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             Parte 
              2ª: Beckmesser, Pogner y Walther 
            Continuamos 
              en este mes de junio con el estudio ya iniciado en mayo sobre los 
              personajes en "Los Maestros Cantores". Abordaremos 
              tres más: el escribano Sixtus Beckmesser, el orfebre Veit Pogner 
              y el joven caballero Walther von Stolzing. 
             
                       
                 
            Este 
              personaje es ciertamente difícil y además muy rico en matices.  
            Beckmesser 
              es el marcador de la Corporación, el encargado de juzgar 
              a los nuevos aspirantes a maestro según las tradicionales Leges 
              Tabulaturae.  
            
              
                  | 
               
              
                | Heinrich 
                  Pflanzl caracterizado como el escribano Sixtus Beckmesser | 
               
             
            Es 
              de profesión escribano, funcionario público (Stadtschreiber, literalmente 
              "escribano de la ciudad"; también "secretario municipal") 
              y es el primero en presentarse candidato a la mano de Eva cuando 
              Pogner la ofrece como premio para el concurso de canto del día de 
              San Juan, siendo ya un hombre más que maduro. 
            De 
              carácter pedante y antipático, es el opuesto de Hans Sachs, quien, 
              a pesar de todo, le da ocasiones para retractarse de sus propósitos 
              a lo largo de toda la obra. Le avisa, por ejemplo, de la dificultad 
              de la canción que ha robado de su mesa de zapatero, y todavía antes 
              del desastre final que resulta su interpretación en el concurso 
              de canto le da la oportunidad de una salida honrosa; oportunidad 
              que Beckmesser rechaza con vehemencia, seguro de ganar con tal que 
              Sachs no participe. 
            Evidentemente, 
              Beckmesser admira a Sachs como poeta y maestro cantor, y además 
              envidia tremendamente su popularidad. 
            En 
              el primer acto, hace fracasar las aspiraciones del joven Walther, 
              quien, de convertirse en maestro, supondría un impedimento insalvable 
              a sus aspiraciones de matrimonio con la hija del rico orfebre. Escondido 
              de la vista tras los cortinajes del puesto de marcador, señala incontables 
              faltas en la bella y espontánea canción de Walther, rayando su pizarra 
              con la tiza. 
            En 
              el segundo, se llega a la puerta de la casa de Pogner con la intención 
              de cantar una serenata a Eva. Quien está en la ventana no es otra 
              que Magdalene, que, habiendo avisado a su joven ama, decide dar 
              celos a su querido David. Tras discutir largamente con Sachs, que 
              está trabajando en los zapatos de fiesta del escribano, se decide 
              lo siguiente: Beckmesser cantará su serenata y Sachs hará de marcador 
              golpeando su martillo sobre la suela de los zapatos; ambos harán 
              simultáneamente su labor de esta manera sin impedimento. Beckmesser 
              aparentemente seguro de sus capacidades asegura a Sachs que no terminará 
              los zapatos porque no tendrá que golpear ni una sola vez por un 
              fallo en la canción. La canción comienza, sugiriéndole incluso el 
              zapatero a su rival cómo ha de cambiar el canto de los primeros 
              versos para que suenen mejor. Sachs golpea rítmicamente cada fallo 
              de Beckmesser, convirtiendo la canción en un continuo golpear, y 
              enfureciendo al escribano. Sachs ha terminado los zapatos y los 
              agita triunfal, pero con tanto golpe y con tanta voz, los vecinos 
              acuden al lugar, iniciándose una monumental pelea callejera, en 
              la que Beckmesser lleva las de perder, siendo golpeado por David, 
              quien le había creído cortejando a Magdalene con su serenata. Sólo 
              acabará el bullicio cuando se oiga el cuerno del sereno, disolviéndose 
              al punto la concurrencia y acabando Beckmesser lleno de golpes y 
              mataduras. 
            En 
              el tercer acto, entra sigilosamente en el taller de Sachs y descubre 
              para su sorpresa una canción de concurso sobre la mesa. La coge, 
              y tras ser sorprendido por el zapatero y recibir su consentimiento, 
              se retira con la intención de usarla para ganar la mano de Eva. 
              Ya en la pradera, con el pueblo congregado y atento, Beckmesser 
              canta la canción, deformándola de tal forma que todos estallan en 
              alegres carcajadas, dando al traste con las aspiraciones del empleado 
              municipal. 
            El 
              personaje hoy nos llega a parecer simpático de puro grotesco, y 
              es seguramente el "villano" más divertido y entrañable 
              de toda la historia de la lírica.  
            Se 
              dice habitualmente que Wagner pensó su escribano a la medida de 
              Eduard Hanslick, célebre crítico, conocido por sus ataques a la 
              estética wagneriana y su defensa infinita de Brahms como el gran 
              heredero de la tradición musical clásica de Alemania. 
            A lo 
              largo del siglo XX, hubo distintas tendencias a la hora de interpretarlo. 
              Durante muchos años se recalcaba insistentemente su lado caricaturesco, 
              siendo a veces interpretado incluso por actores y no por cantantes 
              propiamente dichos. Durante la época del nacionalsocialismo, se 
              le dibujaba como el paradigma del judío burgués, mezquino y avaro, 
              y era objeto de escarnio.  
            Era 
              interpretado frecuentemente utilizando recursos poco estéticos, 
              como chillidos, graznidos y toda suerte de bufonadas escénicas. 
            Tiempo 
              después le hemos visto humanizado, olvidando tanto histrionismo. 
              Grandes barítonos como Hermann Prey le han aportado una nueva imagen: 
              Beckmesser canta, y lo hace bien. Claro que durante las últimas 
              décadas hemos visto a ajados intérpretes de Walther "llevarse 
              a la chica" después de cantar su "Canción de premio" 
              de forma penosa, cuando el Beckmesser de turno había hecho una más 
              que decente intervención. En fin, cosas de los tiempos. 
            Para 
              cantar un buen Beckmesser se requiere un barítono sólido, con carácter, 
              y con un registro agudo suficiente. En la partitura, como vimos 
              en la anterior entrega de este estudio, viene indicado tan solo 
              como "bajo". Bien, el registro grave requerido no es realmente 
              importante, pero sí lo son algunas notas casi tenoriles que el cantante 
              ha de afrontar con solvencia. 
            La 
              tesitura abarca desde el Si 1 al La 3. (1) 
            Muchos 
              han sido los grandes traductores de Beckmesser a lo largo del siglo 
              XX. Nombrarlos a todos es imposible, así que hablaremos ahora un 
              poco de los más destacados o los más representativos. 
            
