Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
INTERPRETES 

LOS MAESTROS CANTORES DE NUREMBERG A LO LARGO DEL TIEMPO

Parte 2ª: Beckmesser, Pogner y Walther

Continuamos en este mes de junio con el estudio ya iniciado en mayo sobre los personajes en "Los Maestros Cantores". Abordaremos tres más: el escribano Sixtus Beckmesser, el orfebre Veit Pogner y el joven caballero Walther von Stolzing.


          

Este personaje es ciertamente difícil y además muy rico en matices.

Beckmesser es el marcador de la Corporación, el encargado de juzgar a los nuevos aspirantes a maestro según las tradicionales Leges Tabulaturae.

Heinrich Pflanzl caracterizado como el escribano Sixtus Beckmesser

Es de profesión escribano, funcionario público (Stadtschreiber, literalmente "escribano de la ciudad"; también "secretario municipal") y es el primero en presentarse candidato a la mano de Eva cuando Pogner la ofrece como premio para el concurso de canto del día de San Juan, siendo ya un hombre más que maduro.

De carácter pedante y antipático, es el opuesto de Hans Sachs, quien, a pesar de todo, le da ocasiones para retractarse de sus propósitos a lo largo de toda la obra. Le avisa, por ejemplo, de la dificultad de la canción que ha robado de su mesa de zapatero, y todavía antes del desastre final que resulta su interpretación en el concurso de canto le da la oportunidad de una salida honrosa; oportunidad que Beckmesser rechaza con vehemencia, seguro de ganar con tal que Sachs no participe.

Evidentemente, Beckmesser admira a Sachs como poeta y maestro cantor, y además envidia tremendamente su popularidad.

En el primer acto, hace fracasar las aspiraciones del joven Walther, quien, de convertirse en maestro, supondría un impedimento insalvable a sus aspiraciones de matrimonio con la hija del rico orfebre. Escondido de la vista tras los cortinajes del puesto de marcador, señala incontables faltas en la bella y espontánea canción de Walther, rayando su pizarra con la tiza.

En el segundo, se llega a la puerta de la casa de Pogner con la intención de cantar una serenata a Eva. Quien está en la ventana no es otra que Magdalene, que, habiendo avisado a su joven ama, decide dar celos a su querido David. Tras discutir largamente con Sachs, que está trabajando en los zapatos de fiesta del escribano, se decide lo siguiente: Beckmesser cantará su serenata y Sachs hará de marcador golpeando su martillo sobre la suela de los zapatos; ambos harán simultáneamente su labor de esta manera sin impedimento. Beckmesser aparentemente seguro de sus capacidades asegura a Sachs que no terminará los zapatos porque no tendrá que golpear ni una sola vez por un fallo en la canción. La canción comienza, sugiriéndole incluso el zapatero a su rival cómo ha de cambiar el canto de los primeros versos para que suenen mejor. Sachs golpea rítmicamente cada fallo de Beckmesser, convirtiendo la canción en un continuo golpear, y enfureciendo al escribano. Sachs ha terminado los zapatos y los agita triunfal, pero con tanto golpe y con tanta voz, los vecinos acuden al lugar, iniciándose una monumental pelea callejera, en la que Beckmesser lleva las de perder, siendo golpeado por David, quien le había creído cortejando a Magdalene con su serenata. Sólo acabará el bullicio cuando se oiga el cuerno del sereno, disolviéndose al punto la concurrencia y acabando Beckmesser lleno de golpes y mataduras.

En el tercer acto, entra sigilosamente en el taller de Sachs y descubre para su sorpresa una canción de concurso sobre la mesa. La coge, y tras ser sorprendido por el zapatero y recibir su consentimiento, se retira con la intención de usarla para ganar la mano de Eva. Ya en la pradera, con el pueblo congregado y atento, Beckmesser canta la canción, deformándola de tal forma que todos estallan en alegres carcajadas, dando al traste con las aspiraciones del empleado municipal.

El personaje hoy nos llega a parecer simpático de puro grotesco, y es seguramente el "villano" más divertido y entrañable de toda la historia de la lírica.

