Richard Wagner fue el compositor favorito de Salvador Dalí. El pintor dejó establecido que en su Teatro Museo sonara permanentemente de fondo la música de Tristan e Isolda. Además, en el Castillo de Púbol que le regaló a Gala, mandó construir una fuente decorada con varias efigies del compositor.

Son muchas las obras que a lo largo de su dilatada carrera realizó Dalí sobre temática wagneriana, como una completa serie de grabados basados en Tristan o un ballet que en 1944 ideó con música del citado drama, y para el cual pintó varios murales que sirvieran de fondo a la puesta en escena.

Precisamente uno de esos murales acaba de salir a la venta en Lempertz, una casa de subasta belga. La pintura, de 9 por 15 metros, fue utilizada en el estreno del ballet en Nueva York. Para su concepción, Dalí se inspiró en el idilio entre los dos protagonistas para crear el primer ballet paranoico basado en el mito eterno del amor y la muerte.

No fue Tristan la única música de Wagner que Dalí utilizara en sus ballets, ya que en el proyecto “Bacanal” recuperó el mito de Tannhäuser para narrar la lucha entre el amor sagrado y el profano.

noviembre 2016