              
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                   Fotografía 
                    de Karl Schmitt-Walter caracterizado como Beckmesser, señalando 
                    la pizarra de "marcador" con lo errores cometidos 
                    por Walther 
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            Sin 
              duda alguna Karl Schmitt-Walter es una de las joyas del personaje. 
              Cantó el papel en Bayreuth a petición de Wieland Wagner cuando ya 
              tenía 55 años, y prolongó su intervención seis años (desde 1956 
              a 1961). Ya entonces tenía la voz algo gastada, pero su experiencia 
              y buen hacer, amén de unas grandes dotes de comicidad, hacen de 
              él uno de los Beckmesser dignos de recuerdo. Le podemos encontrar 
              en grabaciones como la que ya comentáramos de André Cluytens de 
              1956 (con el Sachs de Hotter), o la excelente de 1960 encabezada 
              por Hans Knappertsbusch. Por supuesto, la escena más señalada para 
              escucharle "en su salsa" es su fallida serenata marcada 
              a golpes de martillo, en el segundo acto (ya comentamos esta escena 
              el mes pasado cuando hablamos del monumental Sachs de Josef Greindl). 
            Destacable 
              es también Heinrich Pflanzl en el registro de 1955 de Munich 
              (comentado el pasado 
              mes por Miguel Ángel González en su sección).  
            Si 
              buscamos el lado caricaturesco, Eugen Fuchs es una buena 
              elección. Es Beckmesser en los míticos "Maestros" de Furtwängler 
              del año 43, en plena guerra y con toda la plana mayor del nazismo 
              presente en el Festspielhaus. 
            En 
              el plano más grato, diríamos casi "liederístico", hallamos 
              un buen ejemplo en el excelente barítono vienés Erich Kunz. 
              Interviene en una producción temprana, discográficamente hablando, 
              de la obra, con Karl Böhm en 1944, una versión que atesora el Sachs 
              del gran Paul Schöffler (ya comentado en el anterior artículo). 
            
