Si el acorde de Tristán fue en su momento la música del futuro, en las últimas semanas ha quedado patente gracias a diversos espectáculos de danza que a nivel internacional han tenido lugar justo en el año en que se celebra el siglo y medio del estreno en Múnich del drama amoroso wagneriano.

El Cutler Majestic Theatre de Boston representó entre el 5 y el 15 de marzo “Tristan & Yseult”, un espectáculo de danza creado por la compañía inglesa Kneehigh en 2003. Curiosamente, esta compañía tiene su sede en Cornualles, donde transcurre el segundo acto del drama de Wagner. Kneehigh está actualmente de gira representando la obra por varias ciudades de Estados Unidos.

También en marzo y en el Teatro Real de Madrid, el Ballet de Hamburgo representó su espectáculo “Muerte en Venecia” a cargo de John Neumeier, coincidiendo con la puesta en escena el pasado diciembre de la ópera homónima de Britten. Tanto la ópera del británico como el ballet se inspiran en la novela que en 1912 publicara el nobel Thomas Mann. El espectáculo, creado en 2003, incluye pasajes del Tristan, como el preludio o la muerte amor, así como varios de los Wesendonck Lieder, compuestos por Wagner a la vez que su Tristan. Junto a obras de Bach, también se escuchan fragmentos de la bacanal de Tannhäuser.

Para completar la inspiración tristanesca hay que viajar hasta Bolzano, al norte de Italia. En esta localidad, donde se habla por igual italiano y alemán, han querido unir a los dos mayores genios operísticos en ambas lenguas: Verdi y Wagner. El pasado marzo la compañía “Artemis Danza” de Monica Casadei representó su espectáculo “Aida e Tristano”, con una original fusión de la música del drama egipcio creado por el compositor de Busetto con la historia medieval británica del de Leipzig.

A pesar del estatismo que impregna sus tres actos, Tristan e Isolda no ha dejado de ser inspiración desde hace décadas para todo tipo de espectáculos de danza. No es de extrañar por ello que el gran coreógrafo francés Maurice Béjart afirmara en una ocasión que si le quedaran sólo cinco horas de vida las dedicaría a escuchar Tristan e Isolda.

abril 2015