Se dice habitualmente que Wagner pensó su escribano a la medida de Eduard Hanslick, célebre crítico, conocido por sus ataques a la estética wagneriana y su defensa infinita de Brahms como el gran heredero de la tradición musical clásica de Alemania.

A lo largo del siglo XX, hubo distintas tendencias a la hora de interpretarlo. Durante muchos años se recalcaba insistentemente su lado caricaturesco, siendo a veces interpretado incluso por actores y no por cantantes propiamente dichos. Durante la época del nacionalsocialismo, se le dibujaba como el paradigma del judío burgués, mezquino y avaro, y era objeto de escarnio.

Era interpretado frecuentemente utilizando recursos poco estéticos, como chillidos, graznidos y toda suerte de bufonadas escénicas.

Tiempo después le hemos visto humanizado, olvidando tanto histrionismo. Grandes barítonos como Hermann Prey le han aportado una nueva imagen: Beckmesser canta, y lo hace bien. Claro que durante las últimas décadas hemos visto a ajados intérpretes de Walther "llevarse a la chica" después de cantar su "Canción de premio" de forma penosa, cuando el Beckmesser de turno había hecho una más que decente intervención. En fin, cosas de los tiempos.

Para cantar un buen Beckmesser se requiere un barítono sólido, con carácter, y con un registro agudo suficiente. En la partitura, como vimos en la anterior entrega de este estudio, viene indicado tan solo como "bajo". Bien, el registro grave requerido no es realmente importante, pero sí lo son algunas notas casi tenoriles que el cantante ha de afrontar con solvencia.

La tesitura abarca desde el Si 1 al La 3. (1)

Muchos han sido los grandes traductores de Beckmesser a lo largo del siglo XX. Nombrarlos a todos es imposible, así que hablaremos ahora un poco de los más destacados o los más representativos.

Fotografía de Karl Schmitt-Walter caracterizado como Beckmesser, señalando la pizarra de "marcador" con lo errores cometidos por Walther

Sin duda alguna Karl Schmitt-Walter es una de las joyas del personaje. Cantó el papel en Bayreuth a petición de Wieland Wagner cuando ya tenía 55 años, y prolongó su intervención seis años (desde 1956 a 1961). Ya entonces tenía la voz algo gastada, pero su experiencia y buen hacer, amén de unas grandes dotes de comicidad, hacen de él uno de los Beckmesser dignos de recuerdo. Le podemos encontrar en grabaciones como la que ya comentáramos de André Cluytens de 1956 (con el Sachs de Hotter), o la excelente de 1960 encabezada por Hans Knappertsbusch. Por supuesto, la escena más señalada para escucharle "en su salsa" es su fallida serenata marcada a golpes de martillo, en el segundo acto (ya comentamos esta escena el mes pasado cuando hablamos del monumental Sachs de Josef Greindl).

Destacable es también Heinrich Pflanzl en el registro de 1955 de Munich (comentado el pasado mes por Miguel Ángel González en su sección).

Si buscamos el lado caricaturesco, Eugen Fuchs es una buena elección. Es Beckmesser en los míticos "Maestros" de Furtwängler del año 43, en plena guerra y con toda la plana mayor del nazismo presente en el Festspielhaus.

En el plano más grato, diríamos casi "liederístico", hallamos un buen ejemplo en el excelente barítono vienés Erich Kunz. Interviene en una producción temprana, discográficamente hablando, de la obra, con Karl Böhm en 1944, una versión que atesora el Sachs del gran Paul Schöffler (ya comentado en el anterior artículo).

Retrato de estudio de Hermann Prey, el genial barítono berlinés al que debemos una de las mejores interpretaciones de Beckmesser de la historia del disco

Digno sucesor suyo es, por supuesto, el entrañable Hermann Prey que es seguramente el que mejor ha cantado como Beckmesser de todos los tiempos, sin olvidar un sentido del humor exquisito que hace que el público se encandile con él. De él sí tenemos vídeo, filmado en el Festival de Bayreuth y editado en 1983. Realmente es lo que más vale la pena de esa función. El resto del reparto no pasa de la discreción, y la producción escénica de Wolfgang Wagner no es sublime: incluye una ya famosa aparición del viejo intendente al final de la obra, reconciliando simbólicamente a Sachs con Beckmesser, detalle que para mi gusto sobra, y que ha sido imitado en otras producciones posteriores.

