mí un dolor ardiente
me había atravesado el corazón,
cuando la necesidad desesperada
había despertado mi rabia,
cuando el amor del mundo permitió
que el origen del amor se contuviera
en mi dolorido corazón?
Contra mí mismo me había
vuelto con agonía;
por encima de una pena increíble
me había alzado con rabia;
un furioso anhelo con sus ardientes
deseos habían marcado
mi terrible decisión:
en las ruinas de mi propio mundo
pondré fin a mi tristeza sin fin.
¿Junto entonces, tú te recreabas
dulcemente con las alegrías
de la felicidad; el torbellino
extático de las emociones celestiales
te hacía sonreír mientras bebías
la pócima del amor,
mientras mi angustia divina se mezclaba
con una amargura rapaz?
Entonces, tu ligero corazón
puede guiarte.
Has renunciado a mí.
Debo mantenerme alejado de ti,
y en tu compañía nunca más
puedo desarrollar mis planes.
Estamos separados, y ya no podemos
trabajar juntos.
Mientras tenga vida y aliento,
el Dios nunca más debe verte.

Brünnhilde
De nada te sirvió
la simple muchacha
que ante el asombro
de tus órdenes
no te entendió.
Mi propia inteligencia
me dijo una cosa:
amar lo que tu amabas.
Si debo abandonarte
y tímidamente evitarte,
si tú debes romper
lo que una vez nos unió,
si la mitad de tu ser
que una vez te perteneció por completo
debe separarse de ti,
Oh Dios no olvides esto:
que una imperecedera parte de tu ser
no puede querer el deshonor,
no puede desear la deshonra
que a ti te deshonra.
A ti mismo te rebajarías
si vieras a la gente burlarse y reírse de mí.

Wotan
Fuiste feliz dejándote llevar
por el poder del amor:
ahora déjate llevar por aquel
al que estás obligada a amar.

Brünnhilde
Si debo abandonar Valhalla
y nunca más trabajar y gobernar contigo,
si un hombre dominante
debe ser a partir de ahora mi señor,
entonces no dejes que ningún cobarde
jactancioso me obtenga como premio.
Aquél que me consiga
debe merecerlo.

Wotan
Has renunciado al Padre de la Guerra,
él no puede elegir por ti.

Brünnhilde
Engendraste una familia noble,
y ningún cobarde podrá nunca salir de ella.
El más grande de los héroes - lo sé -
nacerá de la raza de los Wälsung.

Wotan
Vigila tu lengua cuando hables de los Wälsung.
Cuando renuncié a ti,
también renuncié a ellos.
Mi odio tuvo que aniquilarlos.

Brünnhilde
Separándome de ti
los he salvado.
Sieglinde lleva
el fruto más sagrado,
con pena y dolor,
como ninguna esposa nunca ha sufrido,
traerá al mundo
lo que tan ansiosamente esconde.

Wotan
Nunca me pidas
que proteja a esa mujer,
y menos aún al fruto de sus entrañas.

Brünnhilde
Ella cuida la espada que tu
forjaste para Siegmund.

Wotan
¡Y que yo rompí en pedazos!
Muchacha, no intentes
cambiar mi decisión.
Aguarda el destino
que te espera,
¡no puedo elegir por ti!
Y ahora debo marchar,
irme muy lejos;
ya me he quedado aquí demasiado tiempo.
Tal como tú me diste la espalda,
yo debo dártela a ti.
Quizás no sepa
lo que tú deseas para ti misma,
pero sólo tu castigo
debo ver cumplido.

Brünnhilde
¿Qué has ordenado
que yo deba padecer?

Wotan
Te sumergiré
en un profundo sueño.
Aquél que te despierte indefensa te tendrá
como esposa cuando despiertes.

Brünnhilde
Si un sueño ha de encadenarme
y convertirme
en la presa fácil
del más débil de los hombres,
has de concederme una cosa,
y esto te lo pido con solemne terror.
Deja que mi sueño esté protegido
por terribles horrores
para que así sólo
un héroe valiente y libre pueda
subir a la roca y hallarme
allí algún día.

Wotan
Pides demasiado,
un favor demasiado grande.

Brünnhilde
Esto es algo
que debes permitir.
Destruye a tu hija,
que se agarra a tus rodillas,
pisotea a tu favorita,
aplasta a la muchacha,
deja que toda huella de su cuerpo
quede destruida por tu lanza,
pero no seas tan cruel como
para condenarme a la más vil deshonra.
Con una orden tuya
haz encender un fuego
y alrededor de la roca deja que arda
con llamas deslumbrantes;
haz que sus lenguas golpeen
y sus dientes devoren
a cualquier cobarde que sin pensarlo
se atreva a acercarse a la terrible roca.

Wotan
¡Adiós, valiente
y maravillosa hija!
Tú, mi orgullo más sagrado.
¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós!
Si debo rechazarte,
y no puedo volver
a saludarte otra vez con amor,
si nunca más puedes
vivir junto a mí
o traerme la comida a la mesa,
si debo perder
a quien amé,
a ti sonriente alegría de mis ojos,
entonces que un fuego nupcial
arda para ti
como nunca ardió para ninguna novia.
Una hoguera de llamas arderá
alrededor de la roca;
Con un miedo devorador
aterrorizará a los débiles
y así los cobardes huirán espantados
de la roca de Brünnhilde
¡Pues, sólo uno obtendrá a la novia,
uno más libre que yo, el Dios!
Ese par de ojos luminosos
que muchas veces acaricié con sonrisas
cuando con tu ansia de batalla
te ganaste un beso,
cuando la cháchara infantil
al alabar a los héroes
fluía de tus queridos labios,
ese par de ojos brillantes
que muchas veces me quemaban en medio de tempestades
cuando el ansia de la esperanza
ardía en mí corazón,
cuando mis deseos anhelaban
los placeres terrenales
y un miedo me agitaba suavemente
¡Por última vez
deja que hoy
me concedan el placer
con el último beso de despedida!
Para un hombre más feliz
puede que su estrella brille,
para el desafortunado inmortal
deben ahora cerrarse al partir.
Así se aleja
el Dios de ti,
Así te beso
divinidad.
¡Loge, escucha!
¡Escúchame bien!
Tal como te hallé la primera vez,
una fiera llama;
tal como una vez te alejaste de mí,
un fuego al azar;
tal como me uní a ti,
así hoy te conjuro.
¡Álzate, mágica llama,
rodea la roca con fuego!
¡Loge, Loge, ven aquí a ayudarme!
¡Aquel al que la punta de mi lanza aterrorice
nunca logrará atravesar el fuego!