El
13 de diciembre de 1839, Richard Wagner termina en
Paris el bosquejo de su obertura Fausto, pensada como
un primer movimiento de una sinfonía Fausto,
obra de gran parecido con la Sinfonía Fausto
de Franz Liszt. Wagner hizo un apunte del segundo
movimiento, que nunca llegó a desarrollar.
Por eso, en 1843 convirtió en obertura ese
primer movimiento.
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