El
16 de diciembre de 1854 Richard Wagner escribe a Liszt
una carta que se comenta por sí sola: "Dado
que en la vida nunca he gozado de la verdadera dicha
del amor, quiero levantar un monumento al más
bonito de todos los sueños, que está
impregnado de ese amor de principio a fin: he bosquejado
en mi cabeza un Tristán y una Isolda. Una concepción
de lo más sencilla, pero musicalmente pletórica,
con la "bandera negra" que ondea al final
quiero taparme para morir.
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