El
30 de junio de 1855 Richard Wagner abandona Londres,
donde había concluido hacía unos días
la serie de ocho conciertos que dirigiera invitado
por la Sociedad Filarmónica. Los conciertos
supusieron un gran éxito en lo artístico,
pero el músico lamentaba el poco tiempo que
esta actividad dejaba para su labor compositiva.
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