              
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                | Retrato 
                  de estudio de Hermann Prey, el genial barítono berlinés 
                  al que debemos una de las mejores interpretaciones de Beckmesser 
                  de la historia del disco | 
               
             
            Digno 
              sucesor suyo es, por supuesto, el entrañable Hermann Prey 
              que es seguramente el que mejor ha cantado como Beckmesser de todos 
              los tiempos, sin olvidar un sentido del humor exquisito que hace 
              que el público se encandile con él. De él sí tenemos vídeo, filmado 
              en el Festival de Bayreuth y editado en 1983. Realmente es lo que 
              más vale la pena de esa función. El resto del reparto no pasa de 
              la discreción, y la producción escénica de Wolfgang Wagner no es 
              sublime: incluye una ya famosa aparición del viejo intendente al 
              final de la obra, reconciliando simbólicamente a Sachs con Beckmesser, 
              detalle que para mi gusto sobra, y que ha sido imitado en otras 
              producciones posteriores. 
            Como 
              digo Prey encarna el Beckmesser mejor cantado de la historia del 
              disco. Su fallida "Canción del premio" está magistralmente 
              bien delineada, aunque sin olvidar un sutil toque de humor. Ese 
              día sí que mereció la mano de Eva (Walther era Siegfried Jerusalem 
              buscando abarcar todo el repertorio para tenor wagneriano; los resultados 
              son francamente discutibles). 
            En 
              la actualidad hay un magnífico Beckmesser en activo, que tendremos 
              el placer de ver en el Teatro Real: Andreas Schmidt. Su voz 
              recuerda bastante a la de Dietrich Fischer-Dieskau, y es, como él, 
              un gran liederista. Continúa la tradición de Prey en cuanto a nobleza 
              vocal en el personaje, y ha grabado recientemente la obra con Barenboim 
              (una grabación que, por otro lado, no tiene demasiado interés; al 
              lado de los monumentales "Maestros" de Bayreuth del año 
              2000 a cargo del joven Christian Thielemann -con un reparto muy 
              similar-, los de Barenboim parecen demasiado cerebrales, poco festivos 
              y sin duda nada comprometidos con la obra).  
             
              
            Llegamos 
              ahora a otro de los personajes importantes en esta obra, del que 
              arranca uno de los conflictos conductores: la lucha por la mano 
              de Eva en el concurso de canto del día de San Juan. 
            Pogner 
              es el rico orfebre de Nuremberg, poseedor de una magnífica casa 
              enfrente de la de Hans Sachs, que es algo más modesta. Encarna al 
              burgués enriquecido en toda su plenitud: "Dios me hizo, 
              en fin, hombre rico". 
            
              
                  | 
               
              
                | Kurt 
                  Böhme, el gran bajo de Dresde, caracterizado como Veit 
                  Pogner en la producción de "Maestros" de 1952 | 
               