Como digo Prey encarna el Beckmesser mejor cantado de la historia del disco. Su fallida "Canción del premio" está magistralmente bien delineada, aunque sin olvidar un sutil toque de humor. Ese día sí que mereció la mano de Eva (Walther era Siegfried Jerusalem buscando abarcar todo el repertorio para tenor wagneriano; los resultados son francamente discutibles).

En la actualidad hay un magnífico Beckmesser en activo, que tendremos el placer de ver en el Teatro Real: Andreas Schmidt. Su voz recuerda bastante a la de Dietrich Fischer-Dieskau, y es, como él, un gran liederista. Continúa la tradición de Prey en cuanto a nobleza vocal en el personaje, y ha grabado recientemente la obra con Barenboim (una grabación que, por otro lado, no tiene demasiado interés; al lado de los monumentales "Maestros" de Bayreuth del año 2000 a cargo del joven Christian Thielemann -con un reparto muy similar-, los de Barenboim parecen demasiado cerebrales, poco festivos y sin duda nada comprometidos con la obra).


Llegamos ahora a otro de los personajes importantes en esta obra, del que arranca uno de los conflictos conductores: la lucha por la mano de Eva en el concurso de canto del día de San Juan.

Pogner es el rico orfebre de Nuremberg, poseedor de una magnífica casa enfrente de la de Hans Sachs, que es algo más modesta. Encarna al burgués enriquecido en toda su plenitud: "Dios me hizo, en fin, hombre rico".

Kurt Böhme, el gran bajo de Dresde, caracterizado como Veit Pogner en la producción de "Maestros" de 1952

Al comienzo de la obra, ha tenido una idea sin duda desafortunada: para fomentar el sagrado arte custodiado por los Maestros, ofrecerá la mano de su única hija Eva, y con ella toda su fortuna y propiedades, a aquel Maestro que venza en un concurso de canto en la mañana del día de San Juan. Pone como condición que la muchacha puede rechazar al vencedor si éste no es de su agrado, pero nunca podrá casarse con otro.

Inmediatamente, Beckmesser intenta convencerle de que le hable a su hija de él con buenas palabras, sin duda atraído por la idea doble de casarse con una muchacha bella y joven, y heredar todo el dinero del acaudalado orfebre.

Pero lo cierto es que Pogner ve con mejores ojos a Walther von Stolzing, su joven protegido venido de Franconia, mediante el que emparentaría directamente con la vieja nobleza feudal, añadiendo posición social elevada a su condición de hombre adinerado.

Al pedirle Walther que le auxilie en su intento de convertirse en Maestro Cantor, le presenta al resto de la Corporación como protegido suyo. Cuando Walther fracasa gracias a los ardides del señor escribano, Pogner comienza a estar verdaderamente preocupado y a atisbar el alcance real de su decisión. Como él mismo afirma ya casi al final del primer acto, refiriéndose a Walther:

"¡Cuán gustoso lo viera yo admitido!
Como yerno fuérame en verdad valioso:
Si ahora doy la bienvenida al vencedor,
¿quién sabe si mi niña lo escogerá?
¡Confieso que me atormenta
si Eva elegirá al maestro!" (2)

Su intranquilidad no será resuelta hasta el final del tercer acto, cuando Walther sea proclamado ganador por el pueblo entero, gracias a la astuta estratagema de Sachs. En sus propias palabras:

"¡Oh, Sachs! ¡A ti te debo dicha y honra!
¡Pasó, pues, toda la angustia del corazón!" (3)

Para interpretar a Pogner hace falta un bajo wagneriano típico, de noble línea, con estilo y resistencia. El papel no es en sí demasiado extenso, pero tiene sin duda intervenciones bastante comprometidas a lo largo de toda la obra. Muy especialmente podemos destacar su célebre "Das schöne Fest Johannistag", relato bastante extenso  y con algunas notas agudas bastante incómodas para un bajo.

