Hace unas semanas tuvo lugar el estreno en China de Parsifal, el festival escénico sacro, último de los dramas compuestos por Richard Wagner. La obra llegaba así al país asiático más de 130 años después de su estreno absoluto en Bayreuth, en el verano de 1882.

El evento tuvo lugar dentro del marco del Festival Internacional de Música de Pekín, que coproduce la representación en compañía del Festival de Pascua de Salzburgo, la Ópera de Dresde y el Teatro Real de Madrid, donde está previsto su estreno en 2016.

La producción de Michael Schulz se pudo ver el pasado mes de marzo en Salzburgo, bajo la dirección de Christian Thielemann y la Staatskapelle de Dresde. En Pekín, fue Peter Schneider quien condujo a la Orquesta Filarmónica de China, con un reparto que compartía algunos nombres con su versión austríaca.

La figura de Wagner, como muchas otras occidentales, ha pasado prácticamente desapercibida hasta fechas muy recientes. Las primeras referencias escritas en China sobre el compositor datan de la década de los 20 del pasado siglo, y no fue hasta los años 80 cuando su nombre empezó a ser más conocido.

Aun así, no fue hasta 1999 cuando se estrenó la primera ópera de Wagner, El holandés errante, en territorio chino. En octubre de 2005, estrenó por primera vez El Anillo del Nibelungo, en el mismo Festival que ahora ha representado Parsifal.

diciembre 2013