             
            Al 
              comienzo de la obra, ha tenido una idea sin duda desafortunada: 
              para fomentar el sagrado arte custodiado por los Maestros, ofrecerá 
              la mano de su única hija Eva, y con ella toda su fortuna y propiedades, 
              a aquel Maestro que venza en un concurso de canto en la mañana del 
              día de San Juan. Pone como condición que la muchacha puede rechazar 
              al vencedor si éste no es de su agrado, pero nunca podrá casarse 
              con otro. 
            Inmediatamente, 
              Beckmesser intenta convencerle de que le hable a su hija de él con 
              buenas palabras, sin duda atraído por la idea doble de casarse con 
              una muchacha bella y joven, y heredar todo el dinero del acaudalado 
              orfebre.  
            Pero 
              lo cierto es que Pogner ve con mejores ojos a Walther von Stolzing, 
              su joven protegido venido de Franconia, mediante el que emparentaría 
              directamente con la vieja nobleza feudal, añadiendo posición social 
              elevada a su condición de hombre adinerado. 
            Al 
              pedirle Walther que le auxilie en su intento de convertirse en Maestro 
              Cantor, le presenta al resto de la Corporación como protegido suyo. 
              Cuando Walther fracasa gracias a los ardides del señor escribano, 
              Pogner comienza a estar verdaderamente preocupado y a atisbar el 
              alcance real de su decisión. Como él mismo afirma ya casi al final 
              del primer acto, refiriéndose a Walther: 
            "¡Cuán 
              gustoso lo viera yo admitido! 
              Como 
              yerno fuérame en verdad valioso: 
              Si 
              ahora doy la bienvenida al vencedor, 
              ¿quién 
              sabe si mi niña lo escogerá? 
              ¡Confieso 
              que me atormenta 
              si 
              Eva elegirá al maestro!" (2) 
            Su 
              intranquilidad no será resuelta hasta el final del tercer acto, 
              cuando Walther sea proclamado ganador por el pueblo entero, gracias 
              a la astuta estratagema de Sachs. En sus propias palabras: 
            "¡Oh, 
              Sachs! ¡A ti te debo dicha y honra! 
              ¡Pasó, 
              pues, toda la angustia del corazón!" (3) 
            Para 
              interpretar a Pogner hace falta un bajo wagneriano típico, de noble 
              línea, con estilo y resistencia. El papel no es en sí demasiado 
              extenso, pero tiene sin duda intervenciones bastante comprometidas 
              a lo largo de toda la obra. Muy especialmente podemos destacar su 
              célebre "Das schöne Fest Johannistag", relato bastante 
              extenso  y con algunas notas agudas bastante incómodas para un bajo. 
            Damos, 
              como siempre, el dato de la tesitura del personaje: Sol 1 al Fa 
              3. 
            Hablar 
              de los buenos intérpretes de Pogner es hablar de los grandes bajos 
              wagnerianos de la historia. La lista sería interminable realmente. 
            Sin 
              duda uno de los reyes del personaje es el enorme Gottlob Frick 
              de quien ya hablamos extensamente en otro artículo anterior. Como 
              ya dijimos entonces, Frick encarna a la perfección al burgués. Su 
              voz cavernosa y profunda, con ese timbre tan sobrecogedoramente 
              bello, es además el complemento perfecto. Es protagonista de la 
              tal vez mejor grabación de vivo de la obra, la de 1955 en Munich 
              con Knappertsbusch, comentada en su momento por Miguel Ángel González 
              en su sección. 
            Citaremos 
              a otros tres enormes intérpretes del papel: Emanuel List, 
              Ludwig Weber y Alexander Kipnis, tres bajos wagnerianos 
              verdaderamente imprescindibles.  
            Por 
              supuesto, Josef Greindl es otro de los Pogner a tener en 
              cuenta. Le encontramos en la grabación de Furtwängler del año 1943 
              de Bayreuth.  
            También 
              Kurt Böhme, Pogner en los "Maestros" de Knappertsbusch 
              de 1952. 
            Podríamos 
              también incluir en la lista al joven Theo Adam de 1960, que 
              hace una gran recreación del personaje. Su voz es la ya conocida; 
              a mí personalmente no me resulta especialmente grata de oír, pero 
              tenía buen hacer wagneriano, rara virtud hoy en día. También merece 
              reconocimiento Karl Ridderbusch, y por supuesto el enorme 
              Kurt Moll. 
            En 
              los últimos tiempos tan sólo cabe destacar al joven René Pape, 
              que por suerte será Pogner en el Teatro Real. Desde luego este es 
              un cantante que apunta muy alto y que puede llegar a ser uno de 
              los grandes bajos de la historia del canto wagneriano. 
             