Damos, como siempre, el dato de la tesitura del personaje: Sol 1 al Fa 3.

Hablar de los buenos intérpretes de Pogner es hablar de los grandes bajos wagnerianos de la historia. La lista sería interminable realmente.

Sin duda uno de los reyes del personaje es el enorme Gottlob Frick de quien ya hablamos extensamente en otro artículo anterior. Como ya dijimos entonces, Frick encarna a la perfección al burgués. Su voz cavernosa y profunda, con ese timbre tan sobrecogedoramente bello, es además el complemento perfecto. Es protagonista de la tal vez mejor grabación de vivo de la obra, la de 1955 en Munich con Knappertsbusch, comentada en su momento por Miguel Ángel González en su sección.

Citaremos a otros tres enormes intérpretes del papel: Emanuel List, Ludwig Weber y Alexander Kipnis, tres bajos wagnerianos verdaderamente imprescindibles.

Por supuesto, Josef Greindl es otro de los Pogner a tener en cuenta. Le encontramos en la grabación de Furtwängler del año 1943 de Bayreuth.

También Kurt Böhme, Pogner en los "Maestros" de Knappertsbusch de 1952.

Podríamos también incluir en la lista al joven Theo Adam de 1960, que hace una gran recreación del personaje. Su voz es la ya conocida; a mí personalmente no me resulta especialmente grata de oír, pero tenía buen hacer wagneriano, rara virtud hoy en día. También merece reconocimiento Karl Ridderbusch, y por supuesto el enorme Kurt Moll.

En los últimos tiempos tan sólo cabe destacar al joven René Pape, que por suerte será Pogner en el Teatro Real. Desde luego este es un cantante que apunta muy alto y que puede llegar a ser uno de los grandes bajos de la historia del canto wagneriano.


Llegamos al tercero y último protagonista que analizaremos este mes, el joven caballero de Franconia: Walther von Stolzing.

Es un personaje crucial dentro de la estructura dramática de los "Maestros Cantores". Como dijimos, su pugna con Beckmesser por conseguir la mano de Eva es uno de los hilos conductores de la historia.

Este joven es el vástago de una familia de la nobleza rural, la vieja casta feudal imperante. Viene desde el campo a Nuremberg con la intención de establecerse entre la burguesía local. Veit Pogner es su protector durante estos primeros momentos en su nueva ciudad de residencia.

El gran tenor heroico canadiense de nuestros días, Ben Heppner caracterizado como Walther en la producción del Metropolitan Opera de Nueva York

Por supuesto, los burgueses locales le miran con alguna reticencia: ven en él un descendiente de aquellos que imperaban sobre sus antepasados.

Como joven, es impulsivo y rebelde, y se opone claramente a la Corporación de Maestros, que le parece absolutamente ridícula.

La expresión máxima se este hecho se encuentra ya al final de la obra. Cuando a través de su canción se ha ganado el reconocimiento del pueblo y de los Maestros, se atreve aún a rechazar la cadena que el propio Pogner le ofrece como testigo de su condición de Maestro recién ganada.

En la primera escena, en la Iglesia de Santa Catalina, le vemos haciéndole señas amorosas a Eva durante los oficios de la mañana. Magdalene le advierte de la decisión del padre de la niña: sólo el que sea Maestro Cantor y gane el concurso de canto puede optar a la mano de Eva.

Magdalene le pone en manos de David para que le enseñe aceleradamente las cualidades de un Maestro Cantor. David lo intenta infructuosamente.

Walther acude a la silla de canto para ser examinado. Afirma que su maestro de canto fue un libro de Walther von der Vogelweide, minnesänger histórico que Wagner utilizara como personaje para su "Tannhäuser" años antes.

Es rechazado, como vimos, gracias a la estratagema de Beckmesser.

Ya en el segundo acto, le propone a Eva huir de Nuremberg y de toda esa sociedad que impide su feliz unión. En el momento en que ambos pasan delante de la puerta de Sachs, éste ilumina la calle con una linterna, con lo que impide aquello que sería un rapto a los ojos del pueblo. Los dos se esconden tras un arbusto. Al ver a Beckmesser que viene a cantar su serenata, le falta poco para saltar del escondite espada en mano.

