Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
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Postoperatorio: heppner en el Teatro real

Concierto del Ciclo de Grandes Voces en el Real (temporada 2008-09). Ben Heppner (tenor) y Eric Hull (director). Orquesta Titular del Teatro Real. (Orquesta Sinfónica de Madrid). Teatro Real de Madrid, viernes 28 de enero de 2009. Obras de Weber, Wagner y Beethoven.

"Ahora oíd cómo he venido a vosotros"

Al fin se sacó Ben Heppner la espina de sus dos recitales fallidos en Madrid. El primero fue cancelado. El segundo comenzó, con el tenor en alarmante mal estado, y la segunda parte fue cancelada. Entonces, el canadiense tuvo al menos arrestos para comparecer ante el sorprendido público después de la pausa, pedir disculpas y anunciar que volvería. Y, en efecto, volvió, vio y venció con un programa cómodo, a su medida, generoso, que de todos modos supo a poco.

Abrió, un tanto dubitativo, terminando de calentar la voz, con "Durch die Wälder", de El cazador furtivo. En “In fernem Land” brilló el excelente tenor lírico que Heppner ha sido siempre, aunque en los últimos años haya acometido, con éxito variable, roles de mas peso. Exhibió buenas medias voces, y al final presumió de agudos, que aún conserva en buen estado. Los 53 años se notaron en alguna dificultad para recoger la voz (“Taube”), pero fue no obstante notable. Con el final del primer acto de La Valquiria (desde “Siegmund heib ich”) concluyó la primera parte. Aquí se evidenciaron las carencias del tenor en un rol poco apto a sus cualidades (Siegfried le va mucho más). Con todo y ser superior a tanto cantante mediocre, de voz fea y en la gola, que pasea su Siegmund por medio mundo, Bayreuth incluido, centro y anchura se tienen o no se tienen, no se consiguen en el gimnasio. Y Heppner no los tiene, bien que salve el escollo con musicalidad y sentido del fraseo. En esa tesitura la voz no está bien proyectada, y aunque su compatriota Eric Hull lo cuidó mucho, controlando las dinámicas en todo momento, la voz de Heppner adoleció falta de volumen y mordiente, para lucir sólo en los agudos (La), su tabla de salvación, donde sí hay pegada y la voz corre sin trabas por la sala. En esta primera parte, la orquesta abordó (las dos primeras acepciones del DRAE son aquí más precisas que la quinta) la obertura de El cazador furtivo y los preludios de primer y tercer actos de Lohengrin. Todos sabemos de lo que es capaz la Sinfónica de Madrid / Orquesta Titular del Teatro Real, formación irregular, de plantilla justa y mucho trabajo. Les hemos oído actuaciones espléndidas en títulos poco frecuentados (recordemos la reciente Katja Kabanova a las órdenes de Jiri Belohlavek). En este recital, bien por falta de ensayos, por saturación, dieron la de arena. El preludio I de Lohengrin, deshilachado, confuso, ruidoso en su sección central, fue infame.

Mejoró contra pronóstico la Sinfónica en la segunda parte y, sin ser de altos vuelos, Preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda pudieron ser disfrutados por el público. Tras un estupendo aria de Florestán ("Gott! Welch Dunkel hier!"), con una cavaleta en la que el cantante impuso un tempo cómodo, Heppner, ya plenamente centrado y al máximo sacó pecho con un fragmento del tercer acto de Tristán difícil de olvidar. En este título señero el canadiense reina en solitario desde hace años. No hay nadie que lo cante como él, con su mezcla de morbidez y heroísmo de ley (no hace falta que se enteren en Toledo de lo que acontece en el Real, a no ser por radio), entrega e impecable línea de canto. El único defecto fue la brevedad del fragmento escogido. A estas alturas del recital, ya se había ganado al público, y con uno de sus caballos de batalla, la canción del premio de Maestros cantores, concluyó en triunfo el programa oficial.

De propina, el Winterstürme de La Valquiria y el aria Du bist mein ganzes Herz, de la opereta de Franz Lehar El país de las sonrisas. En esta última pieza lució de nuevo sus agudos, y se atrevió a cantar una estrofa en español, con ayuda de una chuleta; pese a los fallos de dicción (fue todo improvisado), las dudas, que le obligaron a parar mientras la orquesta continuaba a lo suyo, el público agradeció el detalle y lo despidió con una apoteósica ovación. Ojalá vuelva pronto al Real, a cantar una ópera completa.

febrero 2009