              
            Llegamos 
              al tercero y último protagonista que analizaremos este mes, el joven 
              caballero de Franconia: Walther von Stolzing. 
            Es 
              un personaje crucial dentro de la estructura dramática de los "Maestros 
              Cantores". Como dijimos, su pugna con Beckmesser por conseguir 
              la mano de Eva es uno de los hilos conductores de la historia.  
            Este 
              joven es el vástago de una familia de la nobleza rural, la vieja 
              casta feudal imperante. Viene desde el campo a Nuremberg con la 
              intención de establecerse entre la burguesía local. Veit Pogner 
              es su protector durante estos primeros momentos en su nueva ciudad 
              de residencia.  
            
               
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                |  
                   El 
                    gran tenor heroico canadiense de nuestros días, Ben 
                    Heppner caracterizado como Walther en la producción 
                    del Metropolitan Opera de Nueva York 
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            Por 
              supuesto, los burgueses locales le miran con alguna reticencia: 
              ven en él un descendiente de aquellos que imperaban sobre sus antepasados. 
            Como 
              joven, es impulsivo y rebelde, y se opone claramente a la Corporación 
              de Maestros, que le parece absolutamente ridícula.  
            La 
              expresión máxima se este hecho se encuentra ya al final de la obra. 
              Cuando a través de su canción se ha ganado el reconocimiento del 
              pueblo y de los Maestros, se atreve aún a rechazar la cadena que 
              el propio Pogner le ofrece como testigo de su condición de Maestro 
              recién ganada. 
            En 
              la primera escena, en la Iglesia de Santa Catalina, le vemos haciéndole 
              señas amorosas a Eva durante los oficios de la mañana. Magdalene 
              le advierte de la decisión del padre de la niña: sólo el que sea 
              Maestro Cantor y gane el concurso de canto puede optar a la mano 
              de Eva.  
            Magdalene 
              le pone en manos de David para que le enseñe aceleradamente las 
              cualidades de un Maestro Cantor. David lo intenta infructuosamente. 
            Walther 
              acude a la silla de canto para ser examinado. Afirma que su maestro 
              de canto fue un libro de Walther von der Vogelweide, minnesänger 
              histórico que Wagner utilizara como personaje para su "Tannhäuser" 
              años antes. 
            Es 
              rechazado, como vimos, gracias a la estratagema de Beckmesser. 
            Ya 
              en el segundo acto, le propone a Eva huir de Nuremberg y de toda 
              esa sociedad que impide su feliz unión. En el momento en que ambos 
              pasan delante de la puerta de Sachs, éste ilumina la calle con una 
              linterna, con lo que impide aquello que sería un rapto a los ojos 
              del pueblo. Los dos se esconden tras un arbusto. Al ver a Beckmesser 
              que viene a cantar su serenata, le falta poco para saltar del escondite 
              espada en mano. 
            Tras 
              la pelea, Sachs le mete en su casa y envía a la falsa Magdalene 
              a la suya. 
            Sachs 
              anima a Walther ya en el tercer acto a escribir una canción digna 
              de ganar el concurso, cuando éste le relata el bello sueño 
              que ha tenido la noche pasada. Con ella acude el día de San Juan 
              como testigo de que la canción no es de Sachs, como ha acusado Beckmesser. 
              Tras la primera estrofa comienza a improvisar, componiendo una canción 
              de tan enorme belleza que todo el pueblo queda maravillado e inmediatamente 
              es declarado Maestro y vencedor del concurso. 
            Como 
              decíamos, Walther rechaza la cadena de Maestro, siendo Sachs el 
              que le hará ver lo que significa el honor de ser uno de los protectores 
              del arte alemán. Finalmente Walther acepta, ganando con ello la 
              mano de su amada Eva. 
            Para 
              cantar Walther se requiere a un tenor lírico-spinto, si utilizamos 
              la denominación italiana para la tipología vocal. Su línea de canto 
              ha de ser impecable, requiriéndose una enorme musicalidad para afrontar 
              el dificilísimo papel.  
            La 
              duración del mismo es muy extensa, por lo que además requiere una 
              enorme resistencia, para llegar con suficiente potencia a la dura 
              prueba final que es el Preislied, la "Canción del premio". 
              Muchos tenores se quedan sin fiato tras la segunda estrofa, 
              arruinando el efecto final. 
            El 
              personaje tiene unas bellas intervenciones a lo largo de la obra, 
              como es el conocido "Am stillen Herd" en el primer acto, 
              donde relata quién le enseñó a cantar.  
            No 
              es este un papel para heldentenor tan típico en las obras 
              de Wagner. Un auténtico tenor heroico puede resultar demasiado altisonante 
              y sobreactuado. Este es el caso, por ejemplo, del gran Max Lorenz, 
              quien en 1943 encarnara al caballero en Bayreuth bajo la batuta 
              de Furtwängler. 
            Un 
              buen Lohengrin puede ser sin duda un buen Walther. 
            La 
              tesitura va desde el Do 2 al Si bemol 3, con un Do 4 optativo en 
              el segundo acto. 
            Ha 
              habido y hay, por fortuna, grandes servidores de este difícil rol, 
              algunos de los cuales pasamos a comentar. 
            