Tras la pelea, Sachs le mete en su casa y envía a la falsa Magdalene a la suya.

Sachs anima a Walther ya en el tercer acto a escribir una canción digna de ganar el concurso, cuando éste le relata el bello sueño que ha tenido la noche pasada. Con ella acude el día de San Juan como testigo de que la canción no es de Sachs, como ha acusado Beckmesser. Tras la primera estrofa comienza a improvisar, componiendo una canción de tan enorme belleza que todo el pueblo queda maravillado e inmediatamente es declarado Maestro y vencedor del concurso.

Como decíamos, Walther rechaza la cadena de Maestro, siendo Sachs el que le hará ver lo que significa el honor de ser uno de los protectores del arte alemán. Finalmente Walther acepta, ganando con ello la mano de su amada Eva.

Para cantar Walther se requiere a un tenor lírico-spinto, si utilizamos la denominación italiana para la tipología vocal. Su línea de canto ha de ser impecable, requiriéndose una enorme musicalidad para afrontar el dificilísimo papel.

La duración del mismo es muy extensa, por lo que además requiere una enorme resistencia, para llegar con suficiente potencia a la dura prueba final que es el Preislied, la "Canción del premio". Muchos tenores se quedan sin fiato tras la segunda estrofa, arruinando el efecto final.

El personaje tiene unas bellas intervenciones a lo largo de la obra, como es el conocido "Am stillen Herd" en el primer acto, donde relata quién le enseñó a cantar.

No es este un papel para heldentenor tan típico en las obras de Wagner. Un auténtico tenor heroico puede resultar demasiado altisonante y sobreactuado. Este es el caso, por ejemplo, del gran Max Lorenz, quien en 1943 encarnara al caballero en Bayreuth bajo la batuta de Furtwängler.

Un buen Lohengrin puede ser sin duda un buen Walther.

La tesitura va desde el Do 2 al Si bemol 3, con un Do 4 optativo en el segundo acto.

Ha habido y hay, por fortuna, grandes servidores de este difícil rol, algunos de los cuales pasamos a comentar.

Fotografía de estudio del gran tenor danés Helge Roswänge, uno de los mejores Walther von Stolzing de la historia

Dos tenores antiguos muy a tener en cuenta son Helge Roswänge y Leo Slezak, el primero danés y el segundo austriaco. Ambos han quedado en los anales como dos de los mejores tenores de todos los tiempos. No conservamos testimonio discográfico completo de ninguno de ellos, ya que sus carreras se desarrollaron antes de que grabar representaciones extensas fuera posible.

Conservamos, eso sí, fragmentos grabados en discos de 78 revoluciones por minuto, que han sido posteriormente editadas en CD. Del primero poseemos una grabación de la "Canción del premio" para Telefunken de 1932, cuando tenía 35 años, en la que exhibe una forma vocal espléndida. Del segundo tenemos un Preislied grabado en el año 1928 en Berlín, donde Slezak, que ya contaba con 55 años, da prueba de su valía como Walther.

De Franz Völker conocemos algunos fragmentos grabados en 1928: un Preislied y un Am stillen Herd. Ambos testimonios fonográficos nos dan pruebas más que suficientes de lo buen Walther que fue Völker. No es de extrañar que lo sea, ya que además fue el mejor Lohengrin de su tiempo, y tal vez de todos los tiempos. Escuchar a Völker es siempre escuchar una lección de buen canto. Por supuesto, recomiendo al lector que escuche su "Lohengrin" completo de 1942 dirigido por el eficiente Robert Heger.

Así mismo hay que tener presente a Torsten Ralf, un tenor casi olvidado, que fue uno de los grandes Walther, Lohengrin y Parsifal de su época. Le podemos escuchar en un tercer acto grabado con Karl Böhm en 1939.

