El pasado 17 de mayo se cumplía el centenario del nacimiento de Birgit Nilsson, una de las grandes sopranos wagnerianas de la segunda mitad del siglo XX.
Nilsson afirmó una vez que Isolde le había hecho famosa, mientras que Turandot le había hecho rica. Así, parte de toda esa fortuna obtenida gracias a la ópera, fue destinada por la soprano a crear, poco antes de fallecer, un premio con su nombre. Con un millón de dólares, el galardón es uno de los mejor dotados, sino el que más, de toda la Música Clásica.
El pasado mes se dio a conocer la ganadora de la presente edición, que fue a parar a manos de su compatriota Nina Stemme, una Isolde de referencia en los últimos años tras su debut en el rol en el Festival de Glyndebourne de 2003, y para que el que fue asesorada precisamente por la propia Nilsson, pocos años antes de que falleciera.
El premio se entrega sin una periodicidad fija, en torno a los 3 o 4 años, y Stemme se convierte en la cuarta persona u organismo en recibirlo, tras Plácido Domingo (por expreso deseo de Nilsson), Ricardo Muti y la Filarmónica de Viena. Como parte del jurado, este año ha formado parte Eva Wagner-Pasquier, biznieta del compositor.
Stemme, que intepretó a Isolde en 2005 y 2006 en Bayreuth, recibirá el galardón el próximo 11 de octubre de mano de los reyes de Suecia.
junio 2018 |