              
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                   Fotografía 
                    de estudio del gran tenor danés Helge Roswänge, 
                    uno de los mejores Walther von Stolzing de la historia 
                 | 
               
             
            Dos 
              tenores antiguos muy a tener en cuenta son Helge Roswänge 
              y Leo Slezak, el primero danés y el segundo austriaco. Ambos 
              han quedado en los anales como dos de los mejores tenores de todos 
              los tiempos. No conservamos testimonio discográfico completo de 
              ninguno de ellos, ya que sus carreras se desarrollaron antes de 
              que grabar representaciones extensas fuera posible.  
            Conservamos, 
              eso sí, fragmentos grabados en discos de 78 revoluciones por minuto, 
              que han sido posteriormente editadas en CD. Del primero poseemos 
              una grabación de la "Canción del premio" para Telefunken 
              de 1932, cuando tenía 35 años, en la que exhibe una forma vocal 
              espléndida. Del segundo tenemos un Preislied grabado en el 
              año 1928 en Berlín, donde Slezak, que ya contaba con 55 años, da 
              prueba de su valía como Walther.  
            De 
              Franz Völker conocemos algunos fragmentos grabados en 
              1928: un Preislied y un Am stillen Herd. Ambos testimonios fonográficos 
              nos dan pruebas más que suficientes de lo buen Walther que 
              fue Völker. No es de extrañar que lo sea, ya que además 
              fue el mejor Lohengrin de su tiempo, y tal vez de todos los tiempos. 
              Escuchar a Völker es siempre escuchar una lección de 
              buen canto. Por supuesto, recomiendo al lector que escuche su "Lohengrin" 
              completo de 1942 dirigido por el eficiente Robert Heger. 
            Así 
              mismo hay que tener presente a Torsten Ralf, un tenor casi 
              olvidado, que fue uno de los grandes Walther, Lohengrin y Parsifal 
              de su época. Le podemos escuchar en un tercer acto grabado con Karl 
              Böhm en 1939. 
            Podríamos 
              comentar algo de Lauritz Melchior, máxima expresión de lo 
              que significa heldentenor. Pero como ya hemos dicho, no es 
              este un papel para excesos. Del "Gran Danés" no conocemos 
              registro completo de la obra, pero sí algunos fragmentos grabados 
              en discos de pizarra y transferidos a disco compacto en los últimos 
              tiempos. Como Walther, Melchior aprobaría con creces la prueba de 
              los agudos y la resistencia física, pero tal vez resultara una voz 
              demasiado pesada. En escena lo cantó en muy pocas ocasiones, consciente 
              de que su voz era mucho más apropiada para Tristán o Siegfried. 
            Ya 
              en los años 50 encontramos unos cuantos tenores dignos de mención. 
               