Podríamos comentar algo de Lauritz Melchior, máxima expresión de lo que significa heldentenor. Pero como ya hemos dicho, no es este un papel para excesos. Del "Gran Danés" no conocemos registro completo de la obra, pero sí algunos fragmentos grabados en discos de pizarra y transferidos a disco compacto en los últimos tiempos. Como Walther, Melchior aprobaría con creces la prueba de los agudos y la resistencia física, pero tal vez resultara una voz demasiado pesada. En escena lo cantó en muy pocas ocasiones, consciente de que su voz era mucho más apropiada para Tristán o Siegfried.

Ya en los años 50 encontramos unos cuantos tenores dignos de mención.

Primeramente los dos poderosos aunque algo toscos Günther Treptow y Hans Hopf.

El primero poseía una voz de color oscuro, que se entubaba conforme el tenor ascendía a la zona aguda del registro, haciendo un característico y muy personal efecto de "bocina". Sin embargo era un auténtico tenor wagneriano, capaz de enfrentarse con solvencia tanto a Walther como a papeles más pesados como Tristán. Conocemos una excelente grabación de estudio con él como el caballero francón: la de Knappertsbusch del año 1950-51 para DECCA.

El segundo también es un Walther muy a tener en cuenta. Su voz es casi un misterio. Conocemos grabaciones en las que exhibe una potencia vocal y una frescura increíbles. Este caso es el de su Siegfried con Kempe en 1960, o su Kaiser en Die Frau Ohne Schatten de Richard Strauss con Karl Böhm en 1955. Pero el caso de su Walther es el contrario. Se muestra muy tosco, con la voz bastante fea y poco brillante, aunque siempre poderosa. Es Walther en la grabación de Hans Knappertsbusch de 1955 en Munich, que ya hemos comentado, y que ya ha sido analizada en la sección "Discos".

En esta misma época podemos mencionar a Rudolf Schock, si bien no es, en mi opinión, todo lo que uno pueda esperar de un intérprete que se enfrenta a Walther von Stolzing. Para escucharle hay que acudir a la grabación de Kempe de estudio, nuevamente comentada en "Discos".

Incluso hay que señalar a Ludwig Suthaus, tenor favorito de Furtwängler, aunque su voz sea sin duda demasiado pastosa para Walther. Ver la sección "Discos" en el apartado referente a los "Maestros" de Hermann Abendroth para más señas.

 

Wolfgang Windgassen caracterizado como Walther von Stolzing

Por supuesto no podemos olvidar al imprescindible Wolfgang Windgassen. Su voz es atacada por muchos por su relativa fealdad y su timbre "leñoso". Bien, personalmente no creo que sea así, y su Walther me parece uno de los mejores logrados de la historia del canto. Escuchemos los "Maestros" de Bayreuth de 1960 o los de 1956. Desde luego en escena debió de ser impresionante.

Más recientemente, ya en los 60, pudimos escuchar al húngaro Sandor Konya, voz de enorme belleza y potencia más que suficiente. Su Walther queda recogido en una difícil de encontrar grabación de estudio con Rafael Kubelik, acompañado por Gundula Janowitz y el regular Thomas Stewart.

Últimamente sólo el gran Ben Heppner ha sabido igualar a los grandes tenores de los que hemos hablado. Tiene dos grabaciones de estudio ya, una con Solti y otra con Sawallisch, y prepara ya una tercera con Christian Thielemann para Deutsche Grammophon. Si planea su carrera con inteligencia, puede durar muchos años y darnos muchas alegrías. ¡Qué suerte que estemos aquí para verle!

Y con esto concluye el artículo de este mes. El mes que viene seguiremos con este estudio añadiendo el resto de los personajes: Eva, Magdalene, David y el resto de los Maestros, de quienes daremos algunas pinceladas.

Reunión de la corporación de Maestros cantores en el primer acto, en la producción de Wieland Wagner de Bayreuth en 1963

(1) Los datos de la tesitura de cada personaje están extraídos del libro del profesor Ramón Regidor, "Tristán e Isolde, Maestros Cantores, Parsifal", publicado por Real Musical, Madrid, 1982.
(2) La versión española utilizada es la siguiente: "Los Maestros Cantores de Nuremberg", Ángel-Fernando Mayo Antoñanzas, 1999. Edición privada.
(3) Ídem.