            Primeramente 
              los dos poderosos aunque algo toscos Günther Treptow y Hans 
              Hopf.  
            El 
              primero poseía una voz de color oscuro, que se entubaba conforme 
              el tenor ascendía a la zona aguda del registro, haciendo un característico 
              y muy personal efecto de "bocina". Sin embargo era un 
              auténtico tenor wagneriano, capaz de enfrentarse con solvencia tanto 
              a Walther como a papeles más pesados como Tristán. Conocemos una 
              excelente grabación de estudio con él como el caballero francón: 
              la de Knappertsbusch del año 1950-51 para DECCA. 
            El 
              segundo también es un Walther muy a tener en cuenta. Su voz es casi 
              un misterio. Conocemos grabaciones en las que exhibe una potencia 
              vocal y una frescura increíbles. Este caso es el de su Siegfried 
              con Kempe en 1960, o su Kaiser en Die Frau Ohne Schatten 
              de Richard Strauss con Karl Böhm en 1955. Pero el caso de su Walther 
              es el contrario. Se muestra muy tosco, con la voz bastante fea y 
              poco brillante, aunque siempre poderosa. Es Walther en la grabación 
              de Hans Knappertsbusch de 1955 en Munich, que ya hemos comentado, 
              y que ya ha sido analizada en la sección "Discos". 
            En 
              esta misma época podemos mencionar a Rudolf Schock, si bien 
              no es, en mi opinión, todo lo que uno pueda esperar de un intérprete 
              que se enfrenta a Walther von Stolzing. Para escucharle hay que 
              acudir a la grabación de Kempe de estudio, nuevamente comentada 
              en "Discos". 
            Incluso 
              hay que señalar a Ludwig Suthaus, tenor favorito de Furtwängler, 
              aunque su voz sea sin duda demasiado pastosa para Walther. Ver la 
              sección "Discos" en el apartado referente a los "Maestros" 
              de Hermann Abendroth para más señas. 
              
            
              
                  | 
               
              
                | Wolfgang 
                  Windgassen caracterizado como Walther von Stolzing | 
               
             
            Por 
              supuesto no podemos olvidar al imprescindible Wolfgang Windgassen. 
              Su voz es atacada por muchos por su relativa fealdad y su timbre 
              "leñoso". Bien, personalmente no creo que sea así, y su 
              Walther me parece uno de los mejores logrados de la historia del 
              canto. Escuchemos los "Maestros" de Bayreuth de 1960 o 
              los de 1956. Desde luego en escena debió de ser impresionante. 
            Más 
              recientemente, ya en los 60, pudimos escuchar al húngaro Sandor 
              Konya, voz de enorme belleza y potencia más que suficiente. 
              Su Walther queda recogido en una difícil de encontrar grabación 
              de estudio con Rafael Kubelik, acompañado por Gundula Janowitz y 
              el regular Thomas Stewart. 
            Últimamente 
              sólo el gran Ben Heppner ha sabido igualar a los grandes 
              tenores de los que hemos hablado. Tiene dos grabaciones de estudio 
              ya, una con Solti y otra con Sawallisch, y prepara ya una tercera 
              con Christian Thielemann para Deutsche Grammophon. Si planea su 
              carrera con inteligencia, puede durar muchos años y darnos muchas 
              alegrías. ¡Qué suerte que estemos aquí para verle! 
            Y 
              con esto concluye el artículo de este mes. El mes que viene seguiremos 
              con este estudio añadiendo el resto de los personajes: Eva, Magdalene, 
              David y el resto de los Maestros, de quienes daremos algunas pinceladas. 
            
              
                  | 
               
              
                | 
                   Reunión 
                    de la corporación de Maestros cantores en el primer 
                    acto, en la producción de Wieland Wagner de Bayreuth 
                    en 1963 
                 | 
               
             
            (1) 
              Los datos de la tesitura de cada personaje están extraídos del libro 
              del profesor Ramón Regidor, "Tristán e Isolde, Maestros Cantores, 
              Parsifal", publicado por Real Musical, Madrid, 1982. 
              (2) 
              La versión española utilizada es la siguiente: "Los Maestros 
              Cantores de Nuremberg", Ángel-Fernando Mayo Antoñanzas, 1999. 
              Edición privada. 
              (3) Ídem. 
             |